Agricultora familiar do dendê, autonomia ou subordinação ao capital?

No espaço rural do município de Moju temos o berço da dendeicultura empresarial, onde ela está mais dinâmica e diversificada, bem como o lugar das pioneiras experiências de integração da agricultura familiar à cadeia produtiva do dendê. Na constelação de empresas, normas e unidades produtoras familiares de dendê, destaca-se a experiência do Grupo Agropalma por ser a pioneira, com 14 anos de atuação, e por contar com um nível de enraizamento e abrangência amplo; o que o tornou protótipo para os projetos de empresas como Marborges SA, Biopalma SA e Belém Brasil Bioenergia SA.

Dentre as oleaginosas, o dendezeiro apresenta maior produtividade em todo o mundo, com rendimentos entre 4t a 6t de óleo ha/ano, o que corresponde a 1,5 vezes a produtividade do óleo de coco, a 2 vezes a do óleo de oliva e mais do que 10 vezes a do óleo de soja. No entanto, tão importante quanto ressaltar as potencialidades econômicas, ambientais e sociais do dendê, é refletir sobre as metamorfoses no modo de vida do lugar onde esse cultivo se expande. Nesse sentido, analisa-se as relações entre dendeicultura e agricultura familiar no espaço agrário do município de Moju, estado do Pará, a partir do projeto de produção familiar de dendê criado pela associação entre o Estado brasileiro e capital nacional e internacional.

O universo da pesquisa compôs-se de 44 unidades familiares integrantes dos projetos de dendê familiar I e III da comunidade do Arauaí, que estão integradas ao Grupo Agropalma. A média de membros que compõem os núcleos familiares dos integrados à cadeia produtiva do dendê ficou em torno de quatro pessoas por família. No que diz respeito aos titulares dos projetos, 84% são do sexo masculino, e 16%, do sexo feminino. O tamanho das famílias de 45% dos agricultores oscila entre quatro a seis pessoas; 41% dos entrevistados têm família com um a três pessoas, e 14% deles têm sete ou mais familiares.

Tendo como ponto de partida e enfoque metodológico o território usado, isto é, a área e o uso reciprocamente associados, mostramos que o projeto de agricultura familiar do dendê possibilita a empresa usufruir da produção da área e da força de trabalho sem estabelecer relações de assalariamento ou mesmo sem ser proprietária de terra, reeditando prática comum na região amazônica principalmente nos momentos em que os auge do mercado exigiram alta produção de borracha, juta e pimenta do reino.

Os projetos de agriculta familiar do dendê, longe de ser a panaceia para os problemas do meio rural da Amazônia paraense, constituem isto sim mais um capítulo da questão agrária na Amazônia, onde as virtudes de um produto (drogas do sertão, borracha, manganês, ferro, bauxita, energia, gado) mostram-se insuficientes para assegurar espaços menos desiguais e mais justos. A dendeicultura não é a solução, nem é a causa dos males que afligem o espaço agrário nas áreas antropizadas. É preciso superar a tradição política que subordina o desenvolvimento da Amazônia à ascensão e queda de um produto no mercado mundial, que deposita todas as esperanças ou mesmo amaldiçoa determinado produto; política que se regozija ao dizer “nossos minérios”, “nossa floresta”, “nossas riquezas” ou mesmo que repete o mito do desenvolvimento em muitos adjetivos: regional, sustentável, territorial, participativo. Sempre mais do mesmo. Esquecendo-se de perguntar quem usufrui das riquezas, sejam elas essências florestais, borracha, madeira, minérios, energia hidroelétrica e dendê. Dendê para quem? Dendê por quê? Dendê para quê?

Portanto, é preciso perguntar quem ganha com a dendeicultura, pois tão importante quanto ressaltar as potencialidades econômicas, ambientais e sociais do dendê, faz-se necessário refletir sobre quem usufrui dos dividendos dessas potencialidades, ou seja, quem fica com a renda da terra e se beneficia do território; refletir sobre os impactos no modo de vida do lugar onde o agronegócio do dendê se implanta e expande, isto é, sobre o que significa passar da condição de lavrador para a de agricultor de dendê ou, de outro modo, de camponês tradicional para agricultor familiar do dendê, em outras palavras, trabalhador para o capital.

Para maiores informações:

NAHUM, João Santos. Agricultura familiar e dendeicultura no município de Moju, na Amazônia paraense. Cuadernos de Geografía, 2018, vol. 27, nº 1. <https://revistas.unal.edu.co/index.php/rcg/issue/view/4621>.

João Santos Nahum é docente de Geografia da Universidade Federal do Pará.

Los subsidios agrarios y cohesión socio-territorial en Andalucía.

Eugenio Cejudo García; Francisco Navarro Valverde y José Antonio Cañete Pérez*.

El Subsidio de Desempleo Agrario (SDA) y la Renta Agraria (RA)han propiciado el mantenimiento del tejido poblacional y social de los espacios rurales andaluces aquejados por un histórico desempleo estructural. Este hecho es de vital importancia en un contexto marcado por su vaciamiento demográfico, su abandono y el incremento de las desigualdades agudizadas por la actual crisis. Además, ha permitido, y lo sigue haciendo, la reparación del derecho, históricamente subordinado al varón, de la mujer rural a la cotización por su trabajo en el sector agrario y, derivada de ella, al posterior cobro de una pensión que le permita una vida digna en estos espacios. Tiene gran interés analizar la distribución territorial de los perceptores del SDA y de la RA en Andalucía y mostrar sus implicaciones geo-poblacionales.

Históricamente, los subsidios surgen como una necesidad social en auxilio de una población agraria andaluza y extremeña que padecía, y aún sigue sufriendo, un fuerte desempleo estructural que triplicaba la media nacional. Ello genera un mercado de trabajo agrario muy segmentado, con un fuerte monopolio de la oferta de trabajo en manos de los grandes propietarios de tierras. Su aparición en 1984 regulariza y normativiza el cobro de una prestación por desempleo que no encontró encaje en el Régimen General de la Seguridad Social española del momento, estableciéndose como prestaciones “no contributivas” dentro del Régimen Especial Agrario. Ello transforma las históricas ayudas ligadas a la “caridad” o a situaciones de “conflictividad social” en un derecho regulado para los trabajadores eventuales agrarios que, en la actualidad, perciben, en el conjunto de las dos Comunidades Autónomas, unas 200.000 personas.

Territorialmente,su incidencia es crucial en los municipios de menor tamaño, menos de 2.000 habitantes. De hecho, el porcentaje de afiliados agrarios que las cobran llegan a suponer el 40,4 por ciento en los municipios comprendidos entre 0 y 499 habitantes y el 41,1 por ciento si de 500 y 999 habitantes hablamos. Otro dato a tener en cuenta es que, en casos como la Subbética olivarera, sus beneficiarios superan el 10 por ciento, llegando incluso al 20 por ciento de la población comprendida entre 15-64 años en municipios de entre 1.000 y 5.000 residentes.

Socialmente, el colectivo afectado está fuertemente feminizado y envejecido aunque existen diferencias importantes entre los que cobran el SDA y la RA. En los segundos sigue primando la mujer pero el grupo es más joven. Ella se convierte en mayoritaria desde mediados de la década de los 90 suponiendo hoy el 65% del total. Su presencia se refuerza conforme mayor es el tamaño de los municipios. El envejecimiento del colectivo afecta por igual a hombres y mujeres, siendo más acusado en ellas que en ellos.

El círculo vicioso del desempleo estructural no se ve frenado. Sus perceptores son la mitad del año jornaleros y la otra mitad subsidiados agrarios lo que hace que se conviertan en esenciales para personas sin apenas formación y sin perspectivas laborales en otros sectores en estos territorios. Ayudan a entender la dualidad del agro andaluz que contrapone a una agricultura intensiva en el litoral (Costas de Almería y Huelva) que se nutre de una masa laboral inmigrante con precarias condiciones de trabajo frente a una agricultura subsidiada interior (zonas olivareras de las Subbéticas de Sevilla, Córdoba, Granada y Jaén) que mantiene una importante mano de obra eventual, en parte, gracias a las ayudas de la Política Agraria Comunitaria y al cobro del SDA y de la RA.

En síntesis, el SDA y la RA ha jugado una importancia territorial trascendente tanto en el manteamiento de la estructura de los asentamientos que configuran el territorio andaluz como por beneficiar a un colectivo fuertemente feminizado, saldándose así parte de una deuda histórica que, en términos de género, han padecido las jornaleras andaluzas posibilitando, además, el acceso a una merecida y digna jubilación.

Como agenda de trabajo, dos cuestiones. De un lado, se observa un repunte en el incremento de los perceptores de estas prestaciones a partir de 2009, lo que nos induce a plantearnos el papel que el sector agrario y la percepción de estas prestaciones está jugando como refugio/salida de la crisis. De otro, la cada vez mayor presencia de extranjeros entre sus beneficiarios, lo que las podría estar convirtiendo en un importante mecanismo de fijación espacial e integración social de este colectivo dentro del mundo rural.

Para mayor información:

CEJUDO, E., NAVARRO, F. y CAÑETE, J.A. (2016): “Evolución y distribución territorial de los trabajadores eventuales agrarios subsidiados en Andalucía”. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, nº 72, 117-147.

http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2334/2202

*. Profesores pertenecientes la Dpto. de Geografía Humana de la Universidad de Granada.

Ilustraciones.

Subsidiados agrarios respecto de la población comprendida entre los 15 y 64 años 2015 (porcentaje).

Subsidiados agrarios respecto de la población comprendida entre los 15 y 64 años 2015 (porcentaje).
Fuente: Anuarios de Estadísticas Laborales del MTIN. Elaboración propia.
Fuente: Anuarios de Estadísticas Laborales del MTIN. Elaboración propia.

La necesaria planificación turística sostenible del paisaje agavero

, 2016 by Luis Amador Hidalgo

En la comarca tequilera del Estado de Jalisco se concentra un número significativo de elementos de valor cultural o ambiental que permite su apreciación como un todo coherente y vital. Todo este patrimonio se encuentra en un enclave natural singular, la elevación del volcán de Tequila y el cañón de la barranca del Río Grande de Santiago. En él se enmarcan el excepcional y único paisaje cultural, constituido por las ancestrales plantaciones de Agave, diversos sitios arqueológicos, numerosas destilerías históricas, poblaciones tradicionales y un valioso patrimonio inmaterial representado por usos agrícolas atávicos, gastronomía ancestral o fiestas populares.

Paisaje típico caracterizado por las plantaciones de agave
Paisaje típico caracterizado por las plantaciones de agave

En el año 2006 el Paisaje Agavero y las Antiguas Instalaciones Industriales del Tequila fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en la categoría de paisaje cultural.

Para dar soporte a dicha nominación se aprobó un Plan de Manejo que tenía como objetivo garantizar la conservación y uso sustentable del conjunto de elementos que se pretendía preservar a través de la Declaratoria de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco: el paisaje natural, el Paisaje Agavero, los vestigios arqueológicos, las antiguas instalaciones industriales y las poblaciones tradicionales.

El Plan fue el instrumento que oficializó el turismo en la región, pretendiéndose impulsar con el mismo la mejora de la calidad de vida de los habitantes de la zona, actuando como elemento aglutinador de los diversos instrumentos legales vigentes y vinculando, además, los contenidos del documento a los diversos programas y planes de desarrollo urbano y medioambiental que operaban en la comarca. Con todo ello se aspiraba a garantizar la autenticidad y la integridad de cada uno de los componentes del Paisaje Agavero a través de su conservación, restauración y utilización adecuada, así como el estímulo al crecimiento regional sustentado sobre los valores culturales locales.

Sin embargo, la aplicación del Plan, a pesar de haber producido algunos resultados positivos, no ha dado una respuesta conveniente a las necesidades del propio sector turístico, de los empresarios y de la población de la zona. El hecho de que se presente un Plan de este tipo, para la gestión del sitio inscrito, no tiene mayor trascendencia si luego no se aprueban las medidas legislativas adecuadas y si no se acompañan de la necesaria financiación.

La agricultura ha definido históricamente el paisaje actual, aunque, de forma paulatina, se ha ido reconfigurando la relación ámbito rural–ámbito urbano, principalmente por la aparición de nuevas actividades como el turismo, mediante la puesta en valor de los activos culturales y naturales de la región.

La introducción del turismo en la cadena productiva del Agave-tequila se ha realizado bajo esquemas poco claros en cuanto al planteamiento conceptual de la tipología turística, su integración territorial y la participación de la población. La presencia de algunos empresarios regionales ha venido forjando un territorio, de alto valor económico, sustentado en la cultura del tequila, la misma que se ha recreado en la actualidad con la incorporación del turismo a la mencionada cadena productiva. Además, la poca claridad ofrecida por el Plan de Manejo no ha permitido fijar a tiempo unos parámetros operativos adecuados para la actividad turística, así como la definición de zonas específicas para este tipo de prácticas a partir de acuerdos y compromisos previos entre los agentes de la región.

Hasta no hace mucho tiempo la idea que ha prevalecido es que la actividad turística todavía no provoca en la zona impactos negativos especialmente significativos. Por ello, no se han aplicado medidas para prevenir las posibles externalidades, ni tampoco se ha estimado un umbral máximo de acogida de turistas para el territorio. Sin embargo, esta aparente inocuidad es falsa.

El deterioro ambiental progresivo que se está produciendo en la zona, si bien no es imputable en gran medida a la actividad turística, atenta directamente contra la sustentabilidad del sistema y su potencial productivo. Aunque quizá todavía no se presentan situaciones de irreversibilidad, hay que destacar la degradación que se observa en los recursos naturales, sobre todo la relacionada con la contaminación de los acuíferos, la deforestación y pérdida de biodiversidad, la erosión de los suelos, y la contaminación atmosférica.

Por su parte, en el ámbito sociocultural, la presión turística creciente sobre la zona va a determinar cambios en el patrón cultural de los habitantes de la región. Estos procesos representan una clara amenaza para el desarrollo regional y también para el mantenimiento de la Declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad del Paisaje Agavero y las Antiguas Instalaciones Industriales del Tequila.

Por lo tanto, la ausencia de un modelo turístico sostenible para el Paisaje Agavero, dado que la aplicación del Plan de Manejo no ha contribuido significativamente a impulsar este proceso, ha puesto de manifiesto la necesidad de que los agentes decisores dispongan de instrumentos con los que poder realizar un diagnóstico de la situación actual y, a partir del mismo, plantear iniciativas que impulsen a este sector hacia la sostenibilidad.

En definitiva, la creciente actividad turística y la puesta en valor de la totalidad del patrimonio cultural de la zona pueden representar oportunidades para impulsar el desarrollo regional si se consigue perfilar e implementar un modelo turístico sostenible congruente con los intereses de todos los agentes.

En la coyuntura actual el sector agroindustrial debería tender puentes hacia los ámbitos de la cultura y los servicios bajo una propuesta que articule adecuadamente las aspiraciones de los diferentes sectores implicados. El binomio tequila y turismo demanda análisis más profundos, que consideren aspectos económicos, ambientales y socioculturales, los cuales sean incorporados a propuestas específicas de ordenación del territorio que integren también a otras actividades productivas. Pero esto sólo será posible si, por parte de todos, se asumen compromisos de orden económico, social y ambiental, es decir, si se diseña un esquema coherente de desarrollo sostenible.

Para mayor información:

MILLÁN VÁZQUEZ DE LA TORRE, Mª Genoveva; AMADOR HIDALGO, Luis y ARJONA FUENTES Juan M. El Paisaje Agavero y la planificación turística sostenible. Un requisito para su permanencia como sitio patrimonio de la humanidad. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de junio de 2016, vol. XX, nº 537. ISSN: 1138–9788.

Luis Amador Hidalgo es profesor del Departamento de Economía en la Universidad Loyola Andalucía.

El delta del Ebro – ‘condemnado’ al cultivo de arroz

Johan M.G. Kleinpenning*

Cuando se habla del Delta del Ebro, se habla del arroz. El cultivo se expandió rápidamente después de la construcción de un azud en el río Ebro, la terminación de dos grandes canales para la conducción de agua para el riego del hemidelta del sur y del norte (en 1860 y 1912, respectivamente) y las medidas efectivas para combatir el paludismo a partir de 1915-1916. Desde aquél entonces y hasta hoy día el arroz es el cultivo principal del delta. Esta contribución trata de la cuestión porqué nunca cambió mucho la utilización del suelo?

En 2.009 los arrozales tenían una superficie de 20.442 hectáreas que correspondía con 85,2% de la superficie regable, 73,3% de la superficie de las tierras de labor y 67,7% de la Superficie Agrícola Utilizada (SAU), según las cifras para los siete municipios deltaicos enteros. Pero, hay que saber que las superficies totales de los municipios situados en el linde del delta incluyen una parte de “tierra firme” considerable. Referida a superficie puramente deltaica, el arroz ronda el 90%. Hay monocultivo en la mayor parte del delta. La producción total anual del delta es de unas 132-135 mil toneladas.

Todas las técnicas de cultivo, desde la siembra hasta la cosecha, se realizan de forma mecanizada. Ya no se transplantan las plántulas obtenidas en los planteles; hay siembra directa con tractores, helicópteros y avionetas. La mayor parte de la elaboración y comercialización está en manos de dos grandes cooperativas. Por el momento no hay problemas de sobreproducción y serias dificultades de vender el arroz en el mercado doméstico o exportarlo; competencia sí.

El monocultivo no significa que la producción de arroz es una actividad muy rentable. Los precios son bajos y, según los cálculos de Hernán Subirats, agrónomo jubilado del Departament d’Agricultura de la Generalitat de Catalunya, los ingresos netos por hectárea sólo son € 1.242. Para poder vivir enteramente del cultivo de arroz sería necesario tener por lo menos unas 40 a 50 hectáreas, pero no son muchos los que tienen esta superficie, pués el 80,2% de las explotaciones agrícolas de los siete municipios deltaicos tenían una superficie de menos de 10 hectáreas según el censo agrario de 2009. Hace surgir la cuestión porqué los agricultores no tratan de utilizar el suelo en forma más intensiva y más rentable?

A pesar de condiciones no siempre muy favorables, el Delta del Ebro era y es una comarca arrocera y es improbable que vaya cambiar drásticamente.

Se explica en gran parte por el hecho simple de que la producción de arroz es el único cultivo que previene la subida del agua salada y la salinización de las tierras de labor. Esto gracias al riego ininterrumpido con agua dulce durante gran parte del año. En los años sesenta del siglo pasado la Hydrotechnic Corporation S.A. ha propuesto de transformar el delta en una comarca agrícola que iría producir a) cultivos comerciales como trigo, arroz, algodón y soja, b) hortalizas y frutas y c) grandes cantidades de forrajes. Sus propuestas nunca fueron realizadas. Era un plan que, conceptualmente, correspondía a una época pretérita, la de las obras faraónicas: el plan Badajoz, el tranvase Tajo-Segura, las grandes presas y enormes riegos asociados… sin tener en cuenta los condicionantes económicos. Para el Estado, los gastos de adaptar el sistema de riego y el saneamientopara cambiar drásticamente el uso del suelo del delta resultaban demasiado altos. Además, la gran mayoría de los arroceros no podían o querían convertirse en productores de plantas totalmente diferentes o en ganaderos. Tenían experiencia con el arroz, no con el algodón, la soja o cultivos forrajeros como la hierba de Bermuda. Tenían el equipo en forma de maquinaria, aperos, almacenes, etc. para cultivar, y molinos en las cooperativas para acondicionar y comercializar arroz, no para otros productos. No sólo para los agricultores sino también para las empresas que prestaban sus servicos a los arroceros habría sido necesario reorganizarse.

Surge la cuestión como se mantienen los agricultores a pesar de los precios bajos y sus explotaciones agrícolas pequeñas. Primero: gracias a las subvenciones. El cultivo de arroz es, de hecho, el cultivo más subvencionado de Cataluña. Segundo: gracias a las posibilidades de ingresos no-agrarios. Encuentran trabajo adicional en los centros urbanos al borde del delta – L’Ampolla, Camarles, L’Aldea, Amposta y Sant Carles. Son pueblos con un gran número de tiendas y comercios, y empresas de los sectores secundario y terciario (industrias ligeras, empresas de transporte, etc.). Otras empresas se localizan al lado de la Carretera Nacional 340. La pesca, la explotación de salinas y el turismo son otras fuente de ingresos. En la gran mayoría de las explotaciones, el jefe o uno de los miembros de la familia tiene la posibilidad de trabajar fuera de la explotación. El tamaño de la misma no exige trabajo durante todo el año. Tercero: hay que recordar que en muchas familias hay una o dos personas jubiladas que viven de su pensión.

Para concluir: el medio ambiente del delta, las ayudas del gobierno, las preferencias de sus habitantes y las posibilidades de trabajo no-agrario adicional determinan la utilización del suelo y el paisaje agrario. Significa que el delta sigue siendo una comarca arrocera. No se sabe para cuanto tiempo, pero es improbable que vaya cambiar drásticamente esta situación dentro de pocos años.

Para mayor información:

-Kleinpenning, Johan Martin Gerard. `Geographical Stability and Change in the Ebrodelta’. Tijdschrift voor Economi­sche en Sociale Geografie, 60, 1969, núm. 1, pp. 35-59.

-Kleinpenning, Johan Martin Gerard. ‘El delta del Ebro revisitado’. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Barcelona, Vol XXI, núm 1.158. 5 de mayo de 2016.

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*Catedrático jubilado de Geografía Humana, Universidad de Nimega, Holanda.

LAS NEGOCIACIONES AGRICOLAS, LA RONDA DOHA Y LOS PUNTOS DEL POSIBLE ACUERDO

Tamara Silva Menuzzi Diverio

Los intentos de disminuir las diferencias económicas entre los países ocurren en las rondas de negociación, en que los miembros debaten lo que debe hacerse e intentan acuerdos; como en la última ronda, iniciada en 2001, llamada de Ronda de Doha . Esta ronda fue bautizada como ‘Agenda de Desarrollo de Doha’ ya que se trata de una agenda de reuniones con el objetivo de eliminar los subsidios agrícolas y reducir los aranceles de importación.

La Ronda de Doha se convirtió en un punto decisivo para el sistema comercial multilateral requiriendo una fuerte corrección de rumbos del comercio mundial, principalmente desde el punto de vista de los países en desarrollo. Sin embargo, el impase entre los países desarrollados y en desarrollo tiende a debilitar el sistema multilateral del comercio como un todo.

La Ronda Doha dio continuidad e intentó profundizar e proceso de reformulación del sector agrícola, iniciado en la Ronda de Uruguay, con vistas a la plena integración del sector en las disciplinas multilaterales del comercio.

Las negociaciones agrícolas tienen tres pilares que las sostienen en la Ronda Doha de la OMC: el acceso a los mercados, el apoyo doméstico y subsidios a la exportación. Las discusiones en la Ronda de Doha dieron origen a un documento de modalidades, aprobado en 2008. Cabe explicar que el documento de modalidades contiene casi todos los elementos de una eventual conclusión de la Ronda de Doha.

Cuanto las discusiones sobre el acceso al mercado, estas siguen siendo bastante complejas en la Ronda de Doha. Segundo el documento de modalidades, una de las novedades de esta Rodada es que los países en desarrollo tendrán que reducir sus tasas y no consolidarlas en los niveles que se consideran necesarios.

En lo que se refiere a reducción de tasas, estas habían sido recordadas en la Ronda de Uruguay, dónde se quedó establecido que, para los países desarrollados, la regla sería la reducción media de por lo menos el 36% en las tarifas agrícolas, con un mínimo del 15% por línea tarifaria. Sin embargo, como resultado de la Ronda de Uruguay ocurrieron los llamados picos arancelados, o sea, aranceles arriba de la media, y las escaladas alancelarias que son los aranceles más altos para productos más elaborados. Esto ocurre porque los países cortaron menos los aranceles más altos, para productos más sensibles, y más los aranceles menores, para productos no sensibles. Con eso, los aranceles más altos quedarón más distantes de los aranceles más bajos.

Para intentar minimizar el problema de la Ronda de Doha, fueron utilizadas formulas por bandas que previenen que, en cuanto mayores los aranceles, mayor el recorte arancelario. Los países desarrollados deberían llegar a un recorte medio de 54%. Si la fórmula no llega a este número, este grupo tendría que hacer recortes extras para alcanzarlo. En el caso de los países en desarrollo, si la formula lleva a un recorte medio mayor que el 36%, estos podrán hacer recortes menores en la fórmula para llegar al resultado.

En lo que se refiere al pilar de apoyo doméstico, el documento de modalidades de la Ronda de Doha prevé cambios significativos en relación a la Rodada de Uruguay. Uno de los cambios significativos, se refiere a la creación de un límite global para todas las políticas distorsionadas. Previene todavía la medida de caja amarilla (AMS) que tendrá recortes bastante significativos. Estas políticas que hacen parte de la caja amarilla son todos las gobernantes que resultan en tranferencias presupuestarias del gobierno, o agencias que hacen en favor de los agricultores.

Otro cambio, trata de los criterios para que un programa pueda ser clasificado como perteneciente a la cajá azul, que son instrumentos conectados al control de la oferta, los gastos de la caja azul pasaran a tener límites, tanto globales cuanto por productos. En la Ronda de Uruguay, este tipo de gastos no tenía limitación alguna. Por fin, el documento de modalidades previene que haya un tratamiento más riguroso en el caso del apoyo Doméstico dado el algodón. Con relación a los subsidios a las exportaciones, el documento previene el fin de estos productos agrícolas, en el caso de países desarrollados.

En síntesis observa se que, en lo que se refiere a las discusiones de acceso al mercado en la Ronda de Doha, estas permitirán avanzar en las negociaciones agrícolas, la reducción arancelaria será hecha por formulas, buscando resolver problemas de pico arancelario de la Ronda de Uruguay. Los países en desarrollo también tendrán que recortar los aranceles y no solo consolidarlos. Sin embargo, en la búsqueda de una mayor liberalización comercial, la Ronda de Doha sirve también de espacio para la discusión de nuevos temas.

Para mayores informaciones:

DIVERIO, Tamara Silvana Menuzzi. Rondas de Uruguay y Doha y las negociaciones agrícolas en los tres pilares: acceso a mercados, apoyo interno y subsidios a las exportaciones. Revista Ateliê Geográfico, Goiás, v. 9, n. 2, p. 30-53. 2015. Disponible en: < http://www.revistas.ufg.br/index.php/atelie/article/view/30253>.

*Tamara Silvana Menuzzi Diverio, es Doctora en Desarrollo Rural, docente de la Universidad de Cruz Alta, Brasil.

A Selva Urbanizada

Maria Lucia Pires Menezes*

Na Amazônia brasileira 70% de sua população vivem nas cidades. As cidades mais antigas que surgiram no período colonial, em sua totalidade se localizam na beira-rio das áreas inundáveis da planície e que vem resistindo as diversas fases de expansão e retração de sua economia extrativa. Tais cidades em sua maioria não organizaram uma área de influencia espacialmente continua, mas sim estruturada em função dos fluxos de mercadorias, força de trabalho e serviços que circulam através, fundamentalmente, da rede hidrográfica.

O FATO HISTÓRICO COMPROVÁVEL É QUE NA AMAZÔNIA MUITO DE SUAS CIDADES CHEGARAM PRIMEIRO QUE A OCUPAÇÃO RURAL.

As cidades que surgiram mais recentemente à beira das estradas têm sua origem na expansão da fronteira agrícola a partir da construção da rodovia Belém Brasília e dos incentivos fiscais e financeiros proporcionados pelos governos militares, desde os anos 1960. Apesar de seu crescimento em número e em população em todo o seu conjunto urbano, na Amazônia brasileira as cidades não configuram uma rede de cidades diretamente organizada a partir da hierarquia urbana nacional.

Como se explica este aparente paradoxo? Este é o desafio da análise profunda que a geógrafa brasileira Bertha Becker propõem no livro A Urbe Amazônida. A Floresta e a Cidade. É exatamente na Geo-história que estão as razões desta geografia tão peculiar e que para os não especialistas e conhecedores da região é preciso sublinhar que o mapa das cidades, a rede urbana e as centralidades não podem ser entendidas sem que se leve em consideração a morfologia da extensa planície coberta por densa floresta equatorial.

Na verdade, sua história moderna se inicia após o século XVI e até o surto da borracha, na segunda metade do século XIX, ali disputaram domínio as principais potências hegemônicas coloniais e grandes empresas comerciais estrangeiras sobre um imenso território que transborda os domínios brasileiros e conformam os limites internacionais do Brasil com Guiana Francesa, Guiana, Suriname, Venezuela, Colômbia, Peru e Bolívia.

CIDADES QUE SURGIRAM EM POSIÇOES ESTRATÉGICAS PARA A PRODUÇÃO EXTRATIVISTA NA SELVA

Este processo determinou que muitas de suas cidades fossem localizadas em posições estratégicas para a logística de armazenagem e comércio do extrativismo e instaladas em confluências de rios. São cidades que surgiram não como núcleos para a expansão das atividades agrárias e sua necessidade de concentração da produção, mas para explorar a produção extrativista do seu entorno e garantir a soberania do Brasil sobre estes territórios.

Com o declínio da borracha o que estas cidades vivem é um novo período onde esta ausente o fator trabalho novo, aquele que desencadeia uma economia local capaz de promover uma cadeia de atividades que junto à herança da economia local pode levar ao desenvolvimento de novas atividades e ao crescente dinamismo urbano. A pesquisa e o conhecimento acumulado levaram a autora a conceituar como “surtos urbanos históricos” o processo que transitoriamente incrementam os núcleos como ponto nodal de fluxos, em função da presença de agentes exógenos e das demandas advindas de relações externas. É sob esta sucessão de surtos econômicos, sem o desenrolar de um processo de crescimento da economia local que as cidades vão paulatinamente entrando em declínio econômico e social.

As razões atrelam-se ao fato que, mesmo em épocas de grande ritmo da atividade econômica, a organização político-administrativa não foi capaz de assegurar serviços sociais, incentivo à economia local e uma infra-estrutura básica e urbana às localidades.

A partir dos anos 70, um novo surto se impõe sobre a Amazônia meridional e de transição para o cerrado, quando a malha rodoviária possibilitou a acessibilidade à expansão do agronegócio. Neste contexto, ocorreu um controle mais efetivo dos agentes urbanos de base financeira e tecnológica, amparados no trabalho temporário e na crescente mecanização da atividade agrária. Surgem novas cidades, crescem antigas cidades. A migração de trabalhadores ocupa as periferias urbanas, redesenhando uma nova geografia que configura e reafirma a expressão cunhada pela autora sobre a Amazônia brasileira como a “selva urbanizada”.

AGENDA PARA UMA EFETIVA POLÍTICA DE DINAMIZAÇÃO DAS CIDADES AMAZÔNICAS

O livro de Bertha Becker é fruto de uma extensa vida de pesquisa sobre a realidade tão peculiar e desafiadora da Amazônia brasileira e que deixa como legado uma agenda para uma efetiva política de desenvolvimento das cidades amazônicas. Para consolidar a inserção das cidades numa rede urbana articulada ao espaço brasileiro e que promova o crescimento local e o bem-estar de seus habitantes propõem que se deva considerar: a inovação industrial e o valor agregado aos produtos locais tendo como objetivo contribuir para a autonomia das cidades; a apropriação do legado dos surtos e a dinamização da economia local; a realização de uma geografia histórica das cidades com o intuito de produzir políticas sociais e econômicas respeitando a configuração étnica, social e cultural de cada cidade; serviços ecossistêmicos que favoreçam a produção, a substituição de importação e assim conduzir o desenvolvimento socioeconômico orientado para a conservação ambiental.

Para mayor infor­ma­ción

Becker, Bertha – A Urbe Amazônida. A Floresta e a Cidade. Rio de Janeiro: Garamond, 2013.

* Professora e pesquisadora da Universidade Federal de Juiz de Fora