El cartógrafo Enrique d’Almonte, en la encrucijada del colonialismo español de Asia y África

José Antonio Rodríguez Esteban y Alicia Campos Serrano

Enrique d’Almonte y Muriel (Sevilla, 1858 – Ciudad del Cabo, 2017), sobresalió en su época por ser uno de los cartógrafos-exploradores más prolíficos, abarcando su producción, con excepción del Caribe, los distintos dominios del colonialismo español del momento: Filipinas, Río Muni (Guinea Ecuatorial) y Sáhara Español (Sáhara Occidental). Sus acciones y propuestas fueron de gran utilidad para las autoridades españolas en ese contexto, siendo sus mapas muy admirados, en especial los realizados en Filipinas, hasta el punto de que el jefe del Servicio Minero americano los calificó de “sencillamente maravillosos”, señalando a D’Almonte “como uno de los grandes exploradores de la vigésima centuria”.

Procedía de una afamada familia de artistas gráficos, de la que hereda estas destrezas. En la escuela ya fue premiado por sus mapas, llevados a la Exposición Internacional de Viena de 1871. Dificultades económicas le obligaron a dejar sus estudios de ingeniero de caminos, opositando a una plaza de Auxiliar Facultativo de Minas que tuvo como destino la Comisión del Mapa Geológico de España. Su aportación en la construcción del primer bosquejo a escala 1:400.000 (1879-80) le valieron comentarios encomiásticos de su presiente, Manuel Fernández de Castro.

Filipinas

Quizá alentado por Fernández de Castro ante la ausencia de cartografía colonial, solicitó su traslado a Filipinas en marzo de 1880. Allí pasaría 18 años trabajando a las órdenes de los ingenieros de minas José Centeno y Enrique Abella, a los que se deben los mejores estudios del momento sobre la geología del Archipiélago (Ordaz, 1995). De esa colaboración salieron, de la mano de D’Almonte, sus tan alabados mapas topográficos. El primero de ellos fue el de la Isla de Luzón y sus adyacentes (1883), editado a cuatro tintas y a escala 1:400.000, con el relieve bellamente sombreado.

Los reconocimientos geológicos posteriores le permitieron realizar muchos otros mapas, croquis y dibujos, que se fueron incorporando a las Memorias de la Comisión. Los saberes geográficos y las destrezas que logró atesorar están en la base de sus logros: en especial sobre flora, agricultura, etnografía, leyes e historia del Archipiélago y de sus habitantes, destacando sus habilidades lingüísticas con el chino, el tagalo y el ilocano. Visitó y exploró números enclaves asiáticos, desde Sri Lanka a la Melanesia y desde las grandes islas de Indonesia a China y Japón.

Cuando los americanos entraron en Filipinas, se encontraron con toda esta cartografía. Como se ha comentado, Warren du Pré Smith, jefe del American Bureau of Mineralogy, reconocía 1909 esta labor en el boletín de la Royal Geographical Society:

“Sus mapas, que en muchos casos no han podido basarse en los medios usuales de comprobación son, dadas las condiciones del país recorrido, por extensión y por ejecución, sencillamente maravillosos… Conociendo, como yo conozco, las naturales dificultades del país, el extremado salvajismo de las tribus que habitan en algunas comarcas de las islas y las muy difíciles condiciones climáticas, debo considerar a D’Almonte como uno de los grandes exploradores de la vigésima centuria”.

Enrique d’Almonte, Isla de Luzón (Filipinas), 1883
Enrique d’Almonte, Isla de Luzón (Filipinas), 1883

Los mapas de Guinea

El final del dominio ultramarino de España en el Caribe y el Pacífico, en 1898, reactivó el interés africano, donde al tratado de París de 1900 le reconocía 28.000 km2 de territorio continental en el Golfo de Guinea –al sur de la costa, frente a la isla de Fernando Poo (Bioko)–. Allí se dirigirá en 1901 unaexpedición regia de toma de posesión, estudio y delimitación en la que participa D’Almonte como geólogo, con el objetivo de examinar las zonas montañosa, componiendo a su regreso un mapa a escala 1:200.000 que durante mucho tiempo fue, con sus ausencia y defectos, la única referencia. En 1906 se encargó de la demarcación fronteriza con el Camerún alemán.

Fue, además, albacea de una compañía de colonización y realizó diversas propuestas coloniales, proyectando un ferrocarril centroafricano que partiendo del río Muni, atravesaba Guinea hasta el Ubangui, para alcanzar el río Nilo en Uadelai y el ferrocarril inglés de Uganda.

Enrique d’Almonte, Río Muni (Guinea Ecuatorial), 1903.
Enrique d’Almonte, Río Muni (Guinea Ecuatorial), 1903.

El mapa del Sáhara español

Los planes se torcieron. Francia entregó a Alemania en 1911 parte del Congo francés y el choque con los intereses del nuevo gobernador español, Ángel Barrera, imposibilitaron los proyectos de D’Almonte. Fue mandado entonces al Sáhara español, que no disponía de cartografía, tras la importancia que adquiere con la declaración del Protectorado franco-español sobre Marruecos en 1912. D’Almonte viajó a la zona en 1913, publicando al año siguiente un excelente bosquejo cartográfico a escala 1:1.000.000, que fue acompañado de una extensa memoria.

Enrique d’Almonte, Sáhara Español (Sáhara Occidental), 1914.
Enrique d’Almonte, Sáhara Español (Sáhara Occidental), 1914.


Regreso a Filipinas

En 1915 D’Almonte regresó a Filipinas con la intención de completar los apuntes sobre la región tomados en su primera estancia. Con todo ello publica en 1917 el libro Formación y evolución de las subrazas Indonesia y Malaya, donde analiza, recurriendo a la etnografía y a la lingüística, las relaciones entre los pueblos del sureste de Asia y Oceanía. En 1917 muere tras chocar con una mina en Ciudad del Cabo el barco en el que viajaba nuevamente a aquellas tierras.

Para mayor información:

RODRÍGUEZ ESTEBAN, José Antonio; CAMPOS SERRANO, Alicia. El cartógrafo Enrique d’Almonte, en la encrucijada del colonialismo español de Asia y África. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de marzo de 2018, vol. XXII, nº 586. ISSN: 1138-9788.

José Antonio Rodríguez Esteban es profesor en el Depar­ta­mento de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid (España). Alicia Campos Serrano es profesora en el Departamento de Antropología Social y Pensamiento Filosófico Español de la Universidad Autónoma de Madrid (España).

Cartografías de lo desconocido. Mapas en la Biblioteca Nacional de España

.Desde el pasado 3 de Noviembre de 2017 y hasta el próximo 28 de Enero de 2018 se puede visitar en la Sala Recoletos de la Biblioteca Nacional de España en Madrid la exposición Cartografías de lo desconocido, un proyecto que nace de un hecho incontrovertible (la fascinación por los mapas) y de una duda sostenida (no sabemos sin embargo con certeza lo que son).

En cuanto a lo primero, su magnetismo es universal. Su atractivo procede de la ilusión que generan, de su gran poder evocador: la soledad de una isla remota, el acceso a una región desconocida, la visión panorámica y omnisciente. Para un príncipe un mapa es un archivo de sus posesiones; para un naturalista, un calendario de futuros hallazgos; para cualquiera, la promesa de un viaje pendiente. Los mapas nos enseñan lo que desconocemos o nos ayudan a ver lo que creíamos saber.

En cuanto a lo segundo, los mapas son artefactos culturalmente muy densos que se resisten a una definición unívoca e inmutable. Un autor los definió como “testigos escurridizos de la historia”, otro como “árbitros silencioso del poder”, un tercero los llamó “ficciones controladas”. Son obras de arte e instrumentos científicos. Tienen algo de pintura, algo de fotografía y algo de geometría. Están cargados de poética y política. Unos sirven para buscar tesoros, otros para ocultarlos. A veces los empleamos para orientarnos y a menudo para perdernos.

La BNE custodia fondos cartográficos de valor inestimable: mapas manuscritos, incunables, grabados, atlas, cartas náuticas y cientos más. La muestra contiene más de doscientas obras procedentes de la propia BNE y de otras instituciones españolas. Su cronología es amplia: desde el siglo VIII al XXI. Todas ellas dan forma y permiten imaginar cosas inapreciables o remotas. Están los mapamundi medievales o las cartas de los descubrimientos. Hay mapas que recogen lugares inexistentes y otros que reflejan fenómenos invisibles. Cartografías de lo desconocido persigue dos objetivos. Primero, hacer que el espectador se fije más en el mapa y menos en el territorio, pues sucede a menudo que el mapa –como cualquier buen truco de magia– suele esfumarse, tiende a borrar las convenciones visuales y espaciales sobre las que se apoya para susurrarle al espectador y mostrarle con aparente trivialidad: “Usted está aquí”, “así es la Tierra”, “este es su país”.

Sin embargo, nada es lo que parece. Por eso queremos ofrecerle al visitante un recorrido por algunos de los recursos y los temas más frecuentes en esta historia del conocimiento y el ilusionismo, cómo han gestionado los mapas la información improbable, las novedades, los hechos inciertos, las regiones ignotas, los fenómenos invisibles. La exposición consta de seis apartados. Comienza por los ideales de simetría y las formas del mundo. Luego se traslada a la terra incognita. Un tercer apartado se dedica a las imágenes e información sobre los habitantes del globo, las relaciones entre geografía y etnografía. El siguiente recoge algunos lugares imaginarios. El quinto aborda lo que callan los mapas, pues todo mapa enfatiza algunas cosas, pero también silencia y esconde otras. Finalmente, en la última sección comprobamos el éxito de los mapas, cómo su lenguaje ha colonizado otros terrenos, cómo los mapas se convirtieron en los instrumentos por antonomasia para cartografiar lo desconocido.

Para mayor información:

SÁENZ-LÓPEZ, Sandra y PIMENTEL, Juan. Cartografías de lo desconocido. Mapas en la BNE. Madrid, BNE, 2017, 235 pgs. [ISBN: 978-84-92462-57-5].

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Juan Pimentel es Investigador Científico en el Departamento de Historia de la Ciencia, IH, CSIC (Madrid, España)

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Qué dicen las imágenes de los mapas novohispanos

Irma Beatriz García Rojas1

Uno de los objetos de estudio más atractivos para la historia geográfica es la cartografía y su iconografía, sus imágenes, porque es lo que evidencia su carácter científico, a la vez que el artístico. Con su conocimiento nos adentrarnos en diversas formas de ser, pensar, actuar, al luchar por ocupar nuevos territorios.

Cuatro textos cartográficos son expresivos: uno de la recién denominada América, otro del septentrión del continente, uno más de la región occidental de la Nueva España, y el último de la ciudad de Guadalajara, de entre los siglos XVI y XVIII, todos ricos en iconografía.

Imágenes de uno de los primeros mapas de América
Imágenes de uno de los primeros mapas de América

Aunque ya había pinturas que representaban el territorio que se rebautizaría como Nueva España, no eran mapas como los trazados en Europa, así que cuando se inicia la colonización y conquista de las Indias Occidentales, fue indispensable la creación de nuevas cartas. Una de ellas fue la elaborada por un cartógrafo germano que nos muestra la nueva área territorial que se integraba al mundo conocido, como una diferente realidad geográfica. Sebastian Münster es el autor del mapa titulado “Die Neüwen Inseln/ so hinder Hispanien gegen Orient/ bey dem Landt Indie ligen”, que forma parte del Cosmographey oder Beschreibung aller Lander. En su iconografía intervinieron conocidos artistas plásticos.

Los iconos de este mapa expresan lo que entonces se pensaba de esas tierras y sus habitantes. Usaba banderas con los escudos español y portugués para indicar los territorios pertenecientes respectivamente a España y a la corona portuguesa. Otro icono hacía referencia a la ubicación terrenal del Paraíso, pues entonces se pensaba que debería estar situado en algún lugar del mundo, y otros más aludían a los avances en la navegación y a los “atrasos” de los naturales de América, dibujados como caníbales.

Iconografía en un mapa del norte del Nuevo continente

Uno de los pocos mapas hechos por criollo alguno sobre el territorio del que era originario es el “Nuevo Mapa Geográfico de la América Septentrional española, 1769, de Joseph Antonio Alzate y Ramírez. Es un mapa dedicado y auspiciado por el obispo Francisco Lorenzana Buytron (como se ve en la dedicatoria y dibujo de su escudo), que luce una gran cantidad de iconos que dan a conocer la riqueza botánica y zoológica de la Nueva España y de Perú y Filipinas, entre los que había comercio e intercambio cultural.

Figura 1. Nuevo mapa geográfico de la América Septentrional, 1769, por Antonio de Alzate y Ramírez.
Figura 1. Nuevo mapa geográfico de la América Septentrional, 1769, por Antonio de Alzate y Ramírez.

Segundo mapa de Nueva España hecho por un novohispano de vasta cultura, lo que le permitió enriquecer el mapa con una abundante marginalia. Fuente: Museo Naval de Madrid, Súpertock. [En línea] [6 noviembre 2014, 16:00].

Otros iconos en el Mapa del Obispado de Mechovacan

La carta que lleva ese nombre está dedicada y fue ordenada por la Iglesia Católica. Sus iconos hacen hincapié en las poblaciones del occidente de la Nueva España que habían sido conquistadas por la fe y en donde se habían construido templos católicos de distinta jerarquía. El mapa fue levantado por Marcos Lucio, impreso por Juan de Noort2 en España, más o menos en 1648 y se dio a conocer en la “Introducción” de una obra de Gil González Dávila, cronista mayor de las Indias.

Imágenes en un plano urbano

La ciudad que representa el cuarto ejemplo es el “Plano de Guadalajara” de 1800, descrito por primera vez por Mariano Bárcena3 ochenta años después. No es el plano original, sino un facsímile, una hermosa carta coloreada que posee mucho más iconografía que otras del siglo XVIII de esa misma ciudad.

Sus iconos dan a conocer lo que había y la forma en que se concebía una gran ciudad colonial: los principales edificios, su trazo y organización, una abundante vegetación, la importancia del alto clero que la financiaba y del bajo clero que se asentaba en conventos y templos. Es una litografía de mediados del siglo XIX, que da una idea de la ciudad sede del Obispado y la Audiencia de Guadalajara.

En pocas palabras

La iconografía de cartas como estas destaca lo mismo los avances en la navegación, el poderío de las Coronas dominantes o de la Iglesia, lo que se creía había en el Nuevo Continente o cómo debería ser una ciudad colonial, todo lo que había en las mentes de quienes las hicieron y quienes las financiaron o auspiciaron.

Para mayor información

GARCÍA ROJAS, Irma Beatriz. 2017. “Senderos de la iconografía cartográfica. Nueva España siglos XVI-XVIII”. [En línea] Revista Biblio 3W . Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona de Geocrítica. Cuadernos Críticos de Geografía humana. Volumen XXII, número 1.1925, marzo 2017, ISSN 11 38-9796. Disponible en www.ub.edu/geocritic/bw.ig.htm

1 Profesor-investigador de la Universidad de Guadalajara.

2 Carrete Parrondo, 2009 [s.p.].

3 Mariano Bárcena, 1954.

LOCALIZAR, UN TRABAJO APASIONANTE

En inglés se llama Scouting; en francés Reperages, en castellano Localizar. Tres palabras que juntas explican lo que significa este trabajo apasionante. Scouting viene de Scout, explorar en la naturaleza, ahí nace el nombre del movimiento escolta. Reperages, se puede traducir por marcar, delimitar, señalar algo distinguiéndolo del resto que le rodea. Localizar, la más gráfica y la menos bonita de las tres palabras, encierra las otras dos: descubrir, señalar y delimitar un lugar que puede ser el más adecuado para una acción.

Localizar se ha convertido desde hace tiempo en uno de los momentos más importantes de la preparación de una película. Es un trabajo relativamente reciente en la producción de un film. Durante buena parte de su historia, el cine se hacía en estudios y no existía el concepto “localización”, todo se filmaba en decorados. Cuando las cámaras salieron a la calle para utilizar escenarios naturales, el trabajo del localizador se fue haciendo cada vez más indispensable. Porque hay que tener una mirada muy especial para saber encontrar en todo lo que nos rodea aquello que el guionista, el productor y el director de una película están buscando, el lugar ideal para contar la historia.

Localizar es observar. Hay un texto de Charles Baudelaire que nada tiene que ver con las localizaciones, en el que sin embargo se reconocen plenamente los que hacen este trabajo: Estar fuera de casa, y sentirse, sin embargo, en casa en todas partes; ver el mundo, ser el centro del mundo y permanecer oculto al mundo, tales son algunos de los menores placeres de esos espíritus independientes, apasionados, imparciales, que la lengua solo puede definir torpemente. El observador es un príncipe que disfruta en todas partes de su incógnito.Observar es la palabra clave. Observar y viajar. Moverse. Un localizador solo necesita una máquina de hacer fotos, una brújula y un vehículo, normalmente un coche, pero también vale una moto o una bicicleta que permite ver las cosas con calma y pararse a escuchar los sonidos. Caminar y saber mirar, y no tener miedo de meterse en líos y estar acostumbrado a la soledad. Porque este es un trabajo que se hace en solitario.

Cataluña es un escenario ideal para los localizadores que encuentran en ella todo tipo de paisajes y de climas, de vegetación y de formas de vida humana. Montañas enormes y montaña singulares, ríos grandes y serenos o pequeños y caudalosos. Playas salvajes y playas urbanas. Un localizador puede encontrar en su territorio un paisaje africano y una calle de Nueva York; un desierto sahariano y una montaña suiza; un escenario futurista y una plaza medieval. Lo único que hace falta es saber qué buscas. Y tener conocimientos de geografía, de historia, de arte. La historia constituye siempre la relación entre un presente y su pasado, el pasado está ahí, esperando que lo descubran, que lo reconozcan como es, afirma John Berger. Localizar es poner en práctica estas frases: relacionar pasado con presente… y con futuro. Es curioso como este trabajo abarca tantas disciplinas. Quizás por eso es tan emocionante.

Localizar no es solo encontrar ese espacio ideal, interior o exterior, que necesita el director y que pide la historia. Hay que tener en cuenta también que se pueda rodar allí. Y en ese proceso intervienen desde la cuestión de los permisos, fundamentales para filmar en cualquier lugar escogido, como la logística. No basta encontrar un sitio bonito: hay que llegar hasta allí con camiones, con luz, con infraestructura; hay que buscar sitios para dormir, para comer. Y que no haya demasiados obstáculos imprevistos. Un lugar es un lugar. Si se puede rodar, es una localización, si no se puede rodar, es sólo un lugar. Hay lugares muy bonitos pero si no son rodables ya no sirven como localización.Esta es la primera regla que tiene que aprender un localizador.

El paisaje es un libro abierto, una página en blanco donde el localizador escribe y diseña su espacio. Geografía e historia, paisaje y cultura son inseparables. Pero esto es algo que solamente se ilumina a la luz de la estructura fundamental de la vida humana, explica Tetsuro Watsuji en Antropología del paisaje. Un localizador lo tiene muy claro: si lo que busca es una carretera para el anuncio de un coche deportivo, tiene que encontrar un paisaje que sugiera velocidad; si el coche es familiar, la carretera ha de transmitir seguridad; si es un coche para la aventura, tienes que colocarlo en terrenos peligrosos. Leer bien el paisaje es fundamental. Como lo es leer bien la ciudad. Barcelona, por ejemplo, es una ciudad que permite muchas interpretaciones. Desde un judería del Medioevo, hasta una calle del Toronto más contemporáneo; pero también el extrarradio de una ciudad de Texas, o una calle de Puerto Rico. Solo hay que saber mirar. Una frase resume esa sensación: ¿Lo mejor? Los momentos que sientes que has logrado materializar todo aquello que se te pedía al principio, y en muchas ocasiones de manera imaginativa.

Una vez que has conocido el mundo de las localizaciones tu mirada ya no vuelve a ser la misma. Vayas por donde vayas, observas como ellos, imaginas como ellos y piensas: aquí se pudo rodar Twin Peaks; aquí se pudo rodar Blade Runner; aquí se pudo rodar El Gatopardo; aquí se pudo rodar…

Nuria Vidal

Para más información ver el libro

SCOUTING IN CATALONIA. Nuria Vidal. Generalitat de Catalunya, 2015. Publicado on line en

http://asp-es.secure-zone.net/v2/index.jsp?id=3434/13736/31434&lng=es

¿Qué mapa representó por primera vez América?

El hecho de reflejar el continente americano se produjo por primera vez en el Mapa de Juan de la Cosa, que data de 1500 y que en la actualidad lo calificamos como el Primer Padrón Real. Pero, ¿quién y por qué se realizó este mapa? ¿Qué es un “Padrón Real” y por qué podemos llamar a este mapa así?

El mapa de Juan de la Cosa

El mapa recibe el nombre de Juan de la Cosa por ser el nombre que aparece en el mapa. Este calificativo corresponde a un navegante y escribano que participó en diversas expediciones al Nuevo Mundo, entre ellas el primer viaje de 1492, y que por tanto tenía conocimientos cartográficos del nuevo continente. Sin embargo, aunque el mapa refleja este nombre, en la realidad fue Juan Rodríguez de Fonseca, organizador de las expediciones que se realizaban al Nuevo Mundo desde el primer viaje y quien recibía los informes de dichas travesías, la persona que dirigió la realización de este mapamundi.

El porqué de su elaboración debemos buscarlo en los apuntes del tercer viaje de Cristóbal Colón, los cuales crearon un desconcierto al asegurar el descubrimiento del Paraíso Terrenal. Este hecho llevó a que los monarcas Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (Reyes Católicos), pidiesen a Juan Rodríguez de Fonseca que realizase una carta donde apareciesen los descubrimientos castellanos llevados a cabo hasta mayo de 1499 para saber la verdad sobre si habían llegado a Oriente por Occidente y el Paraíso. Además, este mapa serviría para conocer la actualidad de los viajes portugueses, ya que los reyes habían tenido noticias sobre el éxito del viaje de Vasco de Gama a Oriente en el verano de 1498.

Para llevar a cabo la plasmación de estos viajes sobre una carta, una vez que Fonseca tenía los informes y apuntes cartográficos en su mano, escogía los que debían representarse y se los entregaba a los escribanos que estaban a su cargo: Andrés de Morales y Juan de la Cosa. Éste último es el que trasladó la mayor parte de los apuntes de los viajes al mapamundi, motivo por el que firmó la carta.

El primer Padrón Real

Un padrón, según la definición de la Real Academia Española es un registro. Este término fue acuñado por primera vez por Cristóbal Colón para denominar a los apuntes del viaje de 1492. Pero en 1527 surgió otro tipo de padrón, el Padrón Real. La diferencia con el del genovés radicó en que al ser un mandato específico de la Corona, adquiere la connotación de Real. La definición que se le dio fue “mapa principal que los pilotos y cosmógrafos iban completando y corrigiendo cuando regresaban de sus viajes”.

Atendiendo a esta definición, consideramos que realmente es el mapa de Juan de la Cosa de 1500 el primer Padrón Real, ya que en el momento en que los Reyes pidieron realizar un mapa para conocer la actualidad de las tierras descubiertas y dilucidar si el Paraíso existía realmente, se estaba pidiendo un padrón o un mapa principal compuesto con la cartografía de distintos viajes con el fin de conocer la realidad del momento.

Por tanto, este mapamundi no es sólo importante por reflejar por primera vez el cuarto continente, o América, sino porque la plasmación de los viajes realizados hasta 1500 puede ser calificada como el Primer Padrón Real.

Para mayor información:

POLO MARTÍN, Bárbara. ¿Cuándo y cuál fue el verdadero Padrón Real? Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 25 de octubre de 2016, Vol. XXI, nº 1.176. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1176.pdf  >. [ISSN 1138-9796]

Bárbara Polo Martín es Becaria Predoctoral en el Departamento de Geografía de la Universitat de Barcelona.

EL MAPA DE LA ECÚMENE DE MARINO DE TIRO

Antonio Santana Santana

¿Quién no ha oído hablar alguna vez del geógrafo de la Antigüedad Claudio Ptolomeo (100-170 d.C. aproximadamente) y de sus famosos mapas? ¿Quién no los ha visto alguna vez? Sin duda, cualquiera que se haya interesado por la Historia Antigua, la Geografía o la Cartografía, ha visto alguna de las numerosas y preciosistas reconstrucciones de sus mapas que proliferaron a partir del Renacimiento. Ptolomeo es considerado uno de los grandes geógrafos de la Antigüedad y, sobre todo, de los que más renombre e influencia posterior han tenido. Sin embargo, su mapa de la Ecúmene es más una imagen del mundo para ser expuesta, para contemplar, que para usar.

Ptolomeo sucedió a Marino de Tiro (60-130 d.C. aproximadamente), un cartógrafo mucho menos conocido, como director de la Biblioteca de Alejandría, del que aprendió mucho, usó muchos de sus datos, pero al que criticó duramente. Sin embargo, Marino de Tiro fue mucho mejor cartógrafo que Ptolomeo, aunque no tuvo su suerte, pues su obra se perdió, salvo precisamente las críticas que le consagró Ptolomeo en su libro Geografía. Perolos que conocen historia de la cartografía le reconocen a Marino un gran valor por haber actualizado la información que había en su momento sobre la ecúmene antigua y, sobre todo, por haber construido un mapa ortogonal, rectangular, mucho más útil para la navegación que el de Ptolomeo. Marino fue sin duda el mayor y mejor cartógrafo de la antigüedad tardía.

Se tienen muy pocas informaciones sobre su vida y su obra. Apenas se sabe que nació en Tiro (sur del actual Líbano), que fue director de la Biblioteca de Alejandría en Egipto, lo que le permitió conocer en profundidad el estado del conocimiento de su época, y que vivió gran parte de su vida en la isla de Rodas, el centro de la actividad cartográfica de la Antigüedad. Escribió al menos dos libros: uno primero denominado Instrucciones Geográficas, en que expuso su método para construir los mapas, y otro titulado Correcciones al mapa del mundo, en el que corrigió el mapa romano de la Ecúmene, el Orbis Terrarum, más conocido como Mapa de Agripa (64/63-12 a.C.), iniciado por orden de Julio César el año 44 a.C., el mismo año de su asesinato.

Analizando las referencias y críticas que le realizó Ptolomeo hemos podido reconstruir aproximadamente los criterios que utilizó para construir su mapa. Estableció el límite sur de la Ecúmene en el lugar más austral conocido durante la Antigüedad, la mítica ciudad de Agisimba, situada en la desembocadura del río Zambece (Mozambique), a 24º Sur, que Ptolomeo puso en duda; el límite oriental en la ciudad de Sera, en China, y las ciudades de Thinae y Catigara, en Indochina, a 225º40´E de las Islas Canarias, que Ptolomeo estimó sobredimensionado; situó el meridiano 0 en las Islas Afortunadas (Islas Canarias), que Ptolomeo asumió; y el límite norte de la ecúmene en la mítica isla de Tule, la más septentrional conocida en ese momento, que Ptolomeo también asumió, y que identificamos con las islas de Bjorko, situadas en el Golfo de Botnia, en la costa de Ostrobotnia (Finlandia), localizadas aproximadamente a 63º15´N y 21º15´E, en el actual sistema de coordenadas.

La clave de bóveda de su sistema de coordenadas no podía ser otra que un punto sobre el que trazar la red de meridianos. Ese punto debía ser lo más septentrional posible, en su caso la isla de Tule (Bjorko), y que además contaba con otra valiosa característica más que era encontrarse situada en le línea del círculo de iluminación durante los solsticios que alineaba Tule, Promontorio Sagrado (cabo de San Vicente, Portugal) y las Islas Afortunadas (Islas Canarias). Estos tres lugares quedan alineados durante los solsticios por el primer arco meridiano de iluminación de la Ecúmene clásica del orto invernal, formando el arco meridiano principal, que fue elegido por Marino como el meridiano 0 de su mapa. Sobre este punto, en el que se interceptan el paralelo 63ºN y el primer círculo de iluminación del orto del solsticio del invierno boreal, trazó la red de meridianos que, en la reconstrucción realizada por nosotros, permite hacer coincidir sus coordenadas con la ubicación de las localidades de las que ofrece los pares de coordenadas.

De esta forma, la reconstrucción del sistema de coordenadas que debió utilizar Marino de Tiro para confeccionar su mapa realizada por nosotros permite reconocer los criterios geográficos aplicados y dar una interpretación plausible a sus coordenadas que, de otra forma, se presentarían como erráticas.

FIGURAS 1 Y 2

Para mayor información:

SANTANA SANTANA, Antonio. El sistema geográfico de Marino de Tiro. Scripta NovaREVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES. Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788 Vol. XIX, núm. 519, 1 de octubre de 2015, 35 pp.

Antonio Santana Santana es geógrafo. Es profesor Titular de Universidad del Departamento del Geografía de la Uni­ver­si­dad de Las Palmas de Gran Canaria (Islas Canarias, España).

Ficha biblio­grá­fica:

SANTANA SANTANA, Antonio. El mapa de la ecúmene de Marino de Tiro. Geo­cri­tiQ. de 2016 [ISSN: 2385–5096].

FASES SELECCIONADAS:

Marino de Tiro, director de la Biblioteca de Alejandría, fue el mayor y mejor cartógrafo geógrafo de la Antigüedad tardía (principios del siglo II d.C.) que elaboró la mejor y más exacta imagen del mundo de su momento, construyendo un mapa rectangular de gran utilidad práctica