Cultura, paisaje y patrimonio: la Sierra de Guadarrama (Segovia)

Luis Carlos Martínez Fernández*

La Sierra de Guadarrama (Segovia) es un territorio construido socialmente. Es el producto de un modelo de explotación secular de los recursos que ofrecía el espacio físico: desde el piedemonte hasta el “alto de la sierra”; toda una sucesión de ambientes “escalonados” que han destacado históricamente por su importante función como elementos plenamente incorporados al sistema de aprovechamiento ganadero y forestal. Es así como los paisajes serranos, compuestos de herencias diversas y superpuestas, otorgan al territorio su auténtica dimensión cultural.

El espacio de estudio se inscribe en la vertiente septentrional –o segoviana- del Guadarrama. Comprende los actuales municipios de Casla, Prádena, Arcones, Matabuena, Gallegos, Aldealengua de Pedraza, Navafría, Torre Val de San Pedro, Santiuste de Pedraza, Collado Hermoso, Sotosalbos, Santo Domingo de Pirón y Basardilla. Términos, todos ellos, que han articulado, de siempre, sus espacios productivos entre los altos macizos serranos y las peanas de piedemonte sobre las que se asientan.

El Guadarrama segoviano.
El Guadarrama segoviano.

El Guadarrama segoviano es una construcción territorial en la que adquiere protagonismo el entramado paisajístico resultante de la combinación de los procesos y prácticas sociales que se han ido sucediendo históricamente. Y sus paisajes son una suerte de imágenes de la cultura tradicional, más ganaderas o más forestales, con más huellas del pasado o más señales de abandono o de transformación.

Sobre el “escalón” basal del conjunto serrano, las entidades de población surgidas en las fases históricas de crecimiento poblacional representarían, según la terminología académica, un típico modelo de poblamiento rural concentrado de carácter plurinuclear. Su localización siempre obedece a un mismo criterio de valoración de los elementos naturales del territorio: la proximidad a los espacios dotados de una mayor humedad.

En torno al poblamiento, los “campos cercados” continúan representando lo más sustancial del paisaje. Extensas áreas de prados cercados se desparraman como una primera aureola externa, a veces muy dilatada y diseminada, de los núcleos de población. Con todo, estos “campos cercados” alternan cada vez más con un entorno pastoril abierto que es la clara expresión del abandono y la degradación de la cultura ganadera en la actualidad. Frente a los “campos cercados”, los abertales son el signo de la expansión creciente de eriales, matorrales y rastrojeras. La seña inequívoca del declive de una actividad secular.

La trama del paisaje: el mosaico de usos del suelo.
La trama del paisaje: el mosaico de usos del suelo.

A partir de los 1.200 metros de altitud en las rampas más elevadas al contacto con las partes bajas de las laderas se entra de lleno en el dominio del robledal. El rebollo es el árbol más característico de las faldas serranas, por las que se extiende, o debiera extenderse, sería más correcto decir, ininterrumpidamente. La fisonomía más habitual para los robledales serranos es la del monte bajo o medio, fruto del resultado del aprovechamiento tradicional de estas “matas” desde la Baja Edad Media para leñas, carbón y pasto.

En la hipotética catena altitudinal, los pinos suceden al roble desde las partes medias de las laderas (sobre el teórico umbral de los 1.600 metros de altitud), en una franja de transición ecológica en la que suelen mezclarse ambas especies dependiendo de las condiciones del medio; y pueden llegar a alcanzar, en ocasiones, hasta las mismas “cimeras” serranas, si bien en pies solitarios con aspectos muy desvitalizados. Pero es el “orden” cultural, es decir, el ordenamiento de la mano del hombre el que en mayor medida ha incidido en la actual distribución del pinar. En menor proporción que sobre los encinares o robledales, pero también sobre los pinares, las talas, quemas, “rozas”, los “rompimientos”, en definitiva, han asistido para la apertura en tiempos de “rasos” y “alijares”, constriñendo, de esta manera, la masa forestal. Sin embargo, aún más frecuentes históricamente, por ser los montes de pinos considerados como un recurso estratégico tradicional, han sido las sistemáticas plantaciones a que diera lugar la explotación de la madera en los enclaves más apetitosos desde tiempo medieval.

Al “escalón” del piedemonte y al más inclinado de las laderas les sucede, finalmente, el del “alto de la sierra”. Una verdadera “encimera” de cumbres aplanadas y de suaves lomas empero que raramente desciende de los 1.800 metros de altitud. Sobre ella, las diferentes majadas en que se organizaban los puertos tradicionalmente constituían las unidades básicas a partir de las cuales proceder ordenadamente a la valoración y el disfrute de la variedad de ambientes pratenses.

El paisaje es la imagen del territorio, el producto de la intervención profunda de la que ha sido objeto la naturaleza serrana como resultado de la utilización social de sus recursos durante siglos. El paisaje del Guadarrama segoviano es, en definitiva, la herencia de una evolución cultural, representando por ello mismo un recurso territorial de primer orden en base a su incipiente patrimonialización.

Para mayor información:

MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Luis Carlos; MOLINA DE LA TORRE, Ignacio. Cultura y paisaje a la “Vera de la Sierra”. La construcción territorial del Guadarrama segoviano. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 73, p. 313-341, 2017. Disponible en <http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2420/2274>. [ISSN: 0212-9426].

*Luis Carlos Martínez Fernández es Profesor Titular de Universidad de Análisis Geográfico Regional en el Departamento de Geografía de la Universidad de Valladolid.

¿Cuánto tarda en recuperarse el ecosistema del monte luego de un incendio?

BARUFALDI, Silvana1 & BARZOLA ELIZAGARAY, Pehuén2

Contactos: silvibarufaldi@gmail.com; pehuen.be@gmail.com

Introducción

Los incendios causan enormes problemas en los ecosistemas naturales, eliminando la vegetación, exponiendo el suelo y dejando sin hábitat a la fauna autóctona. Si bien la recuperación de ecosistemas de bosques es lenta, en las zonas donde las precipitaciones son bajas, como en el monte nativo del noreste de Mendoza, el agua es un factor limitante, y el proceso puede ser más lento de lo que podríamos imaginarnos a simple vista. Nos proponemos demostrar esto en el presente trabajo, para lo cual contaremos el caso analizado.

En enero del año 1986, un incendio natural afectó 45 ha de la Reserva de Biósfera Ñacuñán, ubicada en el departamento Santa Rosa de la provincia de Mendoza. La reserva cuenta con varias comunidades pertenecientes al bioma del monte, entre ellas el Jarillal. Después del incendio, la comunidad se vio modificada enormemente dando paso al inicio de la sucesión desde etapas muy tempranas (empezó a recuperarse el monte prácticamente desde cero). La cobertura de gramíneas perennes (pastos) quedó reducida a menos de un 5% y la de herbáceas (anuales) aumentó hasta un 40%. La cobertura de árboles y arbustos quedó reducida a un 12% aproximadamente según describió Marone (1990).

Rossi (1998) determinó que, para ese año, las especies arbustivas habían aumentado considerablemente su cobertura, llegando al 56%, mientras que las arbóreas se mantenían alrededor del 5%. Observó también que numerosas especies de pastos y hierbas se encontraban presentes en esa comunidad, aunque todavía con baja cobertura y poca asociación entre ellas.

Durante el mes de octubre de 2012, nuestro equipo realizó muestreos de las principales especies vegetales presentes en la comunidad de la zona del incendio, con el objetivo de realizar una comparación con respecto a la información disponible de los años anteriores, y también se comparó esa comunidad con otra cercana no afectada, considerando que así debiera estar la primera, si no hubiera ocurrido el incendio.

Por lo tanto, en el presente trabajo compararemos el estado del jarillal quemado con su vecino no quemado, para determinar si aún después de 26 años de ocurrido un incendio (y sabiendo que como se trata de un área protegida no ha habido otros disturbios) presentan diferencias entre ellos. También evaluaremos el proceso históricamente, comparando las tres mediciones comentadas.

Metodología

Para poder realizar las comparaciones, realizamos las siguientes mediciones:

  1. Riqueza (cantidad de especies de plantas), proporción de pastos, proporción de herbáceas anuales y cobertura total de especies tanto en el jarillal quemado como en el no quemado para comparar ambas comunidades.
  2. Porcentaje de suelo desnudo en ambos sitios para detectar la presencia de parches (áreas ricas en vegetación rodeadas por suelo desnudo), característicos de las etapas de sucesión tempranas.
  3. Comparación diacrónica (histórica) de los distintos estratos vegetales (pastos, arbustos y árboles) en tres tiempos distintos (1986, 1998 y 2012).

Resultados

La proporción de pastos fue mayor en la zona no quemada, mientras que la de especies anuales fue mayor en el jarillal quemado. La riqueza de especies y la cobertura total fue mayor en el jarillal quemado, contra lo que se esperaba en un principio. Es probable que esto se deba a la cantidad de herbáceas anuales que encontramos en esta zona. Si bien se observan estas tendencias en los datos obtenidos, el análisis estadístico nos dice que esas diferencias entre los dos jarillales no son significativas (α=0,05) en ningún caso.

Lo mismo ocurrió con el porcentaje de suelo desnudo, el cual fue mayor en el jarillal quemado que en el no quemado, lo cual indicaría mayor presencia de parches. Sin embargo, también en este análisis, los resultados estadísticos no arrojaron diferencias significativas (α=0,05) entre ambos.

Gráfico 1: Porcentaje de suelo desnudo en el jarillal quemado y el no quemado
Gráfico 1: Porcentaje de suelo desnudo en el jarillal quemado y el no quemado

Finalmente, a partir de los valores iniciales analizados después del incendio por Marone en 1986, los medidos 12 años después por Rossi en 1998 y, por último, 26 años después del incendio por Barufaldi y Barzola en 2012, se elaboraron los siguientes gráficos que muestran los avances en las coberturas de cada estrato (arbóreo, arbustivo y herbáceo). Presentamos los siguientes gráficos que permiten observar la aproximación de cada estrato del jarillal quemado a su correspondiente del jarillal no quemado, en cada medición realizada.

Gráficos 2 y 3: Comparación en el tiempo de los estratos arbóreo y arbustivo, respectivamente, entre el jarillal quemado (amarillo) y el jarillal no quemado (azul)

Gráfico 4: Comparación en el tiempo del estrato herbáceo, entre el jarillal quemado (amarillo) y el jarillal no quemado (azul)

Conclusión

El impacto de un incendio en un ecosistema de monte nativo como el de la Reserva Ñacuñán supone un retraso de la sucesión y una pérdida de los servicios ecosistémicos que éste brinda, que requiere mucho tiempo para recuperarse. En el caso estudiado, luego de 26 años del disturbio se puede decir que las diferencias entre la zona quemada y la no quemada están finalmente subsanadas desde el punto de vista del análisis estadístico, aunque aun así se observan tendencias que marcan el pasado incendio. Consideramos también que el aporte de semillas del bosque aledaño y el hecho de que se encontrara en una reserva ayudaron a agilizar el proceso de recuperación más de lo que lo haría en zonas con mayor impacto. Ante los desmontes que ocurren actualmente en el monte nativo de Mendoza, así como las prácticas de “limpieza” mediante fuego que se realizan, debemos saber que semejantes impactos, acarrean consecuencias que tardan muchas décadas en recuperarse. Por ello es necesario tomar medidas preventivas y adquirir un mayor control sobre ellas para evitar daños ambientales que pueden llegar a ser irreversibles.

Para mayor información puede consultar:

  • MARONE, L. 1990. “Modifications of local and regional bird diversity after a fire in the desert, Argentina”. Revista Chilena de Historia Natural, nro.63, pp. 187-195.
  • ROSSI, B. E. 2004. “Flora y vegetación de la Reserva de Biosfera de Ñacuñán después de 25 años de clausura. Heterogeneidad espacial a distintas escalas”. Tesis Doctoral, 152 p. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.

1 Ingeniera en Recursos Naturales Renovables por la Universidad Nacional de Cuyo.

2 Estudiante de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables de la Facultad de Ciencias Agrarias – UNCuyo.

WILLIAM BUNGE (1928-2013) Y EL PROYECTO DE LAS EXPEDICIONES GEOGRÁFICAS

Núria Benach

Las expediciones geográficas fueron una iniciativa del singular geógrafo norteamericano William Bunge,en el Detroit de finales de los 1960, que ha sido mitificada por algunos y poco conocida (y mucho menos reconocida) por la mayoría. En aquellas “expediciones” se trataba de poner el conocimiento geográfico y el método científico en general, no al servicio del colonialismo, la conquista y el expolio como en las exploraciones clásicas, sino justamente al servicio de los pobres y de los desposeídos que vivían en las ciudades norteamericanas.

Las expediciones se llevaron a cabo mediante el trabajo conjunto de investigadores universitarios y activistas de los barrios negros y empobrecidos de Detroit. Profesores universitarios y miembros de la comunidad negra participaron en plano de igualdad, con el máximo respeto y reconocimiento mutuo, en todas las fases de la investigación, desde la definición de problemas hasta la formulación de propuestas de transformación. Los resultados se expresaron en una serie de informes o “cuadernos de campo” en los que se recogió todo el trabajo efectuado, desde una sofisticada propuesta de descentralización escolar de Detroit que fuera más igualitaria en términos raciales a un estudio sobre las condiciones de vida de los niños negros en Detroit y de los peligros que sufrían en determinadas áreas. Todo ello supuso una enorme e inusual labor de recolección de datos (desde las áreas de recreo para los niños en el espacio público, al número medio de botellas de cerveza y whisky por hogar o a la infestación por ratas y el número de mordeduras registradas). Este material quedó reflejado, además, en impactantes mapas que se caracterizaron por su explícita intencionalidad y carga política, dado que fueron construidos y utilizados justamente para transmitir mensajes claros y para denunciar las injusticias sociales y espaciales.

Mapa de accidentes de tráfico incluido en uno de los Cuadernos de Campo de la Expedición Geográfica de Detroit para denunciar el peligro que suponía para los niños negros el tráfico de coches de los commuters blancos en sus desplazamientos de casa al trabajo.

La investigación urbana realizada por los expedicionarios se complementó con un innovador programa docente (con directa inspiración en la “pedagogía del oprimido” de Freire) que permitió desarrollar programas educativos para que los miembros de la comunidad negra adquiriesen los conocimientos y las destrezas necesarias para estudiar y mapear los problemas de su barrio e incluso para llegar a inscribirse en la universidad, algo que estaba totalmente fuera de su alcance en todos los sentidos.

La radicalidad de las propuestas del programa de las expediciones geográficas resulta hoy de una actualidad abrumadora y nos permiten afirmar cuán necesario es retomar las enseñanzas de experiencias pasadas que, por diversas causas, fueron olvidadas cuando no borradas. Las “expediciones geográficas”, como la de Detroit, anticiparon y todavía hoy superan en muchos sentidos muchas de las propuestas recientes de investigación participativa y cartografías colectivas.

La personalidad explosiva (de trato difícil, le apodaban “Wild” Bill Bunge) y el genio intelectual de William Bunge jugaron un papel detonador en todo ello. Su trabajo sobre Detroit se recogió en el libro Fitzgerald (1971), el barrio en el que vivía y en el que se implicó inicialmente con la comunidad negra, un libro del que se ha afirmado que conmueve, que inspira y que impulsa a tomar partido: la antítesis de un libro académico tradicional. William Bunge se vio acompañado, claro está, por el ambiente social y político de finales de los 60, favorable a las propuestas científicas y políticas radicales, y por un grupo de personas que compartieron los objetivos del proyecto. Ninguno de ellos quiso hacer de ello un medio de vida. El mismo William Bunge ni siquiera llegó a tener un puesto estable como profesor, hastiado como estaba de las reglas de juego universitarias en exceso competitivas, clientelares y burocráticas. Expulsado de las universidades norteamericanas en las que trabajó, durante un tiempo se ganó la vida como taxista en las calles de Toronto (un oficio que defendía como óptimo para conocer “de verdad” la vida de una ciudad) y jamás llegó a tener el reconocimiento académico que, sin duda, sus trabajos merecían. Murió el 31 de octubre de 2013 sin que la comunidad académica tuviera noticia de ello.

Para mayor información:

BENACH, Núria (ed.). William Bunge. Las expediciones geográficas urbanas. Barcelona: Icaria editorial (colección “Espacios críticos”, núm. 10), 2017.

Núria Benach es profesora de geografía humana en la Universitat de Barcelona, dedicada a analizar la historia del pensamiento geográfico, los discursos sobre las transformaciones urbanas y la construcción socio-espacial de la desigualdad.

Urbanismo y capitalismo modernos. El binomio detrás del ensanche de Lima.

Francisco Navarro Jiménez*

Hacia mediados del siglo XIX, en Europa florecieron las ciencias y técnicas modernas vinculadas a la organización de la ciudad, especialmente de las grandes capitales. En aquel contexto, los cascos antiguos y sus periferias en proceso de industrialización, se convirtieron en objeto de numerosos planes de reforma urbana y ensanche. Detrás de aquellas operaciones sobre la estructura espacial de las ciudades, se encontraban urbanistas, políticos y diversos agentes capitalistas.

En sus inicios las reformas urbanas estuvieron influidas, al menos en un nivel teórico, por la experiencia pionera del Barón Haussmann y las demoliciones del centro de París. Sin embargo, prácticamente ninguna de estas reformas se llevó a cabo fuera del territorio francés. Esto se debió a las limitaciones propias del modelo parisino. Pero también porque los contextos políticos nacionales, en los que unas y otras fueron concebidas, tenían diferencias sustanciales o se habían transformado para la segunda mitad del siglo a través de grandes acontecimientos bélicos o revolucionarios.

El desarrollo del capitalismo industrial también fue un factor determinante para el surgimiento de las nuevas formas de utilización del espacio central de las ciudades. La ecuación se completaba con la especulación sobre sus territorios periféricos, normalmente de vocación agraria. El modelo se articuló perfectamente con el paradigma liberal de la propiedad privada. Así, la sustitución del valor de uso del suelo, por su valor de cambio, constituyó un fuerte pilar para las sucesivas transformaciones urbanas.

Pero no todo quedaba allí. El modelo, casi ideológico, también generó detractores organizados que se convirtieron en actores centrales de los primeros conflictos modernos por la ciudad, como en el caso de los propietarios de predios en el centro de Barcelona. Los fracasos entre quienes plantearon reformas de saneamiento urbano, bajo el esquema de la demolición y la reedificación dentro de los cascos antiguos, fueron muchos, como por ejemplo el del puerto de Marsella, la compleja ciudad de Nápoles o el proyecto finisecular de Ángel José Baixeiras sobre el Casc Antic de Barcelona.

La haussmanización de París, tan denunciada por Walter Benjamin a inicios del siglo XX, contrastó con los conceptos urbanísticos del L´Eixample contenidos en el Plan Cerdá de 1859 para la ciudad de Barcelona. Lo mismo sucedió con el caso del Projecto de engrandecimento da cidade de Lisboa del año 1870. Ambos planes guardaron mayores similitudes con lo sucedido en la ciudad de Lima. En el caso de esta, el plan de ensanche no fue tan ambicioso ni tan elaborado como el proyectado por Cerdá. Sin embargo, podemos afirmar que la idea de una nueva forma de crecimiento urbano asociado a la Revolución Industrial y al poder burgués más allá de los límites espaciales de la antigua muralla, se encontraban presentes en el proceso de modernización urbana de la capital del Perú.

Plano topográfico de la ciudad de Lima. Modificado y aumentado con nuevos cuarteles, manzanas, calles, alamedas y edificios públicos, 1872, Bajo la dirección del ingeniero Luis Sadá. Fuente: Catálogo de mapas y planos de la Biblioteca Nacional del Perú.
Plano topográfico de la ciudad de Lima. Modificado y aumentado con nuevos cuarteles, manzanas, calles, alamedas y edificios públicos, 1872, Bajo la dirección del ingeniero Luis Sadá. Fuente: Catálogo de mapas y planos de la Biblioteca Nacional del Perú.

Las transformaciones del área central y periférica de Lima comenzaron a tomar forma a partir del Decreto de demolición de la muralla, firmado por el presidente José Balta en el año 1869. A ello se suma la aprobación de los Planos y proyecto del ensanche de la ciudad de Lima durante el año de 1871, atribuidos al ingeniero Luis Sadá y al arquitecto Manuel San Martín.

En Lima existía la necesidad de resolver de forma pragmática las problemáticas espaciales y demográficas derivadas de la densificación del tejido urbano. El paulatino asentamiento de los talleres protoindustriales, así como el aumento de la población en condiciones de hacinamiento y precariedad impuestas por la muralla, fueron claves para la apertura de la ciudad a través del plan de ensanche. Este plan, además de la construcción de una nueva ciudad en las afueras del casco antiguo, contemplaba la apertura de grandes avenidas y la inserción de redes de servicios urbanos.

En suma, podemos decir que en la ciudad de Lima existió una clara idea de ensanche, donde el casco antiguo se encontraba rodeado por una muralla, ésta se demolió, se planearon la apertura y alineación de nuevas calles y avenidas a través de un plano regulador. Las obras liberaron al núcleo fundacional de su encierro y permitieron el ensanche de sus límites espaciales a través de la urbanización, ya fuese en la forma de fraccionamientos habitacionales de pequeña propiedad privada, áreas fabriles, o nodos de transportes, plazas y alamedas dedicadas a las actividades seculares.

La apertura material del espacio también representó una ruptura con el pasado más tradicional de la ciudad y con el antiguo orden socio-espacial impuesto durante los siglos de la Colonia. Aquella ciudad surgida del ensanche, manifestó en su configuración espacial las nuevas formas del urbanismo y el capitalismo modernos. Quizá valdría la pena preguntarnos cuánto ha cambiado aquella lógica finisecular hasta nuestros tiempos.

Para mayor información:

NAVARRO JIMÉNEZ, Francisco Javier. Del derribo de la muralla a los tranvías electrificados: elementos para la modernización urbana de la ciudad de Lima, 1869-1910. Biblio3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de mayo de 2017, vol. XXII, nº1.199. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1199.pdf>. [ISSN 1138-9796].

*Francisco Navarro Jiménez es Licenciado en Geografía Humana por la Universidad Autónoma Metropolitana y Maestro en Historia Internacional por el Centro de Investigación y Docencia Económicas, Ciudad de México.

LUCES URBANAS

Oriol Nel·lo

Grup d’Estudis sobre Energia, Territori i Societat

Departament de Geografia de la Universitat Autònoma de Barcelona

oriol.nello@uab.cat

La Asociación de Geógrafos Españoles acaba de otorgar el premio “Roser Majoral” al artículo “Energy and Urban Form. The growth of European cities on the basis of night-time brightness”, aparecido en Land Use Policy , 61 (2017). El galardón, de carácter anual, distingue el artículo más destacado publicado por geógrafos españoles en revista internacionales. Los autores del trabajo son Oriol Nel·lo, Joan López, Jordi Martín y Joan Checa, miembros del Grup d’Estudis sobre Energia, Territori i Societat del Departamento de Geografia de la Universitat Autònoma de Barcelona.

Como es bien sabido, el sistema urbano europeo ha conocido en las últimas décadas transformaciones muy notables, que han afectado tanto la articulación y jerarquía de la red urbana, como la morfología de las áreas urbanas. El trabajo premiado explora la concreción de dichos cambios en veinte metrópolis europeas a partir de una fuente relativamente novedosa para estos fines: la imagen satelital nocturna de la Tierra1.

La fotografía aérea y la imagen satelital diurna han permitido seguir la evolución de dichas dinámicas, pero, pese a resultar siempre más precisas, presentan algunos inconvenientes. Entre estos destacan, por un lado, su escasa recurrencia temporal y, por otra, el hecho que su uso induce a identificar, de manera a menudo abusiva, los usos urbanos del espacio con la artificialización del suelo. En cambio, los avances en la disponibilidad, precisión, cobertura territorial y recurrencia de las imágenes satelitales nocturnas ofrecen nuevas oportunidades para estudiar no solo la extensión sino también la intensidad de los usos urbanos sobre el espacio.

Así, la utilitzación de esta fuente ha permitido analizar desde una nueva perspectiva la evolución de las principales metrópolis europeas en el período 1992-2012. La primera conclusión que del estudio se deriva es que la luminosidad urbana cubre una extensión muy superior a la artificialización física del suelo. En el caso de Madrid, para poner solo un ejemplo, el suelo urbanizado del área urbana en un radio de cincuenta quilómetros a partir del centro de la capital cubría en 2006 –según datos de las Urban Morphological Zones (UMZ) de la European Environment Agency- una superficie de 1.013 km2, mientras que el ámbito con niveles de luminosidad urbana se extendía ya en esta fecha sobre 2.341 km2.

Pero no es solo que el suelo artificializado tenga una extensión inferior a la luminosidad nocturna, sino que la segunda tiende a expandirse a un ritmo muy superior que el primero. Así, la superficie total de las UMZ en la áreas estudiadas creció entre 1992 y 2012 un 15% mientras que el ámbito con niveles de luminosidad urbana lo hizo en el 76%. Cabe señalar, por otra parte, que el ritmo de expansión de la luminosidad difiere notablemente entre las diversas áreas urbanas y parece responder a ciertos patrones territoriales. Así, si clasificamos de manera normativa las ciudades estudiadas según su latitud, observamos que 12 de ellas se encuentran el Norte del paralelo 46 y 8 al Sur del mismo. Pues bien, 9 de las ciudades con menor expansión de la luminosidad se encuentran al Norte de esta línea mientras que 7 de las que presentan mayor expansión se hallan en el Sur. Entre estas, Lyon, Madrid, Marsella, Milán, Roma y Nápoles prácticamente doblan su superficie iluminada en veinte años, mientras que Lisboa la triplica. La excepción entre las ciudades del sur corresponde a Barcelona, que presenta una expansión relativamente más contenida.

De hecho, la falta de correspondencia estricta entre la expansión del suelo artificializado y la luminosidad urbana, que podría ser vista, en principio, como una limitación para el uso de la imagen satelital nocturna, puede constituir, al cabo, una de sus principales virtudes. Mientras que el análisis del proceso de urbanización a través de la superficie artificializada induce a conclusiones de carácter binario (urbanizado/no urbanizado), el empleo de la luminosidad nocturna permite aproximaciones más complejas. Esto es así, porqué la luminosidad se deriva no solo de asentamiento, sino también de la presencia de infraestructuras y de usos más o menos esporádicos del territorio. De este modo, la luminosidad nocturna permite analizar las dinámicas territoriales atendiendo no solo a los asentamientos permanentes sino también a la intensidad y a la recurrencia del uso del conjunto del territorio por parte de la población.

Es por ello que, pese a las incógnitas y limitaciones metodológicas que todavía presenta, el empleo de la imagen satelital nocturna ofrece recursos de gran interés para el estudio del proceso de urbanización, su relación con el consumo de energía y las políticas necesarias para gestionarlo.

1 El trabajo es uno de los resultados de la investigación “La luz de la ciudad. La delimitación y evolución morfológica de las áreas metropolitanas españolas a partir de las imágenes nocturnas de la Tierra (1992-2012)”, elaborado en el marco del Programa Estatal de Investigación, Desarrollo e Innovación Orientada a los Retos de la Sociedad, modalidad 1, «Retos Investigación»: Proyectos de I+D+, en la convocatoria 2013 (Número de referencia CSO2013-47833-C4-2-R).

Montañita, un lugar ideal para el surf en Ecuador

by Wilmer Carvache Franco

La comuna de Montañita se encuentra ubicada en la parroquia de Manglaralto, provincia de Santa Elena en Ecuador, es un lugar turístico de sol y playa, donde la práctica del surf es un deporte con alto flujo de visitantes. Este trabajo se propone analizar el perfil, motivación y satisfacción, de los turistas extranjeros que vistan el destino.

Este importante balneario turístico de Ecuador, está ubicado a 200 km de la ciudad de Guayaquil, convirtiéndose en un destino muy visitado para aquellos turistas que arriban a esta ciudad, por el aeropuerto internacional José Joaquín de Olmedo o por su terminal terrestre Jaime Roldós Aguilera.

Foto: Ecuador.beaches.org
Foto: Ecuador.beaches.org

Montañitas fue declarado en el año 2016 “Ciudad de surf” por la World Cities Surf Network (WCSN), debido a sus atractivos naturales y culturales, la playa es amplia y con un fuerte oleaje el cual es favorable para las prácticas y competencias de este deporte, la infraestructura que prevalece en Montañita es de estilo moderno e incorpora materiales de la zona como la madera y el Cade, proporcionando un ambiente agradable para la estadía del turista. La gastronomía del destino se caracteriza por el uso de una gran variedad de mariscos y frutos del mar, combinados con platos nacionales e internacionales.

En la década de los sesenta del siglo XX, el lugar se convirtió en un sitio de encuentro para turistas, en su mayoría extranjeros que venían a disfrutar de la playa, las olas, la diversión, el descanso y el contacto con la naturaleza.

En la actualidad el perfil de los turistas es, tanto hombres como mujeres, procedentes de varios continentes, en su gran mayoría solteros, con edades comprendidas entre los 20 a 29 años, con estudios universitarios y ocupaciones como profesionales independientes que llegan al lugar movidos con la idea de disfrutar del sol y la playa y tomarse un buen descanso. Llegan en grupos pequeños, que permanecen en el lugar con estadías cortas y hay otro segmento de turistas que deciden permanecer más tiempo en este hermoso destino, arriban por lo general en transporte público, en busca de hoteles, hosterías, zonas de camping y hostales que suelen ser los más preferidos.

Foto: Visit.Ecuador.travel
Foto: Visit.Ecuador.travel

Los principales lugares de interés para sus visitantes en este destino con hermosos atardeceres son: visitar la playa, los restaurantes de comida típica, discotecas y bares, lugares para la práctica de surf y sitios de turismo de naturaleza.

La playa se constituye en el principal atractivo turístico de este destino, que se promociona a través de boca oreja; y para aquellos amantes del surf se sienten atraídos por la temperatura del agua y el alto oleaje, con sus rompientes olas de derecha tipo point-break y el Beach-Break; las cuales son muy apreciadas para la práctica de este deporte.

La ubicación de los hoteles y la calidad de las comidas y bebidas de los restaurantes son las variables más valoradas por los turistas, lo que demuestra la importancia de la playa y la riqueza gastronómica del destino. La fidelidad se ve reflejada en el deseo de retornar al sitio y la satisfacción se denota al ser un lugar que recomendarían con sus familiares y amigos, lo que evidencia el potencial turístico con que cuenta este importante balneario de la costa ecuatoriana y de América Latina.

Es importante que las diferentes administraciones públicas, tanto nacionales como locales, con responsabilidades en el sector turístico y las empresas privadas, trabajen en mejorar el destino y desarrollen estrategias con la finalidad de reforzar las variables más valoradas tanto en los servicios hoteleros como en los servicios de restaurantes.

Para mayor información:

Carvache Franco W., Torres Naranjo M. & Carvache Franco M. (2017). Análisis del perfil y satisfacción del turista que visita montañita–Ecuador. Cuadernos de Turismo, (39), 113-129. http://revistas.um.es/turismo/article/view/290461/212041

Wilmer Carvache Franco: Es Profesor e investigador de la Facultad de Ingeniería Marítima, Ciencias Biológicas Oceánicas y Recursos Naturales de la Escuela Superior Politécnica del Litoral. Guayaquil- Ecuador.

Capacidad de carga turística, una herramienta para el desarrollo del turismo sostenible

Gustavo Perruolo y Cristopher Camargo*

En los últimos años ha sido notable el auge del turismo; desarrollo de nuevas infraestructuras hoteleras, conformación de empresas prestadoras de servicios y de nuevos destinos turísticos, demuestran el interés económico por su práctica y crecimiento. Lamentablemente, muchas son las experiencias que demuestran la incomprensión de las áreas donde éstas se realizan, y que han conllevado a la conformación de aglomeraciones de turistas, lo que se traduce en insatisfacción a la hora de disfrutar el paisaje o de emplear el espacio disponible para sus prácticas de ocio y esparcimiento.

Pensar en medios para desarrollar las áreas donde se realizan las prácticas turísticas actualmente y aquellas con probabilidades de implementarlas de forma sustentable y agradable a los visitantes, resulta de mucho interés y un reto a la vez, tanto a las comunidades involucradas como a las instituciones públicas y empresas privadas que las regentan.

Una de las estrategias para lograrlo bajo estas premisas, lo constituyen las estimaciones de capacidad de carga turística, utilizadas para la generación de datos que puedan permitir determinar líneas de acción con miras a mejorar la infraestructura y los servicios relacionados con la práctica del turismo. Un ejemplo de este enfoque lo constituye el realizado en el área adyacente al salto de agua natural Chorro El Indio, en el estado Táchira, entidad regional andina y fronteriza de Venezuela, frecuentemente visitada en días de asueto, principalmente, tanto por ciudadanos nacionales y extranjeros.

Partiendo de un inventario de la infraestructura existente (ventas de comida, hoteles, áreas de picnic, andenes, entre otros), georreferenciada a través de un receptor de GPS y empleando una imagen satelital Quick Bird, de muy alta resolución espacial, y a través de un sistema de información geográfica (SIG), se calcularon diversos parámetros que conforman la ecuación de capacidad de carga, y que son conocidas como capacidad de carga física (CCF), real (CCR) y efectiva (CCE).

El primer parámetro debe ser entendido como el límite máximo de visitas que se pueden hacer a un sitio durante un día y que está dada por la relación entre el horario y el tiempo de visita, el espacio disponible y la necesidad de espacio que amerita el visitante, el segundo por su parte, es definido como el mejor estado que la administración de un área protegida debe tener para desarrollar sus actividades y alcanzar sus objetivos y el último, define propiamente, el número efectivo de visitantes por día que se pueden realizar, sin deteriorar los elementos físicos naturales.

A partir de dichas estimaciones, se logra demostrar que el área presenta una gran demanda, principalmente por parte de los habitantes de la ciudad de San Cristóbal, siendo su CCF de 2.344 visitas/día, la CCR de 1.029 visitas/día y la CCE de 629 visitas/día, respectivamente. Este análisis, conjuntamente con el de inventario de los sitios prestadores de servicios, permitió diagnosticar de manera concreta y rápida los principales condicionantes del desarrollo turístico del área, estudio del que además se desglosa, las posibilidades de definir a manera de objetivo central, el fortalecimiento del lugar como destino ecoturístico sostenible, de aprovechamiento eficiente de los recursos naturales y de generación empleo y riqueza a sus habitantes. El éxito o fracaso de este objetivo central dependerá de las estrategias que sean desarrolladas, insistiendo en que estas sean analizadas antes de ser puestas en marcha.

Si bien la estimación de la CCE constituye una estrategia indispensable para la conservación ambiental y el adecuado desarrollo de la actividad turística, es claro que la restricción de visitantes conlleva a una inmediata disminución de ingresos y el eventual desaliento de los prestadores de servicios. Por este motivo, es ineludible avanzar en los procesos de concertación social con la comunidad, para alcanzar acuerdos acerca de los beneficios (no solo económicos) de la implementación de un sistema de acceso controlado al lugar. También es necesario que se considere las coyunturas ambientales para la conservación de la biodiversidad, en un proceso que conlleve a la proyección de iniciativas locales a largo plazo, que permitan el mejoramiento en las condiciones de vida de la comunidad.

Resulta evidente que el cálculo de la capacidad de carga turística se transforma en una herramienta, que entendida y sistematizada, da fundamentos cualitativos y cuantitativos que apoyan la toma de decisiones técnicas, operativas e investigativas en áreas con potencial para el ecoturismo y la educación ambiental.

Finalmente, otros aspectos necesarios que mejorarían la práctica turística, serían fomentar la participación e iniciativa de la población local; mejorar las vías de acceso; identificar los productos turísticos existentes y asegurar su sostenibilidad; así como también estimular la comercialización de productos locales que pudieran servir como atractivo del área.

Para mayor información.

PERRUOLO, Gustavo y CAMARGO, Cristopher. Estimación de capacidad de carga turística en el área Chorro El Indio, estado Táchira, Venezuela. Cuadernos de Geografía, Noviembre 2017, vol. 26, no. 12, p. 77 – 90.

*Perruolo y Camargo son profesores de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (Venezuela).

NECESIDAD DE RIGOR

(La imprescindible vuelta a los “manuales” universitarios)

La sociedad actual genera mitos y sofismas, supuestamente académicos, a una velocidad inabarcable para su comprobación. Esto es especialmente notable en cuestiones de tiempo y clima, en estrecha relación con la hipótesis actual de cambio climático por efecto invernadero de causa antrópica. Los medios de comunicación han encontrado en las noticias atmosféricas un filón que explotan hasta la saciedad apostando, generalmente, por el mensaje alarmista y la imagen llamativa. En la actualidad, no hay episodio extremo que no sea presentado como el más importante jamás ocurrido en un territorio y como un efecto ya patente del cambio climático. En jornadas de calor se suceden en los informativos imágenes de termómetros callejeros expuestos al sol y fabricados con plástico y metal, que marcan máximas muy elevadas totalmente inexactas, pero que avalan bien este mensaje de alarma que ha ido calando en la sociedad contemporánea. Se han incorporado, asimismo, expresiones “alarmistas” al lenguaje cotidiano que proceden de procesos atmosféricos muy complejos, de difícil entendimiento por el gran público, pero sencillas de transmitir y de gran impacto: “ciclogénesis explosiva”, “vientos huracanados”. Y, por último, en situaciones de tiempo atmosférico adverso, se “busca” el dato record como muestra evidente del cataclismo climático en que vivimos, sin esperar su confirmación por parte de las autoridades competentes en esta materia (OMM, agencias meteorológicas estatales o regionales). El tiempo y clima como espectáculo.

La información del tiempo y clima como espectáculo en los medios de comunicación.

Termómetros callejeros que no cumplen ningún estándar científico.

Frente a esto, las disciplinas ambientales que estudian las manifestaciones espaciales del clima en la superficie terrestre, debe imponer rigor. Nos lo exige nuestra ética profesional y se lo debemos a la sociedad en la búsqueda de la verdad. De ahí la necesidad del trabajo científico en climatología y meteorología que ponga de manifiesto ese “ambiente permanente” que resulta esencial para la vida de los seres en un territorio y que confiere carácter geográfico. Frente al mensaje extremo del tiempo y clima, el sosiego del estudio comparado de los elementos climáticos en una región o lugar que permite desprenderse de lo aparentemente excepcional de un dato puntual y situar un registro meteorológico en un contexto territorial más amplio y en un proceso constante de cambios que son condignos al clima terrestre. Frente a los errores en el uso de expresiones del tiempo y clima –“hoy tenemos una climatología adversa”-, la recuperación de conceptos geográfico-climáticos, del rico acervo castellano, que nunca debimos perder: temperie y templanza. Frente a la exaltación de que todo lo que ocurre en tiempo y clima en la actualidad es “insólito”, la necesidad del estudio histórico del clima, del conocimiento de la diacronía en la explicación del funcionamiento de la circulación atmosférica general y de los procesos meteorológicos. Sin obviar que se descubren mecanismos nuevos, gracias al empleo de nuevas herramientas en la observación atmosférica, en el tratamiento de datos y en la modelización de procesos.

Pero es necesario que las disciplinas científicas que trabajan en estas cuestiones apuesten por el rigor a la hora de trabajar y explicar este elemento fundamental del medio físico. Como con todos. Pero seguramente el clima es el que más se presta recientemente a una divulgación imprecisa que termina en una vulgarización de “lugares comunes”; de mitos y sofimas, como señalábamos. Ni todo es excepcional ni todo es consecuencia del cambio climático. Pero para ello es necesario que la geografía sepa explicar, desde el rigor pero de forma amena, el complejo sistema que mueve el aire que nos envuelve y sus relaciones con el resto de elementos del medio ambiente. Y que lo haga para la sociedad en general, pero en primer lugar a los futuros profesionales que estamos formando en las universidades.

Las “tres zonas” del mundo habitable. Ilustración procedente de la Cosmographia de Petrus Apianus (1575).
Las “tres zonas” del mundo habitable. Ilustración procedente de la Cosmographia de Petrus Apianus (1575).

De ahí, la imperiosa necesidad de la vuelta a los manuales básicos en las materias fundamentales que constituyen nuestra disciplina de conocimiento. En Europa, el plan Bolonia ha supuesto burocratización e “idiotización” de la enseñanza. Los “materiales” del profesorado se cuelgan “en la nube”. Y ojo del docente que no lo haga. Será mal tratado en las encuestas del alumnado. Todo “a la carta”. Y nadie compra un libro, por mucho que se recomiende en los listados bibliográficos de las asignaturas. Esta universidad yo no la quiero. Conforme pasan los años desde que comenzó a aplicarse el Plan Bolonia en España uno se da cuenta de las graves carencias de formación que conlleva. Y que todos terminamos asumiendo como algo normal. Cada vez son más numerosos los comentarios que se escuchan en reuniones con colegas sobre la falta de preparación del alumnado, una vez finaliza su formación de grado. Pero nadie hacemos nada para solucionarlo. En este panorama, creo que como primer paso deberíamos fomentar la lectura en el alumnado. Y la consulta obligatoria de libros, de los manuales básicos en cada disciplina científica. Siempre recordaré cuando en primero de carrera, los profesores nos recomendaban aquellos manuales en los que podíamos encontrar contenidos que nos ayudaban a completar los apuntes de clase y nos permitían entender aspectos que no habían quedado claros en el aula. Estos libros ayudaban a formarnos y a definir o consolidar vocaciones. La consulta de manuales durante los años de formación resultaron aire limpio y nuevo que mostraba otras maneras de hacer, que ayudaba a fijar conceptos, que abría, en suma, horizontes para las inquietudes de posibles investigaciones futuras.

La climatología es, en mi modesta opinión, una materia de conocimiento compleja pero al tiempo sencilla de explicar. Todo es un juego de balances en una superficie terrestre que recibe diferentes dosis de radiación solar según la latitud. Ya nos lo explicaron los griegos y hoy su sencillo esquema de las “tres zonas” es la base de lo que llamamos el Balance Energético de la Tierra. La atmósfera que nos envuelve es, junto a las formas de relieve, las dos piezas fundamentales de un territorio. Entendiendo sus elementos y procesos es posible explicar el resto de componentes del medio ambiente y las diferentes formas en la que el ser humano habita en la superficie terrestre. Pero ello se debe hacer desde el rigor. Y eso se consigue, básicamente, leyendo.

Para mayor información:

GIL OLCINA, Antonio; OLCINA CANTOS, Jorge, Tratado de Climatología. Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante. 2017, 975 p.

BURRIEL DE ORUETA, Eugenio L.; OLCINA CANTOS, Jorge. Un período fundamental para la climatología española: el “descubrimiento” de la circulación atmosférica en altitud, 1950-1980.Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de octubre de 2016, vol. XX, nº 545. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-545.pdf>.ISSN: 1138-9788.

Jorge Olcina Cantos, Catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante

La regeneración del bosque en la Montaña Central Asturiana y la cartografía de Hábitats de interés comunitario.

Salvador Beato Bergua

Departamento de Geografía, Universidad de Oviedo

La Directiva Hábitats de la Unión Europea creó en 1992 la Red Natura 2000 con el propósito de servir de herramienta para la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres del territorio comunitario. Desde entonces, todos los Estados miembros de la Unión han propuesto y conseguido incluir espacios de alto valor natural bajo esta protección y para su uso como reclamo educativo y turístico. Así, buena parte de las áreas naturales, lugares y elementos singulares protegidos en España han sido convertidos en Zonas de Especial Conservación (ZEC) amparados bajo dicha normativa y englobados, por tanto, dentro del patrimonio natural europeo. Sin embargo, la aplicación presenta una grave deficiencia en el Estado español: la cartografía sobre la que se sostiene está desactualizada, se elaboró a una escala inadecuada y presenta, por tanto, importantes errores en la delimitación de las unidades. Esta incorrección es más alarmante aún si tenemos en cuenta que dichos mapas son de consulta obligada en los procedimientos de ordenación territorial, es decir, a partir de ellos se toman decisiones que pueden terminar en dislate: protegiendo una zona de vertido de residuos industriales o pasando una autovía por el medio de una arboleda centenaria. Sea como fuere, los hábitats de interés comunitario son un patrimonio, un legado que ofrecer a las generaciones venideras, y con una adecuada gestión pueden ser objeto de actividades económicas sostenibles, fuente de ingresos y de fijación de población.

Por otro lado, hay bastante desconocimiento del estado actual del patrimonio natural que constituyen nuestras formaciones vegetales, toda vez que se están produciendo grandes y rápidos cambios en el medio natural, rural en la Península Ibérica, especialmente en el montano. En este sentido, el despoblamiento del campo y el abandono de las actividades tradicionales agroganaderas comportan una disminución importante de las perturbaciones antrópicas en las dinámicas naturales que rigen la distribución de la vegetación y, por tanto, modificaciones en la relación de fuerzas entre sociedad y naturaleza que configura el paisaje. Así, la sucesión vegetal avanza hacia etapas progresivas y el matorral que ocupó en las últimas décadas espacios otrora de cultivo y pasto, da paso a bosques jóvenes y a la extensión de aquellos que fueron mantenidos por su explotación (frutos, madera, caza) o inaccesibilidad.

La Montaña Central Asturiana, nombre popular con el que se conoce el sector medio y montano del Macizo Asturiano, da buena cuenta de esto. Los cambios de uso son evidentes, especialmente el fin de las actividades seculares, de los cultivos y los múltiples y variados rebaños, y, en otro orden de cosas, la construcción de infraestructuras que conectan el área metropolitana de Asturias con la Meseta y que le suministran agua y energía. Además, es zona de esparcimiento de los urbanitas que toman este abrupto territorio los fines de semana y festivos, en busca de aire fresco, nieve, bosques y hermosos paisajes.

Así, el Alto Pajares, un valle de alta montaña, ha experimentado importantes transformaciones paisajísticas debido al comentado declive del modelo de sociedad rural y a la construcción de equipamientos e infraestructuras como la estación de esquí Valgrande-Pajares y la autopista del Huerna, líneas de alta tensión, carreteras y ferrocarriles, incluso un gasoducto. Sin embargo, buena parte del Alto Pajares está cubierto por un denso bosque que crece y del que destaca el hermoso hayedo de Valgrande sobre suelos ácidos, catalogado como de interés comunitario (hayedos acidófilos con sotobosque de Ilex y Taxus). Existen, además, otros 2 hábitats de interés (rebollares y acebedas orocantábricas) y todos ellos alcanzan en total una extensión de 1.105,49 ha, lo que representa más del 70% de su área boscosa.

Por otro lado, la Sierra del Aramo, alineación calcárea de media montaña de vocación tradicional ganadera, recibe un continuo flujo de visitantes, provee con sus recursos hídricos y paisajísticos a la cercana Oviedo y observa el crecimiento de sus masas arbustivas y boscosas por sus pendientes laderas, frecuentadas y admiradas por caminantes y ciclistas. El Aramo se encuentra entre dos regiones biogeográficas contrastadas, es decir, con condiciones de temperatura y humedad diferenciadas. Esto explica que cuente con 7 formaciones vegetales (hayedos acidófilos, carbayedas de Quercus robur, encinares de Quercus ilex y Quercus rotundifolia, alisedas ribereñas, así como tilares, rebollares y acebedas orocantábricos,) hábitats de interés comunitario diferentes, que abarcan 2.235 ha, esto es, más del 28% de su superficie forestal.

De este modo, sendas zonas de la Montaña Central Asturiana son una muestra de su elevado patrimonio vegetal, por otra parte, susceptible de ser incluido en la Directiva Hábitats. Además, el crecimiento de los bosques que se está produciendo en las últimas décadas por el descenso de la presión ganadera va a suponer, a priori, un aumento del patrimonio natural que podrá ser utilizado para el desarrollo local sostenible y para frenar el vaciamiento demográfico en curso. No obstante, es necesario realizar una correcta ordenación territorial, la cual no se puede llevar a cabo sin una cartografía precisa y un buen conocimiento del medio físico y de la idiosincrasia sociocultural del campo y las aldeas.

Fotografía: El acebo, especie protegida en Asturias, progresa sobre los pastos que, además, soportan una presión ganadera menor y van siendo ocupados por matorrales si no son quemados periódicamente (como en la imagen). El avance de los arbustos y el bosque supone pérdidas patrimoniales culturales (desaparición de elementos de las estructuras territoriales agro-ganaderas, homogeneización del paisaje) aunque también ganancias: en este caso, la vegetación potencial en esta zona al Sur de la Sierra del Aramo es el hayedo acidófilo, catalogado por la UE como Hábitat de interés comunitario.
Fotografía: El acebo, especie protegida en Asturias, progresa sobre los pastos que, además, soportan una presión ganadera menor y van siendo ocupados por matorrales si no son quemados periódicamente (como en la imagen). El avance de los arbustos y el bosque supone pérdidas patrimoniales culturales (desaparición de elementos de las estructuras territoriales agro-ganaderas, homogeneización del paisaje) aunque también ganancias: en este caso, la vegetación potencial en esta zona al Sur de la Sierra del Aramo es el hayedo acidófilo, catalogado por la UE como Hábitat de interés comunitario.

Para mayor información

BEATO BERGUA, Salvador, MARINO ALFONSO, José Luis y POBLETE PIEDRABUENA, Miguel Ángel (2017). El paisaje vegetal y los hábitats forestales de interés comunitario en la Montaña Central Asturiana. Cuadernos Geográficos, 56(1), p. 26-52. ISSN 2340-0129.

Disponible en: <http://revistaseug.ugr.es/index.php/cuadgeo/article/view/4834>

Salvador Beato Bergua es investigador predoctoral en el Departamento de Geografía de la Uni­ver­si­dad de Oviedo (España).

Expansión urbana y espacio intersticial

Las ciudades están en constante crecimiento; esto para Latinoamérica ha sido complicado, pues su acelerada expansión y la falta de instrumentos efectivos en materia de planeación han desenvuelto territorios fragmentados y dispersos. Se urbanizan nuevos fraccionamientos habitacionales alejados de la ciudad, como células urbanas flotantes en territorios vacíos, creando paisajes intersticiales a su alrededor.

En esta simulación de desarrollo urbano, se ha dejado en segundo plano la inserción simultánea de los equipamientos e infraestructuras necesarios para la vida urbana, por lo que los nuevos moradores se encuentran desolados y atados a un automóvil que les permitirá conectarse a las actividades diarias, sin estar conscientes además de que, entre todos ellos, saturan las pocas vialidades de ingreso a los centros urbanos, creando verdaderas horas pico que les exigirá tomar más tiempo de traslado, reduciendo así la calidad de vida.

En estas periferias se van pintando espacios libres entre las nuevas y pequeñas concentraciones humanas. Nacen estos espacios intersticiales que van quedando rezagados, con futuro incierto; espacios libres que se muestran conflictivos por su soledad y por su falta de obras básicas de urbanización.

Espacios intersticiales. Fotografía Luis Águila, 2014

Se plantea dejar de ver a los intersticios urbanos como una simple ausencia o vacío; se propone verlos como espacios propositivos dentro del desarrollo urbano; espacios que quizás esperen con optimismo a ser urbanizados, pero que por el momento son sitios durmientes que esperan su intervención en un futuro no lejano.

La investigación completa ha sido publicada mediante un libro académico en dos ediciones, denominado “Espacio intersticial, surgimiento y transformación”; la primera edición fue en 2014 por la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) y la segunda por la Universidad de Guadalajara (UdeG) en coedición con la UNIA en 2016. Además, la investigación fue acreedora del prestigioso Premio de Estudios Iberoamericanos La Rábida en la modalidad de ciencias sociales y Jurídicas en 2014.

En este libro, se analiza como caso de estudio al municipio de Tonalá, Jalisco en México; una ciudad con antecedentes prehispánicos y artesanales. Municipio conurbado y unido con otros ocho municipios que forman el Área Metropolitana de Guadalajara. Indudablemente, el rápido crecimiento de Tonalá es ocasionado principalmente por su vinculación directa con esta área metropolitana y por la cercanía al municipio central, tal como sucede con muchas metrópolis del mundo.

Cartografía de Tonalá, Jalisco: Área construida, Espacios libres y Espacios intersticiales
Cartografía de Tonalá, Jalisco: Área construida, Espacios libres y Espacios intersticiales

Pareciera que la urbanización va tomándose recesos en su proceso de urgente crecimiento, y con esto se va borrando la línea divisoria entre lo urbano y lo rural, convirtiéndose en un espacio intersticial que dificulta la estructura urbana y social.

La identificación del espacio intersticial en las ciudades se torna imperante, como una alerta o foco rojo de urgente atención por su dinámica de pronta ocupación aleatoria. Si todos en general, no sabemos que el espacio intersticial está ahí, esperando a ser atendido, nunca sabremos cuando éste haya desaparecido, y con él, nuestra convicción de estructurar la expansión urbana de forma positiva para bien de los futuros habitantes y de la ciudad en general.

Para mayor información en:

AGUILA, José Luis (2014) Espacio intersticial, surgimiento y transformación. Universidad Internacional de Andalucia. ISBN: 978-84-7993-260-2. Disponible en: http://dspace.unia.es/bitstream/handle/10334/3611/2015_tonala_978-84-7993-260-2.pdf

Jose Luis Águila Flores, Arquitecto y Doctor en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad. Nacido en Guadalajara, Jalisco en México. Académico de la Universidad de Guadalajara y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Primer mexicano en recibir el Premio de Estudios Iberoamericanos La Rábida en 2014 y Mención especial en el Premio Luciano Parejo de la Unión Iberoamericana de Municipalitas en 2017. Ha trabajado en el sector público al frente de áreas de planeación, desarrollo urbano y edificación en Ayuntamientos de Guadalajara, Zapopan y Tonalá, así como Director de Planeación Urbana Estatal y Regional en el Gobierno del Estado de Jalisco. Contacto: luis_aguila_arquitecto@hotmail.com y Luis.aguila@cuaad.udg.mx