Intervenciones creativas ante la expansión urbanística de Vietnam

Cristina Nualart *

Saigon Outcast, Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam, 2012. Foto: Cristina Nualart
Saigon Outcast, Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam, 2012. Foto: Cristina Nualart

“Aquí las casas se improvisan en un instante, y del mismo modo desaparecen sin dejar señal de que las hubo allí antes”, se maravillaba un misionero español en Vietnam, a mediados del siglo XIX (Ónega, 1991: 199). Actualmente maravilla la velocidad a la que se construyen gigantescos bloques de edificios en un continente que se urbaniza enfurecidamente.

Vietnam está realizando grandes inversiones en infraestructuras urbanas para acomodar a la explosión de población de las últimas décadas. Un proyecto creativo ha permitido a unos jóvenes vietnamitas escapar de las prevalentes restricciones de espacio y contemplar otras maneras de crear ciudad.

Ciudad Ho Chi Minh (HCMC) es una de las nuevas mega-ciudades de Asia, con más de 8 millones de habitantes que disponen, en media, de menos de 6 metros cuadrados por persona. Para los más creativos de la generación ‘milenial’, el espacio urbano de la aglomerada HCMC se convierte en un entorno performativo para pensar nuevas formas de vivir y trabajar.

La densidad urbana en Vietnam ha encarecido el metro cuadrado de suelo y los alquileres se inflan sin control. Entre el frenesí inmobiliario destaca la innovadora propuesta Saigon Outcast, una original creación urbana que por una parte ofrece soluciones a la masificación y por otra se erige como símbolo de resistencia al desaforado urbanismo.

Saigon Outcast es una casa particular que opera fluidamente como parque de skateboarding y espacio recreacional multiusos para conciertos, mercadillos, proyecciones de cine, fiestas, etc. Este lugar insólito, emplazado en un tranquilo suburbio de rentas altas, lo concibieron en 2012 Doan Phuong Ha y Nguyen Nguyen Linh con la aspiración de que fuese un espacio comunitario para las artes.

El dúo profesional planeó una casa hecha con contenedores de transporte, una forma de arquitectura improvisada por ellos, desconociendo ejemplos realizados en otros países. Al no tener el terreno en propiedad, los dos jóvenes conocen el riesgo de que en futuro el alquiler puede elevarse a cantidades inviables. Por ello Ha concibió una casa relativamente portátil, en vez de seguir la tendencia común de edificar una casa inamovible.

Una vez que las grúas emplazaron los contenedores, Saigon Outcast creció sin una hoja de ruta para organizar el espacio. La falta de diseño predeterminado se debe a la aplicación de una estrategia de diseño digital: UX, user experience. Las decisiones sobre dónde y cómo usar el espacio se tomaban según surgían las ideas o las necesidades. El entorno abierto, libre y creativo que deseaban creció de forma orgánica. Se creó un jardín zen, se añadió mobiliario y un baño exterior, y los muros del recinto se pintaron con grafiti, un arte relativamente nuevo en Vietnam. Saigon Outcast se ha convertido en un punto de encuentro para la incipiente comunidad grafitera y ya es conocido por creadores internacionales de arte urbano.

Las superpobladas ciudades de Vietnam tienen pocos espacios abiertos. Saigon Outcast dispone de suelo que no monetiza o explota centímetro a centímetro. Aquí el espacio al aire libre, no instrumentalizado, es una apuesta alternativa que revaloriza características de formas de vida tradicionales. Con su ingreso abierto a la calle y entrada de acceso libre, aporta una nueva dimensión a las percepciones urbanas de la región.

Los contenedores que sirven de dormitorios están colocados en alto, creando debajo una zona de sombra. Esto remite a la arquitectura tradicional de Vietnam, realizada con materiales naturales y, como en otros países tropicales propensos a inundaciones, de diseño elevado. La estética contemporánea de Saigon Outcast tiene influencia de la arquitectura vernácula, pero sustituye la madera y las cañas por contenedores de transporte reciclados.

Saigon Outcast muestra otra característica típica: es un hogar, un espacio privado, y un lugar de trabajo, un espacio público, a la vez. Las “shophouses” de Asia tienen siglos de tradición, siendo tienda y casa en un mismo edificio. Saigon Outcast añade una capa más de significado, al funcionar como espacio comunitario.

Asociaciones o particulares pueden solicitar organizar eventos en el terreno. Deben ser actividades con entrada gratuita, aunque los asistentes pueden voluntariamente donar a alguna ONG sugerida por los organizadores. Este gesto refuerza los lazos comunitarios al tiempo que rechaza la glorificación mercantilista del patrocinio comercial. No se admite la esponsorización propagandística. Se promueve así una conexión personal y de afectos entre el espacio físico y el tejido social.

Saigon Outcast es un proyecto en mutación constante. Se presta a la colaboración, la inclusión y fomenta la diversidad. Es sustancialmente diferente a cualquier otro sitio en HCMC, público o privado. Integra conceptos de la arquitectura vernácula y de las formas de vida tradicionales de Vietnam, dándoles nueva vida en un proyecto con impacto real en su entorno.

* Cristina Nualart es miembro del Grupo de Investigación Asia (GIA), Universidad Complutense de Madrid.

Para mayor información

NUALART, Cristina. La expansión urbanística de Vietnam vista por artistas. Perspectivas intergeneracionales. En Periférica Internacional, 2017, nº 18, pp. 214-223. <http://revistas.uca.es/index.php/periferica/article/view/4186/3867>.

ÓNEGA, José Ramón. José María Díaz Sanjurjo (Un Gallego en Vietnam). Lugo: Deputación Provincial, 1991.

Saigon Outcast, Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam, 2012. Foto: Cristina Nualart
Saigon Outcast, Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam, 2012. Foto: Cristina Nualart

Saigon Outcast, Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam, 2012. Foto: Cristina Nualart
Saigon Outcast, Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam, 2012. Foto: Cristina Nualart

La música de las ciudades

by Magda Polo Pujadas

El arte sonoro utiliza al sonido, al ruido y al silencio como principales elementos expresivos, a la vez que implica una conciencia muy estructurada del elemento sónico en las obras de los artistas. Las músicas experimentales aparecidas después de la Segunda Guerra Mundial tales como la música concreta, la electrónica y la aleatoria potenciaron las esculturas sonoras, las instalaciones sonoras y el audioarte, entre otras prácticas que empezaron a fructificar desde los años 50 hasta nuestros días.

La música de las ciudades pasa a ser, desde entonces, un foco de interés no solo por los músicos canadienses del paisaje sonoro como R. Murray Schafer sino también para artistas de distinta procedencia que empiezan a construir las denominadas esculturas sonoras. Estas que se componen de instrumentos, estructuras o grabaciones que posibilitan nuevas prácticas de ejecución y nuevas maneras de escuchar y participar interactivamente con la música, a fin de que nuestra capacidad auditiva y visual se amplíe y encuentre nuevas fuentes sonoras y nuevos contextos en los que escuchar una determinada «música».

Consecuentemente, es importante tener presente que las esculturas sonoras nacen de una praxis compartida entre la experiencia artística, la experiencia estética y la experiencia acústica, tomando como premisa básica la esencia de los instrumentos musicales para explorar formas capaces de producir inesperados resultados sonoros y visuales en los oyentes y en los propios artistas. Es, por así decirlo, una experiencia imago-acústico-estética que te lleva a descubrir o a redescubrir unas partituras gráficas sonoras en la ciudad o lugar en el que habitamos. Para echar luz sobre este tema podemos remitirnos a distintos ejemplos que creemos sobresalientes para ver cómo lo sonoro ha interactuado con la ciudad creando su propia música.

En primer lugar, nos remitiremos a las esculturas sonoras de los hermanos François y Bernard Baschet. Estas son esculturas o instrumentos instalados en diferentes ciudades, tanto en espacios externos e internos públicos y privados, de todo el mundo, con la finalidad de que el usuario experimente el hecho de ser músico. Las estructuras musicales Baschet van destinadas al gran público. Con este proyecto interactivo se quiere que cualquier persona pueda “subir al escenario” y tocar las esculturas sin que deba tener conocimientos musicales. Lo que prima en lo experiencial por parte del público es lo artístico, que no se sienta limitado ante la posibilidad de experimentar, que se incluya en el acto musical. Tocando las esculturas accede a un resultado sonoro, a partir de la toma de contacto con el material y la forma que tienen las esculturas. La base estética de esta aproximación del arte al público se genera a partir de la creencia de que todo el mundo tiene un sentido lúdico. El arte no se concibe desde el punto de vista de su sacralización sino desde el punto de vista de su capacidad de generar una empatía con los que la observan y miran con ganas de tocarlos.

En segundo lugar, haremos referencia a los conciertos de campanas de Llorenç Barber . Los conciertos de ciudades o los también conocidos como Ciudadanos Conciertos de Campanas han representado una aportación destacable a la hora de utilizar un patrimonio urbano, los campanarios, como instrumentos que han posibilitado realizar conciertos únicos e irrepetibles en los que el tiempo ha sido el elemento común y el espacio el elemento divergente. Cada ciudad tiene una orografía distinta y los campanarios una sonoridad concreta. Los códigos de sus sonidos han permitido acercar el pasado a la contemporaneidad de las calles, de las plazas, de los rincones más emblemáticos de una urbe. En los conciertos el individuo vive continuamente inmerso en los sonidos emitidos por diferentes focos espaciales que le transmiten una memoria individual y colectiva. El oyente puede seleccionar la escucha y descubrir el espacio a partir del oído. Los campanarios son los instrumentos y la ciudad una gran resonador.

Y por último, y en tercer lugar, no podemos olvidar las esculturas sonoras de Bill Fontana o la recuperación del sonido y de los ruidos que se han perdido en viejas estaciones de trenes, edificios abandonado…, en las grandes ciudades que, gracias a la grabación que ha realizado el artista de sus sonidos propios o impropios, pueden volver a habitarlos. Las obras de Fontana responden a la voluntad de expandir las esculturas buscándoles un nuevo lugar donde resonar. Cada uno de los sonidos de un espacio concreto dentro de un mismo contexto conserva su propio campo sónico. El multiperspectivismo de los sonidos es uno de los objetivos estéticos que ha perseguido este artista en ciudades como Nueva York, San Francisco, Berlín, Colonia, París, Amsterdam, Estocolmo, etc.

El proceso de democratización que se vivió a raíz de la posmodernidad tuvo unas consecuencias que repercutieron en el papel del usuario de arte y en el papel del contexto artístico. La inclusión del usuario (término hartamente utilizado hoy en día en cualquier proyecto artístico y social) y la consideración de que las salas de exposiciones pueden ser las mismas calles o plazas, implica que lo público está ganando terreno a lo privado, a pesar de que a las obras de estos artistas muchas veces se las califica de acontextuales. El término que aparece entonces alrededor de los años 1970 y que está en boga actualmente es el de «site-specific» que se refiere a un tipo de trabajo artístico específicamente diseñado para un lugar en particular, de lo que se desprende una interrelación única con el espacio y también una determinada carga semántica en función del lugar que ocupe o de los lugares que acojan una determinada obra. El contexto, el lugar, hará a la obra en cada momento. El espacio la determinará, tanto en su significado, como en su recepción estética.

La ciudad siempre ha sido un constante emisor de signos, de sonidos cambiantes que transforman la silueta acústica de sus calles, de sus plazas, de sus parques… Podríamos decir que hay una música de “la ciudad” (el del tráfico, el del pasar de sus gentes, el de los aviones…) pero difícilmente podríamos encontrar dos ciudades que tuvieran la misma música, es decir, sería imposible recrear dos ciudades con los mismos sonidos, los sonidos de “una ciudad” son particulares y únicos. Cada ciudad, según la hora del día, según la estación y según la cultura tiene un paisaje sonoro específico, como el de su skyline. Wolf Vostell, Marina Abramovic, Max Neuhaus, Isabel López Barrio, José Luis Carles y un largo etcétera también son ejemplos a tener en cuenta y que han partido de los estudios acústicos de las ciudades para elaborar distintos paisajes sonoros con esta conciencia.

Esculturas sonoras de los hermanos Baschet
Esculturas sonoras de los hermanos Baschet

Para mayor información:

POLO PUJADAS, Magda; «Esculturas sonoras y paisaje urbano», en Miguel Ángel Chaves Martín (ed.); Ciudad y artes visuales, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2016. ISBN: 978-84-617-5583-7, pp. 311-312.

El espacio público: ¿un ingrediente de la precariedad urbana?

En las últimas décadas se ha puesto de relieve que el espacio público es un componente esencial de la calidad de vida urbana. Su condición de lugares de interacción social, de expresión comunitaria y de identidad vecinal, visible en el apego de los ciudadanos hacia sus plazas y parques, así lo corroboran. El interrogante que aquí se plantea es: ¿pueden también estos ámbitos de vida colectiva actuar como factores en el reforzamiento de la precariedad urbana? El análisis en las periferias desfavorecidas de Santa Cruz de Tenerife (Canarias) trata de realizar alguna aportación sobre ese particular.

La forma, función y significados ciudadanos del espacio público es una manifestación más de los desequilibrios territoriales. La ruptura es evidente entre los lugares de relación social que constituyen elementos centrales del urbanismo, de la cultura y de la ciudadanía urbana y los que no facilitan la convivencia e integración vecinal y resultan pobres en la generación de sentido de pertenencia. En el marco del urbanismo neoliberal la producción del espacio público apunta en esta última dirección, tanto en aquellos lugares que canalizan la mayor parte de las inversiones públicas, al insertarse en las estrategias de competitividad y marketing urbanas, como en los identificables en las áreas socialmente más vulnerables, escasos en cantidad y de ínfima calidad. En efecto, la potenciación de los espacios públicos apropiados para el posicionamiento de la ciudad en el mercado global es simultánea a su desatención en periferias desfavorecidas, donde la situación de los lugares de relación vecinal puede convertirse en un factor añadido a su vulnerabilidad social.

Un indicador de la vitalidad de la sociabilidad comunitaria es la frecuentación, el número y la diversidad de usuarios de los espacios públicos. Su limitado valor como ámbitos compartidos de convivencia en las zonas no centrales de la ciudad de estudio se evidencia al comprobar la baja presencia de usuarios y el predominio de unos grupos en detrimento de otros. Los varones frecuentan los lugares de relación más que las mujeres y son significativas las ausencias tanto de los jóvenes como de los mayores en unos espacios que no parecen responder de modo satisfactorio a sus necesidades.

Las plazas y parques de estos barrios precisan intervenciones que mejoren su calidad y subsanen su actual carencia de vegetación, su pobre mobiliario, reducida accesibilidad y escaso mantenimiento y los transformen en centros efectivos de sociabilidad. No es solo una cuestión de mejoras dotacionales, sino también es necesaria una dinamización social que haga posible que ocupen una posición destacada en la vida diaria de los residentes y ayuden a fortalecer su sentido del lugar. Ello motivaría una mayor frecuentación y estimularía la convivencia vecinal, la integración y el reforzamiento de vínculos comunitarios.

Espacios públicos de la periferia urbana de Santa Cruz de Tenerife. Fuente: el autor.

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Espacios públicos de la periferia urbana de Santa Cruz de Tenerife. Fuente: el autor.

La calidad del espacio público en las diferentes áreas de la ciudad es uno de los testimonios de los procesos de segregación existentes y, a la vez, contribuye al reforzamiento de la precariedad y a su perpetuación en los barrios desfavorecidos. Un papel fundamental es el que debe jugar la administración para garantizar ese derecho ciudadano, pues la vulnerabilidad de estas periferias urbanas no solamente radica en sus dificultades económicas y sociales, sino también en las carencias materiales de sus espacios cotidianos de vida. Por tanto, desde esta perspectiva, la mejora de la calidad del espacio público en estas áreas se postula como un requisito fundamental para conseguir una ciudad menos segregada y en la que no imperen únicamente las dinámicas del mercado que tienden a favorecer a los sectores sociales y urbanos mejor posicionados.

Para mayor información:

García-Hernández, Juan Samuel. “El espacio público en periferias desfavorecidas: Añaza y Santa Clara paradigmas de vulnerabilidad socioespacial en Santa Cruz de Tenerife”. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 2017, vol. XXI, nº 571. Disponible en <http://revistes.ub.edu/index.php/ScriptaNova/article/view/19719/22055>

Juan Samuel García-Hernández es Licenciado en Geografía e Investigador Predoctoral en el Departamento de Geografía e Historia de La Universidad de La Laguna.

NATURALIZAR MEGALÓPOLIS. CHEONGGYECHEON, RÍO URBANO EN EL CORAZÓN DE SEÚL.

El concepto de megalópolis aparece definido en la obra de Lewis Mumford, en especial en su canónica Historia de la ciudad (Nueva York, 1961), como la anticiudad. Según Mumford, la megalópolis reduce las sociedades humanas a abstracciones financieras calculables –pies cuadrados de espacio rentable, acres de intercambios de tránsito, millas de supercarreteras y millones de dólares imponibles sobre bienes raíces–, en contraposición a la ciudad histórica autosuficiente, variada, multiforme, compleja y concentrada socialmente.

Seguramente el fenómeno urbano es menos dicotómico que el del planteamiento munfordiano, y tanto la metrópolis como la ciudad histórica están llenas de contradicciones de todo tipo (espaciales, culturales, económicas, políticas, etc.). En general, eso sí, hay coincidencia en señalar a la ciudad como una de las mayores creaciones humanas.

Seúl, la capital de Corea del Sur, es en la actualidad una de las mayores megalópolis mundiales. Con más de veinte millones de personas es una de las grandes aglomeraciones humanas del planeta. A pesar de su tamaño, quien llega a Seúl se encuentra con más de un motivo positivo de asombro. El primero: el aeropuerto internacional de Incheon, considerado durante bastantes años como el mejor del mundo; en segundo lugar, una red suburbana muy amplia, eficiente, limpia y moderna. Esta se empezó a construir a mediados de la década de 1970 y se ha convertido en una de las mejor valoradas del planeta. Otros elementos positivos para el viajero son tanto la sensación de seguridad que se respira como la amabilidad de sus gentes.

Desde hace ya algunos años se habla del milagro en el río Han, por el nombre del cauce principal que atraviesa la ciudad. Seúl ha pasado en los últimos cincuenta años de ser una ciudad pequeña, desconocida, remota y pobre, a ser una metrópolis global, bien conectada y muy conocida en todo el mundo. Seúl, Corea del Sur, son un claro ejemplo de espiral virtuosa cuando se analiza el éxito o fracaso de una ciudad o de un país. Su desarrollo económico ha sido asombroso, con éxitos planetarios en nuevas tecnologías, productos electrónicos y en otros sectores industriales. El país, con unos cincuenta millones de habitantes es hoy la undécima economía mundial. Al terminar la segunda guerra mundial era uno de los países más pobres del planeta.

Para explicar la acelerada modernización de Corea del Sur a partir de 1945, algunos autores han utilizado el concepto de hibridación de lo híbrido, es decir, la mistura exitosa de mezclar estilos culturales coreanos, japoneses y occidentales, sin olvidar la larga influencia de la cultura china. Todo ello, en un país que no tuvo su primer presidente civil hasta 1992, pero que aprovechó la coyuntura crítica de las guerras padecidas a mediados del siglo XX para eliminar el orden económico-social de dominio tradicional de la élite burocrática y terrateniente denominada yangban. Corea del Sur supo aprovechar su posición estratégica, aunque dependiente de los Estamos Unidos de América, y beneficiarse de eventos de carácter global como unos juegos olímpicos (1988) y una copa del mundo de fútbol, compartida con Japón (2002). En 2018 acoge unos juegos olímpicos de invierno.

Pocos lugares como Cheonggyecheon, en el corazón de Seúl, nos muestran la transformación que ha sufrido la ciudad en las últimas décadas. Durante 600 años, este afluente del Han ha sido el centro de Seúl, llamada Hanyang cuando fue fundada en 1394 por la dinastía Joseon. Cheonggyecheon se alimenta de las diversas montañas que rodean Seúl, Inwangsan al noroeste, Bugaksan al norte y Namsan al sur. La corriente del río fluye de oeste a este y tiene una longitud de casi once kilómetros hasta desembocar en el Han. El Cheonggyecheon tiene más de veinte afluentes tributarios en su cuenca de unos 50 kilómetros cuadrados.

En los inicios del siglo XV ya se realizaron trabajos de canalización para combatir las inundaciones en el Cheonggyecheon. A lo largo de los siglos, sucesivos gobiernos hicieron labores de draga y limpieza pues servía de alcantarillado de la ciudad. Históricamente, el río dividió la ciudad e hizo de frontera política, social y cultural. La clase alta yangban se estableció tradicionalmente en el norte de la ciudad con fuentes de agua más propicias; los artesanos y comerciantes se establecieron a lo largo de la corriente principal en torno a uno de los puentes de la ciudad, el Gwangtonggyo. Las clases sociales bajas sufrieron los problemas generados por la contaminación del Cheonggyecheon, es decir, enfermedades infecciosas, especialmente en la estación lluviosa del monzón.

Durante la ocupación colonial japonesa (1910-1945), la centralidad de la ciudad se dirigió hacia el sur, al barrio de Yongsan, gracias a la rápida electrificación del transporte. En 1926 se pretendió cubrir parte del Cheonggyecheon con el fin de crear espacio para edificios residenciales, almacenes y áreas de recreo. Las autoridades japonesas rechazaron el plan por miedo a las crecidas del río. La segunda guerra mundial y la guerra de Corea provocaron que los trabajos de drenaje en el Cheonggyecheon no se pudieran llevar a cabo adecuadamente. El fin de la contienda coreana hizo que cientos de miles de refugiados ocuparan las lindes del río en unas condiciones miserables. Sus habitantes sufrieron, además de las inundaciones, numerosos incendios que arrasaban las cabañas construidas preferentemente de madera. A finales de la década de 1950 empezaron los trabajos de cubrimiento del Cheonggyecheon, con desplazamientos de cientos de miles de personas. En las décadas siguientes, también se realizaron importantes trabajos de drenaje para mejorar las condiciones sanitarias.

A finales de la década de 1960, el gobierno municipal proyectó construir una autopista encima del Cheonggyecheon. En agosto de 1971 la longitud construida era ya de 5,6 kilómetros, y su anchura de 16 metros. La autopista fue uno de los símbolos del desarrollismo capitalista de la ciudad. En pocos años el río desapareció y la vía rápida llegó a Majang-dong, cerca de la confluencia con el Han. Durante varias décadas, la autopista sirvió para conectar el centro de la ciudad con la periferia, y se convirtió también en un elemento importante del paisaje de la ciudad y en símbolo del poder de las nuevas élites seulitas.

La celebración de los juegos olímpicos en 1988 y la construcción consiguiente de infraestructuras provocó que parte de esas élites se trasladaran a Gangnam, barrio situado al sur del río Han, con apartamentos en rascacielos para gente rica. Mientras tanto, el área en torno al Cheonggyecheon y su autopista llegó a albergar más de cien mil empresas preferentemente comerciales e industriales. Las condiciones laborales de los trabajadores de esos negocios eran miserables, llenos de ruidos, hedores y gases tóxicos. Poco a poco, los barrios alrededor del Cheonggyecheon se fueron degradando, en parte como consecuencia de la apertura de grandes almacenes comerciales en otros lugares de la ciudad, especialmente en la década de 1980, y la consiguiente recentralización urbana.

Con el cambio de siglo, el gobierno metropolitano de Seúl puso en marcha el proyecto de rehabilitación del Cheonggyecheon, a fin de crear un espacio urbano con un entorno medioambiental regenerado, restaurar la identidad histórica y cultural de un emblema de la ciudad, y reorganizar y vigorizar los negocios de la zona que habían entrado en decadencia. Los trabajos empezaron en julio de 2003 y en veintisiete meses se completó el desmantelamiento de la autopista, se construyeron caminos y sendas en los nuevos taludes del río, se canalizaron las aguas, se elevaron puentes para atravesar la corriente y se realizaron labores de paisajismo.

Debido a la intermitencia de sus aguas, el Cheonggyecheon se abastece en buena medida, y, gracias a avanzadas tecnologías, del río Han, y de las aguas canalizadas de las montañas de los alrededores. La profundidad media del río es de 40 cm y cada día fluyen en su cauce 120.000 toneladas de agua. Un total de veintidós puentes atraviesan el Cheonggyecheon, cuatro de ellos en exclusiva para peatones. La restauración paisajística ha creado un espacio verde ininterrumpido de casi seis kilómetros que atraviesa la ciudad de oeste a este. En algunas partes del río se han introducido diversas especies acuáticas y aves.

Cheonggyecheon no es un espacio aislado en la ciudad de Seúl, pues forma parte de una red verde que une diversos espacios de la gran metrópolis, pero al ocupar un espacio histórico y cultural central, su renovación ha significado la revitalización del corazón de la urbe y ha provocado cambios radicales en la configuración del nuevo imaginario de la ciudad, especialmente como renovado centro financiero y comercial no solo coreano.

Las dimensiones de esa transformación las hemos podido ver en un viaje reciente. El nuevo Cheonggyecheon sirve para explicar en primer lugar que es posible transformar espacios urbanos muy inhóspitos en lugares para la convivencia ciudadana. Megalópolis se puede regenerar y naturalizar. Al mismo tiempo, Cheonggyecheon sirve de ejemplo para explicar la rápida modernización de la sociedad coreana, con sus luces (alto IDH, en el puesto 18) y sus sombras (alta contaminación, superpoblación). Cheonggyecheon, Seúl, Corea del Sur, son, sin duda, metáforas del proceso de mundialización oriental al que estamos asistiendo en las últimas décadas o, según Peter Frankopan, a la consolidación de las llamadas rutas de la seda como espacio central del corazón del mundo.

Repensar el urbanismo contemporáneo: un libro colectivo y un congreso internacional

Carmen Díez Medina y Javier Monclús (Universidad de Zaragoza)

En una presentación reciente de la obra colectiva Visiones urbanas. De la cultura del plan al urbanismo paisajístico (1), coeditada por los autores de este artículo y prologada por Rafael Moneo, nos preguntábamos en qué grado nuestras reflexiones podrían resultar de utilidad de cara a una audiencia amplia, ciudadana. Nos encontrábamos en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, un lugar en el que se desarrollan actividades académicas y culturales de todo tipo, tanto las dirigidas a un público de para especialistas como otras de carácter divulgativo.

Como reclamo, nuestros amigos de la librería Cálamo escribieron una circular que lanzaron en las redes sociales: “Si trabajas, disfrutas o sufres el urbanismo, este miércoles 20 de septiembre tienes una cita ineludible…”. Efectivamente, no es difícil suponer que casi todos los ciudadanos –es decir, aquellos que viven en ciudades–, trabajan, disfrutan o ‘sufren’ el urbanismo. Especialmente el urbanismo contemporáneo, algo que para muchos significa planes urbanísticos, normativas para el aprovechamiento de las plusvalías, gestión burocrática sometida a presiones políticas y demás.

Lo que nosotros nos proponemos con este libro es precisamente mostrar ‘otro tipo de urbanismo’, no sólo posible y necesario, sino realmente existente y verificable a través de numerosos episodios recientes, o no tanto. Nos referimos a un urbanismo complejo que se inscribe en una tradición disciplinar que existe desde que surgieron los términos Town Planning, Urbanisme, Urbanistica… y Urbanismo, a principios del siglo XX. Un urbanismo que nació asociado a determinadas pretensiones de reforma social y también como respuesta sistematizada a los problemas de la ciudad de la era industrial. Una nueva disciplina que apuntaba también a la mejora de la calidad de vida urbana, de las infraestructuras, de los espacios públicos, de la habitabilidad y la urbanidad.

Lo que pretendemos es dar cuenta de la complejidad del legado intelectual, técnico e instrumental que el urbanismo ha ido dejando desde su consolidación como disciplina. Por eso, el libro trata de ilustrar el paso de un ‘urbanismo basado en el plan’ a ‘otros urbanismos’, entre los cuales se encuentran desde el ‘proyecto urbano’ hasta el llamado ‘urbanismo paisajístico’. Este último se entiende como una versión actualizada de lo que fueron los paradigmas iniciales que determinaron el nacimiento de la disciplina, pero con la complejidad que supone prestar atención a diferentes sensibilidades del mundo contemporáneo y con la voluntad integradora necesaria para afrontar las nuevas realidades urbanas y territoriales.

Con este espíritu, y con el objetivo de que este ‘otro tipo de urbanismo’ pudiera llegar a un público más amplio, pensamos que el libro Visiones Urbanas tendría que ofrecer diversos niveles de lectura, desde del más académico y riguroso, dirigido a arquitectos, geógrafos y demás profesionales del urbanismo y de los estudios urbanos, hasta el de la alta divulgación, haciéndolo accesible quienes pudieran tener interés por conocer más de cerca los procesos que han determinado la consolidación y transformación de nuestras ciudades durante el último siglo, en especial, durante los últimos 40 años

¿Cómo podemos re-aprender el perdido arte del urbanismo? Ésta era la pregunta que se hacía Peter Hall en su última obra, Good Cities Better Lives. En el libro, Hall, una de las figuras más reconocidas por su implicación teórica y profesional en la disciplina del planeamiento urbanístico, sugería estudiar los mejores ejemplos del urbanismo europeo para hacer frente al declive del ‘arte del urbanismo’. Sabía que, al hacerlo, descubriríamos la diversidad de formas de entender el urbanismo que ofrecen cada una de las tradiciones culturales y nacionales en las que la disciplina se ha ido configurando y desarrollando a lo largo de más de un siglo. Sin perder todo esto de vista, el libro se estructura mediantes una serie de ensayos breves (32) y una cuidadosa selección de casos de estudio (72), con cerca de 400 ilustraciones que dan una idea de proyectos e intervenciones urbanísticas de especial interés para todos aquellos interesados en el urbanismo contemporáneo.


Fig. 1. Cubierta del libro
Visiones urbanas
.
De la cultura del plan al urbanismo paisajístico
. Madrid: Abada, 2017

Fig. 1. Cubierta del libro
Visiones urbanas
.
De la cultura del plan al urbanismo paisajístico
. Madrid: Abada, 2017

Visiones urbanas está dirigido a estudiantes y profesionales interesados en entender cómo ciertas visiones del siglo XX, que se han extendido al siglo XXI, han llegado a resultar decisivas a la hora de dar forma a la ciudad y los paisajes contemporáneos. En cualquier caso, la sucesión de ensayos sobre temas y casos diversos no pretende establecer interpretaciones universales, sino destacar algunos episodios que pueden ayudar también a entender por qué la cultura del plan ha ido dejando paso a otras formas de urbanismo, desde el proyecto urbano al urbanismo estratégico o al urbanismo paisajístico. Frente a las interpretaciones globales del urbanismo por parte de la historia socioeconómica o de la historiografía arquitectónica, Visiones urbanas. pretende contribuir a un entendimiento de la disciplina a partir del debate contemporáneo internacional, adoptando una perspectiva histórica y comparada, transversal, que se pregunta por las insuficiencias del planeamiento convencional y por la necesidad de repensar y reinventar las bases y los instrumentos del urbanismo que necesitamos para afrontar los retos de las ciudades del siglo XXI.

Fig. 1. Cubierta del libro Visiones urbanas. De la cultura del plan al urbanismo paisajístico. Madrid: Abada, 2017

En una línea paralela, nuestro equipo de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza acaba de lanzar la convocatoria de un Congreso que se celebrará en este centro, en septiembre de 2018. Se trata del II Congreso Internacional ISUF-H (Hispanic International Seminar on Urban Form) con el título “Ciudad y formas urbanas. Perspectivas transversales2.

¿Por qué interesa ahora organizar un congreso internacional sobre formas urbanas? Parece claro que las formas urbanas inciden de distintos modos en el funcionamiento y en la calidad de vida de los ciudadanos, también en la eventual sostenibilidad del planeta. Efectivamente, según un concepto amplio de las ‘formas urbanas’, resulta evidente que las ciudades con formas compactas y correctamente estructuradas pueden favorecer un buen funcionamiento de los organismos urbanos, su integración en la naturaleza mediante infraestructuras verdes, la dotación de transportes públicos eficientes y confortables, la configuración de espacios públicos activos y de calidad, etc. En cambio, formas urbanas que son resultado exclusivo de la lógica del mercado inmobiliario, o aquellas que son fruto de planificaciones y diseños de carácter tecnocrático y de baja calidad, inciden directamente en la degradación de la vida urbana y en la pérdida del legado cultural y medioambiental de nuestras ciudades.

En ese sentido, resulta oportuno preguntarse por algunas cuestiones, que son las que se tratarán en las 9 secciones planteadas en el congreso.

  1. En primer lugar, interesa revisar las teorías de la forma urbana y las metodologías urbanísticas. Desde la perspectiva urbanística, podemos preguntarnos por las ‘buenas formas urbanas’ (siguiendo a Kevin Lynch y otros).  O por los renovados conceptos del urbanismo como ‘arte de crear lugares habitables’ (como propone Peter Hall).
  2. También se hace necesario reflexionar sobre los cambios que ha experimentado el concepto de patrimonio urbano, que ha dejado de estar centrado en los monumentos arquitectónicos y ha pasado a abordar una visión más amplia y compleja, que incluye elementos vernáculos y también otros más recientes, a veces no tan excepcionales, pero cuya presencia es determinante en la ‘ciudad ordinaria’.
  3. Del mismo modo, parece obvia la necesidad de apostar por la regeneración más que por el crecimiento urbano, con una visión integradora que tome en consideración los factores sociales, económicos y ambientales, además de los físicos y constructivos. El reto consiste en explorar las posibilidades que una atención específica a las formas urbanas ofrece para mejorar la habitabilidad y la urbanidad de nuestras ciudades.
  4. El espacio público sigue teniendo un papel preponderante en la configuración de la forma urbana, factor clave en la generación de las actividades humanas y de un espacio de relación social.  Por eso, interesa identificar cuál es el uso –el ‘real’ y el ‘ideal’– de los espacios colectivos, en la línea de las que plantea la escuela de Jan Gehl en sus investigaciones sobre las relaciones entre espacio público y vida urbana.
  5. El planeamiento urbanístico ha incidido de forma sustancial en las formas urbanas, de manera diversa en función de sus escalas y de sus concreciones instrumentales. La planificación, que hoy se renueva desde premisas medioambientales y de cohesión social (derecho a la ciudad), necesita re-enfocar su objeto para crear (o de re-crear) lugares mejores, espacios urbanos y paisajes más humanos y habitables. Aquí la cuestión sobre la ‘buena forma urbana’ permanece abierta.
  6. El territorio, además de su significado como espacio adscrito y vivido, tiene también el sentido de ‘espacio manejado’, adaptado a la sociedad que lo ocupa y lo transforma. El análisis de los procesos y modelos territoriales guarda estrecha relación con las formas urbanas contemporáneas. Territorio y ciudad son dos términos indisolubles. Ambas realidades se relacionan intensamente. La visión de los geógrafos resulta fundamental para un debate actualizado sobre el tema.
  7. El concepto de paisaje es, sobre todo, una construcción cultural que recoge la relación del hombre con su entorno y en la que se integran compresión y construcción del medio en un proceso iterativo. El paisaje -inscrito tanto en su condición ecológica como en su dimensión cultural-, evoluciona y cambia. Desde esta perspectiva, se plantea una reflexión sobre la forma urbana que va más allá de su condición meramente morfotipológica, incluyendo el complejo universo de los sistemas socioecológicos.
  8. Toda cartografía es siempre una operación de construcción, en el sentido más literal del término.  En palabras de James Corner, “la función del cartografiado no es tanto reflejar la realidad como engendrar una reformulación de los mundos en los que vive la gente.” Interesa, por tanto, abordar las disciplinas proyectuales entendiendo que los mapas son herramientas que ayudan a responder a las preguntas que se plantean durante el proceso de diseño, siendo incluso parte inherente de dicho proceso.
  9. El tema de las formas urbanas y la vivienda en las ciudades latinoamericanas se aborda en una sección específica.Las últimas décadas y especialmente los últimos cincuenta años atestiguan sustanciales transformaciones en estas ciudades. El diagnóstico de Roberto Segre parece aún vigente: “La pérdida de la cohesión estética de formas y espacios es el reflejo de las contradicciones sociales y económicas surgidas en la ciudad de esa segunda mitad del siglo. Emergentes y necesitados quedan distanciados entre sí por barreras espaciales y culturales. Unos, son expulsados de las áreas centrales hacia la lejana periferia de terrenos de bajo costo; los otros, se encierran en los condominios privados, dentro de la ciudad o en los suburbios, protegidos por sofisticados mecanismos de seguridad (…). Son factores que significan la pérdida de la sociabilidad urbana, la introversión de las funciones. El comercio, típica actividad que motiva la vida de la calle, promueve el intercambio y el recorrido peatonal, tan valorizado por Walter Benjamin en la París del siglo XIX, se encierra en los gigantescos shoppings construidos en las periferias ricas.”

En resumen, el reto del Congreso ISUF-H, por tanto, es el de profundizar en esos debates, por la naturaleza de los nuevos procesos urbanos y por las metodologías más eficaces para a entender mejor la complejidad de las ciudades, tanto en el pasado como en el presente.

Fig. 2. Imagen del díptico del II Congreso Internacional ISUF-H (Hispanic International Seminar on Urban Form) dedicado al tema “Ciudad y formas urbanas. Perspectivas transversales”. Zaragoza, 13 y 14 de septiembre, 2018.

1 Ver artículo de los autores: DÍEZ MEDINA, Carmen; MONCLÚS, Javier. Nuevas miradas al urbanismo contemporáneo. Biblio3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de noviembre de 2017, vol. XXII, nº 1.217. http://www.ub.edu/geocrit/b3w-1217.pdf

2 http://eventos.unizar.es/go/isufh2018

Lavaderos tradicionales de la Granada del XIX y el uso público del agua

Daniel Jesús Quesada Morales*

Hasta la generalización de la red de distribución de aguas a las casas el agua proveniente de manantiales, arroyos y ríos era la usada para el abastecimiento de la población. Este suministro acuoso se llevaba a cabo en espacios públicos comunitarios que a lo largo del siglo XIX, se van a acondicionar para prestar un mejor servicio. Junto con las fuentes y abrevaderos, base del aprovisionamiento humano y animal, se obraron espacios específicos para el lavado de la ropa. Desde finales del siglo XIX, se asentaron en España las nociones de servicio y obra pública, al mismo tiempo que se declaró al suministro de agua servicio con carácter público. La definitiva implantación de lavaderos en Granada durante ese siglo, como infraestructuras de índole pública y de servicio a la comunidad, y su vinculación a las teorías higienistas europeas, condicionaron su diseño, construcción y mantenimiento.

La red de suministro hidráulico en la Granada del Ochocientos

El suministro de agua en la Granada decimonónica se realizaba mediante las acequias de Aynadamar y Gorda. Ambas construcciones, como sistemas tradicionales hidráulicos, abogaban por el uso y aprovechamiento racional del agua, asegurando el abastecimiento regular al mayor número de usuarios en un amplio abanico de aprovechamientos. Estas infraestructuras, nacidas con clara vocación urbana, se proyectaron para el suministro de la población de los diferentes barrios de la ciudad, a través de sus aljibes y su bien trazada red de acequias y azacayas. Este es el carácter público del agua, concebida como un bien de servicio comunitario en todas sus vertientes, que ha de llegar a todos, y por tanto, su reparto y consumo se rige por estar presente en todos los aspectos de la vida: dar de beber a los ciudadanos a través de la red arterial de cisternas y tinajas, en el riego de huertas y jardines, en el abastecimiento de casas, fincas, conventos e instituciones, así como en el suministro de pilares, baños, estanques, albercas, abrevaderos y lavaderos públicos.

Lavaderos públicos en el entramado urbano granadino

Con el aumento de la población y la consecuente extensión del recinto urbano, los diferentes gobiernos municipales se vieron en la obligación de instalar lavaderos públicos que vinieran a atender las necesidades del vecindario. Los lavaderos en la Granada del siglo XIX se situaron en la zona baja de la ciudad, coincidiendo con los lugares más habitados y con mayor índice de población e incremento demográfico. Es el caso del de las Tablas, uno de los más populosos y concurridos de la ciudad, junto con el de Fuente Nueva, y el lavadero de la Cruz, unido a la parroquia de los Santos Justo y Pastor. Perteneciente a la parroquia del Sagrario se encontraba el lavadero de San Agustín, mientras que el de Zafra se correspondía con la parroquia de San Andrés.

Lavadero público y abrevadero de Fuente Nueva, h. 1890-1900. Autoría desconocida. Fuente: Archivo Histórico Municipal del Ayuntamiento de Granada. Fondo fotográfico. Signatura: 00.015.14.

Así mismo, la toponimia del callejero granadino nos aporta información de lavaderos desaparecidos que han dejado su huella en los espacios de la ciudad marcando el paisaje urbano. El designar con un nomenclátor alusivo a estas construcciones algunas calles de la ciudad nos da idea de la fuerza que tendrían en la ciudadanía como puntos referenciales dentro del caserío granadino al nominar algunos espacios de su trama urbana con nombres de lavaderos. De este modo en el plano actual de Granada figuran las calles del Lavadero de Méndez (por la Cuesta de la Alhacaba), de las Tablas (desde la calle del Gran Capitán a la calle Tablas), de la Cruz (entre la calle del Boquerón y la calle de San Juan de Dios), de San Agustín (desde la placeta de este nombre a la calle San Jerónimo), de Santa Inés (que sube desde la Carrera del Darro), de Zafra (desde la Placeta del Azúcar a la calle de Navarrete), de las Manchegas (desde la calle del Correo Viejo a la Cuesta de Marañas), y del Lavadero, además de la placeta o plaza del mismo nombre. Esta numerosa presencia denota la abundancia de este tipo de servicios públicos de limpieza e higiene en la Granada de aquel tiempo. El hecho de situar los principales lavaderos en las zonas más bajas de la ciudad, aparte de coincidir con los mayores núcleos de población en ese momento, se debe a que en el Sacromonte, Albayzín, Alixares, la Churra y Mauror, barrios de la Granada alta, las mujeres utilizaban para lavar los aljibes y grifos.

Lavadero de Méndez,h. 1905. Albayzín. Granada. Arturo Cerdá y Rico. Fuente: Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico. Cabra del Santo Cristo (Jaén).
Lavadero de Méndez,h. 1905. Albayzín. Granada. Arturo Cerdá y Rico. Fuente: Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico. Cabra del Santo Cristo (Jaén).

De este nutrido número de lavaderos, que se dispersaban por el urbanismo de Granada, sólo ha llegado hasta nuestros días el ubicado en la llamada Puerta del Sol. Además de estas construcciones específicas para lavar también recibía este uso algunas zonas de los ríos Darro y Genil. En la actualidad la tipología edilicia del lavadero de la Puerta del Sol, nos permite contextualizar arquitectónicamente, el resto de construcciones de este tipo, pues compartían un diseño similar. Común era el empleo de la estructura adintelada, con tejado de teja morisca, sostenida por columnas de piedra de Sierra Elvira.

Lavadero público de la Puerta del Sol, h. 1900. Francisco Román Fernández. Fuente: Archivo Histórico Provincial de Granada. Fondo fotográfico / Signatura: Po-0046.
Lavadero público de la Puerta del Sol, h. 1900. Francisco Román Fernández. Fuente: Archivo Histórico Provincial de Granada. Fondo fotográfico / Signatura: Po-0046.

Consideraciones finales

El lavadero de la Puerta del Sol, hoy elemento singular del patrimonio arquitectónico de Granada, es el titular de una tradición histórica y cultural, que quedó reflejada en el empleo de los materiales utilizados para su construcción, arquitectura que bebe de la tradición vernácula secular. Destaca el indudable valor etnográfico e histórico-artístico de estos lavaderos tradicionales que formaron parte fundamental en las tareas domésticas del pasado reciente granadino. Su examen, y otorgarles su justo valor, permite un enriquecimiento en el conocimiento de nuestro acervo cultural, y tener al mismo tiempo, mejores elementos de análisis, a lo hora de investigar en el pasado de nuestras raíces.

Para mayor información

QUESADA MORALES, Daniel. Arquitectura e Higiene. Lavaderos públicos y salubridad en el siglo XIX: el caso de Granada. Biblio3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 25 de julio de 2017, vol. XXII, nº 1.206. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1206.pdf>. [ISSN 1138-9796].

*Daniel Jesús Quesada Morales es doctorando en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada.

LOS NUEVOS INTERESES DE LAS CIUDADES MEDIAS ESPAÑOLAS DENTRO DE EUROPA Y LA GLOBALIZACIÓN

Autor: Fco. Sergio Campos-Sánchez*

A lo largo de las últimas décadas, los asuntos que tradicionalmente han centrado el debate abierto en torno a las ciudades medias españolas han cedido protagonismo en favor de otros aspectos. Estos últimos están más relacionados con las preocupaciones de la sociedad contemporánea actual dentro de un contexto europeo y un mundo más globalizado, lo que puede ser útil a la planificación y a la agenda política de estas ciudades.

Paralelamente, la necesidad reconocida de un desarrollo urbano sostenible y la consciencia de que la solución al problema ecológico se encuentra mayormente en las ciudades, ha dado lugar a un tipo de planeamiento emergente. Esta nueva planificación ha de tener un impacto estratégico en la toma de decisiones sobre los asuntos que de una u otra manera nos afectan a todos los ciudadanos, y que es responsabilidad de las distintas partes interesadas (políticos, profesionales, administraciones, ciudadanía, etc.).

Desde un punto de vista técnico, los problemas de decisión tienen que ver con el enfrentamiento de varios criterios entre sí a la hora de buscar la alternativa idónea. Para ello se debe establecer previamente la importancia relativa de cada criterio y una relación preferencial entre las alternativas identificadas. Existen herramientas de ayuda a la toma de decisiones, como por ejemplo las técnicas estadísticas basadas en los métodos de Análisis Multicriterio (AM), ya usadas con éxito anteriormente en el ámbito de la planificación. Los criterios y las alternativas que estas herramientas pueden manejar tienen que ver directamente con los asuntos de mayor importancia que intervienen actualmente en el diseño (socioeconómico, político, urbano) de las ciudades medias españolas.

Se abre por tanto la incógnita de cuáles son los intereses o temáticas más influyentes en las decisiones que afectan a este tipo de ciudades recientemente. Además de precisarlas, será necesario agruparlas y caracterizarlas para ganar operatividad a la hora de trabajar con ellas. También será útil determinar bajo que enfoque se plantean y a que dimensión de la sostenibilidad (ambiental, social, económica, gobernanza) contribuyen, así como concretar la importancia relativa de cada una de ellas.

Se detectan temáticas distintas (véase Figura 1): unas más concretas y otras de mayor amplitud, ligadas a aspectos cuantitativos o cualitativos, más o menos citadas por las investigaciones existentes a tal efecto, pero todas englobadas dentro de alguno o varios de los enfoques existentes, fundamentalmente ligados al desarrollo socioeconómico. Igualmente, cada una de estas temáticas se puede clasificar en función de la dimensión sostenible a la que contribuyen, pudiendo encontrar algunas que lo hacen en varias de ellas a la vez.

Figura 1. Temáticas de interés actual en las ciudades medias españolas.

Figura 1. Temáticas de interés actual en las ciudades medias españolas.


Figura 1. Temáticas de interés actual en las ciudades medias españolas.

Fuente: elaboración propia.

Los indicadores bibliométricos nos pueden ayudar a establecer una correlación entre estos intereses y las investigaciones más importantes que sobre ellos se han llevado a cabo en los últimos años. Proporcionan además información sobre los enfoques, las dimensiones a las que pertenecen y la variabilidad de la importancia relativa de cada temática a lo largo del tiempo. Algunas de estas investigaciones se encuentran centradas en unos pocos aspectos que desarrollan en profundidad, mientras que otras se caracterizan por tratar un mayor número de ellos de manera más superficial, siendo todas igualmente válidas en la aportación de conocimiento sobre las ciudades medias españolas.

En las últimas décadas aumenta en general la complejidad en las demandas de estas ciudades. Se constata una disminución del interés por asuntos clásicos relacionados con la talla, el rango, la función, o la dotación de servicios básicos. Aumenta sin embargo la atención por el desarrollo socioeconómico y territorial, la acumulación de conocimiento e innovación, o la incorporación de servicios especializados. Igualmente, las investigaciones existentes al respecto, temáticamente más sesgadas con anterioridad, son ahora más holísticas e incorporan metodologías avanzadas.

Un alto porcentaje de las temáticas contribuyen a la dimensión económica de la sostenibilidad, seguida de la ambiental, y se engloban bajo un enfoque desarrollista. Dentro de este marco, algunas de las temáticas más atendidas son, por ejemplo: redes, aspectos sociales y calidad de vida, recursos endógenos, escala local/global, partes interesadas, vertebración territorial, movilidad y transporte, competitividad e innovación.

Estos datos son, en cierta medida, representativos de las políticas europeas que han influido sobre estas ciudades en los últimos años. Si a principios del siglo XXI la Agenda de Lisboa (2000) proyectó los futuros escenarios políticos y económicos europeos en las regiones metropolitanas, enfoque matizado mediante la Declaración de Gotemburgo (2001) que incorpora la sostenibilidad al desarrollo territorial, será unos años más tarde cuando la Red de Observación de la Ordenación Territorial Europea (ESPON, 2006) llame la atención sobre el papel de las ciudades medias en Europa. Para estas ciudades, el desarrollo económico vendrá dado mayormente mediante la promoción de redes de cooperación nacional e internacional entre ellas, lo que repercutirá además en su prosperidad y calidad de vida.

Para mayor información:

CAMPOS-SÁNCHEZ, F.S. 2017. Ciudades medias españolas siglo XXI. Revisión y análisis bibliométrico de enfoques y temáticas predominantes. Cuadernos Geográficos, 56(1), 217-241. ISSN 0210-5462 | E-ISSN 2340-0129

Disponible en: http://revistaseug.ugr.es/index.php/cuadgeo/article/view/3960/5316

*Fco. Sergio Campos-Sánchez es profesor de urbanismo en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada, Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad de Granada (España). E-mail: scampos@ugr.es

El efecto de la zona de residencia juvenil en la movilidad social de hogares de la Región Metropolitana de Buenos Aires

Dra. Paula Boniolo

CONICET-IIGG/UBA

En las sociedades modernas, solemos repetir a nuestros hijos que si se esfuerzan, serán recompensados. La idea del mérito ha atravesado nuestras vidas desde un comienzo. Sin embargo, no todos los individuos son recompensados de la misma manera ante sus esfuerzos. Las oportunidades que se les brindan no están igualmente distribuidas en la sociedad. Existen posiciones diferenciales donde algunos individuos acumulan beneficios en detrimento de otros.

No sólo la voluntad y el esfuerzo individual permiten que algunas personas lleguen a posiciones privilegiadas en la sociedad y otras no. Existen características que al nacer heredamos, por ejemplo, el hogar de origen que nos inserta socialmentey brinda capitales (cultural, social y económico), que al articularse con las capacidades y esfuerzos personales así como con recorridos educativos y ocupacionales, condicionan nuestras trayectorias de vida potenciando y limitando las posibilidades de ascenso social a futuro.

El hogar condiciona las posibilidades de logro en la vida adulta. Así, las probabilidades de ascenso social, y de mejoras de las condiciones de vida, son diferentes entre quienes nacen en un hogar con padres trabajadores manuales no calificados y aquellos que provienen de hogares con padres profesionales. Son los hogares de origen los que permiten el ingreso de los niños al sistema educativo, y ellos también deciden quiénes de sus miembros continúan estudiando y quiénes ingresan al mercado laboral. La desigualdad social comienza entonces al heredar la clase social de los padres. Al mismo tiempo que heredamos el hogar de origen, también heredamos la zona de la ciudad en la que habitamos.

Desde hace varias décadas, en las grandes ciudades comenzó un proceso de segregación residencial socio-económica, que consiste en la concentración de residentes con características socio-económicas similares en cada zona, apareciendo contrapuestas zonas de mayor poder adquisitivo y zonas con menor poder adquisitivo, acompañadas de desigualdades en la infraestructura y en el acceso a los servicios.

En este sentido, los territorios donde las familias constituyen sus residencias condensan distintos tipos de infraestructuras y calidades de servicios, así como oportunidades laborales, educativas y redes sociales. De esta manera, la desigual distribución de recursos y ofertas en los territorios condiciona las posibilidades de ascenso social. En síntesis, es el territorio una nueva dimensión de la desigualdad social que las ciencias sociales deberán abordar.

Los hallazgos de nuestra investigación en la Región Metropolitana de Buenos Aires, muestran que residir durante la juventud (16 años) en la Ciudad de Buenos Aires y el primer anillo que la rodea, así como vivir en las zonas más desarrolladas del interior del país, brinda mayores oportunidades en la adultez de alcanzar posiciones profesionales, directivas y propietarias de capital (3 y casi 4 veces más de probabilidades respectivamente).Sin embargo, esto no quiere decir que por el mero hecho de asentar el hogar en una zona privilegiada, las oportunidades aparezcan por arte de magia, dependerá de las habilidades y estrategias familiares poder captar las oportunidades y recursos disponibles.

La finalización del nivel secundario constituye aún una barrera para el acceso a mejores puestos ocupacionales. Igualando la clase de origen y la zona de residencia juvenil, las personas que lograron culminar la escuela secundaria en la Región Metropolitana de Buenos Aires, tienen casi 6 veces más de probabilidades de alcanzar posiciones profesionales, directivas y propietarias, que quienes no lo lograron. La educación, si bien sigue atada a los orígenes y al territorio, abre caminos a la realización personal, y posibilita movilidad social ascendente, y con ello mejorar las condiciones de vida.

En síntesis, si bien los estudios de movilidad social tienden a pensar en oportunidades y limitaciones ligadas a aspectos educativos y ocupacionales, o bien a las capacidades y los recursos que movilizan las personas para crear su historia, dejan de lado los efectos del vecindario. Estudios recientes muestran que tanto los factores estructurales como los ligados a la agencia están condicionados, cada vez más, por los espacios socio-habitacionales donde las familias se desarrollan. Así, las oportunidades y limitaciones que cada persona hereda no sólo tienen un peso relativo según las características de cada país en la que se desarrollan, sino también según las características del espacio socio-habitacional en el que se despliegan. En este sentido, debemos seguir interrogándonos acerca de para quiénes el territorio tiene consecuencias, en qué se reflejan esas consecuencias, y cuándo y dónde el territorio tiene efectos para la vida de las personas.

Para mayor información:

BONIOLO, Paula; ESTÉVEZ LESTON, Bárbara. El efecto del territorio en la movilidad social de hogares de la Región Metropolitana de Buenos Aires, Cuadernos Geográficos, 2017 56 (1), p. 101-123.

Paula Boniolo es investigadora del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires y del CONICET (Argentina).

La dispersión urbana también se afianza en el País Vasco

Roberto Torres Elizburu

España vivió desde la década de 1990 hasta 2007 un ciclo inmobiliario expansivo. El aumento del parque residencial estaba desvinculado de la dinámica demográfica y respondía a una coyuntura especulativa; la vivienda se convirtió en objeto de inversión y el urbanismo en fuente de financiación de ayuntamientos, que tendían a aprobar planes sobredimensionados. El cambio de ciclo, además de grandes stocks de vivienda, dejó al descubierto la dispersión urbana generalizada esos años, durante los que el patrón de ciudad compacta tradicional fue sustituyéndose por tejidos urbanos más laxos, dispersos y fragmentados.

El País Vasco, Comunidad Autónoma situada al norte de España, no sufrió el boom inmobiliario con la intensidad de otras regiones, pero también evidencia mayor dispersión de usos urbanos por su territorio. El incremento del parque residencial vasco entre 1991 y 2011 fue del 31,7%, magnitud inferior a la estatal (46,5%), pero superior al aumento demográfico (20,4%). La región partía de elevadas densidades de población, especialmente en el norte, donde además los espacios urbanizables son limitados debido a una topografía montuosa. La vivienda colectiva predomina en los centros urbanos que conocieron la intensa industrialización del siglo XX, mientras que la unifamiliar estaba relegada a los municipios menores relativamente periféricos que permanecieron al margen del desarrollo industrial.

Pero en las dos últimas décadas se ha difuminado esta dualidad, a medida que cobraron fuerza saldos migratorios positivos de entidad inversamente proporcional al tamaño demográfico del municipio. Los movimientos migratorios internos los han protagonizado familias que abandonan centros urbanos congestionados para reubicarse en municipios menores y menos densificados, generalmente emplazados en los bordes bien comunicados con los primeros.

Desarrollos urbanos entre 1991 y 2011 en el municipio de Loiu (Bizkaia), situado en los márgenes del Área Metropolitana de Bilbao (Fuente: GeoEuskadi)
Desarrollos urbanos entre 1991 y 2011 en el municipio de Loiu (Bizkaia), situado en los márgenes del Área Metropolitana de Bilbao (Fuente: GeoEuskadi)

Esta desconcentración demográfica ha ido paralela al repunte de la dinámica inmobiliaria en los nuevos espacios receptores: las comarcas de Plentzia-Mungia, Estribaciones del Gorbea, Álava Central, Urola Costa o Tolosaldea, situadas todas a la sombra de las tres capitales vascas. Lo novedoso de este periodo ha sido el cambio en las pautas territoriales de la actividadurbanizadora, que en lugar de focalizarse en los centros y corredores industriales como en el pasado, se ha desplazado hacia entornos colindantes.

Distintos factores explican el nuevo patrón: la disponibilidad de suelo, la apetencia social por contextos residenciales diferentes, la búsqueda de precios asumibles, etc. En todo caso, estas nuevas lógicas espaciales, que trastocan las antiguas, fueron canalizadas por el instrumento de ordenación territorial de mayor rango: las Directrices de Ordenación Territorial de la Comunidad Autónoma del País Vasco (DOT). Con objeto de corregir los desequilibrios territoriales mediante una distribución más uniforme y menos polarizada de la población y las actividades por el territorio, propusieron acciones de reequilibrio urbano materializadas en figuras como los “crecimientos selectivos” y los “hábitats alternativos”.

Durante los años de fuerte demanda inmobiliaria, los instrumentos de desarrollo de las DOT, en especial los planes urbanísticos municipales, asumieron esas acciones y reclasificaron grandes superficies para actividades económicas y usos residenciales. La fórmula matemática usada para prever la oferta potencial de viviendas de cada municipio ponderaba esos componentes; además los municipios pequeños aplicaban un factor de corrección para evitar estrangulamientos en la oferta. Todo ello contribuyó al sobredimensionamiento de la reclasificación de suelos, de modo que muchos ayuntamientos, amparándose en la normativa maximizaron y diversificaron sus desarrollos residenciales, desplegando estrategias afines a las de los agentes privados.

En estas dos décadas el parque residencial vasco creció, pero más significativo ha sido la propagación espacial del proceso urbanizador y los cambios morfológicos sobrevenidos. El dinamismo inmobiliario se difundió a municipios alternativos, menores y más periféricos, pero bien comunicados, donde cabeceras rurales han visto alterada su fisonomía secular con la aparición de viviendas colectivas en bloque. La verticalización de pequeños asentamientos tradicionales ha sido simultánea a la proliferación de viviendas unifamiliares seriadas y estandarizadas en sectores de las periferias de centros urbanos tradicionales, dando lugar a nuevos entramados de menor densidad y escasa compacidad.

Se ha producido una suerte de convergencia que ha desdibujado las diferencias morfológicas entre núcleos de distinto rango: pequeños municipios periféricos han crecido en vertical, al tiempo que las orlas de centros urbanos tradicionales se han desarrollado en extensión. En cualquier caso asistimos a una dispersión urbana con consecuencias perniciosas en la idiosincrasia y funcionalidad de los asentamientos y contraria a una ocupación racional del suelo.

Para mayor información

TORRES ELIZBURU, Roberto. Expansión y reestructuración del parque residencial del País Vasco (1991-2011). Consolidación de patrones propios de la dispersión urbana. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 2016, 72, pp. 37-65. ISSN 0212-9426. Disponible en: <http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2331/2247>

Roberto Torres Elizburu es profesor adjunto de Análisis Geográfico Regional en la Universidad del País Vasco, UPV/EHU (España).

La transformación de los barrios industriales tradicionales: necesidad, negocio y falsa nostalgia

Paz Benito del Pozo*

Observar la evolución de la estructura y la morfología de las ciudades medias que se industrializaron hace más de un siglo, obliga, casi sin querer, a fijar la atención en la transformación profunda de los viejos barrios industriales, que pasan de la ebullición humana y fabril al abandono, la degradación, e incluso la ruina. Tras un proceso más o menos largo de desindustrialización y pérdida de identidad, la mayor ventaja de estos barrios radica en su posición en la trama de la ciudad, que fue marginal o extraurbana y ahora resulta central y estratégica, un fenómeno que los agentes públicos aprovechan para ejecutar intervenciones urbanísticas drásticas. En el fondo, se actúa con un propósito no declarado: sustituir el modelo de ciudad industrial heredado por otro basado en la gentrificación, la oferta de suelo residencial de calidad y la concentración de actividades de nueva economía urbana (exposiciones y congresos, hoteles, centros comerciales, museos…) que se alojan en contenedores cuya estética, de rehabilitación o de nueva edificación, responde a una estrategia de marketing urbano.

Aunque en apariencia se respeta el legado de la industrialización histórica cuando existen fábricas, estaciones de tren o almacenes con algún tipo de protección (nivel del discurso político, adaptado a la creciente sensibilidad social hacia el patrimonio industrial y los paisajes urbanos heredados), la realidad del planeamiento urbano y de las intervenciones urbanísticas en estos barrios traslucen la concurrencia de intereses públicos y privados para transformar, con la lógica del mercado, un sector tradicional de la ciudad en un barrio nuevo, atractivo y de vanguardia, adaptado a las exigencias de la globalización y la competitividad urbana: la ciudad como negocio. Se puede afirmar que el espacio de vida y trabajo de los obreros industriales y ferroviarios se acondiciona ahora para una clase acomodada y exigente en términos de calidad urbana.

Esta política urbana tiene diversos frentes convergentes: uno, generar espacios residenciales de calidad ocupando los terrenos liberados por las industrias obsoletas que desaparecen y las infraestructuras ferroviarias desfasadas; dos, dotar a la ciudad de equipamientos terciarios que proyecten una imagen de modernidad que se asocia a vistosos edificios con diseño de vanguardia y/o a la alta velocidad ferroviaria y los espacios intermodales; y tres, impulsar funciones que cualifican y mejoran la competitividad en un entorno metropolitano que supone un desafío permanente y que obliga a ser creativos a los promotores urbanos, con propuestas que van desde museos singulares y edificios para grandes congresos hasta auditorios y recintos feriales.

La vieja fábrica de azúcar Santa Elvira de León está siendo adaptada a usos de palacio de congresos en un contexto de transformación radical del barrio ferroviario en el que se localiza. Foto de la autora.
La vieja fábrica de azúcar Santa Elvira de León está siendo adaptada a usos de palacio de congresos en un contexto de transformación radical del barrio ferroviario en el que se localiza. Foto de la autora.

Entre los objetivos que animan la renovación de los barrios industriales hay que destacar el turismo urbano, una función emergente que viene a reemplazar, en parte, a la industria decimonónica en términos de oportunidad. Se trata de un fenómeno relevante desde el punto de vista de la geografía urbana y que tiene efectos positivos para el conjunto de la ciudad, pues difunde hacia espacios marginales y desatendidos acciones de mejora urbana (mejoras de tipo dotacional, ambiental, de movilidad y accesibilidad…), a la vez que libera de presión a las áreas centrales consolidadas, saturadas y sin lugar para la expansión de usos alternativos, ni condiciones para asumir nuevas funciones. En relación con esto, son numerosos los ejemplos de fábricas rehabilitadas para usos acordes con el turismo y la captación de todo tipo de visitantes, una acción que se proyecta desde la esfera oficial como exponente del respeto por la herencia industrial y sus señas de identidad, aunque en la mayoría de los casos no se salvaguarda la esencia ni la memoria que dichas fábricas representan. Es lo que podemos llamar el falso discurso de la patrimonialización.

En conclusión, las ciudades medias que tuvieron en el ferrocarril y en la industria tradicional su oportunidad para crecer y consolidarse como un centro de actividades dinámico y organizador de un territorio de escala supraurbana, según el patrón clásico del industrialismo, encuentran hoy en los recursos liberados por la desindustrialización una oportunidad para regenerar la trama urbana, mejorar la conexión entre barrios, diversificar funciones y adquirir una imagen de ciudad moderna y competitiva. Un proceso no exento de luces y sombras (la especulación y el negocio impiden que realmente se logre un modelo de ciudad que supere los lastres del pasado) y que exige una gobernanza honesta y respetuosa con el interés general de los ciudadanos, buscando el equilibrio entre la necesaria transformación a la que toda ciudad está sometida, y los intereses de los agentes que protagonizan los cambios: bien porque son responsables de la planificación urbana, bien porque invierten recursos financieros, públicos o privados, que apoyan las nuevas funciones de la ciudad.

Para mayor infor­ma­ción:

BENITO DEL POZO, Paz; DIEZ VIZCAÍNO, Francisco. Estrategias de renovación de barrios industriales en ciudades medias españolas. La experiencia de León. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de marzo de 2017, vol. XXI, nº 560. [ISSN: 1138-9788].

* Paz Benito del Pozo es profesora titular de Geografía Humana en la Universidad de León (España) y directora del Grupo de Investigación INVESTER.