EL VIÑEDO COMO PATRIMONIO EN CASTILLA-LA MANCHA (ESPAÑA)

María del Carmen Cañizares Ruiz*

El paisaje del viñedo debe ser reconocido y valorado como patrimonio relacionado con una actividad agraria específica, el cultivo de la vid, y con unos elementos tangibles (edificaciones) e intangibles (cultura del vino), ya que encierra valores económicos, sociales, ecológicos, históricos, técnicos y sobre todo, paisajísticos, como ocurre en la región de Castilla-La Mancha donde encontramos la mayor extensión de viñedo de Europa.

En este territorio el modelo de explotación vinculado con la producción y con la comercialización de mostos, alcoholes y vinos de mesa ha determinado la existencia de una serie de recursos patrimoniales y de una “cultura de vino” singular, que ofrecen gran potencialidad para el desarrollo territorial, por ejemplo en relación con el turismo. Se insertan en una de las áreas más afectadas por las disposiciones de mercado a nivel mundial (Organizaciones Comunes de Mercado) que ha experimentado importantes transformaciones en las últimas décadas donde el postproductivismo actual encierra dinámicas contradictorias.

En Castilla-La Mancha encontramos algo más del 48 % del viñedo español (444.000 hectáreas en 2016) y aproximadamente la mitad de la producción nacional (22,5 millones de Hl en 2016), datos que corroboran que es una actividad relevante, principalmente en la comarca de La Mancha. En su evolución podemos distinguir varias fases que abarcan desde el autoconsumo inicial y la aparición de un comercio incipiente (S.XII-1882), su posterior expansión y consolidación (1882-1986), un tercer período asociado a las medidas de regulación planteadas desde la Unión Europea y la potenciación del regadío (1987-1999), para concluir en la fase actual de modernización y postproductivismo (1999-Hoy) caracterizada por la diversificación productiva y la búsqueda de productos de calidad, los programas de reconversión y reestructuración varietal, así como el arranque subvencionado del viñedo tradicional (en vaso) para cultivarlo, ahora, en espaldera.

Paisaje del viñedo tradicional en las proximidades de Valdepeñas (Ciudad Real)
Paisaje del viñedo tradicional en las proximidades de Valdepeñas (Ciudad Real)

Alberga un importante patrimonio agrario «conformado por el conjunto de bienes naturales y culturales, materiales e inmateriales, generados o aprovechados por la actividad agraria a lo largo de la historia”, siguiendo la definición de La Carta de Baeza (2012). Nos referimos, en primer lugar, a los elementos tangibles bienes muebles (utensilios, aperos,…) como las prensas, tinajas, atrojes, pisadoras y estrujadoras; elementos vinculados con el transporte (carros y animales de tiro) como galeras y mulas; documentos y objetos bibliográficos que relacionan viñedo y literatura (Don Quijote de La Mancha,…) sin olvidar la literatura de viajes o las obras pictóricas que reflejan el paisaje de la viña con artistas como Gregorio Prieto. Bienes Inmuebles entre los que distinguimos, primero, los singulares, que se identifican con construcciones como bombos, quinterías, chozos, bodegas y alcoholeras, junto con los lineales que se concretan en el propio paisaje del vino (cultivo) en su condición de bien patrimonial; los asentamientos de población, que en este caso presentan una marcada dispersión; y los caminos y vías pecuarias como las cañadas (Soriana y Segoviana), cordeles, veredas y coladas.

Bombo en el viñedo de Tomelloso (Ciudad Real)
Bombo en el viñedo de Tomelloso (Ciudad Real)

El patrimonio agrario intangible incluye aquellos elementos relacionados con la lingüística a través de términos singulares asociados a la cultura del vino como “viñuedo” (arbusto de la vid en estado silvestre); el refranero popular («Las viñas en manos extrañas: grama, broza y telarañas”,…). Las creencias, rituales y actos festivos, como la Romería de la Virgen de las Viñas en Tomelloso o la Fiesta de la Vendimia y de la Poesía de Valdepeñas. Los saberes, oficios y tradiciones entre los que destaca la propia vendimia y sus rituales. La artesanía representada con la forja y la cuchillería, el trabajo del mimbre y el esparto (cestos, esteras, capachos) y el trabajo de la piel (botas de vino). Y finalmente, en relación con la gastronomía en la que el vino tiene la función de acompañamiento, destacan las gachas, migas, pisto manchego, pipirrana, duelos y quebrantos, caldereta o tiznao.

Por último, añadimos un patrimonio natural y genético a partir de unas características físicas del territorio asociadas a llanuras y planicies, una altitud media por encima de los 650 metros, una climatología extremada de veranos muy calurosos e inviernos fríos, una pluviometría escasa que no suele superar los 400 mm anuales, suelos arcillosos, un elevado número de horas de sol al año, y un aporte genético varietal que se concreta en la uva cencibel o tempranillo para los tintos, aunque también encontramos otras (bobal, cabernet sauvignon, garnacha, monastrell,…); y en la uva airén para los blancos, que se completan también con otras (albillo, chardonnay, macabeo, malvar, persevera,…).

Consideramos que el viñedo en Castilla-La Mancha debe ser reconocido como patrimonio y conforma un paisaje cultural como obra conjunta del hombre y de la naturaleza, que expresa una larga e íntima relación entre las personas y su entorno en el sentido que lo define la UNESCO. Un “paisaje evolutivo vivo” que como tal debería estar protegido.

Para mayor información:

Cañizares Ruiz, María del Carmen y Ruíz Pulpón, Ángel Raúl. Evolución del Paisaje del Viñedo en Castilla-La Mancha y revalorización del patrimonio agrario en el contexto de la modernización. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona. Vol. XVIII, núm. 498, 20 de diciembre de 2014 (http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-498.htm).

Cañizares Ruiz, María del Carmen y Ruíz Pulpón, Ángel Raúl. El viñedo en Castilla-La Mancha: el reconocimiento de un paisaje cultural. In PAVÓN, David y Otros (Editores) (2014): Revalorizando el espacio rural: leer el pasado para revalorizar el futuro. Girona: Documenta Universitaria, 2014, p. 305-316.

CAÑIZARES RUIZ, María del Carmen y Ruíz Pulpón, Ángel Raúl. Bases para la declaración como Bien de Interés Cultural del Paisaje del Vino y el Viñedo de la Denominación de Origen Valdepeñas” (Castilla-La Mancha). In RUIZ PULPÓN, Ángel Raúl, SERRANO DE LA CRUZ, Manuel Antonio y PLAZA, Julio José (Editores) Treinta años de PAC en España. Agricultura y multifuncionalidad en el contexto de la nueva ruralidad.Ciudad Real: Grupo de Trabajo de Geografía Rural de la AGE y Óptima ediciones, 2016, 551-566.

* María del Car­men Cañi­za­res Ruíz. Pro­fe­sora Titu­lar de Geo­gra­fía Humana. Depar­ta­mento de Geo­gra­fía y Orde­na­ción del Terri­to­rio. Uni­ver­si­dad de Castilla-La Mancha.

Casa Batlló de Gaudí. ¿El plan director como gestor del patrimonio o trámite administrativo?

Mireia Bosch, Belén Onecha*

La Casa Batlló, Patrimonio de la Humanidad, es uno de los edificios más emblemáticos de Barcelona, no solo por su ubicación excepcional en uno de los ejes más turísticos y comerciales de la ciudad, el Paseo de Gracia, sino también porque debe su autoría al arquitecto de fama mundial Antoni Gaudí.

Su estratégico emplazamiento ha propiciado que con el tiempo haya acogido diferentes usos, que requerían reformas interiores parciales; pero además, durante las últimas décadas del siglo XX, el interés turístico por la casa fue creciendo exponencialmente, lo que originó nuevas intervenciones para adaptarse a uso público. Es en ese momento que surgió el conflicto, entre las exigencias de la visita turística y la necesidad de preservar los valores del edificio que han hecho al monumento digno de protección como Patrimonio de la Humanidad.

El porqué del plan director

La sociedad privada Casa Batlló SLU, propietaria actual del edificio, planteo en el año 2013 la posibilidad de garantizar el acceso universal al monumento, reduciendo al mínimo las barreras arquitectónicas y a la vez ampliar la visita turística. Para poder llevar a cabo dicha tarea encargaron, previo al proyecto, la realización de un Plan Director; con el objetivo de establecer criterios globales de intervención y un orden de prioridades para las actuaciones futuras.

La figura de Plan Director para la Restauración o la Intervención en monumentos obliga a una comprensión global del edificio, basada en un conocimiento profundo del mismo. Así pues, en este caso se localizó y ordenó toda la documentación existente relativa al monumento para garantizar su correcta interpretación histórica y distinguiendo las actuaciones de Gaudí respecto a las intervenciones anteriores y posteriores: se determinó el estado de conservación general y particular del edificio; se establecieron unos criterios de intervención globales y específicos, en función a los valores del edificio y sus elementos; y se definió un plan de restauración y mantenimiento en función al estado de conservación.


Imagen actual de la fachada de Casa Batlló al Passeig de Gràcia

Los criterios generales de intervención derivan del que se considera el valor máximo de la casa después de un estudio pormenorizado: el valor documental de la fase ejecutada por Gaudí. En consecuencia, se propone la conservación máxima de las condiciones del espacio y del ambiente del monumento de dicha fase; Discernibilidad de forma y material de todos aquellos elementos reproducidos en carencia de documentación rigurosa; Integración con lo existente de todo aquello que tenga que ser nuevo, por razones fundamentalmente instrumentales, de manera que no adquiera más protagonismo que los elementos originales.

Dos datos desconocidos de un edificio patrimonio mundial

1. Se suele creer que la sensibilidad por la obra de Gaudí es un fenómeno reciente, pero durante la redacción del Plan Director, se tuvo acceso a documentación que demostraba que en los años 50 del siglo XX, la propietaria de la galería de arte SYRA, ubicada en los bajos de la Casa, ya mostraba un gran respeto:

» … juzgo conveniente indicar que la índole de mi comercio de carácter artístico y mis propias convicciones personales de máximo respeto de una obra del genial Gaudí, me obligaron a ajustarme a un proyecto de valoración artística aún con menoscabo de mis intereses comerciales -no se olvide que se trata de la reforma de unos escaparates- y el que ahora se cursa contiene las máximas concesiones que pueden hacerse en este aspecto.» (Isern, 1954-55).

2-Actualmente todavía existe una vivienda en uso, concretamente el piso 3-1, cuya familia ha aprendido a convivir con los 992.126 turistas que visitan anualmente Casa Batlló. Es la vivienda que perteneció a la familia Marimon-Batlló, y que ocupa un 75 por ciento de la superficie de la planta tercera. Aún se mantiene el uso y conserva varios elementos con la configuración original como la cocina, las salas a las fachadas principal y posterior y los baños, también los revestimientos murales pintados o de madera según el caso y los pavimentos, de madera en las salas principales y mosaico hidráulico en las estancias de servicio y las habitaciones adosadas a las medianeras; incluso los cielos rasos presentan las formas onduladas similares a las que se han reproducido en la planta noble; también se conservan mayoritariamente las carpinterías originales de ventanas y balcones, las instalaciones de electricidad y agua, y las chimeneas, aunque no funcionan.

Conclusión

Con el Plan Director para la Restauración de Casa Batlló, el monumento dispone ya de una herramienta fundamental para mantener indeleble el legado original de Gaudí, sean cuales sean los usos que vaya experimentando el edificio en su evolución

Además, la existencia de una vivienda casi inalterada en el monumento, incrementa su valor documental, como testigo del modo de vida de la burguesía catalana de principios de siglo XX, que unido al valor arquitectónico-artístico del Gaudí original lo convierte en un elemento único.

Para mayor información:

ONECHA, B., BOSCH PRAT, M., DOTOR, A., OLONA, J. Plan Director de Restauración de la Casa Batlló de Gaudí. Un antes y un después, 2016.

Mireia Bosch Prat es Arquitecta Técnica y profesora colaboradora la Escuela Politécnica Superior de Edificación de Barcelona de UPC. mireia.bosch@upc.edu

Belén Onecha es Dr Arquitecto y profesora asociada de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona de la UPC. belen.onecha@upc.edu

Cultura, paisaje y patrimonio: la Sierra de Guadarrama (Segovia)

Luis Carlos Martínez Fernández*

La Sierra de Guadarrama (Segovia) es un territorio construido socialmente. Es el producto de un modelo de explotación secular de los recursos que ofrecía el espacio físico: desde el piedemonte hasta el “alto de la sierra”; toda una sucesión de ambientes “escalonados” que han destacado históricamente por su importante función como elementos plenamente incorporados al sistema de aprovechamiento ganadero y forestal. Es así como los paisajes serranos, compuestos de herencias diversas y superpuestas, otorgan al territorio su auténtica dimensión cultural.

El espacio de estudio se inscribe en la vertiente septentrional –o segoviana- del Guadarrama. Comprende los actuales municipios de Casla, Prádena, Arcones, Matabuena, Gallegos, Aldealengua de Pedraza, Navafría, Torre Val de San Pedro, Santiuste de Pedraza, Collado Hermoso, Sotosalbos, Santo Domingo de Pirón y Basardilla. Términos, todos ellos, que han articulado, de siempre, sus espacios productivos entre los altos macizos serranos y las peanas de piedemonte sobre las que se asientan.

El Guadarrama segoviano.
El Guadarrama segoviano.

El Guadarrama segoviano es una construcción territorial en la que adquiere protagonismo el entramado paisajístico resultante de la combinación de los procesos y prácticas sociales que se han ido sucediendo históricamente. Y sus paisajes son una suerte de imágenes de la cultura tradicional, más ganaderas o más forestales, con más huellas del pasado o más señales de abandono o de transformación.

Sobre el “escalón” basal del conjunto serrano, las entidades de población surgidas en las fases históricas de crecimiento poblacional representarían, según la terminología académica, un típico modelo de poblamiento rural concentrado de carácter plurinuclear. Su localización siempre obedece a un mismo criterio de valoración de los elementos naturales del territorio: la proximidad a los espacios dotados de una mayor humedad.

En torno al poblamiento, los “campos cercados” continúan representando lo más sustancial del paisaje. Extensas áreas de prados cercados se desparraman como una primera aureola externa, a veces muy dilatada y diseminada, de los núcleos de población. Con todo, estos “campos cercados” alternan cada vez más con un entorno pastoril abierto que es la clara expresión del abandono y la degradación de la cultura ganadera en la actualidad. Frente a los “campos cercados”, los abertales son el signo de la expansión creciente de eriales, matorrales y rastrojeras. La seña inequívoca del declive de una actividad secular.

La trama del paisaje: el mosaico de usos del suelo.
La trama del paisaje: el mosaico de usos del suelo.

A partir de los 1.200 metros de altitud en las rampas más elevadas al contacto con las partes bajas de las laderas se entra de lleno en el dominio del robledal. El rebollo es el árbol más característico de las faldas serranas, por las que se extiende, o debiera extenderse, sería más correcto decir, ininterrumpidamente. La fisonomía más habitual para los robledales serranos es la del monte bajo o medio, fruto del resultado del aprovechamiento tradicional de estas “matas” desde la Baja Edad Media para leñas, carbón y pasto.

En la hipotética catena altitudinal, los pinos suceden al roble desde las partes medias de las laderas (sobre el teórico umbral de los 1.600 metros de altitud), en una franja de transición ecológica en la que suelen mezclarse ambas especies dependiendo de las condiciones del medio; y pueden llegar a alcanzar, en ocasiones, hasta las mismas “cimeras” serranas, si bien en pies solitarios con aspectos muy desvitalizados. Pero es el “orden” cultural, es decir, el ordenamiento de la mano del hombre el que en mayor medida ha incidido en la actual distribución del pinar. En menor proporción que sobre los encinares o robledales, pero también sobre los pinares, las talas, quemas, “rozas”, los “rompimientos”, en definitiva, han asistido para la apertura en tiempos de “rasos” y “alijares”, constriñendo, de esta manera, la masa forestal. Sin embargo, aún más frecuentes históricamente, por ser los montes de pinos considerados como un recurso estratégico tradicional, han sido las sistemáticas plantaciones a que diera lugar la explotación de la madera en los enclaves más apetitosos desde tiempo medieval.

Al “escalón” del piedemonte y al más inclinado de las laderas les sucede, finalmente, el del “alto de la sierra”. Una verdadera “encimera” de cumbres aplanadas y de suaves lomas empero que raramente desciende de los 1.800 metros de altitud. Sobre ella, las diferentes majadas en que se organizaban los puertos tradicionalmente constituían las unidades básicas a partir de las cuales proceder ordenadamente a la valoración y el disfrute de la variedad de ambientes pratenses.

El paisaje es la imagen del territorio, el producto de la intervención profunda de la que ha sido objeto la naturaleza serrana como resultado de la utilización social de sus recursos durante siglos. El paisaje del Guadarrama segoviano es, en definitiva, la herencia de una evolución cultural, representando por ello mismo un recurso territorial de primer orden en base a su incipiente patrimonialización.

Para mayor información:

MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Luis Carlos; MOLINA DE LA TORRE, Ignacio. Cultura y paisaje a la “Vera de la Sierra”. La construcción territorial del Guadarrama segoviano. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 73, p. 313-341, 2017. Disponible en <http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2420/2274>. [ISSN: 0212-9426].

*Luis Carlos Martínez Fernández es Profesor Titular de Universidad de Análisis Geográfico Regional en el Departamento de Geografía de la Universidad de Valladolid.

Patrimonio y paisaje en España y Portugal. De lo singular a lo territorial

Mª Isabel Martín Jiménez

La protección y conservación del patrimonio se hace, en un principio, a título individual y en relación con el arte, la naturaleza o la historia; es el monumento o el parque natural “per se”. Al valor singular se añaden pronto otras consideraciones y se van incorporando aspectos culturales hasta llegar al paisaje y al patrimonio territorial. En la actualidad, el patrimonio se asocia con la interacción entre el grupo humano y la naturaleza en un espacio determinado a lo largo del tiempo; es pues un “palimpsesto” que conserva las huellas de generaciones anteriores y sobre él ponemos nuevas letras que lo convierten en un recurso para el desarrollo territorial.

El patrimonio en las recomendaciones internacionales

De manera muy sintética podemos decir que se pasa del monumento al monumento histórico, del monumento histórico al conjunto histórico, y de ahí al patrimonio cultural y natural que desemboca en el paisaje cultural. Los textos emanados desde las instancias internacionales nos marcan este paso. La Carta de Atenas de 1931, de conservación de monumentos de Arte e Historia, centra sus esfuerzos en salvaguardar las obras maestras en las cuales la civilización ha encontrado su más alta expresión. La Carta de Venecia de 1964 considera al monumento asociado al ambiente urbano o paisajístico en el que se inserta e incorpora el significado cultural.

EL PATRIMONIO ES UN PALIMPSESTO SOBRE EL QUE PONEMOS NUEVAS LETRAS

En la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, auspiciada en 1972 por la UNESCO y celebrada en París, se establecen los principios del Patrimonio Mundial de la Humanidad en función tanto de los valores culturales como de los naturales, se acotan las categorías de monumentos, conjuntos y lugares y se da paso a la Lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad. En 1992, el Comité de la Convención del Patrimonio Mundial añade al listado los paisajes culturales como “obras combinadas de la naturaleza y el hombre”

El Generalife, incluido como Bien cultural en la categoría de Monumento, junto con la Alhambra en la lista del Patrimonio Mundial en 1984 (Granada, España).
El Generalife, incluido como Bien cultural en la categoría de Monumento, junto con la Alhambra en la lista del Patrimonio Mundial en 1984 (Granada, España).
Viñedos cultivados en bancales en el Alto Douro Vinhateiro, considerados Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad en 2001 (Portugal).

El patrimonio de España y de Portugal catalogado Patrimonio Mundial recoge en parte la evolución señalada. Primero se incorporaron monumentos culturales, como la Alhambra y el Generalife de Granada en 1984 o el Mosteiro da Batalha en 1983, y naturales: el Parque Nacional de Garajonay; después conjuntos como la Ciudad Vieja de Salamanca o el Centro Histórico de Guimarães y, con posterioridad en 2001, paisajes culturales como el de Aranjuez o el del Alto Douro Vinhateiro.

Las normativas nacionales de conservación del patrimonio

El devenir de las normas nacionales que protegen el patrimonio construido y el natural en España y en Portugal han ido de la mano, tanto en la secuencia como en la incorporación de las recomendaciones surgidas en el ámbito internacional. Primero se preocupan por el legado histórico y artístico de los pueblos que habitaron la Península Ibérica desde la prehistoria, y lo consideraron una riqueza; después se fueron sumando a las propuestas de la UNESCO, aunque en ambos países la legislación atiende de manera independiente los bienes culturales y los naturales.

DEL MONUMENTO ARTÍSTICO AL CONJUNTO HISTÓRICO

Y DE AHÍ AL PAISAJE CULTURAL

La preocupación por la salvaguarda de los bienes patrimoniales hunde sus raíces en el siglo XVIII y se vincula con las Reales Academias de la Historia, y en el caso de España también con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que instan a conservar y proteger los edificios histórico-artísticos. En este primer avance primaba el carácter monumental de la obra de arte y los aspectos históricos; con posterioridad se sucederán distintas declaraciones que incorporan, además, el “interés público” o el “valor para el municipio” entre los requisitos para que un bien sea catalogado como monumento, al tiempo que se señala la necesidad de proteger su entorno y, ya en la segunda mitad del siglo XX, se avanza en los aspectos culturales y en el paisaje. Los espacios naturales siguen un camino similar: primero se declaran espacios singulares como Parque Nacional, después se atiende a su valor y su representatividad.

Fruto de la evolución del concepto de patrimonio y de su concreción legislativa en los dos países ibéricos se ha protegido mayoritariamente monumentos, casi tres cuartas partes de los bienes clasificados, mientras que los conjuntos apenas representan el 10 por ciento. El patrimonio natural se asocia directamente con los Parques y la superficie reservada a los Paisajes Protegidos oscila entre el 2 por ciento en Portugal y el 3 por ciento en España del total catalogado.

Patrimonio, paisaje y ordenación del territorio, a modo de conclusión

La trayectoria de la protección y conservación de los bienes, tanto culturales como naturales, ha recorrido el camino que lleva desde la consideración singular a la relación con el tiempo y con el lugar en el que se asientan y a la valoración del paisaje; y al valor intrínseco se ha sumado el valor de uso, sobre todo para el turismo, que convierte al patrimonio en un recurso para el desarrollo de los territorios.

La sensibilidad por el patrimonio territorial, por su ordenación y gestión, aparece en las recomendaciones internacionales y en las políticas nacionales. El Convenio Europeo del Paisaje, firmado en Florencia en 2000 introduce la dimensión social del paisaje, considerado como un elemento de bienestar, y se avanza en la necesidad de una gestión y ordenación responsable más allá de la mera conservación. Las normas estatales y regionales siguen esa senda y consideran el patrimonio un objetivo prioritario para la ordenación del territorio. Se abre así una nueva puerta para el patrimonio territorial.

Para mayor información:

MARTÍN JIMÉNEZ, Mª Isabel. Patrimonio y paisaje en España y Portugal. Del valor singular a la integración territorial. En Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 2016, nº 71, p. 347-374. ISSN 0212–9426. Disponible en <http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2286/2181>

Mª Isabel Martín Jiménez es profesora del Departamento de Geografia de la Universidad de Salamanca (España). imaji@usal.es

El patrimonio y la arqueología industrial en Cataluña

Horacio Capel

Los estudios de patrimonio y de arqueología industrial muestran la capacidad de innovación que ha existido, y la importancia de la memoria histórica para preparar el futuro. Así sucede en Cataluña, donde acaban de celebrarse las X Jornadas de Arqueología Industrial, dedicadas este año a “El patrimoni de la indùstria alimentaria. Passat, present i futur”. En ellas se han presentado una cincuentena de comunicaciones sobre el tema monográfico concreto, así como sobre otras cuestiones.

Estas Jornadas se vienen celebrando desde 1988, organizadas por la Associació del Museu de la Ciència i de la Tècnica i d’Arqueologia Industrial de Catalunya (www.amctaic.org), que despliega una amplia actividad identificando e inventariando los elementos del patrimonio industrial de Cataluña, poniéndolos en valor a través de guías y materiales didácticos, organizando museos de la ciencia y la técnica en diferentes localidades, concediendo los premios Bonaplata de restauración, estudio y difusión; y editando estudios concretos en forma de libros, además de un Bulletí d’Arqueologia Industrial i de Museus de Cència i Tècnica, <http://www.amctaic.org/clients/amctaic/uploads/files/Butlleti78.pdf>.

Las X Jornadas se han celebrado del 1 al 3 de diciembre de 2016 en la ciudad de Vic, razón por la que se han dedicado especialmente a la industria alimentaria, debido a la fuerte especialización que tiene la comarca de Osona en industrias y empresas de distribución dedicadas a la explotación agraria y ganadería, especialmente porcino y bovino. Su objetivo era “aportar y acoger nuevas visiones y estudios originales en cualquiera de los campos relacionados con la elaboración, transformación, preparación, distribución, impacto público, difusión, publicidad … de los productos alimentarios para el consumo humano”. Ha tratado de recordar “el pasado y la reacción de la sociedad para ir avanzando, realizando y aceptando grandes cambios”, con la intención explícita de “recordar el pasado para ir hacia un futuro mejor”.

Se ha tratado de unas jornadas interdisciplinarias, a la que han asistido arquitectos, arqueólogos, historiadores de la ciencia, historiadores locales, geógrafos y otros especialistas, un cierto número vinculados a museos e instituciones locales.

Hubo también exposición de pósters y dos exposiciones; una sobre “Dos siglos de universidad y empresa del mundo agroalimentario en España”; y otra sobre las instalaciones industriales de la ciudad uruguaya de Fray Bentos, donde se localiza un importante conjunto técnico para la elaboración de concentrados de carne preparada, que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad en 2015 por las instalaciones industriales de mataderos, preparación del producto, refrigeración y congelación.

Durante el desarrollo del congreso, en las comunicaciones presentadas a las sesiones dedicadas a la industria alimentaria se puso de manifiesto la importante innovación que se realizó en estos sectores en Cataluña desde el siglo XVIII. Hubo trabajos sobre la industria de aceite, de vino, los frutos secos, harina, fideos, o embutidos, y los procedimientos para su almacenamiento; sobre los cambios en la cocina tradicional durante el siglo XIX, y la incorporación de aparatos y utensilios a ella, entre los cuales el empleo del gas a comienzos del siglo XX; así como sobre las transformaciones en el cultivo de los productos agroalimentarios, las industrias azucarera, de pastas de sopa y de galletas, la evolución de la confitura, la longaniza, el patrimonio material del abastecimiento alimentario de Barcelona, los orígenes de la industria de vinos espumosos en Cataluña, la especialización ganadera y el origen de la industria agroalimentaria, y sobre la creación y evolución de los mataderos públicos.

En las sesiones dedicadas a temas varios, se trató de las industrias cerámicas, la distribución del agua, los aparatos telefónicos, el paisaje industrial, las redes de turismo industrial, la existencia de prácticas de micro-mecenazgo para la instalación de procesos de electrificación municipal, las colonias agrícolas, el patrimonio de los sectores de regadío, o los pasos de barcas del río Ebro. También se dedicó atención a la gestión cultural de las empresas industriales agroalimentarias, o a la musealización de instalaciones industriales ya sin uso.

En las comunicaciones se vio bien la importante innovación que se produjo a lo largo de la historia en las industrias alimentarias. De ello trató, específicamente, la conferencia plenaria del medievalista Antoni Riera, sobre la evolución de la conservación y comercialización de alimento desde mediados del siglo XII al XV, donde mostró la existencia de sistemas de conservación desde el Neolítico, como el secado al sol y la salazón, y los cambios que se produjeron durante los siglos siguientes, tanto en los ámbitos populares como en los de círculos más cultivados.

Fueron, sobre todo, de gran importancia los cambios que ocurrieron en las edades Moderna y Contemporánea. A los que se produjeron durante los siglos XIX y XX se refirió en su conferencia el historiador de la economía Francesc Roca Rosell, que trató de la revolución agroalimentaria catalana entre 1878 y 1937, describiendo y glosando gran número de obras innovadoras publicadas en ese periodo.

Las Jornadas han permitido comprobar la gran importancia que tiene el patrimonio y la arqueología industrial no solo para conocer el pasado sino también para preparar el futuro.

Para mayor información: El patrimoni de l’industria alimentaria. Passat, present i futur. X Jornades d’Arqueologia Industrial de Catalunya. Vic 1-3 desembre 2016. Associació del Museu de la Ciència i de la Tècnica i d’Arqueologia Industrial de Catalunya, 2016 (archivo en USB; en publicación).

Horacio Capel es Profesor Emérito de la Universidad de Barcelona.

Los elementos patrimoniales industriales y la estrategia de desarrollo económico y urbano en el Poblenou-22@barcelona (2000-2013)

Esteve Dot*

A finales del siglo XX el espacio productivo de origen industrial de las ciudades se reestructura. Las administraciones locales tienen entre sus retos fundamentales encontrar soluciones para la dinamización económica de las áreas urbanas. En las estrategias políticas de desarrollo territorial y atracción económica el patrimonio industrial se convierte en un elemento básico. Es así como en ciudades europeas y norteamericanas se han recuperado edificios industriales convirtiéndolos en nuevas sedes para empresas, viviendas, equipamientos y centros culturales.

Pero, ¿qué puede aportar la incorporación de recursos patrimoniales al tejido urbano?

Muchos autores en la literatura ad hoc apuntan tres valores del recurso patrimonial en la trama urbana. Por un lado permite la visibilización de la memoria histórica del lugar, siendo además un rasgo de identidad colectiva. Por otro lado, incrementa la calidad de vida del entorno por el aporte de la cultura patrimonial al tejido urbano. Por último, el patrimonio industrial como recurso produce un efecto acumulativo sobre el paisaje urbano que actúa como atractivo de nuevas empresas, vivienda y actividades turísticas.

Por obvio que pueda parecer, para conseguir que haya una refuncionalidad del patrimonio industrial es necesario una regulación a través de la ordenación, la planificación y la gestión; y la implicación de los agentes políticos, sociales y económicos.

Elcaso de estudio del Poblenou-22@Barcelona es precisamente un excelente laboratorio para observar la actuación de los agentes urbanos que participan en la configuración del espacio económico de la ciudad del siglo XXI. Esta área transformada urbanísticamente des del año 2000 a partir del proyecto 22@Barcelona (llamado también 22@), está delimitada por las arterias de Wellington, Meridiana, Gran Via y Rambla Prim. El proyecto 22@ se forjó para recuperar la vocación productiva de Poblenou, a partir de la creación de una plataforma de innovación económica, dónde el eje cultural se complementa con el científico, tecnológico, y residencial; funciones que en algunas ocasiones se ubican en edificios catalogados como patrimonio industrial.

En el periodo 2000-2013, la participación de varios agentes en la formación de la cultura patrimonial de conservación industrial en el Poblenou-22@Barcelona se caracteriza por el entrelazamiento de diferentes objetivos, recursos y acciones. Por parte de las instituciones locales destaca el papel central y de liderazgo del Ayuntamiento de Barcelona. La regulación a partir del planeamiento (con distintas figuras urbanísticas) es lo que permite impulsar la transformación urbanística, incluyendo los elementos patrimoniales y su promoción. Por parte del sector cívico-social hay un empeño en la reivindicación de la preservación de los elementos históricos por su valor urbano. Esto es lo que precisamente fuerza la modificación en las políticas públicas iniciales relacionadas con la protección patrimonio industrial. Por último, el sector privado que con su inversión hace posible la reutilización en viviendas o empresas.

El trabajo de campo realizado permite señalar que el patrimonio industrial resultante del Poblenou-22@Barcelona forma parte de los referentes del nuevo paisaje económico y urbano de la ciudad. Metodológicamente, a través de la exploración de las guías turísticas digitales se observa qué patrimonio industrial ha llegado a formar parte de la oferta cultural para los visitantes. Con la realización de encuestas a directores de hoteles (2012) se crea un perfil de los visitantes, los lugares qué visitan y la opinión que tienen de lo que visitan. A partir de la Guía para Visitar y Descubrir el Distrito 22@Barcelona (Ajuntament de Barcelona, 2010) se identifica qué patrimonio se mercantiliza, transformado en los nuevos símbolos de la ciudad.

Así se obtiene que los visitantes turistas valoran positivamente la oferta arquitectónica y los atractivos históricos y estéticos que ofrece el Poblenou-22@Barcelona. Aunque estos atractivos no están correctamente visualizados en las guías turísticas o en la información que dan los hoteles como puntos de interés a visitar. Si estas deficiencias se subsanasen, la creciente proporción de visitantes turistas que está experimentando el Poblenou, se podría ver motivado por los atractivos del patrimonio industrial; y la Guía para Visitar y Descubrir el Distrito 22@ Barcelona (2010) podría actuar como agente-puente, y ser una herramienta para el punto de información de los hoteles.

Fábrica de Can Saladrigas. Desde el año 2009 alberga la biblioteca Manuel Arranz
Fábrica de Can Saladrigas. Desde el año 2009 alberga la biblioteca Manuel Arranz

Para mayor información:

DOT, Esteve y PALLARÈS-BARBERÀ, Montserrat.Patrimonio industrial, revitalización económica y compacidad urbana en el Poblenou-22@Barcelona ¿Un nuevo modelo Barcelona? Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, (69): 9-35, 2015.

Disponible en <http://boletin.age-geografia.es/articulos/69/01%20BAGE69.pdf> ISSN: 0212-9426

*Esteve Dot es pro­fe­sor de Geo­gra­fía en la Uni­ver­si­tat Autònoma de Barcelona.

LA FOTOGRAFIA Y LAS OBRAS ARTISTICAS DESTRUIDAS

EL EJEMPLO DEL CUADRO La multiplicación de los panes y los peces del pintor Dionís Baixeras (1862-1943)

ESTHER ALSINA GALOFRÉ*

Fotografía del cuadro La multiplicación de los panes y los peces que Dionís Baixeras realizó en 1923. Arxiu Fotogràfic de Barcelona
Fotografía del cuadro La multiplicación de los panes y los peces que Dionís Baixeras realizó en 1923. Arxiu Fotogràfic de Barcelona
Dionís Baixeras
El milagro de la multiplicacion de los panes y los peces, 1939
Óleo s/tela, 131 x 253 cm. Colección particular.
Dionís Baixeras
El milagro de la multiplicacion de los panes y los peces, 1939
Óleo s/tela, 131 x 253 cm. Colección particular.


En este artículo vamos a tratar de mostrar como un cuadro nunca se agota con la escena que representa, sino que muchas veces va mas allá, escondiendo una historia prodigiosa. Sin duda, un instrumento de primer orden para detectar este tipo de historias es la fotografía, la cual permite descubrir y narrar fenómenos muy curiosos. En el Arxiu Fotogràfic de Barcelona se conserva una destacada colección de fotografías de obras de arte del siglo XX que fueron retratadas por el fotógrafo barcelonés Francesc Serra (1877-1967). Algunas de estas pinturas se extraviaron o fueron destruidas, lo que hace de dicha colección fotográfica una fuente irrepetible para documentar nuestra historia del arte. He aquí donde da comienzo nuestro relato. El fondo Serra cobija un notable conjunto de fotografías de dibujos y cuadros del pintor Dionís Baixeras procedente de las muchas exposiciones que el artista catalán celebró a lo largo de su vida. Entre esas fotografías hallamos la de un cuadro de tema religioso dedicado a un episodio de la vida pública de Cristo: el milagro de la multiplicación de los panes y los peces (Mt 14: 13-21; Mc 6: 30-44; Lc 9: 10-17; Jn 6: 1-15). Junto a la imagen del cuadro encontramos también las fotografías de dos bocetos, realizados a carboncillo y fechados los días 19 de mayo y 1 de junio, ambos de 1923. El cuadro al óleo, que aparece en una fotografía en blanco y negro, nos muestra una composición horizontal repleta de personajes a orillas del lago Tiberíades, atentos a las palabras de Jesús, sentado en una roca tras haber obrado el milagro.

Gracias a la fotografía comprobamos que el cuadro está firmado con la rúbrica « D. BAIXERAS V. » en el ángulo inferior izquierdo. Sabemos así que fue ejecutado poco después de la realización de los bocetos. Cuál fue nuestra sorpresa cuando en diciembre de 2010 descubrimos un cuadro al óleo idéntico en su composición al de la imagen del archivo fotográfico, a punto de ser subastado en una conocida casa de Barcelona. Este nuevo lienzo es de grandes dimensiones (131 x 253 cm.), trazado con pincelada larga y resuelta, de colores claros y bañado en una luz casi harinosa. Lo rodea además un opulento marco tallado a mano en madera de caoba y con incrustaciones doradas. Sin duda, la obra de un diestro ebanista.

Felices por tal hallazgo, nos hicimos con una copia de la fotografía del fondo Serra y la cotejamos con el cuadro que esperaba ser subastado. Entonces se planteo una incógnita aún mayor al comprobar que la firma de ambos cuadros estaba ubicada en lugares distintos. La firma del cuadro en venta se encontraba en el ángulo inferior derecho y corresponde a la de Dionís Baixeras. Mientras que en la fotografía de archivo observamos que la misma firma aparecía, sin embargo, en el ángulo inferior izquierdo. Sin caer en el clásico juego de las siete diferencias, nos tomamos en serio la comparativa, llegando a la conclusión de que se trataba de dos cuadros distintos. En la pieza que obraba en poder de la casa de subastas, el pintor había desplazado la línea del horizonte para ampliar el cielo y había perfilado unas nubes lechosas en lo alto. Esos nimbos no aparecen en el cuadro fotografiado por Francesc Serra. Al mismo tiempo, Baixeras había modificado el emplazamiento y la postura de algunos personajes, aunque mantuvo los mismos ejes principales que había empleado para el cuadro de 1923.

A la vista de estos resultados, cabe preguntarse por qué hay dos cuadros casi idénticos. ¿Dónde está el lienzo que Dionís Baixeras pintó en la década de los años ’20? Necesitábamos tener más información sobre esta gran pieza. Es por ello que indagamos en diversos archivos de Barcelona. Localizamos una carta que el pintor había escrito a su amigo Joaquim Renart (1879-1961), dibujante, decorador y coleccionista también nacido en Barcelona. El 8 de agosto de 1939, Dionís Baixeras le escribió una carta desde el pequeño municipio de Taradell, en la comarca catalana de Osona, donde probablemente se había instalado para veranear y captar la hermosura natural del paraje. La carta nos indica que Baixeras era uno de los artistas invitados a participar en la exposición organizada en Taradell con motivo de la fiesta mayor de la villa, prevista para finales de aquel agosto. Ahora bien, a pesar de que el pintor se hallaba en un paisaje geórgico muy adecuado para sus cuadros, se lamentaba de no poder dedicarse plenamente a dibujar dicho entorno: « Teniendo actualmente yo todo el tiempo ocupado en la ejecución de un cuadro grande que tengo encargado, repetición de otro que quemaron los rojos á una familia de Vich, no puedo ejecutar ahora expresamente ninguno de los innumerables temas de esta bellísima comarca para figurar en dicha exposición ».

Estas líneas esclarecen el destino infausto de aquel encargo. Había sido destruido por las milicias del bando republicano durante la Guerra Civil española (1936-1939). No parece aventurado suponer que la pieza a la que se refiere Baixeras en su carta debía ser un cuadro de temática religiosa, víctima, como tantas otras pinturas y esculturas, de los numerosos actos vandálicos anticlericales acaecidos durante el conflicto bélico. Pero, ¿se refería Baixeras realmente a La multiplicación milagrosa de los panes y los peces? Por ello, buscamos esclarecer la identidad de este lienzo. Por fortuna, las memorias autobiográficas, todavía inéditas, que Dionís Baixeras escribió en 1942 pudieron despejar el último resquicio de dudas. La página 124 del manuscrito desvela que realizó « Toda clase de modelos para el cuadro de grandes dimensiones “La multiplicación de los panes y los peces” ejecutando entre peñas y robles, en un bosque de las cercanías, encargo de la familia Arumí de Vich. Cuadro que quemaron también los rojos, pero que repetí después en Taradell, por nuevo encargo directo de dichos señores »

En definitiva, gracias a la fotografía localizada en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona y al lienzo encontrado en el circuito del mercado artístico barcelonés, hemos podido certificar la existencia de dos cuadros distintos: uno de los cuales pereció durante la guerra. También sabemos que el cuadro original debió impresionar a sus propietarios lo suficiente como para encargar a Baixeras una réplica que llevó a cabo dieciséis años después de la primera versión. Bien es verdad que el nuevo cuadro adolecía de una factura más ruda, tal vez apresurada o por obra de una mano más cansada, pero siempre embebida en la atmósfera mística de la que participaba el propio autor. No podemos apreciar los colores de la primera Multiplicación, tampoco sus contrastes y la vibración de la pincelada… Sin embargo, en nada se presagian los estragos bélicos del pasado al contemplar en la nueva versión la placidez de los cielos sobre el Mar de Galilea, de los rayos dorados sobre las vestiduras blancas de los discípulos y la nítida certidumbre que se desprende del cuerpo del Mesías. Por último, la gran similitud que existe entre las dos versiones de esta escena pone de manifiesto la importancia que tuvieron los numerosos apuntes, bocetos y estudios para el artista, un material a veces denostado sin el cual no hubiéramos podido desvelar, aunque de forma breve, la verdad de esta fascinante historia

Para mayor información: ALSINA, Esther. La pintura mural de Dionís Baixeras (1862-1943), GOYA. Revista de Arte, Julio-septiembre de 2014, nº 348, p. 242-253.

*Esther Alsina Galofré es Investigadora y Profesora en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona.