La fotografía de obras públicas. Documento y archivo de lo acontecido

Inmaculada Aguilar Civera

Cátedra Demetrio Ribes UV-CHOPVT

De bons esprits ont jugé que faire connaître des travaux qui n’ont pas encore eu tout le retentissement qu’ils méritent, initier le public aux conditions de divers ordres qui président à leur établissement, mettre en lumière les services qu’ils ont rendus, serait combler une regrettable lacune et constituer une oeuvre réellement utile.

A aucune époque en effet on n’a mieux senti le rôle que les grandes voies de communication son appelées à remplir, et l’influence qu’elles exercent sur les relations sociales, le développement de la civilisation, l’accroissemente des richesses et même sur la constitution des États; jamais elles n’ont absorbé une aussi large part de l’activité humaine, n’ont été conçues dans un meilleur esprit, et n’ont répandu plus de bien faits. Cependant on parle plus volontiers des travaux de l’ancienne Égypte ou de la Rome des Césars que de ceux des temps modernes, et l’on semble porté à plus d’admiration pour le passé que pour le présent1.

Con estas palabras el ingeniero Léonce Reynaud justificaba en el “Prefacio” la edición fundamentalmente fotográfica titulada Les Travaux publics de la France, un gran proyecto editorialconstituido por cinco volúmenes publicados entre 1876 y 1883, dedicados a los diferentes ramos de las obras públicas: Routes et ponts – Chemins de fer – Navigation intérieure – Ports de mer – Phares et balises. El motivo de la publicación fue dar a conocer estas obras construidas en Francia entre 1830 y 1876, obras que, según el autor, merecían tanto respeto como las antiguas ya celebradas y reconocidas.

Unos años antes, el ingeniero Lucio del Valle recibía el encargo por R.O. de presidir una comisión que estaría encargada de organizar la participación de la Dirección General de Obras Públicas en la Exposición Universal de París (1867) con la finalidad de presentar “una idea exacta del estado de progreso y adelanto en que España se encuentra en cuestión de tanta trascendencia para su porvenir, y que tanto ha de influir en su riqueza y prosperidad”. Esta comisión seleccionó un conjunto de obras representativas de la labor llevada a cabo por esta Dirección en España y encargaron una serie de modelos, planos y fotografías que se expusieron en el local destinado para ellos en la galería VI del edificio de la Exposición. El conjunto de fotografías con el título Obras públicas de España, (seis tomos temáticos), fue el soporte que proporcionó una visión más completa del panorama español. Fue el proyecto fotográfico mas importante del siglo XIX en España2.

Una selección que refleja la mirada de Lucio del Valle sobre la modernidad y el progreso de España en sus políticas de Fomento. El sentimiento de una labor bien realizada, la influencia de estas obras en el bienestar y progreso de la nación, la necesidad de transmitir la importancia de estas grandes redes de infraestructuras en la construcción de un Estado y su novedosa tecnología en el arte de construir son algunas de las apreciaciones que podemos observar en estas fotografías. Testimonios que reflejan de forma singular un periodo determinado, el reinado de Isabel II.

Hoy la fotografía de obras públicas es un documento histórico y patrimonial de enorme valor. Sus aportaciones históricas, su relevancia política, la presencia monumental de la técnica, la imagen de progreso e innovación en las comunicaciones, la belleza y estética de la ingeniería, son un recurso inestimable para profundizar y revalorizar la obra pública como patrimonio. Patrimonio de enorme riqueza pero en gran medida desconocido.

El análisis de estás fotografías nos ha proporcionado una nueva faceta del ingeniero Lucio del Valle, siempre ligado a este novedoso soporte gráfico que en sí mismo significaba arte y técnica. Los primeros daguerrotipos de la carretera de Madrid a Valencia (1850), las vistas a la albúmina de las obras del Canal de Isabel II, de la reforma de la puerta del Sol en Madrid, de los faros del delta del Ebro, son ejemplos no sólo de la obra innovadora de este ingeniero, de su intencionalidad, sino de la capacidad testimonial de la fotografía3.

Este diálogo entre fotografía e ingeniería ha sido una de las bases de la exposición y catálogo realizados con motivo de la celebración del bicentenario del nacimiento de Lucio del Valle (1815-1874)4. Para la edición del catálogo, además de los comisarios, se ha contado con la colaboración de prestigiosos investigadores sobre la historia de la ingeniería y de la fotografía: Fernando Sáenz Ridruejo, Rubén Pacheco Díaz, Rosario Martínez Vázquez de Parga, Pedro Navascués Palacio, Alfonso Luján Díaz, Carlos Teixidor Cadenas. Una nueva visión conjunta de la laboriosa y ejemplar obra del ingeniero caminos Lucio del Valle.

1 L. Reynaud (dir), “Prefacio”, Les Travaux Publics de la France, tome cinquième: Phares et Balises par E. Allard, Paris, J. Rothschild, 1883, s.p.

2 Los fotógrafos Jean Laurent y José Martínez Sánchez recibieron el encargo de realizar la mayor parte de estas vistas fotográficas.

3 El material fotográfico procede del Archivo Lucio del Valle. Archivo que se ha conservado durante diferentes generaciones en la propia casa del ingeniero en Madrid.

4 La muestra con el título Fotografía y obra pública. Paisajes de la modernidad. Lucio del Valle 1815-1874 se expuso en el Centre cultural La Nau de la Universitat de València, del 17 de diciembre de 2015 al 21 de febrero de 2016. Fue comisariada por Inmaculada Aguilar Civera y Cesar Díaz-Aguado Martínez.

Camino del trabajo. Itinerario obrero- industrial por el barrio de Patraix (Valencia) como recurso para el turismo urbano.

Rafael, Temes Cordovez*

En este trabajo profundizamos en el valor y la oportunidad que supone hoy, para un turismo cultural y urbano creciente como es el de la ciudad de Valencia, la recuperación de algunos pasajes y paisajes de su historia industrial. Las fábricas que a finales del XIX y principios del XX fueron expulsadas de la ciudad intramuros, hoy se sitúan en lugares estratégicos para interpretar la forma urbana actual de muchos barrios. El caso concreto del barrio de Patraix, con un paisaje cultural propio vinculado con la industria urbana y la vivienda obrera, se analiza para establecer dos itinerarios urbanos que fomenten el turismo interesado en el patrimonio de la industria.

El patrimonio es un concepto muy amplio que tradicionalmente ha estado muy atento a los valores que se podrían denominar “histórico-artísticos”. Sin embargo, no es nueva la reinvindicación de la no exclusión de lo patrimonial a lo producido por la industria en los dos últimos siglos. El turismo urbano puede estructurarse en ocasiones a partir de la muestra intencionada y coherente de valores patrimoniales que alberga la ciudad. Entre ellos, las antiguas fábricas, o mejor dicho, los espacios de actividad industrial en los que se mezcalban los usos residenciales junto con los talleres, almacenes y actividades agríciolas, constituyen un recurso de primer orden en muchos entornos urbanos. A partir de este reconocimiento, el diseño de itinerarios que concatenen una historia «creible» sobre el pasado obrero industrial de un barrio puede ser una buena manera de generar un nuevo recurso al tiempo que recuperar parte del pasado.
El caso de Patraix, antigua población próxima a Valencia y hoy barrio de la ciudad, puede ser un buen ejemplo. A finales del siglo XIX, debido a la expulsión de la industria del recinto central de la ciudad, se configura alrededor del barrio un paisaje singular entre el espacio urbano-rural donde la industria, comienza a colonizar el suelo agrícola aprovechando las infraestructuras básicas de la huerta (acequias y caminos).

Figura 1. Trabajo topográfico del catastro parcelario. Polígono 118. Restitución de 1951
Figura 1. Trabajo topográfico del catastro parcelario. Polígono 118. Restitución de 1951

Polarizados alrededor de los principales caminos que conectaban al periferia con el centro de Valencia, se establecen multitud de industrias, almacenes y molinos. Fábricas de juguetes, molinos de arroz, almacenes de madera,.. configuraban, dado su gran tamaño y la presencia de sus chimeneas un paisaje difícil de entender en su convivencia con la estructura de la huerta. La restitución cartográfica desarrollada en esta investigación ha ayudado a percibir mejor dicho espacio y la superposición de sus actividades.

Figura 2. Distribución de industrias y grupos de Casas Baratas en torno a los caminos principales, (Derecha). Superposición sobre ortofoto actual (Izquierda)
Figura 2. Distribución de industrias y grupos de Casas Baratas en torno a los caminos principales, (Derecha). Superposición sobre ortofoto actual (Izquierda)

Junto a estas industrias e instalaciones se fueron construyendo, en las primeras décadas del siglo pasado, conjuntos de casas adosadas, en ocasiones denominadas barriadas, que luego fueron complementadas por algunas iniciativas de Casas Baratas. La Cooperativa de Casas Baratas “San Fernando”, formada por diez unidades construidas en 1928, las Casas Baratas “La Previsora”o La Emancipación” de 1926, el singular Grupo “Ramón de Castro”, construido en 1906 o el Grupo de “Villas Pontón” formado por unas 40 viviendas, son algunas de las alternativas de viviendas para obreros que se desarrollan en correspondencia a la actividad industrial implantada en la zona.

A partir de aquí, y tras analizar una propuesta sólida de estructuración de itinerarios, hemos hecho dos propuestas denominadas:
Itinerario 01. El alojamiento obrero a principios del siglo XX en Valencia. Las Casas Baratas de Patraix
Itinerario 02. La concentración industrial más allá de Tránsitos. El pasado fabril del barrio de Patraix

Concluimos en esta investigación que es oportuno, en una ciudad como Valencia, con un turismo urbano cada vez más presente, la incorporación de actuaciones de diversificación turística que mejoren el flujo de visitantes en la ciudad y atraigan a nuevos segmentos de mercado promocionando los recursos patrimoniales. La propuesta descrita en este trabajo, entendida como primera aproximación a la idea del establecimiento de rutas turísticas industriales en el barrio de Patraix, da muestras del potencial existente en el barrio y las posibilidades que se abren de dar a conocer un patrimonio industrial poco conocido. El caso del pasado obrero industrial de Patraix puede entenderse como un buen ejemplo en el que la relectura de una cartografía intencionada nos ha ayudado a dar sentido a algunos de los escenarios urbanos hoy inconexos e incompletos de la ciudad de Valencia que pueden aportar nuevos valores para el turismo urbano.

Para mayor información:
TEMES CORDOVEZ, R. Recuperación del pasado obrero e industrial del barrio de Patraix como oferta al turismo urbano de la ciudad de Valencia: Cuadernos de Turismo, 2016 nº37, p.403-420. ISSN: 1139-786. Disponible en:  http://dx.doi.org/10.6018/turismo.37.256301

*Rafael Temes Cordovez, es Profesor Contratado Doctor en la Universitat Politècnica de València

Los elementos patrimoniales industriales y la estrategia de desarrollo económico y urbano en el Poblenou-22@barcelona (2000-2013)

Esteve Dot*

A finales del siglo XX el espacio productivo de origen industrial de las ciudades se reestructura. Las administraciones locales tienen entre sus retos fundamentales encontrar soluciones para la dinamización económica de las áreas urbanas. En las estrategias políticas de desarrollo territorial y atracción económica el patrimonio industrial se convierte en un elemento básico. Es así como en ciudades europeas y norteamericanas se han recuperado edificios industriales convirtiéndolos en nuevas sedes para empresas, viviendas, equipamientos y centros culturales.

Pero, ¿qué puede aportar la incorporación de recursos patrimoniales al tejido urbano?

Muchos autores en la literatura ad hoc apuntan tres valores del recurso patrimonial en la trama urbana. Por un lado permite la visibilización de la memoria histórica del lugar, siendo además un rasgo de identidad colectiva. Por otro lado, incrementa la calidad de vida del entorno por el aporte de la cultura patrimonial al tejido urbano. Por último, el patrimonio industrial como recurso produce un efecto acumulativo sobre el paisaje urbano que actúa como atractivo de nuevas empresas, vivienda y actividades turísticas.

Por obvio que pueda parecer, para conseguir que haya una refuncionalidad del patrimonio industrial es necesario una regulación a través de la ordenación, la planificación y la gestión; y la implicación de los agentes políticos, sociales y económicos.

Elcaso de estudio del Poblenou-22@Barcelona es precisamente un excelente laboratorio para observar la actuación de los agentes urbanos que participan en la configuración del espacio económico de la ciudad del siglo XXI. Esta área transformada urbanísticamente des del año 2000 a partir del proyecto 22@Barcelona (llamado también 22@), está delimitada por las arterias de Wellington, Meridiana, Gran Via y Rambla Prim. El proyecto 22@ se forjó para recuperar la vocación productiva de Poblenou, a partir de la creación de una plataforma de innovación económica, dónde el eje cultural se complementa con el científico, tecnológico, y residencial; funciones que en algunas ocasiones se ubican en edificios catalogados como patrimonio industrial.

En el periodo 2000-2013, la participación de varios agentes en la formación de la cultura patrimonial de conservación industrial en el Poblenou-22@Barcelona se caracteriza por el entrelazamiento de diferentes objetivos, recursos y acciones. Por parte de las instituciones locales destaca el papel central y de liderazgo del Ayuntamiento de Barcelona. La regulación a partir del planeamiento (con distintas figuras urbanísticas) es lo que permite impulsar la transformación urbanística, incluyendo los elementos patrimoniales y su promoción. Por parte del sector cívico-social hay un empeño en la reivindicación de la preservación de los elementos históricos por su valor urbano. Esto es lo que precisamente fuerza la modificación en las políticas públicas iniciales relacionadas con la protección patrimonio industrial. Por último, el sector privado que con su inversión hace posible la reutilización en viviendas o empresas.

El trabajo de campo realizado permite señalar que el patrimonio industrial resultante del Poblenou-22@Barcelona forma parte de los referentes del nuevo paisaje económico y urbano de la ciudad. Metodológicamente, a través de la exploración de las guías turísticas digitales se observa qué patrimonio industrial ha llegado a formar parte de la oferta cultural para los visitantes. Con la realización de encuestas a directores de hoteles (2012) se crea un perfil de los visitantes, los lugares qué visitan y la opinión que tienen de lo que visitan. A partir de la Guía para Visitar y Descubrir el Distrito 22@Barcelona (Ajuntament de Barcelona, 2010) se identifica qué patrimonio se mercantiliza, transformado en los nuevos símbolos de la ciudad.

Así se obtiene que los visitantes turistas valoran positivamente la oferta arquitectónica y los atractivos históricos y estéticos que ofrece el Poblenou-22@Barcelona. Aunque estos atractivos no están correctamente visualizados en las guías turísticas o en la información que dan los hoteles como puntos de interés a visitar. Si estas deficiencias se subsanasen, la creciente proporción de visitantes turistas que está experimentando el Poblenou, se podría ver motivado por los atractivos del patrimonio industrial; y la Guía para Visitar y Descubrir el Distrito 22@ Barcelona (2010) podría actuar como agente-puente, y ser una herramienta para el punto de información de los hoteles.

Fábrica de Can Saladrigas. Desde el año 2009 alberga la biblioteca Manuel Arranz
Fábrica de Can Saladrigas. Desde el año 2009 alberga la biblioteca Manuel Arranz

Para mayor información:

DOT, Esteve y PALLARÈS-BARBERÀ, Montserrat.Patrimonio industrial, revitalización económica y compacidad urbana en el Poblenou-22@Barcelona ¿Un nuevo modelo Barcelona? Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, (69): 9-35, 2015.

Disponible en <http://boletin.age-geografia.es/articulos/69/01%20BAGE69.pdf> ISSN: 0212-9426

*Esteve Dot es pro­fe­sor de Geo­gra­fía en la Uni­ver­si­tat Autònoma de Barcelona.

Las plazas mayores mexicanas. Quinientos años de continuidad

Cuando los mexicanos viajamos por nuestro país y visitamos ciudades grandes o medianas, capitales importantes o pequeños pueblos de ámbito rural, no nos es difícil orientarnos. Ni siquiera hace falta ser un paseante preparado por conocimientos y lecturas previas, o un turista bien armado con una guía adecuada. Todos sabemos que lo que debemos hacer es preguntar por la Plaza de Armas, por el Zócalo, el Parque o como se llame a la Plaza Mayor de la localidad, y hacia allá dirigir los pasos. Y cuando hemos estado en ella, hemos entrado en su iglesia, hemos visto las fachadas del palacio municipal o de gobierno y los edificios circundantes, nos hemos sentado en una banca del jardín o nos hemos tomado un refresco en algún café de los portales, ya podemos decir que conocemos tal ciudad o tal o cual pueblo.

Es cierto que en todos los lugares del mundo, desde que se organizaron los primeros centros urbanos, las plazas se convirtieron en elementos principales en el trazado y en la vida de las ciudades. Igual da que hayan sido explanadas de mercado, ágoras para la discusión política, centros ceremoniales y festivos, escenarios para el ornato o simplemente espacios abiertos frente a una arquitectura notable. Desde un principio y hasta ahora, constituyen elementos de vida pública y parte fundamental de los anales de las sociedades; son espejo de la historia de una cultura, de una organización civilizatoria. Pero el caso de las plazas mayores mexicanas, tanto como el de las hispanoamericanas todas, escribe una página extraordinaria y notable de la historia urbana universal, que remite en su origen a las utopías renacentistas que quisieron hacerlas geométricas, armónicas y hermosas, pero que pasa por la realidad descarnada de un pequeño territorio en disputa permanente.

Desde un principio y hasta ahora, constituyen elementos de vida pública y parte fundamental de los anales de las sociedades.

A las plazas mayores mexicanas se las han disputado quienes han querido hacer de ellas la escenografía gubernativa, quienes han querido sacarles provecho económico y quienes se las han adueñado con los trajines de la vida diaria. Desde hace quinientos años las plazas mayores mexicanas han sido el sitio privilegiado para el discurso del poder y el lugar predilecto para la apropiación colectiva del espacio público.

Todas las plazas que se fundaron durante las décadas que siguieron a la conquista española fueron diseñadas para ordenar, a la manera de un núcleo rector, la trama cuadriculada, facilitando el reparto de solares y el control territorial con las calles que salían de ellas tiradas a regla y cordel. Sirvieron para eso, y también para crear en ellas la máxima expresión de las nuevas estructuras sociopolíticas y administrativas impuestas a los habitantes originarios. La iglesia, el cabildo, los edificios de otras instituciones de gobierno, los portales del comercio establecido y las casas de quienes ocupaban el más alto rango en el escalafón social creaban, unos frente a otros, una vista elocuente.

Durante trescientos años, en las plazas mayores el espacio urbano parecía ser de todos y servía para todo. La fuente abastecía de agua al vecindario, el rollo y la picota recordaban las leyes y el castigo, la vendimia arremolinaba a vendedores y compradores y, como en cualquier mercado, buscaban por ahí su suerte los pícaros, maleantes y vagos. La gente entraba y salía de la iglesia por la plaza, y en ella se montaban tinglados para celebrar coronaciones en España, recibir a virreyes, obispos y arzobispos, para festejar a los santos patronos. En la plaza se corrían toros, se gritaban pregones, se anunciaban bandos y se manifestaban contriciones devotas. Aflicción y júbilo, homenaje y penitencia, trabajo y ocio, belleza y suciedad: todo se fundía en el espacio abierto y recogido a la vez de una plaza mayor mexicana, formando en su síntesis el axioma de la vida urbana.

Todo se fundía en el espacio abierto y recogido a la vez de una plaza mayor mexicana, formando en su síntesis el axioma de la vida urbana.

El racionalismo del siglo XVIII y el despotismo monárquico de reyes ilustrados se fue colando durante las postrimerías coloniales queriendo cambiar apariencias y funcionamientos. La afluencia irrestricta, el amontonamiento de puestos y mercancías, la mugre y el desorden se volvieron intolerables para los nuevos administradores del gobierno. Limpiar, despejar, empedrar parecían el objetivo último, aunque el saneamiento y la belleza eran la punta de lanza del avance del poder absoluto de la corona sobre las plazas, que le peleaba fueros a los ayuntamientos y a la iglesia, y disputaba usos consuetudinarios a los habitantes locales. Estatuas, obeliscos o columnas podrían glorificar la figura del monarca en el centro de una plaza impoluta y desembarazada de estorbos y suciedad, y los ejércitos podrían hacer ejercicios en ellas desplegando orden y grandeza.

Únicamente algunos proyectos tuvieron éxito. Pocos. La inercia y las prerrogativas de los hábitos seculares no son fáciles de torcer. Tampoco la gran sacudida revolucionaria de la Independencia alteró radicalmente y de golpe las costumbres inveteradas de la vida de cada día en las plazas. Solamente cuando terminaron las zozobras bélicas e invasoras, con la victoria última en 1867 de los ejércitos republicanos sobre las fuerzas conservadoras y de ocupación extranjera que impusieron como emperador a Maximiliano de Habsburgo, con un reforzado control político, dinero en las arcas públicas y unas oligarquías dispuestas a invertir en una imagen urbana renovada y a la altura de los tiempos de “progreso”, se retomaron los intentos por rehacer las plazas mayores incorporando nuevos paradigmas de ornato, modernidad tecnológica y civilidad ciudadana. Los espacios desembarazados de mercaderías y estorbos se poblarían de flores y árboles, entre los que se dispondrían calzadas que irían a converger en una fuente ornamental, o en un kiosco metálico en el que arraigaría la costumbre de las deleitosas serenatas. En la retórica de una naturaleza acotada, podada y bien combinada se leía un sentido de orden y de refinamiento al que era fuerza rendirse. Las autoridades podrían vigilar mejor la disciplina social, y la estatuaria y los monumentos que se instalaron prolíficamente en las plazas mayores, educaban en la nueva identidad nacional. La urbanidad republicana tuvo su escenografía principal en las antiguas plazas convertidas en jardines civilizados, ajuarados y musicales.

No hay duda de que la transformación fue exitosa y la vocación de las plazas mayores se mantuvo incólume a pesar de la mudanza de ropajes y costumbres. Las plazas mayores siguieron siendo entonces, y lo son hasta hoy, el centro neurálgico, el espejo del poder político y, como escribió Antonio Bonet Correa, el resumen breve de cada pueblo y ciudad. Con jardín la mayoría, y sin jardín algunas en que fue removido bien entrado el siglo XX, las plazas mayores continúan siendo lugar principal para la escenografía del poder, lugar preferido para las fiestas populares, las celebraciones patrióticas; siguen recibiendo como primicias las novedades tecnológicas, siguen albergando el comercio establecido de los portales y de los variopintos puestitos de venta callejera; y a pesar del decoro que las autoridades locales pretendieron para sus nuevos paseos aburguesados en la segunda mitad del siglo XIX, las plazas siguieron convocando por igual a todos como desde tiempos virreinales. Estamos ante una historia de larga duración que manifiesta la vigencia de las plazas mayores de México. Las metamorfosis que las han reeditado desde hace quinientos años han reafirmado casi siempre su centralidad y han apuntalado viejas formas de sociabilidad.

Las plazas mayores siguieron siendo entonces, y lo son hasta hoy, el centro neurálgico, el espejo del poder político y el resumen breve de cada pueblo y ciudad.

Charles Flandrau, un simpático viajero y agudo observador estadounidense que se paseó por el país a principios del novecientos lo dejó claramente anotado: en México, la plaza nunca decepciona. Esperemos que siga siendo así; que la plaza mayor de cada ciudad mexicana continúe ejerciendo el papel del espacio público por antonomasia, y no se convierta simplemente en un área común sujeta a los ímpetus privatizadores que caracterizan a las ciudades globales de la era neoliberal. Que con sensibilidad fundada en el conocimiento histórico, las plazas sigan gobernadas por políticas públicas que las libren de estrategias empresariales tendientes a remodelaciones desatinadas. Que las plazas mayores sigan siendo, como diría Carlos Monsiváis, un almacén de nostalgias.

Para mayor información:

RIBERA CARBÓ, Eulalia (coord.). Las plazas mayores mexicanas. De la plaza colonial a la plaza de la República. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2014. (ISBN: 978-607-9294-58-8)

Eulalia Ribera Carbó es profesora e investigadora del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora en la Ciudad de México.

¿QUÉ HACER CON LOS RESTOS ARQUEOLÓGICOS?

A propósito del Circo romano de Tarraco.

Estanislao Roca Blanch *

A menudo, en los casos en que una parte de la historia de la ciudad está oculta, surge la duda sobre cómo actuar: derribar las construcciones actuales para integrar en el paisaje urbano el esplendor de los restos arqueológicos o dejar las cosas como están y seguir interpretando la ciudad sepultada a partir de lecturas y documentos de conspicuos arqueólogos e historiadores. A mi modo de entender y en el caso de la Parte Alta de Tarragona, lo que cabe no es ni una cosa ni la otra, sino intervenir en la justa medida y en puntos concretos a fin de incorporar estratégicamente en el espacio público los restos de hace dos milenios, dejándolos dialogar de forma activa con el contexto urbano más actual. «Presencia y permanencia» podría ser el título del argumento o de la película. Presencia de la ciudad del siglo XXI y permanencia de los restos romanos formando parte del paisaje urbano. Actuaciones estratégicas de acupuntura urbana podrían favorecer esta relación y procurar una buena sintaxis y diálogo entre ambas culturas separadas por el tiempo y unidas por el espacio.

La Parte Alta de Tarragona es un palimpsesto donde la ciudad actual se superpone a la parte monumental de Tarraco, en tres terrazas sucesivas ocupadas de abajo a arriba por el Circo romano, el Foro provincial y la zona del Culto. El arte del buen establecimiento romano se concretaba en un proyecto que resolvía con brillantez la articulación de los distintos niveles y el encaje de las tres grandes piezas urbanas. Siendo así, uno de los principales atributos de su implantación radica en la buena relación de los elementos, subrayada en algún punto por la aparición de elementos de arquitectura singular como el Pretorio y la Torre de la Antigua Audiencia que permitían conectar el nivel del Circo con el del Foro provincial.

Planta del conjunto según R. Cortés y R. Gabriel
Planta del conjunto según R. Cortés y R. Gabriel

Hace dos décadas un equipo de arquitectos empezamos a trabajar en la mejora de la Parte Alta de Tarragona, sobre todo a partir de un proyecto que aportaba valor añadido a la reurbanización, peatonalización y mejora del tejido urbano, ya que en parte consistía en la reinterpretación del conjunto monumental a partir de unos criterios de diseño. Como ejemplo de aquella actitud proyectual se definió un cambio de material del pavimento para expresar la posición exacta del criptopórtico del Foro provincial, en este caso a base de travertino romano. En la plaza del Rei y la calle de Santa Anna, que es donde yo mismo más intervine, el pavimento de travertino romano coincide en una franja ancha en la plaza y sigue por la calle con un ancho que varía desde cinco centímetros a casi un metro, debido a la forma errática de la ciudad medieval superpuesta al criptopórtico de geometría regular.

Implícitamente con el simple cambio de pavimento además de mostrar la posición exacta del criptopórtico se explica como la calle en la ciudad medieval no venía configurada por un trazado rectilíneo, sino como resultado de la ocupación aleatoria de las edificaciones.

Encontraríamos otras habilidades semánticas para facilitar la interpretación de esta realidad por compleja que sea, antes de proceder al derribo de las construcciones existentes.

Intervención de Estanislao Roca en una bóveda del Circo. Foto del autor
Intervención de Estanislao Roca en una bóveda del Circo. Foto del autor

En el caso del Circo romano y concretamente en la plaza de la Font, que representa una cuarta parte de la Arena, lo cual nos da idea de su gigantesca dimensión de más de 300 m de longitud, las construcciones entre paredes medianeras situadas en la parte meridional de la plaza presentan un ancho homogéneo. Ello es debido a que aprovecharon la estructura portante del graderío del Circo para su construcción.

Superposición de la estructura del Circo a las construcciones existentes, años 90 según Salvador Tarragó. En color rojo se indica la intervención de la bóveda que corresponde a la imagen anterior
Superposición de la estructura del Circo a las construcciones existentes, años 90 según Salvador Tarragó. En color rojo se indica la intervención de la bóveda que corresponde a la imagen anterior

«sin necesidad de derribar las casas existentes se puede explicar esta coincidencia con una simple descripción mediática»

Así pues, en este caso sin necesidad de derribar las casas existentes se puede explicar esta coincidencia con una simple descripción mediática. Además, en alguna de las medianeras puede comprobarse la muestra de sillares de piedra de la cantera cercana del Mèdol de factura romana.

Algo parecido pasa en la ciudad de la Toscana, Lucca, donde las edificaciones que dan frente a la plaza elíptica del Anfiteatro aprovecharon para su construcción la estructura portante de graderío del equipamiento romano.

Quizás el ejemplo más directo al del Circo de Tarragona sea el de la Piazza Navona de Roma que sigue la configuración del área central del estadio del emperador Domiciano (81-96 dC) y en la que los graderíos y corredores se incorporaron a la subestructura de los edificios perimetrales.

P

«siguiendo con esta política sin límites, podría desaparecer una buena parte de un barrio, su identidad y parte de su historia» uede que la destrucción de un conjunto de edificaciones realizada en las últimas décadas esté justificada en el hecho de poder integrar los restos de la cabecera del Circo y de algún otro fragmento del graderío al espacio urbano y así ayudar a entender la totalidad del monumento. Pero lo cierto es que, siguiendo con esta política sin límites, podría desaparecer una buena parte de un barrio, su identidad y parte de su historia.

El dilema está planteado y, en cualquier caso, queda el reto a abordar en un Plan director, de saber vehicular la transmisión de la información de forma clara y procurar que las actuaciones tengan un carácter unitario y sobre todo, facilitar el acceso a nuestros restos arqueológicos, pues con ello colaboramos en crear un mundo más amable y más inclusivo.

Para mayor información:

Mar, R.; Roca, E.; Abelló, A. La recuperación del circo romano de Tarragona. LOGGIA. Arquitectura & Restauración, 1998, (6), p. 70–79. [ISSN: 1136-758-X]

* Esta­nis­lao Roca Blanch es doc­tor arqui­tecto y pro­fe­sor del Depar­ta­mento de Urbanismo y Orde­na­ción del Terri­to­rio de la Uni­ver­si­dad Poli­téc­nica de Catalunya. Cuenta con la Distinción Jaume Vicens Vives a la calidad docente universitaria 2011.

Más que pasar el rato”: los jóvenes y el espacio público

Alejandro Armas Díaz*

Desde hace décadas cada vez son más numerosos los estudios que reivindican la relevancia de la edad, junto con el género, como categoría que contribuye a explicar el funcionamiento de las ciudades. En esta tendencia, de forma particular, ha crecido el interés por conocer las actividades de los y las jóvenes en los entornos donde se desenvuelven, y así contribuir a hacer visibles sus experiencias espaciales. En el afán por el reconocimiento de la diversidad, se ha profundizado al considerar que las experiencias de los individuos pertenecientes a un mismo grupo etario son diversas y heterogéneas. Y es que además del género o la edad, existen otros atributos de matiz cultural y social que favorecen la comprensión de las prácticas de las personas adolescentes y jóvenes.

Esta preocupación deriva de la desatención del planeamiento en relación con las necesidades de estos grupos etarios—tal como ha ocurrido con otros colectivos—, al tiempo que determinadas conductas hegemónicas, normalmente establecidas por adultos, han favorecido la exclusión de los considerados “fuera de la norma”. Parece claro que las políticas urbanas de sesgo neoliberal actúan sobre los espacios públicos reforzando la exclusión y la pérdida del carácter colectivo de estos lugares, disminuyendo su papel como lugares de encuentro y diversidad.

Lo cierto es que las personas jóvenes se encuentran entre los colectivos tradicionalmente apartados de estos ámbitos de relación, y es que ellas, en general, evitan esos dominios exclusivos de “otros”, y emprenden la búsqueda de espacios donde permanecer al margen de los problemas. Aunque, se puede comprobar que la apropiación, a través de formas de transgresivas, también ocurre. Las plazas, paseos, parques y calles, juegan un papel clave en la construcción de sus identidades, ya que son, a menudo, los únicos espacios en los que tienen autonomía y que pueden modelar para sí mismos, y en consecuencia estar en ellos constituye un derecho.

Por ello es conveniente que nos preguntemos de qué forma se puede contribuir a crear la ciudad que ellos desean. Un primer paso podría ser hacerles visibles mediante una aproximación a sus prácticas espaciales, conociendo aquellos lugares: los frecuentados, los evitados y los significados que les atribuyen.

Las personas jóvenes suelen concebir el espacio de forma distinta a la de otros grupos de edad: en la búsqueda de lugares donde encontrarse más cómodos, la mayoría de los adolescentes de ambos sexos, emprenden trayectos en los que integran los diferentes espacios públicos. Se trata de un acto, ¿por qué no una forma de transgresión?, que forma parte intrínseca de ser joven, y que consiste en emplear el tiempo libre para conversar y transitar de un lugar a otro, sin tener que mirar el reloj, pero sobre todo evitando el control parental directo, algo que resumen como “pasar el rato”. Así lo manifiesta un grupo de estudiantes adolescentes pertenecientes a dos centros escolares de Santa Cruz de Tenerife. Sus perfiles son muy diversos y proceden de contextos socioeconómicos dispares, pero manifiestan acudir en una proporción similar a los espacios públicos abiertos del centro histórico de la ciudad y a los centros comerciales de esta localidad del sur de Europa.

Teniendo en cuenta la diversidad de perfiles de las personas entrevistadas interpretar “pasar el rato” como una práctica homogénea sería atrevido, ya que los jóvenes atribuyen distintos significados a los espacios que frecuentan. Así, entre las plazas, parques y calles que más visitan sobresale una plaza situada en un extremo del entramado peatonal de la ciudad, a la que definen como el “punto de queda”. Desde ella inician su recorrido hacia otros espacios del centro. El parque más antiguo de la ciudad se valora como un espacio de evasión y tranquilidad; así como el conjunto de plazas de la recién reformada fachada marítima, donde combinan el avituallamiento de comida rápida con el descanso o la charla en el borde de un lago artificial de grandes dimensiones. El tránsito, entre unos y otros espacios lo realizan a través de calles peatonales que cumplen la función de consumo especializado en el comercio textil y de complementos para los jóvenes. La interespacialidad es evidente aunque se limita a espacios donde la presencia juvenil es mayoritaria o a sectores que ocupan como grupo diferenciado.

Pie de foto: Grupo de adolescentes en uno de los espacios centrales de Santa Cruz (fotografía realizada por el autor)
Pie de foto: Grupo de adolescentes en uno de los espacios centrales de Santa Cruz (fotografía realizada por el autor)

La indagación de relaciones de los jóvenes con el espacio público hace visible a un grupo que tradicionalmente ha permanecido excluido. Además, a través del análisis de sus prácticas se deduce que, lo que se podría entender como un acto homogéneo, “pasar el rato”, envuelve una variedad de actividades mediante las que exploran los distintos lugares y los incorporan en su imaginario con diversos atributos. Tal vez lo más destacado se concreta en comprender que los adolescentes de ambos sexos tejen una red espacial asociada más a sus amistades que a la complementariedad de funciones de los lugares que frecuentan. También conviene reflexionar en qué medida el despliegue de sus prácticas contribuye a dotar a los espacios públicos de carácter colectivo y si algunos de sus actos constituyen formas de transgresión o de subversión del orden establecido.

*Alejandro Armas Díaz es geógrafo y prepara su tesis doctoral en el Departamento de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna.

Para mayor información:

DÍAZ RODRÍGUEZ, María del Carmen; ARMAS DÍAZ, Alejandro; GARCÍA HERRERA, Luz Marina; GARCÍA HERNÁNDEZ, Juan Samuel. Spaces of transition: Young people’s social practices in Santa Cruz de Tenerife (Canary Islands, Spain). Die Erde – Journal of the Geographical Society of Berlin, 25 de marzo de 2015, vol. 146, núm. 1, p. 79-89.

Fotografía del autor: Alejandro Armas Díaz

La burbuja inmobiliaria y su repercusión en el consumo de agua en la costa de Alicante

Álvaro Francisco Morote Seguido*

Los núcleos urbanos del mundo en general y del Mediterráneo en particular registran en estos momentos los mayores aumentos en el consumo de agua. Ello tiene que ver con el rápido crecimiento de la población de las ciudades en las últimas décadas y por el desarrollo de actividades de cariz fuertemente urbanas como el turismo. A la hora de abordar las relaciones entre urbanización y consumo de agua, un aspecto clave a tener en cuenta es que no existe uno sino muchos procesos de urbanización y que cada uno de ellos comporta una demanda y un comportamiento diferente en relación al agua. Además, el proceso urbanizador también tiene una historia social detrás y los patrones de consumo de agua tanto en las zonas de alta densidad como en las zonas de baja densidad se pueden ver modificados por otras variables como las características socio-económicas, culturales etc. El conocimiento sobre los hábitos de consumo de la población y de los factores que los influencian resulta fundamental para planificar futuras actuaciones relacionadas con el recurso, incluyendo el uso de recursos alternativos y las campañas de concienciación en casos de penuria hídrica. Por otra parte y ante escenarios climáticos de impacto potencial sobre los recursos hídricos, conviene conocer que posibles medidas tomarían los ciudadanos. Así como en gran parte se desconocen los hábitos de consumo con precisión, también se desconocen cómo podrían cambiar estos hábitos ante las incertidumbres climáticas e hidrológicas del futuro. Este conocimiento se vería facilitado en gran parte si se dispusiese de perfiles de usuarios de agua definidos a partir de un conjunto de variables territoriales, económicas y demográficas.

Son diferentes las variables que inciden en el incremento de las demandas de agua. Se analizan los cambios territoriales y sociales acontecidos en la costa de Alicante y su influencia en el consumo de agua. Para ello ha sido necesario tener en cuenta una serie de elementos como son: a) cambios en los usos del suelo, b) crecimiento urbano y variaciones en los modelos y/o tipologías urbanas, c) consumo de agua, y d) hábitos de consumo de agua y factores que lo determinan.

En relación con el incremento de la superficie urbana, según los resultados obtenidos del análisis cartográfico, en 1956 (situación de partida), esta superficie sumaba la cifra de 16.890.458 m2 en toda la costa y destacando con el 88,33% los núcleos urbanos tradicionales. Sin embargo, en 2013, el incremento ha sido espectacular (338.925.408 m2 de superficie urbana-residencial), pero en este caso, la tipología que destaca sobre el resto es la superficie urbana de baja densidad (chalés) que representa el 57,30%. Estas cifras a escala local muestran aún más el espectacular aumento de esta tipología y del proceso de urbanización. En poblaciones como Xàvia o Dénia dicha tipología supera el 90%.

Figura 1. Vista de urbanizaciones en el municipio de Calpe (costa norte de Alicante)
Figura 1. Vista de urbanizaciones en el municipio de Calpe (costa norte de Alicante)

También cabe indicar que se han comprobado diferencias significativas entre la costa norte y sur de Alicante (tanto en el predominio de tipologías urbanas como en su proceso de implantación). En este sentido, en la costa sur, la tipología de adosados representa el 24,89% mientras que en el norte no supera el 7%. Además, cabe indicar que la tipología de chalés, el tamaño de la parcela es notablemente inferior en la costa meridional con tamaños alrededor de 400 m2 frente a los 800-1.000 m2 del norte. Todo ello, obedece por cuestiones económicas como ya constató el profesor Fernando Vera en su Tesis Doctoral (1987), donde en la costa sur, y principalmente, a partir del núcleo turístico-residencial de Torrevieja se buscó una tipología urbana que permitiera la llegada de compradores extranjeros de clase media. Por lo tanto, se adaptó la construcción de estas viviendas, tanto en forma de chalé como de adosado, con unas parcelas más pequeñas que permitió abaratar el coste del hogar y la construcción de más viviendas por metro cuadrado.

Todo ello, si se relaciona con el consumo de agua, el gasto en esta tipología urbana es mas “sostenible” ya que los espacios ajardinados son más pequeños e incluso como se ha constatado, las piscinas se adaptan al espacio reducido del exterior de la vivienda. También cabe indicar que en vinculación con la tipología del jardín, se ha comprobado un cambio de percepción por parte de la población, ya que se ha reducido y sustituido el llamado “jardín atlántico” (donde domina el césped) por un jardín mediterráneo donde las especies vegetales dominantes son las especies autóctonas y por lo tanto, menos consumidoras de agua. En este sentido, el césped tan sólo representa el 15% del total de la superficie ajardinada. Cifra que ha ido disminuyendo desde años atrás. El incremento del precio del agua, la escasez de recursos hídricos y recurrentes episodios de sequías, y un cambio de percepción de la población a favor del ahorro de agua, son los principales motivos que han repercutido en este cambio, y por lo tanto, se ha dejado notar en una contracción de los consumos domésticos en esta tipología.

Se establecen relaciones entre modelos de ocupación del territorio (tipologías urbanas) (con finalidades residenciales, turísticas o una combinación de ambas) y el consumo para usos urbano-turísticos, con particular atención a determinar las características que influyen en éste, determinando si la expansión de los usos urbano-residenciales acaecida en los últimos años, unido a la difusión de modelos más extensivos. Cabría suponer un incremento de los consumos hídricos y que esta evolución se viera condicionada por otras variables como pueden ser factores de renta, sociales, sociológicos, etc. En este sentido, como se ha podido comprobar y corroborar con datos empíricos proporcionados por las empresas suministradoras de agua, el incremento del consumo de agua para usos urbanos turísticos coincidiendo con el último boom inmobiliario no se cumple, ya que éste ha descendido de manera general desde mediados de la década del 2000, aunque en algunas localidades ya se produce desde principios de este periodo. El descenso de éste se debe a distintos factores, todos ellos importantes e interrelacionados, a saber: una mayor concienciación ambiental, aumento del precio de la factura del agua, electrodomésticos más eficientes en el uso del agua, la mejora de la red de distribución en baja por parte de las empresas suministradoras de agua potable (que ha provocado menores perdidas por fugas y averías), la utilización de aguas depuradas y en última instancia, la actual crisis económica que ha agravado aún más si cabe el descenso del consumo de agua.

Lo que se puede aprender del caso de la costa de Alicante, es que el ámbito urbano constituye un terreno muy importante para examinar las características del consumo de agua por parte de la población y los factores que influencian estas características. Un mejor conocimiento de todo ello resulta imprescindible para diseñar políticas de planificación y gestión de recursos hídricos que adopten el paradigma de las sostenibilidad, pero que también tengan en cuenta los contextos socio-demográficos, territoriales y tecnológicos que influyen en los hábitos de consumo del recurso.

Para mayor información:

MOROTE SEGUIDO, Álvaro Francisco (2015): Transformaciones territoriales e intensificación de la demanda de agua urbano-turística en la provincia de Alicante. Tesis Doctoral. Universidad de Alicante. Instituto Interuniversitario de Geografía.

*Álvaro Francisco Morote Seguido es Doctor en Geografía por la Universidad de Alicante (España) y ejerce su actividad investigadora en el Instituto Interuniversitario de Geografía de dicha universidad.

Una fundación romana: Lugdunum Convenarum

Luis Amela Valverde

No es ningún secreto decir que el mundo romano era un mundo de ciudades. Dónde no había centros urbanos, Roma los creaba. Durante el periodo de la República Romana Tardía (133-27 a.C.), este papel lo jugaba fundamentalmente los imperatores, en un afán tanto de protagonismo como de solventar los problemas de carácter administrativo y social que atravesaba en aquel tiempo Roma.

Cn. Pompeyo Magno (cos. I 70 a.C.) fue uno de los políticos más destacados en este aspecto, tanto en Oriente como en Occidente. En parte, su actitud se debía a su intento de emular la figura del conocido monarca macedonio Alejandro Magno (336-323 a.C.), entre cuyos atributos más característicos se encontraba su afán de «colonizar».

Las fuentes literarias revelan que este hecho ya era tenido en cuenta por la Antigüedad: Apiano informa que Pompeyo fundó ocho ciudades en Capadocia y una veintena entre Cilicia y Celesiria; Plutarco da la cifra de treinta y nueve ciudades. Pero no nos tenemos que dejar engañar por estas cifras, ya que muchas de estas «fundaciones» no eran más que dotar de un sistema administrativo adecuado a los intereses romanos a la comunidad en cuestión.

Esta fue la política seguida por Pompeyo en Occidente: concentrar la responsabilidad administrativa en unos pocos grandes núcleos sobre el resto de poblaciones y unidades étnicas vecinas, como había hecho su padre Cn. Pompeyo Estrabón (cos. 89 a.C.) en la Galia Cisalpina, mediante la conocida lex Pompeia de Transpadanis. Si no existía un núcleo que reuniese las características necesarias para tal función, consideraciones de carácter estratégico podían determinar establecerlo. Este fue el caso de Lugdunum Convenarum (Saint-Betrand-de-Comminges, dept. Haute Garonne, Francia) creada,junto con Pompaelo (Pamplona, prov. Navarra) y Gerunda (Girona, prov. Girona), durante la Guerra Sertoriana (82-72 a.C.).

Lugdunum Convenarum fue creada sobre la base de su magnífica situación estratégica, en el cruce de importantes rutas comerciales, y con importantes recursos naturales, desde la cual se podía controlar los pasos montañosos de esta zona, ya que vigilaba el Alto Garona (pasos de Somport y del valle de Arán hacia Hispania) y las rutas en dirección al gran nudo de comunicaciones que era Tolosa (Toulouse, dept. Haute-Garonne) así como hacia la Gallia Comata. No debe pasar desapercibido que los ejércitos de Hispania que luchaban contra Q. Sertorio (pr. 83 a.C.) tenían sus cuarteles de invierno en las llanuras del río Garona y en el Languedoc.

Debido a que la población lleva un nombre indígena, la fundación de Lugdunum Convenarum no habría sido ex novo, por lo que Pompeyo, aparte de la contribución de población humana en un antiguo oppidum indígena, habría efectuado algunas reformas de carácter urbanístico. Pero, desde el punto de vista arqueológico, no se encuentra pruebas de su existencia hasta tiempos del emperador Augusto (27 a.C.-14 d.C.), por lo que se ha dudado de la veracidad sobre la fundación pompeyana de esta localidad. Más bien, posiblemente el establecimiento fundado en este lugar por Pompeyo fuera de pequeñas dimensiones, por lo que sea difícil su identificación. Si fuera así, Lugdunum Convenarum no sería más que una modesta guarnición fronteriza que marcaba el límite del control directo por parte de la administración romana en la Galia occidental.

Termas y foro de Lugdunum Convenrum, con la catedral medieval de Saint-Betrand-de-Comminges al fondo
Termas y foro de Lugdunum Convenrum, con la catedral medieval de Saint-Betrand-de-Comminges al fondo

Las fuentes mencionan que Pompeyo pobló Lugdunum Convenarum con hispanos: San Isidoro de Sevilla menciona que fue colonizada por vascones, mientras que San Jerónimo nombra a vectones -vettones-, arrebaci -arevaci- y celtiberi, quienes habían sido obligados a bajar de los Pirineos, donde se habían refugiado, pues habían apoyado la causa de Sertorio contra Roma. La ubicación de estas gentes hispanas en la nueva población puede deberse a que, después de haber intentado resistir inútilmente, ofrecieron su rendición a Pompeyo quien, hábilmente, los trasladó desde sus tierras natales al sur de la Galia. En este sentido, hay que tener que, tras la muerte del sucesor y asesino de Sertorio, M. Perperna Veiento (pr. ca. 83 a.C.), Pompeyo acogió a muchos de sus soldados.

Pero Pompeyo no sólo incluyo a hispanos en Lugdunum Convenarum, sino también a nativos aquitanos,formando de esta forma la etnia de los Convenae, lo que daría validez a las palabras de San Jerónimo: cum-venire, «gente venida de todas partes». De esta palabra deriva el moderno topónimo Comminges, nombre actual de la comarca donde se asienta Saint-Betrand-de-Comminges. De esta forma, los Convenae no serían una antigua población prerromana, sino una creación de Pompeyo. No tiene nada de particular: los romanos parece que articularon a comunidades indígenas para formar con ellos a: galaicos, cántabros, astures y vascones.

En cualquier caso, la política de Pompeyo sobre los antiguos partidarios de Sertorio, a los que asentó en Lugdunum Convenarum (y, muy posiblemente, en otros centros), recuerda asimismo el mismo tratamiento que Pompeyo dispensó a los vencidos piratas no mucho tiempo después (67 a.C.), al ubicarlos en varios centros despoblados, especialmente en la región anatólica de Cilicia, con el objeto de reconciliar Roma con sus antiguos enemigos, dándoles una oportunidad para adaptarse a las condiciones de la paz que se les había impuesto.

La integración definitiva de los Pirineos dentro del control político, administrativo y fiscal romano comienza precisamente con las actuaciones de Pompeyo en la región, cuyos pivotes fundamentales serían la fundación de Lugdunum Convenarum y el pacto con los Vascones (con la transformación de una de sus poblaciones en Pompaelo). No en vano, Lugdunum Convenarum, Pompaelo y Gerunda, presentan una característica común: su magnífica posición estratégica, dominando rutas comerciales y militares de importancia.

Para mayor información:

AMELA VALVERDE, Luis. Pompeyo y Lugdunum Convenarum. Biblio3W. Revista bibliográfica de geografía y ciencias sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de febrero de 2016, vol. XXI, nº 1.1150. http://www.ub.edu/geocrit/b3w-1150.pdf. ISSN: 1138–9796.

Luis Amela Valverde es Doctor de Geografía e Historia por la Uni­ver­si­dad de Barcelona.

Ciudades y ferrocarril: ¿atracción o repulsión urbana?

Eduard J. Alvarez-Palau1

La promoción de infraestructuras de transporte y comunicación es fundamental para promover el desarrollo económico regional. Esta premisa ha sido comúnmente aceptada durante décadas, y sigue siéndolo en países subdesarrollados. Sin embargo, la construcción de infraestructuras a nivel urbano siempre ha generado controversia. Su encaje en la ciudad preexistente es complejo, se condiciona el crecimiento posterior de la trama urbana y se requieren de políticas específicas que garanticen la integración futura.

Con la finalidad de categorizar este fenómeno, se ha reconstruido el crecimiento histórico de la trama urbana y de la infraestructura ferroviaria en 25 ciudades medianas catalanas desde principios de siglo XVIII hasta la actualidadi. Los resultados del trabajo identifican un patrón de comportamiento parecido, que ha dado lugar a la definición de un modelo de crecimiento urbano basado en seis etapas.

La primera etapa plantea el principal dilema de la planificación infraestructural: centro o periferia. El centro ofrece mayor accesibilidad a los ciudadanos a la vez que incentiva la renovación urbana. A cambio, requiere de un coste de construcción mayor por la dificultad de encaje entre las edificaciones preexistentes. La periferia se erige como opción más económica, además de causar menos impactos en los terrenos urbanos. Sin embargo, ofrece menor accesibilidad y condiciona notablemente el crecimiento urbano futuro. En el caso estudiado, parece que los intereses de las compañías férreas primaron sobre los intereses de los urbanistas locales, abundando los trazados periféricos.

La segunda etapa muestra la respuesta urbana ante la infraestructura ferroviaria. El posicionamiento periférico puso en valor los terrenos periurbanos dispuestos entre ciudad y estación, dando lugar a nuevos ensanches urbanos. La intensidad de crecimiento dependió de varios factores, como la geografía física, la demografía o la estructura de propiedad de las tierras. En cualquier caso, buena parte de los sectores urbanos de crecimiento se ubicaron en estos terrenos.

Posteriormente, se produce el efecto contrario. Cuando la trama construida ocupó todos los terrenos disponibles entre ciudad y estación, la línea férrea empezó a limitar el crecimiento. Empezaron a proyectarse sectores urbanos en las inmediaciones de los ensanches, pero difícilmente se superaba la infraestructura. En esta etapa se produjeron también los primeros trasvases de centralidad urbana hacia las inmediaciones de la estación.

La cuarta etapa se caracteriza por la ocupación de los primeros terrenos del otro lado de las vías. Normalmente se trataba de actividades económicas de carácter industrial, que pretendían aprovechar la accesibilidad regional del ferrocarril. La movilidad urbana, por el contrario, siguió condicionada por el efecto barrera ejercido por las vías férreas, siendo escasas las relaciones de estas actividades con la ciudad.

La siguiente etapa viene marcada por la generalización del uso del automóvil y la gradual substitución del ferrocarril como modo de transporte preponderante. Las relaciones urbanas y regionales cambiaron completamente, dando lugar a la construcción de gran cantidad de calles y carreteras. Aprovechando el esfuerzo inversor se construyeron pasos transversales a diferente nivel, reduciendo el efecto barrera y consolidando los sectores de crecimiento al otro lado de las vías.

La sexta etapa se caracteriza por la implementación de proyectos de integración urbana. Los urbanistas locales apostaron por diseños que maximizasen la integración transversal entre barrios. La cobertura de las vías, el soterramiento y la construcción de múltiples pasos transversales coparon las solicitudes. Aunque el coste fuese alto, estas soluciones permitían integrar las vías en el entorno manteniendo la accesibilidad en los nuevos centros urbanos. La administración ferroviaria respondió con otras propuestas: modificar el emplazamiento de estaciones en líneas terminales o construir variantes férreas. Estas opciones permitían minimizar el coste de construcción y liberar los terrenos céntricos afectados, facilitando la recalificación urbanística y la promoción inmobiliaria. No obstante, volvían a dejar el problema de la integración infraestructural para las generaciones futuras.

En definitiva, la integración de infraestructuras en las ciudades no es un proceso sencillo. Requiere de una fuerte inversión económica y de la implicación de todos los agentes urbanos. La elección de trazados periféricos puede reducir costes y evitar el debate provisionalmente. Sin embargo, se demuestra que en el largo plazo la infraestructura vuelve a quedar en posición central, debiendo replantearse su integración nuevamente. Únicamente con una planificación inicial adecuada se puede minimizar los costes de la infraestructura, maximizar la accesibilidad conferida y optimizar la integración futura en la ciudad.

1 Investigador postdoctoral asociado a la Universidad de Cambridge y profesor colaborador en el Máster en Gestión de la Ciudad de la Universitat Oberta de Catalunya.

i Para mayor información:

ALVAREZ-PALAU, Eduard; HERNÁNDEZ, Mireia y TORT, Anna. Modelo morfológico de crecimiento urbano inducido por la infraestructura ferroviaria. Estudio de caso en 25 ciudades catalanas. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de enero de 2016, vol. XX, nº 527. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-527.pdf>. ISSN: 1138-9788.

UNA “NUEVA BARCELONA” EN EL DANUBIO FUE EL REFUGIO DE LOS EXILIADOS DE OTRA GUERRA CIVIL

Agustí Alcoberro*

Las enfermedades endémicas se cebaron sobre los colonos. La población, formada por unas 800 personas, se redujo a la mitad en tan sólo unos meses. La mayoría reemigró a Viena o Buda en los años siguientes.

Hoy la Nueva Barcelona es Zrenjanin, la ciudad más importante del Banato serbio, con unos 80.000 habitantes.

Ahora que la región de los Balcanes se convierte en antesala de Europa para los refugiados de la guerra civil de Siria, será bueno recordar el papel que ejerció aquella zona hace ya tres cientos años. En concreto, hablamos de la fundación, y del fracaso, de una colonia formada por los exiliados de la Guerra de Sucesión de España (1702-1714). La ciudad se ubicó en el Banato de Temesvar y se llamó Nueva Barcelona. La región mantiene hoy un aspecto abiertamente plurinacional, de encrucijada de caminos, y el recuerdo de la ciudad de los exiliados continúa vivo.

El Banato de Temesvar es una región natural delimitada por los ríos Danubio, Tisza y Mures. Constituyó también una unidad política, con capital en la actual Timisoara, hasta el final de la I Guerra Mundial. Entonces, esta región de la gran llanura panona fue dividida entre Rumanía y Serbia. Tan sólo una pequeña franja septentrional, alrededor de Szeged, correspondió a Hungría.

Obviamente, los Estados contemporáneos han fomentado la división del territorio, a través de redes de comunicación que se ignoran entre sí, cuando no se dan abiertamente la espalda. Las fronteras, ubicadas en espacios extremadamente planos, pretenden romper una tozuda continuidad natural. Los trámites burocráticos se han complicado tras las recientes guerras balcánicas y con la incorporación de Rumanía y Hungría a la Unión Europea. Pero no son, en general, demasiado prolijos ni exhaustivos.

A una y otra parte de los límites territoriales de los Estados se impone una notable diversidad cultural y lingüística. Tanto en el área rumana como en la serbia, las señales de tráfico están escritas en cuatro lenguas: las oficiales de ambos estados, más el alemán y el húngaro. En Timisoara, los adolescentes o sus padres pueden escoger entre los institutos de secundaria rumanos, germánicos o magiares, y los espectadores pueden asistir a funciones teatrales en las tres lenguas. La región del Banato serbio, la Voivodina, tiene hasta seis idiomas oficiales.

Tras la caída del Muro de Berlín, muchos de los miembros de la minoría alemana del Banato emigraron a la RFA. En los últimos años una parte de los húngaros de Rumanía se han desplazado a Hungría. En la Universidad de Szeged ha aumentado también la presencia de estudiantes con pasaporte serbio de lengua y cultura magiares. Sin embargo, aunque en todas partes es constatable una tendencia a la uniformización, el Banato continúa siendo un espacio heterogéneo desde el punto de vista humano.

Las razones históricas de esta realidad social nos llevan al Tratado de Passarowitz de 1718, que puso fin a la III Guerra Turca. El Banato de Temesvar fue incorporado a la llamada Frontera Militar de la monarquía de los Habsburgo, un espacio gestionado directamente desde Viena por el Consejo de Guerra (Kriegsrat) y la Cámara Imperial (Hofkammer). Esta institución fomentó a partir de la década de 1720 la repoblación de un territorio con grandes posibilidades agrícolas, pero por entonces con graves problemas sanitarios a causa de la amplia presencia de zonas pantanosas donde el paludismo era una enfermedad endémica.

La colonización, tutelada desde el Estado, fue protagonizada por parejas de campesinos jóvenes, a quienes se les concedieron tierras y medios para iniciar sus tareas. El conde Claude Mercy-Argenteau, gobernador del Banato, se hizo cargo del proyecto, que incluía la construcción de nuevas ciudades o colonias homogéneas desde el punto de vista étnico. Los nuevos pobladores, germánicos y también magiares, se distribuyeron en un complicado tablero de ajedrez donde ya residían rumanos, serbios, rutenos y otros colectivos.

Y desde 1735 también fueron a parar allí algunos centenares de exiliados de la Guerra de Sucesión de España. Aquella había sido sin duda la primera guerra civil peninsular (además de un conflicto de carácter mundial, con repercusiones en las dos Américas y en Asia). El éxodo que la siguió afectó a unas 30.000 personas, que constituyeron el primer exilio político hispánico. Aproximadamente la mitad de ellos eran catalanes; el resto (valencianos, aragoneses, castellanos) se habían refugiado en Barcelona en los últimos compases de la contienda. Los exiliados se desplazaron a tierras del emperador Carlos VI, el Carlos III de sus seguidores hispánicos. Muchos de ellos se establecieron en Nápoles o Milán, estados incorporados a los dominios de los Habsburgo por la Paz de Rastadt (1714). Los más afortunados se instalaron en Viena, donde construyeron espacios de sociabilidad y de socorro, como el Hospital de Españoles con su iglesia de la Merced o el Monasterio de Montserrat de Viena.

Aquel mundo sucumbió tras la ocupación borbónica de Nápoles en 1734. Muchos exiliados que se habían establecido allí veinte años atrás tuvieron que trasladarse entonces a Viena, donde generaron una crisis humanitaria. En aquel contexto, la administración imperial miró hacia el Banato. La reemigración de exiliados hispánicos hacia aquellas tierras de frontera se inició ya en la primavera de 1735. Los exiliados llamaron Nueva Barcelona a la colonia que les fue adjudicada.

Sin embargo, la historia de la nueva ciudad fue breve y cruel. Los exiliados, algunos de edades avanzadas y todos sin experiencia como agricultores, no respondían precisamente el modelo de colono enviado a abrir nuevas tierras. Las enfermedades endémicas se cebaron sobre los colonos. La población, formada por unas 800 personas, se redujo a la mitad en tan sólo unos meses. La mayoría reemigró a Viena o Buda en los años siguientes. Hoy la Nueva Barcelona es Zrenjanin, la ciudad más importante del Banato serbio, con unos 80.000 habitantes. De aquella fundación difícil sólo quedan algunos recuerdos conservados en el Museo Nacional y en el archivo del obispado católico – además de la magnífica documentación que custodia el Hofkammerarchiv de Viena.

Para mayor información:

Alcoberro, Agustí: La “Nova Barcelona” del Danubi (1735-1738). La ciutat dels exiliats de la Guerra de Successió. Barcelona: Rafael Dalmau ed., 2011

Alcoberro, Agustí: El primer gran exilio político hispánico: el exilio austracista. In Albareda, Joaquim (ed.): El declive de la monarquía y del imperio español. Los tratados de Utrecht (1713-1714). Barcelona: Crítica, 2015, p. 173-224

*Agustí Alcoberro es profesor de Historia Moderna en la Universidad de Barcelona