Un método para evaluar y proyectar las capacidades ciclistas de un territorio

Fermín Rodríguez Gutiérrez *

El ciclismo es una práctica deportiva influida por la geografía, lo que debe hacer de él un objeto de atención por parte de la disciplina, con el fin de conocer su papel en determinados países y la capacidad de éstos para utilizarlo como un vector de desarrollo territorial. Debe existir una estrategia de especialización inteligente para concretar su expansión en una comarca. Aquí se expone una metodología para crear una máquina-herramienta territorial llamada Anillo Ciclista, que concreta la aportación del ciclismo a una estrategia de desarrollo y a llenar de contenido una marca territorial, relacionando un territorio con el paisaje, el deporte, la actividad industriosa, la especialización turística, la experiencia segura y el esfuerzo controlado

A medida que el trabajo ha dejado de tener un componente físico, la bicicleta vuelve a generalizarse para reencontrar a las personas con el esfuerzo físico de fondo, para el que la especie está programada desde sus orígenes. Su utilización hoy es indicador de excelencia  territorial. En una estrategia de redensificación de las ciudades, la bicicleta es uno de los complementos imprescindibles para garantizar una movilidad eficiente. En el campo permite poner en valor capacidades no utilizadas, que hoy dejan de tener la categoría de subproductos para constituirse en capitales intangibles de relación sobre los cuales edificar una nueva funcionalidad, adaptada a los requerimientos de una civilización donde el trabajo no es físico y crecen nuevos sectores de actividad industriosa

Autores como Alexander Grous hablan de la “economía del ciclismo” y cuantifican su significativa aportación a la nacional en países como el Reino Unido. Otros, como Asturias, cuentan con recursos tangibles e intangibles asociados al ciclismo, ante ellos se presenta la oportunidad de aprovecharlos para utilizar al ciclismo como componente de una marca territorial atractiva: Asturias. Paraíso ciclista.

A una de sus piezas componentes la hemos llamado Anillo Ciclista; tiene como finalidad ofrecer una plataforma para la práctica del ciclismo en condiciones de seguridad y excelencia, tanto en la cualidad de la ruta como en los servicios que puede obtener el ciclista. El Anillo Ciclista, cerrado y diverso, es el soporte de otros desarrollos que vinculan a la hostelería, al ocio, a la industria y a los servicios vinculados al deporte.

Perfil topográfico del puerto de La Cubilla (Lena)
Perfil topográfico del puerto de La Cubilla (Lena)

Se determinaron las capacidades ciclistas de un territorio, y se pusieron a prueba en la comarca asturiana de la Montaña Central. Se evalúa su capital físico y la percepción del usuario, cliente y agente

Se reconocieron 59 segmentos viales, que suman 376 Kms a los que se añaden los viales que integran el anillo ciclista de tierra que aporta 150 kms más. Para cada segmento se elaboró una ficha, conteniendo indicadores básicos que permitirán obtener indicadores sintéticos referidos a dificultad, seguridad y calidad paisajística del tramo. Los segmentos se unieron para componer tramos, definido cada uno por el Índice de Dificultad Equivalente y el Coeficiente de Esfuerzo necesario para superarlo, con lo que se establece la categoría del tramo: Paseo, Suave, Duro, Difícil y Élite. El indicador de calidad paisajística es cualitativo, se obtuvo mediante encuestas a participantes, orientadas a precisar su apreciación de ciertos aspectos paisajísticos. El indicador de seguridad es una síntesis de diversos parámetros directamente relacionados con la seguridad de la vía para los ciclistas.

Estos tres indicadores fueron analizados por tres grupos de participación: el de seguridad vial; el de ciclistas, ciclodeportistas y cicloturistas; el turístico y hostelero. Con ellos se presentaron propuestas en los órdenes de accesibilidad y movilidad, señalización, y diversificación económica. La identificación de los participantes interesados fue importante y entre ellos destacaron dos empresas significativas en el sector: Las Caldas Villa Termal, establecimiento friendlybike y MMR, importante constructor , ambas dirigidos al mercado global; en el proyecto colaboraron otras de hostelería, servicios al ciclismo y con intereses complementarios en la marca territorial.

Ficha de evaluación de un segmento ciclable
Ficha de evaluación de un segmento ciclable

El producto final, el Anillo Ciclista, se compone de dos redes enmalladas. La red básica abarca las vías de conexión del eje principal de comunicación con los núcleos de población más importantes de la comarca. Sus tramos presentan un elevado grado de accesibilidad, trazados de fácil recorrido, buenas condiciones de seguridad y un grado de dificultad bajo. La red secundaria contiene las vías de conexión de las cabeceras comarcales con los grandes puertos de cordillera y con los puertos de cordales. Son tramos de amplia longitud y desniveles acusados, lo que les confiere un mayor grado de dificultad. Las dos redes de carreteras se complementan con la de pistas, que por sus condiciones particulares son aptas para la práctica mediante bicicleta todo terreno y ciclismo mixto.

El sistema resultante de la coordinación de la infraestructura del velódromo con las redes básica y secundaria constituye el Anillo Ciclista de la Montaña Central de Asturias, planteado como una marca reconocible que asegura un plus de calidad, seguridad y disfrute paisajístico al ciclista que se introduzca en ella y al que los establecimientos asociados ofrecen una atención especializada según sus necesidades, ofreciendo a todos la posibilidad de vivir una experiencia de intensas sensaciones en diversos planos, comenzando por el deportivo, al que se acoplan positivamente otros complementarios que permiten participar a sus acompañantes.

Para mayor infor­ma­ción

RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, F. : “El ciclismo como vector de desarrollo territorialBoletín de la Asociación de Geógrafos Españoles , nº 70-2016, págs. 419-442

*El autor es catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Oviedo donde dirige el Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial .

http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2248/2135

¿QUÉ HACER CON LOS RESTOS ARQUEOLÓGICOS?

A propósito del Circo romano de Tarraco.

Estanislao Roca Blanch *

A menudo, en los casos en que una parte de la historia de la ciudad está oculta, surge la duda sobre cómo actuar: derribar las construcciones actuales para integrar en el paisaje urbano el esplendor de los restos arqueológicos o dejar las cosas como están y seguir interpretando la ciudad sepultada a partir de lecturas y documentos de conspicuos arqueólogos e historiadores. A mi modo de entender y en el caso de la Parte Alta de Tarragona, lo que cabe no es ni una cosa ni la otra, sino intervenir en la justa medida y en puntos concretos a fin de incorporar estratégicamente en el espacio público los restos de hace dos milenios, dejándolos dialogar de forma activa con el contexto urbano más actual. «Presencia y permanencia» podría ser el título del argumento o de la película. Presencia de la ciudad del siglo XXI y permanencia de los restos romanos formando parte del paisaje urbano. Actuaciones estratégicas de acupuntura urbana podrían favorecer esta relación y procurar una buena sintaxis y diálogo entre ambas culturas separadas por el tiempo y unidas por el espacio.

La Parte Alta de Tarragona es un palimpsesto donde la ciudad actual se superpone a la parte monumental de Tarraco, en tres terrazas sucesivas ocupadas de abajo a arriba por el Circo romano, el Foro provincial y la zona del Culto. El arte del buen establecimiento romano se concretaba en un proyecto que resolvía con brillantez la articulación de los distintos niveles y el encaje de las tres grandes piezas urbanas. Siendo así, uno de los principales atributos de su implantación radica en la buena relación de los elementos, subrayada en algún punto por la aparición de elementos de arquitectura singular como el Pretorio y la Torre de la Antigua Audiencia que permitían conectar el nivel del Circo con el del Foro provincial.

Planta del conjunto según R. Cortés y R. Gabriel
Planta del conjunto según R. Cortés y R. Gabriel

Hace dos décadas un equipo de arquitectos empezamos a trabajar en la mejora de la Parte Alta de Tarragona, sobre todo a partir de un proyecto que aportaba valor añadido a la reurbanización, peatonalización y mejora del tejido urbano, ya que en parte consistía en la reinterpretación del conjunto monumental a partir de unos criterios de diseño. Como ejemplo de aquella actitud proyectual se definió un cambio de material del pavimento para expresar la posición exacta del criptopórtico del Foro provincial, en este caso a base de travertino romano. En la plaza del Rei y la calle de Santa Anna, que es donde yo mismo más intervine, el pavimento de travertino romano coincide en una franja ancha en la plaza y sigue por la calle con un ancho que varía desde cinco centímetros a casi un metro, debido a la forma errática de la ciudad medieval superpuesta al criptopórtico de geometría regular.

Implícitamente con el simple cambio de pavimento además de mostrar la posición exacta del criptopórtico se explica como la calle en la ciudad medieval no venía configurada por un trazado rectilíneo, sino como resultado de la ocupación aleatoria de las edificaciones.

Encontraríamos otras habilidades semánticas para facilitar la interpretación de esta realidad por compleja que sea, antes de proceder al derribo de las construcciones existentes.

Intervención de Estanislao Roca en una bóveda del Circo. Foto del autor
Intervención de Estanislao Roca en una bóveda del Circo. Foto del autor

En el caso del Circo romano y concretamente en la plaza de la Font, que representa una cuarta parte de la Arena, lo cual nos da idea de su gigantesca dimensión de más de 300 m de longitud, las construcciones entre paredes medianeras situadas en la parte meridional de la plaza presentan un ancho homogéneo. Ello es debido a que aprovecharon la estructura portante del graderío del Circo para su construcción.

Superposición de la estructura del Circo a las construcciones existentes, años 90 según Salvador Tarragó. En color rojo se indica la intervención de la bóveda que corresponde a la imagen anterior
Superposición de la estructura del Circo a las construcciones existentes, años 90 según Salvador Tarragó. En color rojo se indica la intervención de la bóveda que corresponde a la imagen anterior

«sin necesidad de derribar las casas existentes se puede explicar esta coincidencia con una simple descripción mediática»

Así pues, en este caso sin necesidad de derribar las casas existentes se puede explicar esta coincidencia con una simple descripción mediática. Además, en alguna de las medianeras puede comprobarse la muestra de sillares de piedra de la cantera cercana del Mèdol de factura romana.

Algo parecido pasa en la ciudad de la Toscana, Lucca, donde las edificaciones que dan frente a la plaza elíptica del Anfiteatro aprovecharon para su construcción la estructura portante de graderío del equipamiento romano.

Quizás el ejemplo más directo al del Circo de Tarragona sea el de la Piazza Navona de Roma que sigue la configuración del área central del estadio del emperador Domiciano (81-96 dC) y en la que los graderíos y corredores se incorporaron a la subestructura de los edificios perimetrales.

P

«siguiendo con esta política sin límites, podría desaparecer una buena parte de un barrio, su identidad y parte de su historia» uede que la destrucción de un conjunto de edificaciones realizada en las últimas décadas esté justificada en el hecho de poder integrar los restos de la cabecera del Circo y de algún otro fragmento del graderío al espacio urbano y así ayudar a entender la totalidad del monumento. Pero lo cierto es que, siguiendo con esta política sin límites, podría desaparecer una buena parte de un barrio, su identidad y parte de su historia.

El dilema está planteado y, en cualquier caso, queda el reto a abordar en un Plan director, de saber vehicular la transmisión de la información de forma clara y procurar que las actuaciones tengan un carácter unitario y sobre todo, facilitar el acceso a nuestros restos arqueológicos, pues con ello colaboramos en crear un mundo más amable y más inclusivo.

Para mayor información:

Mar, R.; Roca, E.; Abelló, A. La recuperación del circo romano de Tarragona. LOGGIA. Arquitectura & Restauración, 1998, (6), p. 70–79. [ISSN: 1136-758-X]

* Esta­nis­lao Roca Blanch es doc­tor arqui­tecto y pro­fe­sor del Depar­ta­mento de Urbanismo y Orde­na­ción del Terri­to­rio de la Uni­ver­si­dad Poli­téc­nica de Catalunya. Cuenta con la Distinción Jaume Vicens Vives a la calidad docente universitaria 2011.

Más que pasar el rato”: los jóvenes y el espacio público

Alejandro Armas Díaz*

Desde hace décadas cada vez son más numerosos los estudios que reivindican la relevancia de la edad, junto con el género, como categoría que contribuye a explicar el funcionamiento de las ciudades. En esta tendencia, de forma particular, ha crecido el interés por conocer las actividades de los y las jóvenes en los entornos donde se desenvuelven, y así contribuir a hacer visibles sus experiencias espaciales. En el afán por el reconocimiento de la diversidad, se ha profundizado al considerar que las experiencias de los individuos pertenecientes a un mismo grupo etario son diversas y heterogéneas. Y es que además del género o la edad, existen otros atributos de matiz cultural y social que favorecen la comprensión de las prácticas de las personas adolescentes y jóvenes.

Esta preocupación deriva de la desatención del planeamiento en relación con las necesidades de estos grupos etarios—tal como ha ocurrido con otros colectivos—, al tiempo que determinadas conductas hegemónicas, normalmente establecidas por adultos, han favorecido la exclusión de los considerados “fuera de la norma”. Parece claro que las políticas urbanas de sesgo neoliberal actúan sobre los espacios públicos reforzando la exclusión y la pérdida del carácter colectivo de estos lugares, disminuyendo su papel como lugares de encuentro y diversidad.

Lo cierto es que las personas jóvenes se encuentran entre los colectivos tradicionalmente apartados de estos ámbitos de relación, y es que ellas, en general, evitan esos dominios exclusivos de “otros”, y emprenden la búsqueda de espacios donde permanecer al margen de los problemas. Aunque, se puede comprobar que la apropiación, a través de formas de transgresivas, también ocurre. Las plazas, paseos, parques y calles, juegan un papel clave en la construcción de sus identidades, ya que son, a menudo, los únicos espacios en los que tienen autonomía y que pueden modelar para sí mismos, y en consecuencia estar en ellos constituye un derecho.

Por ello es conveniente que nos preguntemos de qué forma se puede contribuir a crear la ciudad que ellos desean. Un primer paso podría ser hacerles visibles mediante una aproximación a sus prácticas espaciales, conociendo aquellos lugares: los frecuentados, los evitados y los significados que les atribuyen.

Las personas jóvenes suelen concebir el espacio de forma distinta a la de otros grupos de edad: en la búsqueda de lugares donde encontrarse más cómodos, la mayoría de los adolescentes de ambos sexos, emprenden trayectos en los que integran los diferentes espacios públicos. Se trata de un acto, ¿por qué no una forma de transgresión?, que forma parte intrínseca de ser joven, y que consiste en emplear el tiempo libre para conversar y transitar de un lugar a otro, sin tener que mirar el reloj, pero sobre todo evitando el control parental directo, algo que resumen como “pasar el rato”. Así lo manifiesta un grupo de estudiantes adolescentes pertenecientes a dos centros escolares de Santa Cruz de Tenerife. Sus perfiles son muy diversos y proceden de contextos socioeconómicos dispares, pero manifiestan acudir en una proporción similar a los espacios públicos abiertos del centro histórico de la ciudad y a los centros comerciales de esta localidad del sur de Europa.

Teniendo en cuenta la diversidad de perfiles de las personas entrevistadas interpretar “pasar el rato” como una práctica homogénea sería atrevido, ya que los jóvenes atribuyen distintos significados a los espacios que frecuentan. Así, entre las plazas, parques y calles que más visitan sobresale una plaza situada en un extremo del entramado peatonal de la ciudad, a la que definen como el “punto de queda”. Desde ella inician su recorrido hacia otros espacios del centro. El parque más antiguo de la ciudad se valora como un espacio de evasión y tranquilidad; así como el conjunto de plazas de la recién reformada fachada marítima, donde combinan el avituallamiento de comida rápida con el descanso o la charla en el borde de un lago artificial de grandes dimensiones. El tránsito, entre unos y otros espacios lo realizan a través de calles peatonales que cumplen la función de consumo especializado en el comercio textil y de complementos para los jóvenes. La interespacialidad es evidente aunque se limita a espacios donde la presencia juvenil es mayoritaria o a sectores que ocupan como grupo diferenciado.

Pie de foto: Grupo de adolescentes en uno de los espacios centrales de Santa Cruz (fotografía realizada por el autor)
Pie de foto: Grupo de adolescentes en uno de los espacios centrales de Santa Cruz (fotografía realizada por el autor)

La indagación de relaciones de los jóvenes con el espacio público hace visible a un grupo que tradicionalmente ha permanecido excluido. Además, a través del análisis de sus prácticas se deduce que, lo que se podría entender como un acto homogéneo, “pasar el rato”, envuelve una variedad de actividades mediante las que exploran los distintos lugares y los incorporan en su imaginario con diversos atributos. Tal vez lo más destacado se concreta en comprender que los adolescentes de ambos sexos tejen una red espacial asociada más a sus amistades que a la complementariedad de funciones de los lugares que frecuentan. También conviene reflexionar en qué medida el despliegue de sus prácticas contribuye a dotar a los espacios públicos de carácter colectivo y si algunos de sus actos constituyen formas de transgresión o de subversión del orden establecido.

*Alejandro Armas Díaz es geógrafo y prepara su tesis doctoral en el Departamento de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna.

Para mayor información:

DÍAZ RODRÍGUEZ, María del Carmen; ARMAS DÍAZ, Alejandro; GARCÍA HERRERA, Luz Marina; GARCÍA HERNÁNDEZ, Juan Samuel. Spaces of transition: Young people’s social practices in Santa Cruz de Tenerife (Canary Islands, Spain). Die Erde – Journal of the Geographical Society of Berlin, 25 de marzo de 2015, vol. 146, núm. 1, p. 79-89.

Fotografía del autor: Alejandro Armas Díaz

¿PROVEER VIVIENDA O CONSTRUIR CIUDAD? LA NECESARIA REHABILITACIÓN DE LOS CRECIMIENTOS RESIDENCIALES RECIENTES EN ESPAÑA

Melisa Pesoa y Joaquín Sabaté

Entre 1980 y 2010, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, se ejecutan numerosos proyectos residenciales en ciudades intermedias españolas, dando lugar, en muchos casos, a los “ensanches” de nuestro siglo. Su análisis y su comparación con los más conocidos ensanches del siglo XIX, pone de manifiesto la necesidad de corregir numerosos aspectos para garantizar su eficiencia, funcionalidad y urbanidad.

Los ensanches decimonónicos combinaron ordenación pública, unitaria y homogénea, con un desarrollo privado diversificado, sujeto a unas pautas claras. La mayoría de los trazados, con forma ortogonal, como en tantas fundaciones latinoamericanas, han demostrado una notable capacidad de adaptación y de transformación.

Cien años después ya no se trata de hacer una ciudad nueva o de afrontar un proyecto unitario y de grandes dimensiones, sino de satisfacer una notable demanda de vivienda mediante operaciones de tamaño acotado (una media de 40 has), que se incorporan a la ciudad de manera puntual.

El análisis de más de medio centenar de estos recientes proyectos españoles arroja resultados sorprendentes.

La densidad, que suele estar por debajo de las 30 viviendas por hectárea, resulta un factor crítico, como lo es la excesiva aportación de espacios libres, muy por encima de los mínimos exigidos, en localizaciones por lo general periféricas y en ámbitos de baja densidad. Esta sobreabundancia de espacios libres, relativamente fragmentados en una periferia poco densa, genera espacios costosos de mantener, e incluso poco apropiados para su comunidad.

Se observa una notable proporción de viario: si en la ciudad tradicional y en los ensanches del XIX, esta proporción suele oscilar entre el 25% y 30% del total, en las operaciones analizadas vemos como frecuentemente supera el 35%.

Otra singularidad remarcable es la ausencia general de usos no residenciales en las plantas bajas de los edificios (comercios, bares, servicios, etc.), ya sea por no haberse previsto, o porque no han llegado a ocuparse aún. Las dotaciones y servicios se disponen concentradas, en lugar de repartirse en piezas de menor tamaño y ajustadas a las necesidades cotidianas de los residentes. Las consecuencias son disminución de la complejidad funcional, de la urbanidad, y desplazamientos forzados para cubrir necesidades muy básicas. Esto se agrava, nuevamente, por la situación periférica de varios de estos conjuntos y su baja densidad.

La opción más común es el bloque (casi el 59% de los casos analizados), seguido por viviendas adosadas (o en hilera, 26%). Muy pocos casos combinan tipologías, un factor que propiciaría una cierta diversidad y mezcla social. Las construcciones se disponen en el perímetro de la manzana, respetando las alineaciones a las calles. La actual libertad compositiva no redunda en una diversidad de tipos edificatorios, ni de programas funcionales. Las manzanas son, por lo general, más complejas que las decimonónicas, en la medida en que introducen tipologías diversas, espacios públicos y dotaciones. Sin embargo llama la atención su tamaño, inferior al tradicional.

A pesar de su carácter tamaño reducido, estas operaciones no resuelven con sensibilidad su relación con la ciudad existente, ni con los barrios contiguos. Más que construir ciudad, como los ensanches decimonónicos, estamos frente al proyecto de fragmentos, que acaban encajando en un difícil rompecabezas. No existe innovación como en los ensanches del XIX, en las propuestas del Movimiento Moderno o la reciente experiencia de las áreas concertadas en París. Se trata de una oportunidad de experimentación desaprovechada, donde más allá del considerable parque de viviendas construido, no se ha profundizado lo suficiente, ni se han buscado alternativas en la definición de las agrupaciones.

¿Cuáles son las alternativas de futuro de estos fragmentos?

¿Cómo hacerlos habitables y sustentables en el tiempo?

Este es el reto que nos plantean las nuevas periferias: pensar en las relaciones entre las partes, las de los fragmentos entre sí y las de éstos con la ciudad central. Unir costuras, reorganizar espacios libres, buscar estrategias de densificación, introducir nuevas actividades de manera distribuida, mezclar sectores sociales… Se trata de encontrar pautas para la puesta al día de una ciudad reciente, pero que, en oposición a la tradicional, ha crecido en base a la fragmentación y una excesiva homogeneidad, y siendo tan joven, reclama ya su rehabilitación.

Melisa Pesoa es arquitecta, máster en investigación, y esta finalizando su tesis doctoral en el Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio.

Joaquín Sabaté es doctor arquitecto y economista. Catedrático de Urbanismo de la Universidad Politécnica de Cataluña.

Para mayor información: Esta investigación forma parte del proyecto “Evaluación de las tramas urbanas residenciales en la transformación reciente de las ciudades españolas. La eficiencia energética como criterio de medida”, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España, consultable en http://www.proyectocrece.es/p/presentacio.html.