A propósito del Circo romano de Tarraco.
Estanislao Roca Blanch *
A menudo, en los casos en que una parte de la historia de la ciudad está oculta, surge la duda sobre cómo actuar: derribar las construcciones actuales para integrar en el paisaje urbano el esplendor de los restos arqueológicos o dejar las cosas como están y seguir interpretando la ciudad sepultada a partir de lecturas y documentos de conspicuos arqueólogos e historiadores. A mi modo de entender y en el caso de la Parte Alta de Tarragona, lo que cabe no es ni una cosa ni la otra, sino intervenir en la justa medida y en puntos concretos a fin de incorporar estratégicamente en el espacio público los restos de hace dos milenios, dejándolos dialogar de forma activa con el contexto urbano más actual. «Presencia y permanencia» podría ser el título del argumento o de la película. Presencia de la ciudad del siglo XXI y permanencia de los restos romanos formando parte del paisaje urbano. Actuaciones estratégicas de acupuntura urbana podrían favorecer esta relación y procurar una buena sintaxis y diálogo entre ambas culturas separadas por el tiempo y unidas por el espacio.
La Parte Alta de Tarragona es un palimpsesto donde la ciudad actual se superpone a la parte monumental de Tarraco, en tres terrazas sucesivas ocupadas de abajo a arriba por el Circo romano, el Foro provincial y la zona del Culto. El arte del buen establecimiento romano se concretaba en un proyecto que resolvía con brillantez la articulación de los distintos niveles y el encaje de las tres grandes piezas urbanas. Siendo así, uno de los principales atributos de su implantación radica en la buena relación de los elementos, subrayada en algún punto por la aparición de elementos de arquitectura singular como el Pretorio y la Torre de la Antigua Audiencia que permitían conectar el nivel del Circo con el del Foro provincial.
Hace dos décadas un equipo de arquitectos empezamos a trabajar en la mejora de la Parte Alta de Tarragona, sobre todo a partir de un proyecto que aportaba valor añadido a la reurbanización, peatonalización y mejora del tejido urbano, ya que en parte consistía en la reinterpretación del conjunto monumental a partir de unos criterios de diseño. Como ejemplo de aquella actitud proyectual se definió un cambio de material del pavimento para expresar la posición exacta del criptopórtico del Foro provincial, en este caso a base de travertino romano. En la plaza del Rei y la calle de Santa Anna, que es donde yo mismo más intervine, el pavimento de travertino romano coincide en una franja ancha en la plaza y sigue por la calle con un ancho que varía desde cinco centímetros a casi un metro, debido a la forma errática de la ciudad medieval superpuesta al criptopórtico de geometría regular.
Implícitamente con el simple cambio de pavimento además de mostrar la posición exacta del criptopórtico se explica como la calle en la ciudad medieval no venía configurada por un trazado rectilíneo, sino como resultado de la ocupación aleatoria de las edificaciones.
Encontraríamos otras habilidades semánticas para facilitar la interpretación de esta realidad por compleja que sea, antes de proceder al derribo de las construcciones existentes.
En el caso del Circo romano y concretamente en la plaza de la Font, que representa una cuarta parte de la Arena, lo cual nos da idea de su gigantesca dimensión de más de 300 m de longitud, las construcciones entre paredes medianeras situadas en la parte meridional de la plaza presentan un ancho homogéneo. Ello es debido a que aprovecharon la estructura portante del graderío del Circo para su construcción.
«sin necesidad de derribar las casas existentes se puede explicar esta coincidencia con una simple descripción mediática»
Así pues, en este caso sin necesidad de derribar las casas existentes se puede explicar esta coincidencia con una simple descripción mediática. Además, en alguna de las medianeras puede comprobarse la muestra de sillares de piedra de la cantera cercana del Mèdol de factura romana.
Algo parecido pasa en la ciudad de la Toscana, Lucca, donde las edificaciones que dan frente a la plaza elíptica del Anfiteatro aprovecharon para su construcción la estructura portante de graderío del equipamiento romano.
Quizás el ejemplo más directo al del Circo de Tarragona sea el de la Piazza Navona de Roma que sigue la configuración del área central del estadio del emperador Domiciano (81-96 dC) y en la que los graderíos y corredores se incorporaron a la subestructura de los edificios perimetrales.
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«siguiendo con esta política sin límites, podría desaparecer una buena parte de un barrio, su identidad y parte de su historia» uede que la destrucción de un conjunto de edificaciones realizada en las últimas décadas esté justificada en el hecho de poder integrar los restos de la cabecera del Circo y de algún otro fragmento del graderío al espacio urbano y así ayudar a entender la totalidad del monumento. Pero lo cierto es que, siguiendo con esta política sin límites, podría desaparecer una buena parte de un barrio, su identidad y parte de su historia.
El dilema está planteado y, en cualquier caso, queda el reto a abordar en un Plan director, de saber vehicular la transmisión de la información de forma clara y procurar que las actuaciones tengan un carácter unitario y sobre todo, facilitar el acceso a nuestros restos arqueológicos, pues con ello colaboramos en crear un mundo más amable y más inclusivo.
Para mayor información:
Mar, R.; Roca, E.; Abelló, A. La recuperación del circo romano de Tarragona. LOGGIA. Arquitectura & Restauración, 1998, (6), p. 70–79. [ISSN: 1136-758-X]
* Estanislao Roca Blanch es doctor arquitecto y profesor del Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la Universidad Politécnica de Catalunya. Cuenta con la Distinción Jaume Vicens Vives a la calidad docente universitaria 2011.