¿Cuánto tarda en recuperarse el ecosistema del monte luego de un incendio?

BARUFALDI, Silvana1 & BARZOLA ELIZAGARAY, Pehuén2

Contactos: silvibarufaldi@gmail.com; pehuen.be@gmail.com

Introducción

Los incendios causan enormes problemas en los ecosistemas naturales, eliminando la vegetación, exponiendo el suelo y dejando sin hábitat a la fauna autóctona. Si bien la recuperación de ecosistemas de bosques es lenta, en las zonas donde las precipitaciones son bajas, como en el monte nativo del noreste de Mendoza, el agua es un factor limitante, y el proceso puede ser más lento de lo que podríamos imaginarnos a simple vista. Nos proponemos demostrar esto en el presente trabajo, para lo cual contaremos el caso analizado.

En enero del año 1986, un incendio natural afectó 45 ha de la Reserva de Biósfera Ñacuñán, ubicada en el departamento Santa Rosa de la provincia de Mendoza. La reserva cuenta con varias comunidades pertenecientes al bioma del monte, entre ellas el Jarillal. Después del incendio, la comunidad se vio modificada enormemente dando paso al inicio de la sucesión desde etapas muy tempranas (empezó a recuperarse el monte prácticamente desde cero). La cobertura de gramíneas perennes (pastos) quedó reducida a menos de un 5% y la de herbáceas (anuales) aumentó hasta un 40%. La cobertura de árboles y arbustos quedó reducida a un 12% aproximadamente según describió Marone (1990).

Rossi (1998) determinó que, para ese año, las especies arbustivas habían aumentado considerablemente su cobertura, llegando al 56%, mientras que las arbóreas se mantenían alrededor del 5%. Observó también que numerosas especies de pastos y hierbas se encontraban presentes en esa comunidad, aunque todavía con baja cobertura y poca asociación entre ellas.

Durante el mes de octubre de 2012, nuestro equipo realizó muestreos de las principales especies vegetales presentes en la comunidad de la zona del incendio, con el objetivo de realizar una comparación con respecto a la información disponible de los años anteriores, y también se comparó esa comunidad con otra cercana no afectada, considerando que así debiera estar la primera, si no hubiera ocurrido el incendio.

Por lo tanto, en el presente trabajo compararemos el estado del jarillal quemado con su vecino no quemado, para determinar si aún después de 26 años de ocurrido un incendio (y sabiendo que como se trata de un área protegida no ha habido otros disturbios) presentan diferencias entre ellos. También evaluaremos el proceso históricamente, comparando las tres mediciones comentadas.

Metodología

Para poder realizar las comparaciones, realizamos las siguientes mediciones:

  1. Riqueza (cantidad de especies de plantas), proporción de pastos, proporción de herbáceas anuales y cobertura total de especies tanto en el jarillal quemado como en el no quemado para comparar ambas comunidades.
  2. Porcentaje de suelo desnudo en ambos sitios para detectar la presencia de parches (áreas ricas en vegetación rodeadas por suelo desnudo), característicos de las etapas de sucesión tempranas.
  3. Comparación diacrónica (histórica) de los distintos estratos vegetales (pastos, arbustos y árboles) en tres tiempos distintos (1986, 1998 y 2012).

Resultados

La proporción de pastos fue mayor en la zona no quemada, mientras que la de especies anuales fue mayor en el jarillal quemado. La riqueza de especies y la cobertura total fue mayor en el jarillal quemado, contra lo que se esperaba en un principio. Es probable que esto se deba a la cantidad de herbáceas anuales que encontramos en esta zona. Si bien se observan estas tendencias en los datos obtenidos, el análisis estadístico nos dice que esas diferencias entre los dos jarillales no son significativas (α=0,05) en ningún caso.

Lo mismo ocurrió con el porcentaje de suelo desnudo, el cual fue mayor en el jarillal quemado que en el no quemado, lo cual indicaría mayor presencia de parches. Sin embargo, también en este análisis, los resultados estadísticos no arrojaron diferencias significativas (α=0,05) entre ambos.

Gráfico 1: Porcentaje de suelo desnudo en el jarillal quemado y el no quemado
Gráfico 1: Porcentaje de suelo desnudo en el jarillal quemado y el no quemado

Finalmente, a partir de los valores iniciales analizados después del incendio por Marone en 1986, los medidos 12 años después por Rossi en 1998 y, por último, 26 años después del incendio por Barufaldi y Barzola en 2012, se elaboraron los siguientes gráficos que muestran los avances en las coberturas de cada estrato (arbóreo, arbustivo y herbáceo). Presentamos los siguientes gráficos que permiten observar la aproximación de cada estrato del jarillal quemado a su correspondiente del jarillal no quemado, en cada medición realizada.

Gráficos 2 y 3: Comparación en el tiempo de los estratos arbóreo y arbustivo, respectivamente, entre el jarillal quemado (amarillo) y el jarillal no quemado (azul)

Gráfico 4: Comparación en el tiempo del estrato herbáceo, entre el jarillal quemado (amarillo) y el jarillal no quemado (azul)

Conclusión

El impacto de un incendio en un ecosistema de monte nativo como el de la Reserva Ñacuñán supone un retraso de la sucesión y una pérdida de los servicios ecosistémicos que éste brinda, que requiere mucho tiempo para recuperarse. En el caso estudiado, luego de 26 años del disturbio se puede decir que las diferencias entre la zona quemada y la no quemada están finalmente subsanadas desde el punto de vista del análisis estadístico, aunque aun así se observan tendencias que marcan el pasado incendio. Consideramos también que el aporte de semillas del bosque aledaño y el hecho de que se encontrara en una reserva ayudaron a agilizar el proceso de recuperación más de lo que lo haría en zonas con mayor impacto. Ante los desmontes que ocurren actualmente en el monte nativo de Mendoza, así como las prácticas de “limpieza” mediante fuego que se realizan, debemos saber que semejantes impactos, acarrean consecuencias que tardan muchas décadas en recuperarse. Por ello es necesario tomar medidas preventivas y adquirir un mayor control sobre ellas para evitar daños ambientales que pueden llegar a ser irreversibles.

Para mayor información puede consultar:

  • MARONE, L. 1990. “Modifications of local and regional bird diversity after a fire in the desert, Argentina”. Revista Chilena de Historia Natural, nro.63, pp. 187-195.
  • ROSSI, B. E. 2004. “Flora y vegetación de la Reserva de Biosfera de Ñacuñán después de 25 años de clausura. Heterogeneidad espacial a distintas escalas”. Tesis Doctoral, 152 p. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.

1 Ingeniera en Recursos Naturales Renovables por la Universidad Nacional de Cuyo.

2 Estudiante de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables de la Facultad de Ciencias Agrarias – UNCuyo.