El espacio público: ¿un ingrediente de la precariedad urbana?

En las últimas décadas se ha puesto de relieve que el espacio público es un componente esencial de la calidad de vida urbana. Su condición de lugares de interacción social, de expresión comunitaria y de identidad vecinal, visible en el apego de los ciudadanos hacia sus plazas y parques, así lo corroboran. El interrogante que aquí se plantea es: ¿pueden también estos ámbitos de vida colectiva actuar como factores en el reforzamiento de la precariedad urbana? El análisis en las periferias desfavorecidas de Santa Cruz de Tenerife (Canarias) trata de realizar alguna aportación sobre ese particular.

La forma, función y significados ciudadanos del espacio público es una manifestación más de los desequilibrios territoriales. La ruptura es evidente entre los lugares de relación social que constituyen elementos centrales del urbanismo, de la cultura y de la ciudadanía urbana y los que no facilitan la convivencia e integración vecinal y resultan pobres en la generación de sentido de pertenencia. En el marco del urbanismo neoliberal la producción del espacio público apunta en esta última dirección, tanto en aquellos lugares que canalizan la mayor parte de las inversiones públicas, al insertarse en las estrategias de competitividad y marketing urbanas, como en los identificables en las áreas socialmente más vulnerables, escasos en cantidad y de ínfima calidad. En efecto, la potenciación de los espacios públicos apropiados para el posicionamiento de la ciudad en el mercado global es simultánea a su desatención en periferias desfavorecidas, donde la situación de los lugares de relación vecinal puede convertirse en un factor añadido a su vulnerabilidad social.

Un indicador de la vitalidad de la sociabilidad comunitaria es la frecuentación, el número y la diversidad de usuarios de los espacios públicos. Su limitado valor como ámbitos compartidos de convivencia en las zonas no centrales de la ciudad de estudio se evidencia al comprobar la baja presencia de usuarios y el predominio de unos grupos en detrimento de otros. Los varones frecuentan los lugares de relación más que las mujeres y son significativas las ausencias tanto de los jóvenes como de los mayores en unos espacios que no parecen responder de modo satisfactorio a sus necesidades.

Las plazas y parques de estos barrios precisan intervenciones que mejoren su calidad y subsanen su actual carencia de vegetación, su pobre mobiliario, reducida accesibilidad y escaso mantenimiento y los transformen en centros efectivos de sociabilidad. No es solo una cuestión de mejoras dotacionales, sino también es necesaria una dinamización social que haga posible que ocupen una posición destacada en la vida diaria de los residentes y ayuden a fortalecer su sentido del lugar. Ello motivaría una mayor frecuentación y estimularía la convivencia vecinal, la integración y el reforzamiento de vínculos comunitarios.

Espacios públicos de la periferia urbana de Santa Cruz de Tenerife. Fuente: el autor.

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Espacios públicos de la periferia urbana de Santa Cruz de Tenerife. Fuente: el autor.

La calidad del espacio público en las diferentes áreas de la ciudad es uno de los testimonios de los procesos de segregación existentes y, a la vez, contribuye al reforzamiento de la precariedad y a su perpetuación en los barrios desfavorecidos. Un papel fundamental es el que debe jugar la administración para garantizar ese derecho ciudadano, pues la vulnerabilidad de estas periferias urbanas no solamente radica en sus dificultades económicas y sociales, sino también en las carencias materiales de sus espacios cotidianos de vida. Por tanto, desde esta perspectiva, la mejora de la calidad del espacio público en estas áreas se postula como un requisito fundamental para conseguir una ciudad menos segregada y en la que no imperen únicamente las dinámicas del mercado que tienden a favorecer a los sectores sociales y urbanos mejor posicionados.

Para mayor información:

García-Hernández, Juan Samuel. “El espacio público en periferias desfavorecidas: Añaza y Santa Clara paradigmas de vulnerabilidad socioespacial en Santa Cruz de Tenerife”. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 2017, vol. XXI, nº 571. Disponible en <http://revistes.ub.edu/index.php/ScriptaNova/article/view/19719/22055>

Juan Samuel García-Hernández es Licenciado en Geografía e Investigador Predoctoral en el Departamento de Geografía e Historia de La Universidad de La Laguna.

El ESPACIO PÚBLICO COMO ESPEJO DE LA SOCIEDAD

Por Carmen Gloria Calero Martín*

En el proceso de remodelación urbana de estos últimos años, gran parte de las áreas centrales de muchas ciudades, normalmente degradadas, han experimentado fenómenos de rehabilitación y renovación que han afectado, lógicamente, a sus espacios públicos. Estas operaciones urbanísticas han estado encaminadas a la consecución de una nueva imagen de la ciudad que anime la inversión y sea atractiva para los visitantes, al tiempo que se proyecta para nuevos y más solventes residentes. Los paseos, plazas y parques se han ido reinventando: unas veces han servido para canalizar los flujos de visitantes, convertidos en viales de tránsito que articulan el centro urbano con nuevas centralidades que se pretenden integrar. En otras, la renovación, la rehabilitación o la nueva creación de espacios públicos responde simplemente a operaciones de marketing que, además, va homogeneizando cada vez más a las ciudades que van perdiendo singularidad y se asemejan unas con otras, borrando los atributos que las hacía distintas y que, en muchos casos, estaban precisamente en la configuración y fisonomía de sus plazas y paseos.

Los cambios inducidos por las nuevas decisiones del planeamiento conducen a modelos de espacios escasamente públicos. En la reciente planificación urbana, los espacios públicos, están cada vez más alejados de su función principal, la de servir como lugares de reconocimiento social, de esparcimiento y relación. Las necesidades de los ciudadanos no parecen ser tenidas en cuenta. No se valora la presencia de prácticas previas en los viejos espacios públicos ahora rehabilitados, la consulta a los ciudadanos es inexistente y muchos de estos espacios han perdido su condición de lugares significativos de convivencia, especialmente para los vecinos de sus entornos. Lo que prima es el diseño, al servicio de visitantes o nuevos residentes, el confort y la seguridad que permitan actividades controladas y “pacíficas”.

Sin embargo, lo que hace público a un espacio no es su planificado destino público, sino que los ciudadanos se apropien de él y desarrollen sus prácticas libremente. En este sentido, los paseos, las plazas y los parques son lugares de emancipación ciudadana donde colectivos diversos encuentran un sitio en el que afirmar y recrear su identidad. A pesar de los cambios y de las intenciones del planeamiento, las plazas, paseos y parques urbanos siguen rompiendo esquemas y, nuevos usuarios reemplazan a los que ya no los frecuentan, instalan nuevas prácticas y se apropian de ellos. Se muestran así como lugares dinámicos, poco previsibles, que van cambiando al compás de nuevos usos y usuarios diferentes.

Dentro del conjunto de los usuarios, muchos grupos de excluidos, que no tienen fácil acomodo en la ciudad encuentran, en el espacio público, su lugar. De procedencias diversas y con motivos diferentes, grupos de jóvenes, mujeres, inmigrantes, o personas sin hogar van ocupando plazas, parques y paseos, generando sus propios lugares de estancia, encuentro y convivencia.

Vista general de la plaza Primero de Mayo en Santa Cruz de Tenerife
Vista general de la plaza Primero de Mayo en Santa Cruz de Tenerife

En algunos casos, especialmente en el de las personas sin hogar, ­ también ocurre con los grupos de inmigrantes, suele aparecer el conflicto, el rechazo e incluso pueden activarse políticas revanchistas. La ciudad se enfrenta a estos colectivos y decide erradicarlos de los lugares públicos, al menos de aquellos visibles, donde puedan crear problemas o perjudicar el maquillaje de unas urbes perfectas, ordenadas y pacíficas. La ciudad expulsa del espacio público a los que carecen de cualquier otro lugar.

Cuando se analizan los espacios públicos, considerando su posición, estructura, apariencia, funcionalidad y sobre todo la percepción y la apropiación que los ciudadanos hacen de estos lugares, en realidad se hace una reflexión sobre la sociedad. Estudiar el espacio público permite indagar sobre la evolución urbana, sobre las tendencias hacia la privatización y el control, y, de forma muy especial sobre la complejidad de una sociedad desigual. Los espacios públicos son, en realidad, un interesante espejo que nos muestra las prácticas, los movimientos y las relaciones de los habitantes de la ciudad. En ellos podemos rastrear cómo se afronta la convivencia y cómo se producen los procesos de apropiación por parte de nuevos grupos o individuos.

Lo que no se puede esconder es que en la estructura de la sociedad está incrustada la desigualdad y la heterogeneidad de los ciudadanos que la componen. Los derechos y la salvaguarda de la convivencia son importantes, pero también la comprensión de la existencia de esos otros ciudadanos que perturban lo establecido. Los límites son difíciles de precisar. En el espacio público conflicto y convivencia son una misma cosa y resolver de forma pacífica la coexistencia de grupos desiguales supone un reto.

Para mayor información

Calero Martín, C.G., Delgado Acosta, C.R., Armas Díaz, A. Espacio Público, conflicto y convivencia: la plaza Primero de Mayo en Santa Cruz de Tenerife. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 10 de mayo de 2014, vol. XVIII, nº 476

http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-476.htm

Carmen Gloria Calero Martín es profesora del Departamento de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna y miembro del Grupo de Investigación Ciudad, Política y Sociedad (CPSULL).