La vulnerabilidad laboral endémica de la población joven española.

Carlos Echaves García* y Antonio Echaves García**

La juventud española se ubica en un entorno de progresiva precariedad económica como consecuencia del deterioro del mercado de trabajo. Desde el año 2008 el desempleo juvenil ha ido aumentando hasta alcanzar niveles inquietantes en el presente. En este sentido, el efecto de la crisis es evidente; sin embargo, mayores tasas de paro, mayor temporalidad (y empleo a tiempo parcial) y menores salarios respecto al conjunto de la población, existían antes de la recesión económica. Por ello, es posible sostener que la mayor vulnerabilidad en el desempleo y las inestables condiciones laborales del colectivo juvenil son hechos estructurales de nuestro mercado de trabajo y que la crisis no ha hecho más que agravar.

El deterioro de la situación laboral de los jóvenes en España viene precedido por una reducción del contingente juvenil en términos demográficos con evidente impacto en el mercado laboral, tanto en la población que está en edad de trabajar como en la población activa y ocupada. La Encuesta de la Población Activa muestra que, mientras el conjunto de la población en edad de trabajar aumenta en España cerca de 8 millones desde comienzos de la década de los noventa del siglo XX hasta el 2014, la población joven disminuye, lo que supone un descenso sostenido (e independiente de los contextos económicos) del porcentaje de jóvenes respecto a la población total en edad de trabajar. Caída reflejada a su vez, según la EPA 2015, en el descenso de la actividad juvenil y en un intenso retroceso del peso relativo de este colectivo respecto al total de la población ocupada.

Ahora bien, uno de los aspectos definitorios de la fragilidad de nuestros jóvenes es la precariedad estructural asociada, por un lado, a la mayor incidencia de la temporalidad y de empleos a tiempo parcial, y por otro, al menor poder adquisitivo como consecuencia del menor salario percibido por el trabajo desempeñado. En la figura 1 se puede observar la evolución y estado actual de la temporalidad confirmándose la mayor concentración de asalariados con contratos temporales en los jóvenes en comparación con la población total asalariada. Diferencia que se mantiene desde 2006 hasta 2015, y que no hace sino aumentar a partir de 2010. Fenómeno que no es consecuencia de la actual crisis, pues una mayor temporalidad laboral de la población joven respecto al conjunto de la población ya existía antes de la recesión.

Figura 1. Evolución total de asalariados y asalariados jóvenes con contratos temporales y contratos tiempo parcial (% del total de contratos) según sexo, España.

Fuente: Encuesta de Población Activa (medias anuales).
Fuente: Encuesta de Población Activa (medias anuales).

Tal y como se ha dicho, esta precariedad endémica también responde a un menor poder adquisitivo como consecuencia del menor salario medio percibido por el trabajo realizado. De nuevo, las series estadísticas de la EPA revelan que el salario medio anual de los jóvenes se sitúa muy por debajo del salario total de la población asalariada. La disparidad salarial se hace más patente en el año 2012, como efecto precisamente del descenso de los salarios medios de la población joven española. Así, mientras que el salario de todos los ocupados se mantiene estable e incluso aumenta, el del colectivo juvenil desciende, especialmente a partir de 2010, entre otras causas, porque aumenta el trabajo a tiempo parcial entre los jóvenes. Pero de nuevo, su menor nivel de ingresos respecto a la población total no es una realidad reciente; más bien se trata de un hecho estructural que se deriva de la naturaleza del mercado laboral.

La presente aproximación general puede completarse si atendemos a lo sucedido con el desempleo juvenil. Puede que el problema de las elevadas tasas de paro de la población joven española en nuestro país sea endémico y que esté ligado a los problemas de desajuste entre oferta y demanda de mano de obra que la economía española arrastra desde hace décadas, no obstante, la relación entre paro juvenil y el desempleo del conjunto de la población activa ha empeorado desde el año 2008 en adelante. En la figura 2 se aprecia un claro efecto de la crisis en la destrucción del empleo, aunque ésta no ha sido homogénea para todos los grupos edad, siendo especialmente virulenta para las cohortes más jóvenes. La tasa de paro juvenil es mayor a medida que disminuye la edad y viceversa, menores tasas de desempleo cuanto mayor es el joven.

Figura 2. Evolución de la tasa de paro juvenil por grupos de edad, España.

Fuente: Encuesta de Población Activa (medias anuales).
Fuente: Encuesta de Población Activa (medias anuales).

UNA CONDICIÓN ENDÉMICA, LA DE LA JUVENTUD: MAYORES TASAS DE PARO, MAYORES TASAS DE TEMPORALIDAD EN SUS CONTRATOS Y MENORES SALARIOS RESPECTO A LA POBLACIÓN TOTAL.

En definitiva, la especificidad laboral del colectivo juvenil en España responde a una doble perspectiva analítica. Por una parte, se analiza una situación estructural de precarización del mercado de trabajo, reconociendo, por otra, la gravedad de una compleja coyuntura como es la provocada por la recesión económica, con especial repercusión negativa en las condiciones laborales de las cohortes más jóvenes de la población. En la actualidad, el colectivo juvenil presenta un conjunto de características diferenciales que les posiciona en desventaja comparativa y les ubica en una condición endémica, la de la juventud: mayores tasas de paro, mayores tasas de temporalidad en sus contratos y menores salarios respecto a la población total. Una mayor vulnerabilidad, especialmente alarmante en los jóvenes menores de 24 años, que se observa desde inicios de la serie estudiada y que no hace sino acrecentarse en respuesta a la crisis económica iniciada en 2008.

Para mayor información: ECHAVES, Antonio y ECHAVES, Carlos. Jóvenes aún más precarios: crisis económica y desigualdad laboral en España. Cuadernos de Investigación en Juventud, 2017, n º 2, p. 1-19.

*Carlos Echaves García es Doctorando en Sociología e Investigador FPI en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC.

**Antonio Echaves García es Doctor en Sociología, Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Sevilla y miembro del Centro de Sociología y Políticas Locales de La UPO.

Más que pasar el rato”: los jóvenes y el espacio público

Alejandro Armas Díaz*

Desde hace décadas cada vez son más numerosos los estudios que reivindican la relevancia de la edad, junto con el género, como categoría que contribuye a explicar el funcionamiento de las ciudades. En esta tendencia, de forma particular, ha crecido el interés por conocer las actividades de los y las jóvenes en los entornos donde se desenvuelven, y así contribuir a hacer visibles sus experiencias espaciales. En el afán por el reconocimiento de la diversidad, se ha profundizado al considerar que las experiencias de los individuos pertenecientes a un mismo grupo etario son diversas y heterogéneas. Y es que además del género o la edad, existen otros atributos de matiz cultural y social que favorecen la comprensión de las prácticas de las personas adolescentes y jóvenes.

Esta preocupación deriva de la desatención del planeamiento en relación con las necesidades de estos grupos etarios—tal como ha ocurrido con otros colectivos—, al tiempo que determinadas conductas hegemónicas, normalmente establecidas por adultos, han favorecido la exclusión de los considerados “fuera de la norma”. Parece claro que las políticas urbanas de sesgo neoliberal actúan sobre los espacios públicos reforzando la exclusión y la pérdida del carácter colectivo de estos lugares, disminuyendo su papel como lugares de encuentro y diversidad.

Lo cierto es que las personas jóvenes se encuentran entre los colectivos tradicionalmente apartados de estos ámbitos de relación, y es que ellas, en general, evitan esos dominios exclusivos de “otros”, y emprenden la búsqueda de espacios donde permanecer al margen de los problemas. Aunque, se puede comprobar que la apropiación, a través de formas de transgresivas, también ocurre. Las plazas, paseos, parques y calles, juegan un papel clave en la construcción de sus identidades, ya que son, a menudo, los únicos espacios en los que tienen autonomía y que pueden modelar para sí mismos, y en consecuencia estar en ellos constituye un derecho.

Por ello es conveniente que nos preguntemos de qué forma se puede contribuir a crear la ciudad que ellos desean. Un primer paso podría ser hacerles visibles mediante una aproximación a sus prácticas espaciales, conociendo aquellos lugares: los frecuentados, los evitados y los significados que les atribuyen.

Las personas jóvenes suelen concebir el espacio de forma distinta a la de otros grupos de edad: en la búsqueda de lugares donde encontrarse más cómodos, la mayoría de los adolescentes de ambos sexos, emprenden trayectos en los que integran los diferentes espacios públicos. Se trata de un acto, ¿por qué no una forma de transgresión?, que forma parte intrínseca de ser joven, y que consiste en emplear el tiempo libre para conversar y transitar de un lugar a otro, sin tener que mirar el reloj, pero sobre todo evitando el control parental directo, algo que resumen como “pasar el rato”. Así lo manifiesta un grupo de estudiantes adolescentes pertenecientes a dos centros escolares de Santa Cruz de Tenerife. Sus perfiles son muy diversos y proceden de contextos socioeconómicos dispares, pero manifiestan acudir en una proporción similar a los espacios públicos abiertos del centro histórico de la ciudad y a los centros comerciales de esta localidad del sur de Europa.

Teniendo en cuenta la diversidad de perfiles de las personas entrevistadas interpretar “pasar el rato” como una práctica homogénea sería atrevido, ya que los jóvenes atribuyen distintos significados a los espacios que frecuentan. Así, entre las plazas, parques y calles que más visitan sobresale una plaza situada en un extremo del entramado peatonal de la ciudad, a la que definen como el “punto de queda”. Desde ella inician su recorrido hacia otros espacios del centro. El parque más antiguo de la ciudad se valora como un espacio de evasión y tranquilidad; así como el conjunto de plazas de la recién reformada fachada marítima, donde combinan el avituallamiento de comida rápida con el descanso o la charla en el borde de un lago artificial de grandes dimensiones. El tránsito, entre unos y otros espacios lo realizan a través de calles peatonales que cumplen la función de consumo especializado en el comercio textil y de complementos para los jóvenes. La interespacialidad es evidente aunque se limita a espacios donde la presencia juvenil es mayoritaria o a sectores que ocupan como grupo diferenciado.

Pie de foto: Grupo de adolescentes en uno de los espacios centrales de Santa Cruz (fotografía realizada por el autor)
Pie de foto: Grupo de adolescentes en uno de los espacios centrales de Santa Cruz (fotografía realizada por el autor)

La indagación de relaciones de los jóvenes con el espacio público hace visible a un grupo que tradicionalmente ha permanecido excluido. Además, a través del análisis de sus prácticas se deduce que, lo que se podría entender como un acto homogéneo, “pasar el rato”, envuelve una variedad de actividades mediante las que exploran los distintos lugares y los incorporan en su imaginario con diversos atributos. Tal vez lo más destacado se concreta en comprender que los adolescentes de ambos sexos tejen una red espacial asociada más a sus amistades que a la complementariedad de funciones de los lugares que frecuentan. También conviene reflexionar en qué medida el despliegue de sus prácticas contribuye a dotar a los espacios públicos de carácter colectivo y si algunos de sus actos constituyen formas de transgresión o de subversión del orden establecido.

*Alejandro Armas Díaz es geógrafo y prepara su tesis doctoral en el Departamento de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna.

Para mayor información:

DÍAZ RODRÍGUEZ, María del Carmen; ARMAS DÍAZ, Alejandro; GARCÍA HERRERA, Luz Marina; GARCÍA HERNÁNDEZ, Juan Samuel. Spaces of transition: Young people’s social practices in Santa Cruz de Tenerife (Canary Islands, Spain). Die Erde – Journal of the Geographical Society of Berlin, 25 de marzo de 2015, vol. 146, núm. 1, p. 79-89.

Fotografía del autor: Alejandro Armas Díaz

Los jóvenes pueden hacer tareas socialmente útiles.

Los alumnos de cuarto curso de la ESO del Instituto Laia l’Arquera de Mataró (Barcelona) estudian las injusticias alimentarias a escala mundial dentro del proyecto “Conectado Mundos” de la ONG Oxfam Intermón que lleva por título: Semillas para un mundomás justo. Analizan el origen y las causas de esta injusticia y sus consecuencias sociales, económicas y medioambientales. Además reflexionan sobre las alternativas y las posibles soluciones. Pero, su trabajo va más allá del aprendizaje en el aula. Durante dos semanas los mismos alumnos llevan a cabo una campaña de recogida de alimentos en su centro educativo para la Fundación San Joaquim, que regenta un comedor social de su ciudad. Primero dan a conocer a todas las clases del Instituto la campaña, presentado y analizando la situación alimentaria des del local hasta lo global. Después organizan una gimcana y unos torneos deportivos, la condición para participar es llevar un alimento. Gracias a esta recogida, el Instituto pudo llevar más de 210 Kg en el comedor social de la Fundación.

Este es uno de los proyectos de Servicio Comunitario que el Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya impulsa en alumnos de Educación Secundaria. La finalidad del proyecto es garantizar que los estudiantes, a lo largo de su trayectoria escolar, experimenten y protagonicen acciones de compromiso cívico, aprendan en el ejercicio activo de la ciudadanía, y pongan en juego sus conocimientos y capacidades al servicio de la comunidad. El Servicio se lleva a cabo con la propuesta educativa de Aprendizaje Servicio. Los estudiantes aplican lo que aprendieron en el aula al servicio de la comunidad, y así transforman la realidad, y aprenden cosas que no se pueden encontrar en los libros. Aprenden en escenarios concretos y reales, en acciones que sirven a la comunidad. Los niños y jóvenes salen del lugar de “destinatarios” para convertirse en protagonistas, cuando dejan de ser mirados como “los pobrecitos”, “los peligrosos”, “los superficiales” o “la esperanza del mañana” para ser reconocidos como activos y creativos constructores del presente.

La relación circular que se establece entre el aprendizaje y el servicio genera una nueva realidad, que intensifica los efectos de cada uno por separado. El aprendizaje aumenta la calidad del servicio, le da más calado: favorece la reflexión sobre lo que se hace y por qué se hace. El servicio ofrece un sentido al aprendizaje, lo hace funcional, útil, además de facilitar otros elementos competenciales, curriculares y organizativos. No se está hablando de una nueva materia: se aprovechan los aprendizajes curriculares de una o de varias de ellas para realizar un servicio para satisfacer las necesidades del entorno. En cuanto unos alumnos enseñan el uso del móvil a personas mayores, en la materia de tecnología deben decidir cuáles son las funciones de los móviles más convenientes a trabajar y en la de lengua a aprender cómo comunicarse correctamente, a fin de ofrecer un servicio de calidad.

“Aprender puede ser mucho más que leer y estudiar: aprender también es hacer, es ayudar a transformar la realidad. Aprendizaje servicio es aplicar lo que se aprende en el aula para realizar una actividad solidaria con la comunidad», explica María Nieves Tapia, directora del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS). Algunos ejemplos: «Cuando lo que aprendimos en Lengua lo usamos para organizar una biblioteca para el barrio, o cuando lo que se aprende en Ciencias sirve para participar de un programa de forestación».

Los proyectos de Aprendizaje Servicio tienen cinco componentes fundamentales para poderse llevar a cabo:


1. Permite a los estudiantes aprender y desarrollarse mediante la participación activa en un servicio que se lleva a cabo en una comunidad y satisface sus necesidades. Estas deben ser reales. Cuando organizamos una campaña de donación de sangre, se presentará a los alumnos que sin la donación desinteresada de las personas no se puede obtener sangre, que pueden salvar vidas a personas. Por lo tanto su campaña ayudará a incrementar la disposición de sangre en los centros hospitalarios.


2. Es una acción colectiva y coordinada entre centros educativos y entidades, en el que todos ganan y mejoran. No se puede llevar a cabo sólo en el aula, hay que salir para hacer el servicio y hay que otros vengan a formar al alumnado. Cuando el alumnado tiene que ir a un geriátrico a llevar a cabo un proyecto de intercambio generacional, el personal del centro deberá entrar en el aula a formar al alumnado de las características de las personas mayores o bien presentar los estudiantes las dificultades de comunicación se pueden encontrar.


3. Ayuda a fomentar la responsabilidad cívica. Para extender un concepto democrático y participación de ciudadanía y para fomentar la consideración de niños y jóvenes como ciudadanos de primera. Los jóvenes se convierten en protagonistas del cambio; no sólo tienen derechos como miembros de la sociedad sino que también tienen deberes para con ella.


4. Integra y mejora el plan de estudios. El alumnado aplica lo aprendido en el aula al servicio de la comunidad. Pasan a ser reconocidos como ciudadanía activa y con responsabilidades sociales. El servicio que el alumnado debe realizar hace que tengan que prepararse muy bien, esto hace que se motiven hacia el estudio y aumentar los resultados académicos. Cuando unos alumnos se convierten de guías para explicar y presentar la historia de su ciudad a través de los monumentos más representativos, hace que la preparación de los contenidos tenga más sentido y sean significativos ya que si no lo hacen bien los que le escucharán no les seguirán, sean otros alumnos o bien personas que se apuntan en las rutas.


5. Proporciona tiempo estructurado (antes, durante y después) para que los estudiantes reflexionen y se formen. El simple activismo no conlleva aprendizaje, necesita una reflexión. También es importante que se tenga en cuenta al final de la experiencia haya un reconocimiento formal al trabajo realizado por el alumnado.

Diferentes son los servicios que los niños y jóvenes pueden realizar, a partir de las necesidades y los objetivos que se planteen: sensibilizar a la población; colaborar en tareas logísticas; denunciar, defender y revindicar acciones; compartir conocimientos; ayudar a personas vulnerables o captar recursos para una causa. Esto hace que sea una propuesta muy abierta y adaptable a la realidad del entorno y las capacidades y edad del alumnado pudiéndose realizar en cualquier nivel educativo, des de los estudios primarios hasta la Universidad. En este momento, el Aprendizaje Servicio está introducido en los sistemas educativos de los cinco continentes.

Para mayor información:

GONZÁLEZ, ALBA. Aprendizaje- servicio en la Escuela Secundaria. Buenos Aires: Programa Nacional Educación Solidaria, 2008

PUIG, J.M.ª (coord.) Aprendizaje servicio (ApS). Barcelona: Graó, 2009

TAPIA, NIEVES): Aprendizaje y servicio solidario: en el sistema educativo y las organizaciones juveniles. Buenos Aires: Ciudad Nueva, 2005.

BRUGH, MICHAEL. Cal Serve Service-Learning Initiative. California: Department of Education, 2010.

BATLLE, ROSER). El Aprendizaje-Servicio en España: El contagio de una revolución pedagógica necesaria. Madrid: Educar, 2013.

Martí Boneta i Carrera es técnico Docente Generalitat de Cataluña.