EL NUDO GORDIANO DE LA REGENERACIÓN URBANA

Fernando Gaja i Díaz*

No hay tema más manido, ni tópico más repetido, que afirmar que la salida a la crisis del sector de la edificación se encuentra en la rehabilitación, opción a la que desde la aprobación en 2013 de la ley que la pretende impulsar se ha añadido las de la Regeneración y la Renovación Urbana (Ley 8/2013, de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas). ¿Por qué si todos los expertos, reales o intitulados, están de acuerdo en presentar esta estrategia como el bálsamo de fierabrás para la recuperación de la actividad en el sector de la construcción, no acaba de arrancar? En mi opinión, porque no se ha resuelto lo que constituye un auténtico nudo gordiano que la atenaza: la financiación.

El consenso acerca de las virtudes y milagrosos efectos de las actuaciones de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas es algo insólito. Con independencia de su posicionamiento político e ideológico todos los agentes sociales, empresariales, sindicales, académicos,… están de acuerdo en reclamarla. Parecía que la norma aprobada por el parlamento estatal, invadiendo por cierto una competencia exclusiva de las comunidades autónomas, iba, por fin, a permitir el desarrollo de un subsector que goza de una muy escasa implantación, en un campo dominado por las obras de Nueva Planta. Saludado como el momento de la verdad, iba definitivamente a permitir el lanzamiento de una actividad, que invariablemente es presentada como generadora de empleo, de bajo impacto ecológico y paisajístico, contribuidora neta a la mejora del medio urbano,… Pero, no ha sido así, y cabe preguntarse, ¿dónde está el problema para que todas las expectativas no se estén cumpliendo? El principal desafío, el nudo gordiano que la Ley de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas no ha sabido cortar1, el que ata e impide el desarrollo de estas operaciones, es la cuestión no resuelta de su financiación, ¿quién va a pagar la regeneración de los barrios que más lo necesitan?

La Ley de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas se inscribe plenamente en una línea de pensamiento y acción, en una ideología urbanística, que podemos describir y etiquetar bajo la denominación de Urbanismo Concesional. En esencia consiste en la privatización de la actividad urbanística mediante el otorgamiento de concesiones, un modelo que se ha consolidado en este Estado tras la aprobación y el empleo masivo de la figura del agente urbanizador, instituido por la LRAU valenciana (Ley 6/1994 de Reguladora de la Actividad Urbanística, de la Generalitat Valenciana,), y que ahora la nueva Ley de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas la amplía a las operaciones de transformación de la ciudad consolidada, mediante la creación de una figura paralela al agente urbanizador que he dado en llamar el agente R3.

Pero si los resultados de la aplicación de la concesión para la producción de suelo urbanizable, por medio del agente urbanizador, pueden considerarse desde el punto puramente cuantitativo como un éxito sin precedentes, sin entrar en la crítica y valoración de la larga estela de casos de corrupción, de abusos de todo tipo sobre los propietarios fundiarios, de los impactos negativos ambientales, paisajísticos, financieros, administrativos, sociales,… en el caso que nos ocupa, las perspectivas de actuación del agente R3 son mucho más sombrías. Una afirmación que trataré de argumentar sucintamente.

Las competencias y capacidades atribuidas al agente urbanizador suponen un cambio de hegemonía en la acción urbanística, traspasada desde los propietarios del suelo a los promotores (asociados o vinculados con el capital financiero). Las plusvalías, que antes se apropiaban los dueños de los terrenos rústicos en su proceso de transformación urbana (los especuladores clásicos, quienes accedían a una riqueza que era escasamente el resultado de su actividad), pasaron, merced a estos cambios en las reglas del juego, a manos de los promotores, estrechamente ligados a bancos y cajas. En suma, este instrumento permitió e impulsó un cambio de agente hegemónico, de modo que la apropiación de las plusvalías urbanísticas se transfirió de los propietarios fundiarios a la alianza capital-promotores, aunque el adquirente de vivienda siguió pagando el peaje de la especulación, sin que su precio final se redujera.

Ilustración 1. Cartel anunciador de la operación de Regeneración Urbana del barrio de Russafa (València)
Ilustración 1. Cartel anunciador de la operación de Regeneración Urbana del barrio de Russafa (València)

Fuente: http://www.actuacionesrussafa.com/descargas/archivos/diptico%20Jornada.pdf

En el caso que nos ocupa, en las actuaciones de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas, la situación es bien distinta. No hay generación de plusvalías urbanísticas por efecto de la reclasificación de los terrenos, no hay incremento de valor de suelos rústicos transmutados en urbanos, de modo que el agente R3 sólo podrá obtener su plusvalías, su beneficio, sin la que no tiene sentido su intervención, extrayéndola de los propietarios-vecinos residentes en la zona de intervención, en el coto que se le haya concedido. Y aquí radica la dificultad insalvable.

Si tenemos en cuenta la estructura de la propiedad de la vivienda, y la ponemos en relación con la necesidad de operaciones de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas, llegaremos a una conclusión obvia: los barrios más necesitados, los peor dotados, los que cuentan con un parque edilicio más deteriorado, en definitiva aquellos donde este tipo de operaciones son más necesarias, son los que tienen una población más insolvente, a la que se va a obligar manu militari (así lo establece la Ley 8/2013 ampliando las obligaciones derivadas del deber de conservación) a pagar unas abultadas cuotas en concepto de transformación, sean de regeneración, rehabilitación o renovación. Y si no lo hacen en metálico, la veda esta abierta para que lo hagan en especie, con su vivienda. Un polvorín social y un agente R3 al que se le ha concedido la posibilidad de detonarlo.

Corolario. Como norma general es poco probable que la alianza promotores-financieros, los agentes R3, vayan a entrar en operaciones de alto riesgo y conflictividad social, y con escasas perspectivas de negocio, de modo que este tipo de actuaciones quedarán en la práctica limitadas a los barrios de mayor poder adquisitivo, donde la población sí puede abordar operaciones de mejora, o a los ámbitos con expectativas de elitización (gentrification), en actuaciones que adicionalmente serán subvencionadas por una Administracion deseosa de impulsarlas. Una Administracion que acabará, por tanto haciendo lo que ha hecho tradicionalmente: subvencionar y desgravar a quienes menos lo necesitan, abandonando a su suerte a los ciudadanos que no pueden hacer frente a unos pagos previsiblemente altos, en un contexto, no lo olvidemos, de gravísima crisis social y económica, con altísimos niveles de desempleo, precariedad y descenso del poder adquisitivo. Unas operaciones, que declaraciones retóricas al margen, no harán sino aumentar las desigualdades urbanas.

Para mayor información:

GAJA i DÍAZ, Fernando. La regeneración urbana en la encrucijada. Arquitectura, Ciudad y Entorno. Vol. 9, núm. 27, p. 11-26, 19 de febrero de 2015.  http://hdl.handle.net/2099/16070

1 En el número de 27 de la revista ACE publiqué en 2015 n el artículo (“La regeneración urbana en la encrucijada”), señalaba la gran falla de esta iniciativa

Os médicos na transformação do espaço das cidades

Nirvana Lígia Albino Rafael de Sá*

nirvanadesa@gmail.com

O final do século XIX e início do século XX foi um período marcado pelo discurso da necessidade de higienizar as cidades. A partir disso foi definida uma série de determinações para a construção de equipamentos urbanos que favorecessem a salubridade. Os hábitos higiênicos passam a ser divulgados enquanto norma para uma população sem acesso ao conhecimento médico e científico e, com isto, surge uma nova forma de pensar e gerir as cidades, fundada a partir desse princípio. Este novo olhar que se lança sobre os espaços é parte do Movimento Higienista, que, aliado ao conhecimento médico da época, buscava adequar as cidades a fim de evitar a ocorrência de epidemias.

Estas epidemias tiveram um acréscimo considerável em função do adensamento populacional, consequência da Revolução Industrial ocorrida em alguns países e da então ausência de conhecimento sobre o surgimento, contágio e transmissão das doenças, bem como dos métodos de combatê-las. A constatação das dificuldades higiênicas nos novos aglomerados resulta em várias intervenções no espaço urbano por parte dos médicos, como a determinação para a instalação de abastecimento de água e limpeza de fontes de água; construção de cemitérios; e de hospitais de isolamento para os enfermos; pintura de casas; instalação de janelas e portas que favorecessem a circulação do ar, entre outras. Estes profissionais médicos tomam para si, com respaldo do Estado, a responsabilidade por ordenar e manter saudáveis as cidades, bem como difundir as ideias higienistas para a população.

O saber médico administraria o espaço urbano com base na Teoria dos Miasmas, a qual defendia que as doenças eram transmitidas pelos ares de uma atmosfera contaminada. Isso ocasionaria o fortalecimento de um preconceito social que justificava as intervenções autoritárias e o afastamento da população considerada “perigosa” para os lugares habitados pela “boa gente”. Por não possuírem ainda, os meios técnicos suficientes à descoberta dos micróbios, das bactérias e dos vírus, como os microscópios, por exemplo, as autoridades médicas não apenas acreditavam, como também difundiam a ideia de que as doenças eram transmitidas através de um ambiente onde o ar estaria contaminado pelos odores da sujeira das ruas e dos corpos, tanto dos vivos como dos mortos.

Os conhecimentos técnicos da engenharia e da medicina estavam, portanto, muito relacionados ao planejamento urbano entre os finais do século XIX e início do século XX. A higiene nas cidades passa a ser entendida como uma filosofia social que propõe combinar as necessidades fisiológicas e culturais com o meio ambiente, a fim de controlar as enfermidades coletivas através do ar puro, da água potável, de uma habitação apropriada, do verde e do sol.

Com isso, os médicos exercem um controle social, principalmente sob a classe de menor poder aquisitivo como os operários, mendigos, prostitutas, doentes e loucos. Toda esta parcela da população era entendida enquanto ‘classe perigosa’, ou seja, eram perigosos por provocar espanto aos olhos da elite da cidade, por apresentar sua pobreza nas ruas e por serem considerados meio de contágio de doenças.

Intervenção na cidade: Arrasamento do Morro do Castelo no Rio de Janeiro em 1922. Esta intervenção se deu pela crença de que seria necessária uma maior circulação do ar para evitar a ocorrência de epidemias. Imagem disponível em: https://arquitetandoblog.wordpress.com/2007/06/23/reformas-urbanas-rio-de-janeiro-seculo-xx/
Intervenção na cidade: Arrasamento do Morro do Castelo no Rio de Janeiro em 1922. Esta intervenção se deu pela crença de que seria necessária uma maior circulação do ar para evitar a ocorrência de epidemias. Imagem disponível em: https://arquitetandoblog.wordpress.com/2007/06/23/reformas-urbanas-rio-de-janeiro-seculo-xx/

A divulgação da higiene enquanto único meio eficaz para a diminuição da ocorrência de epidemias nas cidades gerou um controle sobre os espaços e sobre os corpos. Esse alcance se fazia a partir da vigilância, da punição, e até mesmo do policiamento, a fim de que uma prática higiênica fosse posta nas cidades, não só nos espaços físicos, como ainda nos hábitos da população.

A análise temporal nos leva a considerar o Movimento Higienista, juntamente com a ideia de progresso a Modernidade como responsáveis ou justificativas para alterações físicas nas cidades, alterações na forma de habitar e mesmo de pertencer à este espaço.

Para maior infor­ma­ção:

SÁ, Nirvana L. A. R. de. O Movimento Higienista e alterações do espaço urbano na Cidade da Parahyba (1854-1912). Revista Mercator. Vol. 11. N. 25. Maio/Agosto de 2012.

Disponível em http://www.mercator.ufc.br/index.php/mercator/article/view/685/420

*Nirvana é Doutoranda do IPPUR da Universidade Federal do Rio de Janeiro. Atualmente em intercâmbio com Bolsa Capes (Brasil) na Universidade de Barcelona.

Ciudad y territorio en Mallorca: la integración definitiva

La evolución del turismo, juntamente con las transformaciones tecnológicas, sociales y económicas, ha supuesto para la isla de Mallorca la supresión de las interpretaciones duales tradicionales del sistema urbano mallorquín entre la ciudad y el resto de la isla. Inmersos en la era de la globalización, no tiene sentido seguir apostando por una concepción diferenciada entre las distintas partes, sin entender un territorio de solamente 3.640 km2 como una unidad integrada e interdependiente.

Una de las principales características de la revolución turística iniciada en Mallorca durante la década de los años 1960 ha sido la consolidación definitiva del concepto de macrocefalia, es decir, de la concentración en la capital mallorquina de un elevado porcentaje de población que en los años 1980 llegó a albergar más de la mitad del total de los habitantes censados en la isla.

Al parecer esta tendencia de excesiva concentración de población, o lo que es lo mismo, de condición de macrocéfala que parecía aumentar sin límites, se está modificando en la actualidad hasta el punto que lleva más de 30 años perdiendo peso relativo frente al resto de la isla, lo que en Mallorca se denomina sa part forana (“la parte exterior”).

En primer lugar, es importante tener en cuenta que tanto la consolidación de la condición macrocéfala, como la inversión de esta tendencia de concentración de población ha ido acompañada, como sucede en todas las ciudades, de diferentes etapas de crecimiento urbanístico que justifican y explican el proceso. Tanto es así, que la expansión y dispersión de la urbanización difusa ha llevado consigo la pérdida del límite físico de la ciudad. Por lo cual, el límite, la línea que nos permite definir lo que es ciudad cuando nos referimos a ella, es un factor clave en este estudio y que nos sirve además de apoyo para confirmar la tendencia.

Así pues, si tomamos la división administrativa municipal para analizar la ciudad, puede afirmarse que Palma des de los años ‘80 ha perdido peso relativo de población frente al resto de la isla. Pero es más, si se entiende por ciudad su extensión urbana, es decir, aquella mancha urbanizada compacta visible en una fotografía aérea, la cual supera los límites municipales que la contienen extendiéndose hasta en tres municipios más (Marratxí, Calvià y Llucmajor), Palma sigue disminuyendo su peso relativo respecto a los mismos datos de hace 30 años.

Palma sigue disminuyendo su peso relativo de población respecto a los mismos datos de hace 30 años.

De esta forma, frente a la redistribución de población provocada en gran medida por el surgimiento de nuevos polos turísticos dentro de la propia isla, y también debido a la tendencia de dispersión de la urbanización en el ámbito rural, se ha contrarrestado el peso relativo que tiene la ciudad dentro del sistema urbano que encabeza.

Estos cambios han venido motivados por las transformaciones tecnológicas, económicas y sociales que han alterado y variado los patrones de movilidad, reduciendo distancias, ya sean desde Düsseldorf a Palma, como de Palma a Alcúdia o a un hotel rural, y tanto para la población residente como para los turistas, configurándose así un nuevo modelo de ocupación y de uso del territorio. Un modelo caracterizado por la plena integración del territorio, por el debilitamiento de las jerarquías del sistema urbano y por la dispersión creciente de la población, lo cual ha llevado a cambiar la concepción histórica de las distintas partes de la isla.

Con todo esto, no pretende negarse que la concentración de la población en la capital sea ciertamente muy destacada, pero sí que tiende a apaciguarse de forma consistente y significativa. Así pues, estas constataciones llevan a la necesidad de repensar las interpretaciones tradicionales del sistema urbano mallorquín basadas en la macrocefàlica capital y sa part forana como dos partes opuestas, las cuales ya no responden a una interpretación actual del sistema urbano de la isla. Incluso podría matizarse entre el litoral, zona costera de turismo de sol y playa, y la zona central-rural en las que se subdivide sa part forana.

De esta forma, vemos que la realidad urbana mallorquina preconcebida se está transformando en un escenario no tan diferente de lo que ocurre en otras realidades metropolitanas, donde las formas de vida urbanas que caracterizaban antes a las ciudades se han esparcido por todo el territorio, debido a que ya no precisan de una localización que las condicione.

Para mayor información:

MESTRE, Margalida. Ciutat i territori a Mallorca: Una revisió de la «macrocefàlia» mallorquina. Documents d’Anàlisi Geogràfica, 2014, vol. 61/2, p. 351-368.

<http://ddd.uab.cat/pub/dag/dag_a2015v61n2/dag_a2015v61n2p351.pdf>

Margalida Mestre Morey, es Doctoranda del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Derecho a la ciudad, rescatar a las personas, mejor democracia. Nueva agenda para los gobiernos locales en España

por Juan Romero y Andrés Boix

El “giro neoliberal” de las políticas para la ciudad arranca en España desde la segunda mitad de los noventa del siglo XX. Ha sido un modelo al servicio de las elites y en el caso de las ciudades al servicio de promotores inmobiliarios y determinados sectores de negocio. Es en las ciudades, en especial desde 2009, donde se han hecho visibles las consecuencias de ese modelo y los efectos de la recesión y las consecuencias de las políticas de recorte del gasto en servicios públicos fundamentales.

En un momento en el que los gobiernos locales son más necesarios que nunca, dada la profundidad de la crisis social, el gobierno central pretende recortar sus competencias y capacidades y quiere convertirlos en administraciones tuteladas y sin capacidad política. Parecía que el amplio consenso académico y profesional existente acerca de la necesidad de otorgar a los municipios nuevas competencias y capacidades se concretaría, también en España, en una nueva etapa presidida por el impulso a la descentralización, el empoderamiento a los municipios y la incentivación de la cooperación entre gobiernos locales. Sin embargo, el gobierno conservador ha decidido transitar en dirección contraria: recentralización política, limitación de la autonomía municipal y reducción de las capacidades de los municipios para desarrollar políticas públicas. Esta es la primera interpretación que cabe hacer de la intención que subyace en la ley 27/2013, de 27 de diciembre, de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local. Más que una ley pensada para afrontar los nuevos retos del municipalismo del siglo XXI parece inspirarse en viejas concepciones ancladas en el siglo XIX. Una iniciativa que se entiende mal, que no resultará eficaz, que puede dejar vacíos e indefiniciones en la prestación de servicios, que puede afectar de forma negativa a amplios colectivos y que además pretende alejarse de aquello que debiera ser propio de un Estado compuesto con distintos niveles de gobierno.

No obstante, pese a los intentos de bloqueo de la democracia municipal con la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, los ciudadanos siempre encuentran su propio cauce para expresarse, para innovar, para participar, para implicarse, para solidarizarse, para resistir, para indignarse o para reclamar. También los gobiernos locales sabrán encontrar espacios para proseguir con el extenso despliegue de políticas, sean paliativas o innovadoras, que den respuesta a los problemas concretos de sus conciudadanos. Mientras la ley de Racionalización es derogada o, en su caso, declarada no ajustada al texto constitucional, nosotros sostenemos que, de existir voluntad política, hay amplias posibilidades competenciales, de cooperación o de ejecución vía delegación de competencias para los gobiernos locales. También para la colaboración a escala supramunicipal. En prácticamente todos los grandes ámbitos en los que muchos gobiernos locales han venido desarrollando las llamadas “competencias impropias”, muchas de las cuales con la ley vigente quedarían suprimidas, podrían seguir desarrollándose de existir voluntad política en la escala regional: promoción económica, política territorial, educación, servicios sociales, vivienda, movilidad, prestación de servicios en municipios rurales… De otra parte, el banco de buenas prácticas que ya conocemos y que se desarrolla en centenares de ciudades y municipios españoles es de tal volumen que desborda por completo cualquier intento de limitación de la capacidad de innovación existente.

El modelo de políticas neoliberales para la ciudad ha sido mayoritariamente rechazado por los ciudadanos. Los resultados electorales del pasado 24 de mayo de 2015 han supuesto un enorme cambio en el mapa municipal español. Los ciudadanos hemos optado por gobiernos plurales en la escala local y regional. Hemos decidido situar en el centro de atención conceptos fundamentales como pacto, coordinación, cooperación, gobierno multinivel, transparencia, participación, inclusión y justicia social, ética pública y decencia. En definitiva, otra forma de entender el gobierno y la democracia. Una clara señal de querer dejar atrás patologías institucionales, actitudes prepotentes y episodios reiterados de corrupción política.  Y el mejor antídoto, así lo hemos entendido de forma mayoritaria, es impedir mayorías absolutas.

El cambio ha sido de tal profundidad que en muchas grandes ciudades y en centenares de municipios los ciudadanos han otorgado la responsabilidad de gobernar a nuevas plataformas ciudadanas surgidas de movimientos sociales durante estos últimos años. Este nuevo panorama no sólo afecta a las mayorías, sino que también tiene que ver con las demandas de los ciudadanos y sus exigencias de una nueva representatividad. Frente a la constatación, cada vez sentida por más gente, de que «no nos representan», las elecciones han permitido elegir a personas nuevas más en sintonía con las preocupaciones de la mayoría de los ciudadanos. Unas preocupaciones que han de centrar el quehacer de los nuevos ayuntamientos como habrían de haberlo hecho también en el pasado, lo que desgraciadamente no ha sido el caso.

Los resultados electorales abren la posibilidad de poder impulsar otro modelo de ciudad y una verdadera nueva Agenda Local para el cambio desde abajo, un cambio que ha de poner nuestras Administraciones públicas al servicio de los ciudadanos y a nuestros Ayuntamientos a disposición de sus vecinos. Porque los Ayuntamientos han de tener ante todo una prioridad: mejorar a toda costa las condiciones de vida de la gente. Para ello será necesario evaluar en toda su dimensión el creciente proceso de segmentación, precarización y aumento de las desigualdades en nuestras sociedades y analizar sus consecuencias políticas, sociales y culturales. Proponer algún tipo de alternativa para poblaciones mayoritariamente urbanas que expresan un grado de inseguridad, vulnerabilidad, incertidumbre y desconcierto respecto del futuro como nunca en las últimas décadas. Anticiparse y abordar las causas profundas que explican el creciente malestar urbano. Imaginar una nueva generación de políticas públicas adecuadas a un contexto geopolítico, económico, social, cultural y ambiental muy diferente y en gran medida nuevo.

Pero las ciudades serán también motores del cambio y la innovación política. Y en muchos casos, tras un formidable trabajo de desescombro para restaurar la confianza en las instituciones, los gobiernos locales tendrán que dar contenido real a conceptos hoy devaluados, como sostenibilidad, transparencia o buen gobierno, y al propio tiempo impulsar una nueva agenda de innovaciones democráticas y de regeneración donde la integridad institucional, los códigos éticos y de conducta y el control ciudadano sean la norma.

No hay por tanto excusas. Los nuevos gobiernos constituidos navegan ahora con la fuerza del viento a favor. La fuerza que otorga la confianza depositada por millones de ciudadanos que reclaman otras políticas para la ciudad. Todos los estudios recientes evidencian el desarrollo de una nueva cultura política y cívica en las ciudades y municipios, en especial entre los más jóvenes. Sobre esa base, los gobiernos locales pueden ayudar a construir algo nuevo y mejor.

Para mayor información:

ROMERO GONZÁLEZ, Juan y BOIX PALOP, Andrés (Eds.). Democracia desde abajo. Nueva agenda para el gobierno local, Valencia: Publicacions de la Universitat de València, Colección Desarrollo Territorial, nº. 17, València. La publicación es de libre acceso y puede descargarse (en PDF) desde aquí

Juan Romero González es catedrático de Geografía Humana en la Universidad de Valencia

Andrés Boix Palop es profesor titular de Derecho administrativo en la Universidad de Valencia

La desigual geografía de la crisis en España.

por: Luis Abad* y Carlos Echaves**

La crisis financiera e inmobiliaria iniciada en 2007 puso fin en España a una década de crecimiento continuado en la que el país logró insertarse con éxito en los circuitos de la globalización económica. Pero, bajo los logros de aquel modelo quedaron ocultos desequilibrios que, con el estallido de la crisis y la posterior aplicación de las políticas de austeridad fiscal y de las reformas estructurales impuestas desde las instituciones comunitarias, han quedado al descubierto e incluso se han agravado.

En el análisis de estos desequilibrios la dimensión territorial resulta pertinente. Los efectos espaciales derivados de la Gran Recesión y de las respuestas neoliberales dadas a la misma no han sido homogéneos. Comprender qué territorios se han mostrado más vulnerables a ambos procesos y qué factores explican ese comportamiento diferenciado son cuestiones oportunas para revisar de forma crítica aquellas estrategias de desarrollo que generaron una elevada vulnerabilidad, y extraer aprendizajes de aquellas otras que propiciaron una mayor capacidad de resistencia.

A partir del análisis de 15 indicadores económicos, sociales, demográficos e inmobiliarios obtenidos de fuentes de información diversas se han estudiado los impactos de la crisis en las 50 provincias españolas y en los 363 municipios urbanos que superaban los 20.000 habitantes al iniciarse ésta en 2007. El periodo abarca desde diciembre de 2006 y hasta finalizar 2013, lo que permite observar tendencias coherentes en ambas escalas territoriales, de las que se deduce la existencia de fuertes contrastes en cuanto a la intensidad con que la crisis golpeó a los diversos territorios y también respecto al efecto provocado por las políticas neoliberales de austeridad impuestas a partir de 2010. Puede hablarse así de una geografía de la crisis y de una geografía de la austeridad.

A través del cálculo de un Índice Sintético de Vulnerabilidad (ISV) que combina los quince indicadores provinciales y los ocho urbanos, con valores positivos para aquellas que padecieron impactos superiores al promedio español –tanto más altos cuanto mayor fue su gravedad- y negativos en caso contrario, se identifican regularidades que permiten comprender por qué algunos territorios han sido más vulnerables y otros mostraron mayor capacidad de resistencia. El ISV elaborado permite así agrupar a las provincias y ciudades que han mostrado un comportamiento similar ante la crisis (figura 1).

Figura 1. Índice Sintético de Vulnerabilidad ante la crisis de las provincias y ciudades con más de 20.000 habitantes

Fuente: Elaboración propia

Las áreas de mayor impacto de la crisis se localizan a lo largo del litoral mediterráneo, con Castellón, Murcia y Valencia a la cabeza, y en las áreas de expansión de las aglomeraciones de Madrid y Barcelona, destacando Toledo y Lleida. A escala urbana, las ciudades de la crisis se dibujan con nitidez, con las diez más vulnerables también situadas en el litoral mediterráneo junto a otras canarias y madrileñas.

Son territorios que apostaron por un modelo urbanizador insostenible que facilitó el rápido despegue de sus economías a costa de en un elevado endeudamiento y de una especialización en actividades de baja productividad, fuertemente cíclicas (construcción, industrias auxiliares o servicios al consumo) y con un empleo precario y de baja cualificación.

Entre los territorios menos vulnerables se distinguen dos tipos con características diferenciadas. En primer lugar, aquellos que partían de una larga tradición industrial y que apostaron por desarrollar una economía diversificada. Alrededor de una industria renovada y con cierta capacidad exportadora progresaron unos servicios empresariales avanzados que favorecieron la innovación y generaron empleo de mayor calidad, al tiempo que se desarrollaron otros servicios de tipo turístico y comercial que fortalecieron sus estructuras productivas. Las provincias y ciudades atlánticas, especialmente las del País Vasco, han sido sus principales exponentes.

El segundo tipo corresponde a algunas provincias y ciudades del interior (Lugo, Ourense, Badajoz, Zamora…). El impacto de la crisis fue relativamente moderado en ellas al estar poco implicadas en el crecimiento de la burbuja inmobiliaria y su posterior pinchazo. El empleo público las protegió en los inicios de la crisis, pero tras implantarse las medidas de austeridad ha dejado de hacerlo. Además, cuentan con ciudades intermedias que se han comportado como centros administrativos, comerciales y de servicios en estas regiones interiores.

Finalmente, las dos mayores aglomeraciones metropolitanas han mostrado fuertes contrastes internos entre los núcleos que concentran a grupos de riesgo, que han padecido con intensidad los efectos de la crisis, y aquellos otros donde residen los grupos socio-profesionales de mayor estatus y cualificación.

En resumen, el análisis del impacto territorial de la crisis invita a abrir un debate en torno a tres componentes fundamentales: la necesidad de nuevos modelos productivos; la consolidación de una sociedad más cohesionada; y promover una nueva cultura y gobierno del territorio.

Para mayor información: Méndez, R. Abad, L. y Echaves, C. (2015): Atlas de la Crisis. Impactos socioeconómicos y territorios vulnerables en España. Editorial Tirant Lo Blanch. Valencia

* Luis Abad es Doctor en Geografía e Investigador contratado en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC.

** Carlos Echaves es Doctorando en Sociología e Investigador Contratado FPI en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC.

Arquitectura industrial: los primeros garajes de Valencia

La economía valenciana experimentó a finales del siglo XIX y principios del siglo XX una época de auge debido principalmente a un crecimiento agrario basado en el arroz y en la naranja. Este desarrollo agrario convirtió a la ciudad de Valencia en un centro de negocios y servicios, lo que supuso la transformación de la ciudad: la demolición de las murallas, los planes de ensanche, y la construcción de nuevos edificios de viviendas, comerciales, sociales y de servicios, entre los que destacan la Estación del Norte del Ferrocarril, el Ayuntamiento y el edificio de Correos.

Entre estas nuevas edificaciones se encontraban los garajes de automóviles. El automóvil se consolidó a nivel mundial como medio de transporte a principios del siglo XX y prueba de ello en la ciudad de Valencia, fueron las exposiciones, exhibiciones y carreras que se realizaron en la Exposición Regional de 1909 y la posterior prórroga como Exposición Nacional durante 1910.

En Valencia, en 1914 el parque automovilístico era aproximadamente de un millar de automóviles y en 1925 pasó a tener matriculados entre turismos, camiones, taxis, autobuses y motocicletas, un total de 3.852 vehículos. Este aumento tuvo como consecuencia la necesidad de habilitar espacios donde guardar o custodiar los automóviles, lo que condujo al nacimiento del garaje.

Los garajes aparecen como consecuencia de las nuevas necesidades de la sociedad industrial y de la aparición de todo el equipamiento técnico puesto al servicio de la sociedad y de la obra pública, por lo que su arquitectura se podría englobar dentro de lo que se define como arquitectura industrial.

[La arquitectura de los garajes se engloba dentro de la arquitectura industrial]

Los garajes no solo supusieron una zona de custodia de vehículos, sino que en muchas ocasiones su actividad se veía complementada con las de reparación, lavadero, venta de accesorios y en algunos casos venta de gasolina.

Figura 1: Distribución en Planta del Garaje Martí (Proyecto de Eugenio López. AHMV. Ensanche año 1920. Caja 4. Expediente 173.
Figura 1: Distribución en Planta del Garaje Martí (Proyecto de Eugenio López. AHMV. Ensanche año 1920. Caja 4. Expediente 173.

Los primeros garajes empezaron a funcionar en Valencia a principio de los años 20 y se ubicaron principalmente en el Ensanche Noble de Valencia. Inicialmente se trataba de edificaciones en patios de manzana, con acceso por la planta baja de los edificios de viviendas o incluso ocupaban otras edificaciones como cobertizos y naves-almacén que se reconvertían para albergar los automóviles.

[Los diseños de los primeros garajes fueron realizados por los arquitectos de renombre de la ciudad]

La importancia social del automóvil y como consecuencia de todo lo que le rodeaba, hicieron que los garajes se convirtieran en edificaciones independientes, con una tipología específica y donde se reflejaban las características de la arquitectura modernista y regionalista que se sucedieron en la Valencia de la época. Una muestra de la importancia de los garajes es la autoría de las edificaciones, a cargo de los arquitectos y maestros de obra con más renombre de la ciudad, como D. Francisco Almenar, D. Demetrio Ribes o D. José Peris.

Figura 2: Fachada del Garaje Auto-Central (Proyecto de D. Francisco Almenar).
Figura 2: Fachada del Garaje Auto-Central (Proyecto de D. Francisco Almenar).

Para ampliar información:

FUENTES BARGUES, Jose Luis. La arquitectura de los primeros garajes de Valencia. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de febrero de 2014, vol. XVIII, nº 466. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-466.htm>. ISSN: 1138-9788.

Jose Luis Fuentes Bargues es Doctor Ingeniero Industrial y Arquitecto Técnico, profesor e investigador de la Universitat Politècnica de València y de la Universitat de València.

El alojamiento turístico, ¿ un problema urbano ? Repensar la ciudad como espacio de equilibrio de usos y convivencias.

Josep M. Vilanova, arquitecto urbanista

El conflicto sobre el alojamiento turístico, los usos del espacio público o la transformación del comercio ha aflorado en el caso del barrio de La Barceloneta, pero es la punta de lanza de un problema de mayor escala que afecta a la ciudad de Barcelona, que se ha abierto sin control al mercado turístico con la inhibición, cuando no posición activa, del ayuntamiento como se ha constatado en el caso de La Barceloneta y sus entornos, lo que sitúa al turismo urbano como uno de los ejes fundamentales del debate sobre las políticas urbanas actuales y futuras.

Recientemente los vecinos del barrio de La Barceloneta han conseguido que se haga visible el conflicto contra las viviendas ilegales de uso turístico en el contexto del crecimiento acelerado de la actividad turística en los últimos años en la ciudad de Barcelona, que se está convirtiendo en uno de los problemas urbanos de mayor relevancia. El conflicto, inicialmente de ámbito local, hace visible un problema de mayor alcance, La Barceloneta se ha convertido en la punta de lanza de un problema de mayor dimensión relacionado con las diversas formas del alojamiento turístico, el uso del espacio público y el tipo de turismo que se quiere promocionar.

El ayuntamiento de la ciudad ha decidido desde hace años facilitar el desarrollo de todos los tipos y niveles de turismo urbano al mismo tiempo, el de negocios, el de alto poder adquisitivo, el cultural, el de ocio y diversión, el joven de borrachera, el de cruceros, incluso el de sol y playa. La diversidad de recursos turísticos y de niveles de alojamiento y servicios y de espacios públicos de la ciudad facilita su desarrollo y mezcla, el turismo se ha convertido en pocos años en un sector económico en fuerte expansión, que en un contexto de crisis económica lo convierte en una actividad que no se quiere controlar.

Los ciudadanos de muchas zonas de Barcelona hace ya tiempo que vienen percibiendo estas dinámicas en la ciudad, y soportan como pueden los inconvenientes de esta actividad respecto a la vida cotidiana en términos de usos del espacio público y de los servicios y equipamientos, especialmente los patrimoniales y culturales, de movilidad en determinadas zonas congestionadas, de convivencia con los alojamientos turísticos o viendo la presión y los cambios en el tejido comercial de proximidad.

En el caso de La Barceloneta, la presión del mercado inmobiliario en un barrio con una posición urbana y territorial privilegiada, se le suma la especulación acelerada del mercado de alojamientos turísticos, en la forma oficial de “viviendas de uso turístico”, que las estimaciones más fiables sitúan ya en el 20% de las viviendas del barrio, la gran mayoría ilegales. Y esa doble presión tiene unos efectos demoledores, que pueden ser determinantes en la transformación de la identidad del barrio si no se actúa de manera inmediata.

Desde la apertura total del barrio a la ciudad con la transformación de todas las barreras que lo aislaban, la presión del mercado residencial ha ido expulsando a la población tradicional del barrio por el coste de la vivienda, y ahora la presión altamente especulativa del mercado de alojamiento turístico está intensificando esta presión, frente a unos vecinos que en buena parte no pueden encontrar otra alternativa en el mercado inmobiliario de una ciudad como Barcelona. Un razonamiento similar se puede hacer sobre las actividades en el barrio, con las históricas actividades industriales y portuarias totalmente transformadas y otras como las mencionadas en relación a las playas (gastronomía, deporte, ocio) cada vez más alejadas de las posibilidades de los vecinos, a lo que hay que añadir un comercio de proximidad en regresión frente a la presión del relacionado con el turismo.

Hace muchos años que la ciudad de Barcelona es una ciudad abierta a los mercados especulativos, sin contrapesos públicos operativos a la acción directa de los agentes inmobiliarios, y ahora los turísticos, en una clara dejación de funciones de la administración pública. Pero además, en el entorno de La Barceloneta se han aceptado e impulsado acciones que favorecen e intensifican esa dualidad entre los que pueden por su fuerza económica y los que no pueden aunque sean los verdaderos protagonistas de la ciudad, los vecinos del barrio, como han sido las sucesivas transformaciones del Port Vell, hasta las últimas del hotel Vela, la marina de yates de super-lujo, o la desregulación del mercado inmobiliario y turístico, situando un barrio frágil como La Barceloneta a los pies de los caballos.

Para mayor información:

Pié, R., Crespo, I., Vilanova, J.M. Turismo: ¿riesgo o oportunidad?. En Documento de alternativas en el ámbito del territorio y el urbanismo, Foro 2012 Cataluña 21, http://forum.scot.cat

El ESPACIO PÚBLICO COMO ESPEJO DE LA SOCIEDAD

Por Carmen Gloria Calero Martín*

En el proceso de remodelación urbana de estos últimos años, gran parte de las áreas centrales de muchas ciudades, normalmente degradadas, han experimentado fenómenos de rehabilitación y renovación que han afectado, lógicamente, a sus espacios públicos. Estas operaciones urbanísticas han estado encaminadas a la consecución de una nueva imagen de la ciudad que anime la inversión y sea atractiva para los visitantes, al tiempo que se proyecta para nuevos y más solventes residentes. Los paseos, plazas y parques se han ido reinventando: unas veces han servido para canalizar los flujos de visitantes, convertidos en viales de tránsito que articulan el centro urbano con nuevas centralidades que se pretenden integrar. En otras, la renovación, la rehabilitación o la nueva creación de espacios públicos responde simplemente a operaciones de marketing que, además, va homogeneizando cada vez más a las ciudades que van perdiendo singularidad y se asemejan unas con otras, borrando los atributos que las hacía distintas y que, en muchos casos, estaban precisamente en la configuración y fisonomía de sus plazas y paseos.

Los cambios inducidos por las nuevas decisiones del planeamiento conducen a modelos de espacios escasamente públicos. En la reciente planificación urbana, los espacios públicos, están cada vez más alejados de su función principal, la de servir como lugares de reconocimiento social, de esparcimiento y relación. Las necesidades de los ciudadanos no parecen ser tenidas en cuenta. No se valora la presencia de prácticas previas en los viejos espacios públicos ahora rehabilitados, la consulta a los ciudadanos es inexistente y muchos de estos espacios han perdido su condición de lugares significativos de convivencia, especialmente para los vecinos de sus entornos. Lo que prima es el diseño, al servicio de visitantes o nuevos residentes, el confort y la seguridad que permitan actividades controladas y “pacíficas”.

Sin embargo, lo que hace público a un espacio no es su planificado destino público, sino que los ciudadanos se apropien de él y desarrollen sus prácticas libremente. En este sentido, los paseos, las plazas y los parques son lugares de emancipación ciudadana donde colectivos diversos encuentran un sitio en el que afirmar y recrear su identidad. A pesar de los cambios y de las intenciones del planeamiento, las plazas, paseos y parques urbanos siguen rompiendo esquemas y, nuevos usuarios reemplazan a los que ya no los frecuentan, instalan nuevas prácticas y se apropian de ellos. Se muestran así como lugares dinámicos, poco previsibles, que van cambiando al compás de nuevos usos y usuarios diferentes.

Dentro del conjunto de los usuarios, muchos grupos de excluidos, que no tienen fácil acomodo en la ciudad encuentran, en el espacio público, su lugar. De procedencias diversas y con motivos diferentes, grupos de jóvenes, mujeres, inmigrantes, o personas sin hogar van ocupando plazas, parques y paseos, generando sus propios lugares de estancia, encuentro y convivencia.

Vista general de la plaza Primero de Mayo en Santa Cruz de Tenerife
Vista general de la plaza Primero de Mayo en Santa Cruz de Tenerife

En algunos casos, especialmente en el de las personas sin hogar, ­ también ocurre con los grupos de inmigrantes, suele aparecer el conflicto, el rechazo e incluso pueden activarse políticas revanchistas. La ciudad se enfrenta a estos colectivos y decide erradicarlos de los lugares públicos, al menos de aquellos visibles, donde puedan crear problemas o perjudicar el maquillaje de unas urbes perfectas, ordenadas y pacíficas. La ciudad expulsa del espacio público a los que carecen de cualquier otro lugar.

Cuando se analizan los espacios públicos, considerando su posición, estructura, apariencia, funcionalidad y sobre todo la percepción y la apropiación que los ciudadanos hacen de estos lugares, en realidad se hace una reflexión sobre la sociedad. Estudiar el espacio público permite indagar sobre la evolución urbana, sobre las tendencias hacia la privatización y el control, y, de forma muy especial sobre la complejidad de una sociedad desigual. Los espacios públicos son, en realidad, un interesante espejo que nos muestra las prácticas, los movimientos y las relaciones de los habitantes de la ciudad. En ellos podemos rastrear cómo se afronta la convivencia y cómo se producen los procesos de apropiación por parte de nuevos grupos o individuos.

Lo que no se puede esconder es que en la estructura de la sociedad está incrustada la desigualdad y la heterogeneidad de los ciudadanos que la componen. Los derechos y la salvaguarda de la convivencia son importantes, pero también la comprensión de la existencia de esos otros ciudadanos que perturban lo establecido. Los límites son difíciles de precisar. En el espacio público conflicto y convivencia son una misma cosa y resolver de forma pacífica la coexistencia de grupos desiguales supone un reto.

Para mayor información

Calero Martín, C.G., Delgado Acosta, C.R., Armas Díaz, A. Espacio Público, conflicto y convivencia: la plaza Primero de Mayo en Santa Cruz de Tenerife. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 10 de mayo de 2014, vol. XVIII, nº 476

http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-476.htm

Carmen Gloria Calero Martín es profesora del Departamento de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna y miembro del Grupo de Investigación Ciudad, Política y Sociedad (CPSULL).

Nuestro bien más preciado, el tiempo

Moira Tornés Fernández*

Moira Tornés Fernández*
Moira Tornés Fernández*

Ciudades difíciles, organizadas, caóticas y confusas. Gente que se mueve para ir de su hogar a su puesto de trabajo, trabajos que desplazan gente, esto es la movilidad laboral.

El mundo cada vez se hace más urbano y se desplaza más profusamente, tanto interior como exteriormente. Actualmente más del 50% de las personas viven en ciudades, en la UE el 80% de la población vive en zonas urbanas, mientras que en España lo hace el 70%. Por esto se requiere una nueva cultura de las ciudades y del territorio y un nuevo enfoque, entendiendo los espacios en su totalidad y complejidad. 

En el simple hecho de ir y volver de nuestro lugar de residencia a nuestro puesto de trabajo consumimos el recurso más escaso con el que contamos, el tiempo. Este es un tema crucial no sólo para sociólogos, antropólogos, arquitectos y urbanistas, sino también para gente que como yo, se desplaza cada día. El incremento de la esperanza de vida y un mercado laboral flexible, donde las nuevas tecnologías cambian los paradigmas del trabajo in situ, al trabajo on-line, conlleva a que la elección de la residencia/empleo vaya perdiendo solidez cada vez más.

Sin lugar a dudas la reducción de los movimientos pendulares mejora nuestra calidad de vida. Pero, ¿Hasta qué punto la estructura de nuestras ciudades está relacionada con la longitud de los desplazamientos laborales? Analizando los desplazamientos de las personas desde su hogar a su puesto de trabajo, se puede medir hasta qué punto la estructura de las ciudades tiene influencia en las distancias recorridas por la población ocupada. Una serie de indicadores permiten afirmar que las ciudades policéntricas, caracterizadas por la presencia de una serie de núcleos/subcentros que poseen un elevado porcentaje de empleo y de población concentrado en ellos, reducen la movilidad laboral y aumentan la calidad de vida. Cuanto mayor es el número de subcentros, más equipotenciales son, mayor es el empleo concentrado en ellos y menor es la distancia recorrida por las personas trabajadoras. Empero, no basta con que exista una estructura policéntrica para reducir los patrones de movilidad, sino que también es necesario que los subcentros tengan las características que los hagan atractivos como sitio de empleo para sus propios residentes, o al revés, es decir, atractivos para vivir para las personas que trabajan en ellos.

Resultados de varios análisis que se están llevando a cabo dentro de proyectos de investigación ponen de relieve que factores como la forma de la ciudad y la diversidad de la oferta de las viviendas hacen que se reduzca la movilidad. Sin embargo, otros como las infraestructuras y el ratio de empleo/ vivienda (es decir, la cantidad de puestos de trabajo en comparación a la cantidad de vivienda; por ejemplo en un polígono industrial el porcentaje de empleo es muy elevado, sin embargo la cantidad de vivienda es prácticamente nulo), hacen que aumente la movilidad laboral. No es de extrañar que así sea, puesto que la movilidad se reduce en los municipios que por ser diversos en su oferta de empleo y vivienda minimizan las diferencias entre la cualificación de los empleos y las personas residentes ocupadas, que gracias a dicha diversidad residencial, pueden encontrar la vivienda que pueden permitirse, o la que desea.

La posibilidad de dar una salida más sostenible, equitativa y competitiva a la situación en la que vivimos reside en proyectar el propio diseño de la ciudad, de sus espacios públicos, de su estructura, de su forma y de sus usos del suelo. Está claro pues, que el objetivo futuro es fomentar el desarrollo de ciudades policéntrica donde la reducción de los movimientos pendulares mejoren la calidad de vida, y de paso, generen menos consumo energético y emisiones contaminantes.

A mí me gustaría vivir en una ciudad policéntrica, ¿Y a ti?

Para mayor información:

MARMOLEJO DUARTE, Carlos; TORNÉS FERNÁNDEZ, Moira. ¿Reduce el policentrismo la movilidad laboral? Un análisis para las siete grandes áreas metropolitanas en España. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-500.pdf>. ISSN: 1138-9788.

Carlos Marmolejo Duarte profesor titular en el departamento de Construcciones Arquitectónicas en la Universidad Politécnica de Cataluña. CPSV

*Moira Tornés Fernández doctoranda en Gestión y Valoración Urbana y Arquitectónica en la Universidad Politécnica de Cataluña. CPSV

Fuente: https://www.flickr.com/photos/alboradafotovalpo/13157880713/in/photolist-m3Hzwi-hkzAte-pVGmbw-b9Kei8-b9KeFr-jQHDRb-p4giHW-7MZ1qf-n16XQV-9ZWte2-pNHGJK-dmuJKm-p4igNc-dh8SyB-fvpR2E-92bi4h-pyhUN5-ddXdyV-qZykLg-hfeFrk-im7qVj-evScK4-qBTGXC-do3BAF-r2NDPK-71DMxi-fNRm15-71ADSo-nz5VGY-2fKxnR-4ksKxq-ovLHU4-bv6m1t-qVyUjR-8WtA3t-qVunjj-pYyMoq-qVySEZ-osraJs-qVpWSF-p7BXH7-4i9ep5-f9bUFQ-bXX3iA-b9Ke9p-mhtCYx-c2qgHY-a1STCy-9az8gk-9LAwAq
Fuente: https://www.flickr.com/photos/alboradafotovalpo/13157880713/in/photolist-m3Hzwi-hkzAte-pVGmbw-b9Kei8-b9KeFr-jQHDRb-p4giHW-7MZ1qf-n16XQV-9ZWte2-pNHGJK-dmuJKm-p4igNc-dh8SyB-fvpR2E-92bi4h-pyhUN5-ddXdyV-qZykLg-hfeFrk-im7qVj-evScK4-qBTGXC-do3BAF-r2NDPK-71DMxi-fNRm15-71ADSo-nz5VGY-2fKxnR-4ksKxq-ovLHU4-bv6m1t-qVyUjR-8WtA3t-qVunjj-pYyMoq-qVySEZ-osraJs-qVpWSF-p7BXH7-4i9ep5-f9bUFQ-bXX3iA-b9Ke9p-mhtCYx-c2qgHY-a1STCy-9az8gk-9LAwAq

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Correo de contacto: moiratornes@gmail.com

¿Hacia una nueva ciudad celeste?

Jean Pierre Garnier*

Una nueva divinidad se debería mencionar entre los «varios miles de religiones en todo el mundo» que se citan en un artículo reciente sobre “Las consecuencias urbanísticas de la existencia de Dios” <http://www.geocritiq.com/2014/04/las-consecuencias-urbanisticas-de-la-existencia-de-dios/>: el Mercado. Una divinidad más poderosa hoy día en el mundo social real que todas las otras.

Le divin marché, tal es el título de un libro [O Divino Mercado en portugués] de un filósofo francés, Dany-RobertDufour, que escribe también artículos de vez en cuando en la prensa de izquierda. En este libro, plantea que los metarelatos religiosos que organizaban el sentido de la sociedad fueron sustituidos al final del siglo XX por microrelatos aportados por el mercado, el fenómeno, hoy en día suficientemente consumado según el cual todo lo que pueda usted desear debe encontrar su solución en la mercancía: tanto en asuntos privados como en los que elevan la cultura, la educación, la salud…”. Es decir, hoy día el mercado nos ofrecería la solución a la inestabilidad y la incertidumbre que él mismo produce, sea un iPhone o el nuevo Mac, sea un psicoanálisis, yoga, coaching, sea una liposucción o unos días en Oceanía. Tal vez se podría añadir a esta lista «la normativa urbanística o legal» que se propone en el artículo publicado en GeocritiQ, como solución a «los problemas que existen», a los problemas urbanos entre otros.

En efecto, detrás o debajo del Derecho y la Democracia a las cuales se refiere el autor o que se invoca de una forma bastante idealista —como se enseña en las facultades de Derecho y los Institutos de Ciencias políticas—, se encuentran y se esconden (para la gente que prefieren ignorarlo) las relaciones sociales capitalistas que hacen de la ciudad un producto que se vende y que sirve para vender otros: promotores, banqueros, empresarios, gestores públicos, planificadores, urbanistas, arquitectos y hasta los profesores e investigadores expertos en cuestiones urbanas vendidos al capital, sean estos o no conscientes de ello.

Una ordenanza reciente del Ayuntamiento de Madrid trata de promover las denominadas «Zonas de Iniciativa Emprendedora», donde asociaciones de vecinos adinerados pagarán una contribución especial para mejorar servicios municipales. En el momento de una aceleración de la privatización y la mercantilización de la producción y el uso del espacio urbano, me parece irrealista (por no decir surrealista) seguir creyendo —pues se trata ya de una creencia — en el Derecho, que no es más que la codificación de las relaciones de fuerzas y por tanto de clases, y en la Democracia (representativa) que desposee el pueblo de su poder, para acabar con la especulación inmobiliaria, la segregación socio-espacial, la prioridad dada a las inversiones lucrativas y a los grandes proyectos urbanísticos que llamamos en Francia «inútiles e impuestos», en particular los que contribuyen al proceso y la política de «metropolización » que acentúan las desigualdades territoriales.

Frases tales como «Los marcos jurídicos y políticos existentes en los países democráti­cos deben ser, y pueden ser, utilizados para ello», o «Excluida la violencia en las relaciones sociales, solo queda la vía del derecho» me suenan a credo o, para no salirnos del terreno religioso, a mandamientos acompañados, desde luego, de las interdicciones implícitas correspondientes: la prohibición de cualquier crítica llevada a la acción -y no solamente limitada a palabras- y de cualquier forma ilegal de resistencia a decisiones y medidas injustas tomadas por autoridades (elegidas o no), so pena de sufrir la represión y el castigo del «Estado democrático». Pues, a la inversa de lo que se plantea, «la violencia» no debe estar de ningún modo «excluida». Se olvida, sin duda, el monopolio de su uso por el Estado al servicio de la clase dirigente ya sea, por ejemplo, para desalojar a familias pobres en el marco de una operación de renovación urbana o impedir una manifestación de protesta contra una política inicua. ¿Es legítimo ese monopolio?

Al final, poco importa que Dios exista o no: las «consecuencias urbanísticas» seguirán siendo las mismas mientras las causas sociales —la explotación capitalista y la dominación burguesa— permanezcan.

*Jean Pierre Garnier ha sido sociólogo urbano en el Centre National de la Recherche Scientifique