EL VIÑEDO COMO PATRIMONIO EN CASTILLA-LA MANCHA (ESPAÑA)

María del Carmen Cañizares Ruiz*

El paisaje del viñedo debe ser reconocido y valorado como patrimonio relacionado con una actividad agraria específica, el cultivo de la vid, y con unos elementos tangibles (edificaciones) e intangibles (cultura del vino), ya que encierra valores económicos, sociales, ecológicos, históricos, técnicos y sobre todo, paisajísticos, como ocurre en la región de Castilla-La Mancha donde encontramos la mayor extensión de viñedo de Europa.

En este territorio el modelo de explotación vinculado con la producción y con la comercialización de mostos, alcoholes y vinos de mesa ha determinado la existencia de una serie de recursos patrimoniales y de una “cultura de vino” singular, que ofrecen gran potencialidad para el desarrollo territorial, por ejemplo en relación con el turismo. Se insertan en una de las áreas más afectadas por las disposiciones de mercado a nivel mundial (Organizaciones Comunes de Mercado) que ha experimentado importantes transformaciones en las últimas décadas donde el postproductivismo actual encierra dinámicas contradictorias.

En Castilla-La Mancha encontramos algo más del 48 % del viñedo español (444.000 hectáreas en 2016) y aproximadamente la mitad de la producción nacional (22,5 millones de Hl en 2016), datos que corroboran que es una actividad relevante, principalmente en la comarca de La Mancha. En su evolución podemos distinguir varias fases que abarcan desde el autoconsumo inicial y la aparición de un comercio incipiente (S.XII-1882), su posterior expansión y consolidación (1882-1986), un tercer período asociado a las medidas de regulación planteadas desde la Unión Europea y la potenciación del regadío (1987-1999), para concluir en la fase actual de modernización y postproductivismo (1999-Hoy) caracterizada por la diversificación productiva y la búsqueda de productos de calidad, los programas de reconversión y reestructuración varietal, así como el arranque subvencionado del viñedo tradicional (en vaso) para cultivarlo, ahora, en espaldera.

Paisaje del viñedo tradicional en las proximidades de Valdepeñas (Ciudad Real)
Paisaje del viñedo tradicional en las proximidades de Valdepeñas (Ciudad Real)

Alberga un importante patrimonio agrario «conformado por el conjunto de bienes naturales y culturales, materiales e inmateriales, generados o aprovechados por la actividad agraria a lo largo de la historia”, siguiendo la definición de La Carta de Baeza (2012). Nos referimos, en primer lugar, a los elementos tangibles bienes muebles (utensilios, aperos,…) como las prensas, tinajas, atrojes, pisadoras y estrujadoras; elementos vinculados con el transporte (carros y animales de tiro) como galeras y mulas; documentos y objetos bibliográficos que relacionan viñedo y literatura (Don Quijote de La Mancha,…) sin olvidar la literatura de viajes o las obras pictóricas que reflejan el paisaje de la viña con artistas como Gregorio Prieto. Bienes Inmuebles entre los que distinguimos, primero, los singulares, que se identifican con construcciones como bombos, quinterías, chozos, bodegas y alcoholeras, junto con los lineales que se concretan en el propio paisaje del vino (cultivo) en su condición de bien patrimonial; los asentamientos de población, que en este caso presentan una marcada dispersión; y los caminos y vías pecuarias como las cañadas (Soriana y Segoviana), cordeles, veredas y coladas.

Bombo en el viñedo de Tomelloso (Ciudad Real)
Bombo en el viñedo de Tomelloso (Ciudad Real)

El patrimonio agrario intangible incluye aquellos elementos relacionados con la lingüística a través de términos singulares asociados a la cultura del vino como “viñuedo” (arbusto de la vid en estado silvestre); el refranero popular («Las viñas en manos extrañas: grama, broza y telarañas”,…). Las creencias, rituales y actos festivos, como la Romería de la Virgen de las Viñas en Tomelloso o la Fiesta de la Vendimia y de la Poesía de Valdepeñas. Los saberes, oficios y tradiciones entre los que destaca la propia vendimia y sus rituales. La artesanía representada con la forja y la cuchillería, el trabajo del mimbre y el esparto (cestos, esteras, capachos) y el trabajo de la piel (botas de vino). Y finalmente, en relación con la gastronomía en la que el vino tiene la función de acompañamiento, destacan las gachas, migas, pisto manchego, pipirrana, duelos y quebrantos, caldereta o tiznao.

Por último, añadimos un patrimonio natural y genético a partir de unas características físicas del territorio asociadas a llanuras y planicies, una altitud media por encima de los 650 metros, una climatología extremada de veranos muy calurosos e inviernos fríos, una pluviometría escasa que no suele superar los 400 mm anuales, suelos arcillosos, un elevado número de horas de sol al año, y un aporte genético varietal que se concreta en la uva cencibel o tempranillo para los tintos, aunque también encontramos otras (bobal, cabernet sauvignon, garnacha, monastrell,…); y en la uva airén para los blancos, que se completan también con otras (albillo, chardonnay, macabeo, malvar, persevera,…).

Consideramos que el viñedo en Castilla-La Mancha debe ser reconocido como patrimonio y conforma un paisaje cultural como obra conjunta del hombre y de la naturaleza, que expresa una larga e íntima relación entre las personas y su entorno en el sentido que lo define la UNESCO. Un “paisaje evolutivo vivo” que como tal debería estar protegido.

Para mayor información:

Cañizares Ruiz, María del Carmen y Ruíz Pulpón, Ángel Raúl. Evolución del Paisaje del Viñedo en Castilla-La Mancha y revalorización del patrimonio agrario en el contexto de la modernización. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona. Vol. XVIII, núm. 498, 20 de diciembre de 2014 (http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-498.htm).

Cañizares Ruiz, María del Carmen y Ruíz Pulpón, Ángel Raúl. El viñedo en Castilla-La Mancha: el reconocimiento de un paisaje cultural. In PAVÓN, David y Otros (Editores) (2014): Revalorizando el espacio rural: leer el pasado para revalorizar el futuro. Girona: Documenta Universitaria, 2014, p. 305-316.

CAÑIZARES RUIZ, María del Carmen y Ruíz Pulpón, Ángel Raúl. Bases para la declaración como Bien de Interés Cultural del Paisaje del Vino y el Viñedo de la Denominación de Origen Valdepeñas” (Castilla-La Mancha). In RUIZ PULPÓN, Ángel Raúl, SERRANO DE LA CRUZ, Manuel Antonio y PLAZA, Julio José (Editores) Treinta años de PAC en España. Agricultura y multifuncionalidad en el contexto de la nueva ruralidad.Ciudad Real: Grupo de Trabajo de Geografía Rural de la AGE y Óptima ediciones, 2016, 551-566.

* María del Car­men Cañi­za­res Ruíz. Pro­fe­sora Titu­lar de Geo­gra­fía Humana. Depar­ta­mento de Geo­gra­fía y Orde­na­ción del Terri­to­rio. Uni­ver­si­dad de Castilla-La Mancha.

LA VITIVINICULTURA A TIEMPO PARCIAL AUMENTA DE FORMA ENCUBIERTA.

Graciela Parra.-

La vitivinicultura ha variado en función del proceso de modernización que estas actividades han experimentado y la participación en el mismo de los distintos agentes que participan en la producción.

La vitivinicultura de este sector de Mendoza (Argentina), se fue consolidando en torno a un modelo productivo que tuvo un proceso espacio-temporal complejo. Primero un modelo tradicional, y luego nuestra área de estudio se organizó bajo un paradigma vitivinícola marcado por la “hegemonía del inmigrante y el mercado interno” . Esta etapa abarca desde el surgimiento de la generación de 1880 hasta la crisis del modelo hacia fines de 1980; finalmente a principios de las década de 1990 se produce un cambio en el modelo, ya que, además de la reducción de la superficie con vid, se produjeron otras transformaciones que vinieron junto al importante ingreso de capitales extranjeros a este sector productivo.

El tamaño de las explotaciones hacia fines de la década del noventa consideraba que para el mantenimiento de la rentabilidad, una explotación de viña debería superar las 15 hectáreas. Se puede advertir la difícil situación de los productores, ya que dominan las explotaciones de hasta 5 ha , que de un total de 1212 que tiene Maipú, casi el 60 por ciento tienen esa extensión y reúne 1612 hectáreas. Esta situación impone cuestionarse, ¿qué grado de viabilidad tienen estas explotaciones con viñedos?, o ¿es que la práctica vitícola nos presenta ahora la ocurrencia de una “vitivinicultura a tiempo parcial”?

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos provisorios del INV 2011.

En regiones como Maipú hay un panorama crítico de las explotaciones vitícolas por su reducida superficie dominante en el área. Las explotaciones están, además, en una situación de riesgo y vulnerabilidad dentro de la cadena vitícola ya que enfrentan falta de mantenimiento de los viñedos, bajo precio de la producción, adversidades climáticas y escasos recursos económicos. La Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), en su informe de diciembre de 2009, diagnostica que este conjunto de pequeños productores vitícolas (pequeñas explotaciones vitícolas) se caracterizan por bajos niveles de productividad y calidad de los cultivos, descapitalización que no permite cambios estructurales, desconexión con la dinámica del mercado, carencia de acceso a los servicios de asistencia técnica entre otros.

La preocupación de los productores va más allá del tipo de uva de sus viñedos, es decir, si son uvas de variedades finas o comunes; porque además de no poder realizar mejoras en su explotación se agrega la disminución en el precio de su producto cuando realizan la negociación en la bodega, lo que ha reducido considerablemente sus ingresos.

Este panorama desalentador provoca la necesidad de otro ingreso para el sustento familiar que ya la producción del viñedo no les da. Tanto el jefe de la explotación como los miembros de la familia buscan trabajo en otra explotación agraria o trabajo no agrario, al que dedican parte de la jornada laboral. Esta situación determina que no se trabaje con la misma dedicación el viñedo, y se lo descuide e incluso por falta de tiempo no se realicen todas las labores. Surgen preguntas ¿se irán extinguiendo los pequeños productores vitícolas a mediano plazo?, y ¿se perderán las tierras aptas para este cultivo de larga tradición, por el abandono para pasar a transformarse en oportunidades para los que compran tierras? Esto significaría la lenta pero constante modificación de un paisaje que contiene un pasado ligado al cultivo de las vides, y un conjunto de habitantes con costumbres y tradiciones que desaparecerían si se impone lentamente una vitivinicultura de tiempo parcial.-

Para mayor información:

Parra, Graciela ”Asimetrías en la estructura parcelaria de los territorios vitivinícolas. Perfil de la

unidad de explotación vitícola del Area Centro-noreste de Maipú. Mendoza. En Actas de IV Congreso Nacional de Geografía de Universidades Públicas y XI Jornadas Cuyanas de Geografía . F.F y Letras Mza. 30 de oct. nov. 2013. ISSN 2346-9668 ISNN 2346-9676

Graciela Parra es profesora del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina