NATURALIZAR MEGALÓPOLIS. CHEONGGYECHEON, RÍO URBANO EN EL CORAZÓN DE SEÚL.

El concepto de megalópolis aparece definido en la obra de Lewis Mumford, en especial en su canónica Historia de la ciudad (Nueva York, 1961), como la anticiudad. Según Mumford, la megalópolis reduce las sociedades humanas a abstracciones financieras calculables –pies cuadrados de espacio rentable, acres de intercambios de tránsito, millas de supercarreteras y millones de dólares imponibles sobre bienes raíces–, en contraposición a la ciudad histórica autosuficiente, variada, multiforme, compleja y concentrada socialmente.

Seguramente el fenómeno urbano es menos dicotómico que el del planteamiento munfordiano, y tanto la metrópolis como la ciudad histórica están llenas de contradicciones de todo tipo (espaciales, culturales, económicas, políticas, etc.). En general, eso sí, hay coincidencia en señalar a la ciudad como una de las mayores creaciones humanas.

Seúl, la capital de Corea del Sur, es en la actualidad una de las mayores megalópolis mundiales. Con más de veinte millones de personas es una de las grandes aglomeraciones humanas del planeta. A pesar de su tamaño, quien llega a Seúl se encuentra con más de un motivo positivo de asombro. El primero: el aeropuerto internacional de Incheon, considerado durante bastantes años como el mejor del mundo; en segundo lugar, una red suburbana muy amplia, eficiente, limpia y moderna. Esta se empezó a construir a mediados de la década de 1970 y se ha convertido en una de las mejor valoradas del planeta. Otros elementos positivos para el viajero son tanto la sensación de seguridad que se respira como la amabilidad de sus gentes.

Desde hace ya algunos años se habla del milagro en el río Han, por el nombre del cauce principal que atraviesa la ciudad. Seúl ha pasado en los últimos cincuenta años de ser una ciudad pequeña, desconocida, remota y pobre, a ser una metrópolis global, bien conectada y muy conocida en todo el mundo. Seúl, Corea del Sur, son un claro ejemplo de espiral virtuosa cuando se analiza el éxito o fracaso de una ciudad o de un país. Su desarrollo económico ha sido asombroso, con éxitos planetarios en nuevas tecnologías, productos electrónicos y en otros sectores industriales. El país, con unos cincuenta millones de habitantes es hoy la undécima economía mundial. Al terminar la segunda guerra mundial era uno de los países más pobres del planeta.

Para explicar la acelerada modernización de Corea del Sur a partir de 1945, algunos autores han utilizado el concepto de hibridación de lo híbrido, es decir, la mistura exitosa de mezclar estilos culturales coreanos, japoneses y occidentales, sin olvidar la larga influencia de la cultura china. Todo ello, en un país que no tuvo su primer presidente civil hasta 1992, pero que aprovechó la coyuntura crítica de las guerras padecidas a mediados del siglo XX para eliminar el orden económico-social de dominio tradicional de la élite burocrática y terrateniente denominada yangban. Corea del Sur supo aprovechar su posición estratégica, aunque dependiente de los Estamos Unidos de América, y beneficiarse de eventos de carácter global como unos juegos olímpicos (1988) y una copa del mundo de fútbol, compartida con Japón (2002). En 2018 acoge unos juegos olímpicos de invierno.

Pocos lugares como Cheonggyecheon, en el corazón de Seúl, nos muestran la transformación que ha sufrido la ciudad en las últimas décadas. Durante 600 años, este afluente del Han ha sido el centro de Seúl, llamada Hanyang cuando fue fundada en 1394 por la dinastía Joseon. Cheonggyecheon se alimenta de las diversas montañas que rodean Seúl, Inwangsan al noroeste, Bugaksan al norte y Namsan al sur. La corriente del río fluye de oeste a este y tiene una longitud de casi once kilómetros hasta desembocar en el Han. El Cheonggyecheon tiene más de veinte afluentes tributarios en su cuenca de unos 50 kilómetros cuadrados.

En los inicios del siglo XV ya se realizaron trabajos de canalización para combatir las inundaciones en el Cheonggyecheon. A lo largo de los siglos, sucesivos gobiernos hicieron labores de draga y limpieza pues servía de alcantarillado de la ciudad. Históricamente, el río dividió la ciudad e hizo de frontera política, social y cultural. La clase alta yangban se estableció tradicionalmente en el norte de la ciudad con fuentes de agua más propicias; los artesanos y comerciantes se establecieron a lo largo de la corriente principal en torno a uno de los puentes de la ciudad, el Gwangtonggyo. Las clases sociales bajas sufrieron los problemas generados por la contaminación del Cheonggyecheon, es decir, enfermedades infecciosas, especialmente en la estación lluviosa del monzón.

Durante la ocupación colonial japonesa (1910-1945), la centralidad de la ciudad se dirigió hacia el sur, al barrio de Yongsan, gracias a la rápida electrificación del transporte. En 1926 se pretendió cubrir parte del Cheonggyecheon con el fin de crear espacio para edificios residenciales, almacenes y áreas de recreo. Las autoridades japonesas rechazaron el plan por miedo a las crecidas del río. La segunda guerra mundial y la guerra de Corea provocaron que los trabajos de drenaje en el Cheonggyecheon no se pudieran llevar a cabo adecuadamente. El fin de la contienda coreana hizo que cientos de miles de refugiados ocuparan las lindes del río en unas condiciones miserables. Sus habitantes sufrieron, además de las inundaciones, numerosos incendios que arrasaban las cabañas construidas preferentemente de madera. A finales de la década de 1950 empezaron los trabajos de cubrimiento del Cheonggyecheon, con desplazamientos de cientos de miles de personas. En las décadas siguientes, también se realizaron importantes trabajos de drenaje para mejorar las condiciones sanitarias.

A finales de la década de 1960, el gobierno municipal proyectó construir una autopista encima del Cheonggyecheon. En agosto de 1971 la longitud construida era ya de 5,6 kilómetros, y su anchura de 16 metros. La autopista fue uno de los símbolos del desarrollismo capitalista de la ciudad. En pocos años el río desapareció y la vía rápida llegó a Majang-dong, cerca de la confluencia con el Han. Durante varias décadas, la autopista sirvió para conectar el centro de la ciudad con la periferia, y se convirtió también en un elemento importante del paisaje de la ciudad y en símbolo del poder de las nuevas élites seulitas.

La celebración de los juegos olímpicos en 1988 y la construcción consiguiente de infraestructuras provocó que parte de esas élites se trasladaran a Gangnam, barrio situado al sur del río Han, con apartamentos en rascacielos para gente rica. Mientras tanto, el área en torno al Cheonggyecheon y su autopista llegó a albergar más de cien mil empresas preferentemente comerciales e industriales. Las condiciones laborales de los trabajadores de esos negocios eran miserables, llenos de ruidos, hedores y gases tóxicos. Poco a poco, los barrios alrededor del Cheonggyecheon se fueron degradando, en parte como consecuencia de la apertura de grandes almacenes comerciales en otros lugares de la ciudad, especialmente en la década de 1980, y la consiguiente recentralización urbana.

Con el cambio de siglo, el gobierno metropolitano de Seúl puso en marcha el proyecto de rehabilitación del Cheonggyecheon, a fin de crear un espacio urbano con un entorno medioambiental regenerado, restaurar la identidad histórica y cultural de un emblema de la ciudad, y reorganizar y vigorizar los negocios de la zona que habían entrado en decadencia. Los trabajos empezaron en julio de 2003 y en veintisiete meses se completó el desmantelamiento de la autopista, se construyeron caminos y sendas en los nuevos taludes del río, se canalizaron las aguas, se elevaron puentes para atravesar la corriente y se realizaron labores de paisajismo.

Debido a la intermitencia de sus aguas, el Cheonggyecheon se abastece en buena medida, y, gracias a avanzadas tecnologías, del río Han, y de las aguas canalizadas de las montañas de los alrededores. La profundidad media del río es de 40 cm y cada día fluyen en su cauce 120.000 toneladas de agua. Un total de veintidós puentes atraviesan el Cheonggyecheon, cuatro de ellos en exclusiva para peatones. La restauración paisajística ha creado un espacio verde ininterrumpido de casi seis kilómetros que atraviesa la ciudad de oeste a este. En algunas partes del río se han introducido diversas especies acuáticas y aves.

Cheonggyecheon no es un espacio aislado en la ciudad de Seúl, pues forma parte de una red verde que une diversos espacios de la gran metrópolis, pero al ocupar un espacio histórico y cultural central, su renovación ha significado la revitalización del corazón de la urbe y ha provocado cambios radicales en la configuración del nuevo imaginario de la ciudad, especialmente como renovado centro financiero y comercial no solo coreano.

Las dimensiones de esa transformación las hemos podido ver en un viaje reciente. El nuevo Cheonggyecheon sirve para explicar en primer lugar que es posible transformar espacios urbanos muy inhóspitos en lugares para la convivencia ciudadana. Megalópolis se puede regenerar y naturalizar. Al mismo tiempo, Cheonggyecheon sirve de ejemplo para explicar la rápida modernización de la sociedad coreana, con sus luces (alto IDH, en el puesto 18) y sus sombras (alta contaminación, superpoblación). Cheonggyecheon, Seúl, Corea del Sur, son, sin duda, metáforas del proceso de mundialización oriental al que estamos asistiendo en las últimas décadas o, según Peter Frankopan, a la consolidación de las llamadas rutas de la seda como espacio central del corazón del mundo.