Ciudad y territorio en Mallorca: la integración definitiva

La evolución del turismo, juntamente con las transformaciones tecnológicas, sociales y económicas, ha supuesto para la isla de Mallorca la supresión de las interpretaciones duales tradicionales del sistema urbano mallorquín entre la ciudad y el resto de la isla. Inmersos en la era de la globalización, no tiene sentido seguir apostando por una concepción diferenciada entre las distintas partes, sin entender un territorio de solamente 3.640 km2 como una unidad integrada e interdependiente.

Una de las principales características de la revolución turística iniciada en Mallorca durante la década de los años 1960 ha sido la consolidación definitiva del concepto de macrocefalia, es decir, de la concentración en la capital mallorquina de un elevado porcentaje de población que en los años 1980 llegó a albergar más de la mitad del total de los habitantes censados en la isla.

Al parecer esta tendencia de excesiva concentración de población, o lo que es lo mismo, de condición de macrocéfala que parecía aumentar sin límites, se está modificando en la actualidad hasta el punto que lleva más de 30 años perdiendo peso relativo frente al resto de la isla, lo que en Mallorca se denomina sa part forana (“la parte exterior”).

En primer lugar, es importante tener en cuenta que tanto la consolidación de la condición macrocéfala, como la inversión de esta tendencia de concentración de población ha ido acompañada, como sucede en todas las ciudades, de diferentes etapas de crecimiento urbanístico que justifican y explican el proceso. Tanto es así, que la expansión y dispersión de la urbanización difusa ha llevado consigo la pérdida del límite físico de la ciudad. Por lo cual, el límite, la línea que nos permite definir lo que es ciudad cuando nos referimos a ella, es un factor clave en este estudio y que nos sirve además de apoyo para confirmar la tendencia.

Así pues, si tomamos la división administrativa municipal para analizar la ciudad, puede afirmarse que Palma des de los años ‘80 ha perdido peso relativo de población frente al resto de la isla. Pero es más, si se entiende por ciudad su extensión urbana, es decir, aquella mancha urbanizada compacta visible en una fotografía aérea, la cual supera los límites municipales que la contienen extendiéndose hasta en tres municipios más (Marratxí, Calvià y Llucmajor), Palma sigue disminuyendo su peso relativo respecto a los mismos datos de hace 30 años.

Palma sigue disminuyendo su peso relativo de población respecto a los mismos datos de hace 30 años.

De esta forma, frente a la redistribución de población provocada en gran medida por el surgimiento de nuevos polos turísticos dentro de la propia isla, y también debido a la tendencia de dispersión de la urbanización en el ámbito rural, se ha contrarrestado el peso relativo que tiene la ciudad dentro del sistema urbano que encabeza.

Estos cambios han venido motivados por las transformaciones tecnológicas, económicas y sociales que han alterado y variado los patrones de movilidad, reduciendo distancias, ya sean desde Düsseldorf a Palma, como de Palma a Alcúdia o a un hotel rural, y tanto para la población residente como para los turistas, configurándose así un nuevo modelo de ocupación y de uso del territorio. Un modelo caracterizado por la plena integración del territorio, por el debilitamiento de las jerarquías del sistema urbano y por la dispersión creciente de la población, lo cual ha llevado a cambiar la concepción histórica de las distintas partes de la isla.

Con todo esto, no pretende negarse que la concentración de la población en la capital sea ciertamente muy destacada, pero sí que tiende a apaciguarse de forma consistente y significativa. Así pues, estas constataciones llevan a la necesidad de repensar las interpretaciones tradicionales del sistema urbano mallorquín basadas en la macrocefàlica capital y sa part forana como dos partes opuestas, las cuales ya no responden a una interpretación actual del sistema urbano de la isla. Incluso podría matizarse entre el litoral, zona costera de turismo de sol y playa, y la zona central-rural en las que se subdivide sa part forana.

De esta forma, vemos que la realidad urbana mallorquina preconcebida se está transformando en un escenario no tan diferente de lo que ocurre en otras realidades metropolitanas, donde las formas de vida urbanas que caracterizaban antes a las ciudades se han esparcido por todo el territorio, debido a que ya no precisan de una localización que las condicione.

Para mayor información:

MESTRE, Margalida. Ciutat i territori a Mallorca: Una revisió de la «macrocefàlia» mallorquina. Documents d’Anàlisi Geogràfica, 2014, vol. 61/2, p. 351-368.

<http://ddd.uab.cat/pub/dag/dag_a2015v61n2/dag_a2015v61n2p351.pdf>

Margalida Mestre Morey, es Doctoranda del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona.