La música de las ciudades

by Magda Polo Pujadas

El arte sonoro utiliza al sonido, al ruido y al silencio como principales elementos expresivos, a la vez que implica una conciencia muy estructurada del elemento sónico en las obras de los artistas. Las músicas experimentales aparecidas después de la Segunda Guerra Mundial tales como la música concreta, la electrónica y la aleatoria potenciaron las esculturas sonoras, las instalaciones sonoras y el audioarte, entre otras prácticas que empezaron a fructificar desde los años 50 hasta nuestros días.

La música de las ciudades pasa a ser, desde entonces, un foco de interés no solo por los músicos canadienses del paisaje sonoro como R. Murray Schafer sino también para artistas de distinta procedencia que empiezan a construir las denominadas esculturas sonoras. Estas que se componen de instrumentos, estructuras o grabaciones que posibilitan nuevas prácticas de ejecución y nuevas maneras de escuchar y participar interactivamente con la música, a fin de que nuestra capacidad auditiva y visual se amplíe y encuentre nuevas fuentes sonoras y nuevos contextos en los que escuchar una determinada «música».

Consecuentemente, es importante tener presente que las esculturas sonoras nacen de una praxis compartida entre la experiencia artística, la experiencia estética y la experiencia acústica, tomando como premisa básica la esencia de los instrumentos musicales para explorar formas capaces de producir inesperados resultados sonoros y visuales en los oyentes y en los propios artistas. Es, por así decirlo, una experiencia imago-acústico-estética que te lleva a descubrir o a redescubrir unas partituras gráficas sonoras en la ciudad o lugar en el que habitamos. Para echar luz sobre este tema podemos remitirnos a distintos ejemplos que creemos sobresalientes para ver cómo lo sonoro ha interactuado con la ciudad creando su propia música.

En primer lugar, nos remitiremos a las esculturas sonoras de los hermanos François y Bernard Baschet. Estas son esculturas o instrumentos instalados en diferentes ciudades, tanto en espacios externos e internos públicos y privados, de todo el mundo, con la finalidad de que el usuario experimente el hecho de ser músico. Las estructuras musicales Baschet van destinadas al gran público. Con este proyecto interactivo se quiere que cualquier persona pueda “subir al escenario” y tocar las esculturas sin que deba tener conocimientos musicales. Lo que prima en lo experiencial por parte del público es lo artístico, que no se sienta limitado ante la posibilidad de experimentar, que se incluya en el acto musical. Tocando las esculturas accede a un resultado sonoro, a partir de la toma de contacto con el material y la forma que tienen las esculturas. La base estética de esta aproximación del arte al público se genera a partir de la creencia de que todo el mundo tiene un sentido lúdico. El arte no se concibe desde el punto de vista de su sacralización sino desde el punto de vista de su capacidad de generar una empatía con los que la observan y miran con ganas de tocarlos.

En segundo lugar, haremos referencia a los conciertos de campanas de Llorenç Barber . Los conciertos de ciudades o los también conocidos como Ciudadanos Conciertos de Campanas han representado una aportación destacable a la hora de utilizar un patrimonio urbano, los campanarios, como instrumentos que han posibilitado realizar conciertos únicos e irrepetibles en los que el tiempo ha sido el elemento común y el espacio el elemento divergente. Cada ciudad tiene una orografía distinta y los campanarios una sonoridad concreta. Los códigos de sus sonidos han permitido acercar el pasado a la contemporaneidad de las calles, de las plazas, de los rincones más emblemáticos de una urbe. En los conciertos el individuo vive continuamente inmerso en los sonidos emitidos por diferentes focos espaciales que le transmiten una memoria individual y colectiva. El oyente puede seleccionar la escucha y descubrir el espacio a partir del oído. Los campanarios son los instrumentos y la ciudad una gran resonador.

Y por último, y en tercer lugar, no podemos olvidar las esculturas sonoras de Bill Fontana o la recuperación del sonido y de los ruidos que se han perdido en viejas estaciones de trenes, edificios abandonado…, en las grandes ciudades que, gracias a la grabación que ha realizado el artista de sus sonidos propios o impropios, pueden volver a habitarlos. Las obras de Fontana responden a la voluntad de expandir las esculturas buscándoles un nuevo lugar donde resonar. Cada uno de los sonidos de un espacio concreto dentro de un mismo contexto conserva su propio campo sónico. El multiperspectivismo de los sonidos es uno de los objetivos estéticos que ha perseguido este artista en ciudades como Nueva York, San Francisco, Berlín, Colonia, París, Amsterdam, Estocolmo, etc.

El proceso de democratización que se vivió a raíz de la posmodernidad tuvo unas consecuencias que repercutieron en el papel del usuario de arte y en el papel del contexto artístico. La inclusión del usuario (término hartamente utilizado hoy en día en cualquier proyecto artístico y social) y la consideración de que las salas de exposiciones pueden ser las mismas calles o plazas, implica que lo público está ganando terreno a lo privado, a pesar de que a las obras de estos artistas muchas veces se las califica de acontextuales. El término que aparece entonces alrededor de los años 1970 y que está en boga actualmente es el de «site-specific» que se refiere a un tipo de trabajo artístico específicamente diseñado para un lugar en particular, de lo que se desprende una interrelación única con el espacio y también una determinada carga semántica en función del lugar que ocupe o de los lugares que acojan una determinada obra. El contexto, el lugar, hará a la obra en cada momento. El espacio la determinará, tanto en su significado, como en su recepción estética.

La ciudad siempre ha sido un constante emisor de signos, de sonidos cambiantes que transforman la silueta acústica de sus calles, de sus plazas, de sus parques… Podríamos decir que hay una música de “la ciudad” (el del tráfico, el del pasar de sus gentes, el de los aviones…) pero difícilmente podríamos encontrar dos ciudades que tuvieran la misma música, es decir, sería imposible recrear dos ciudades con los mismos sonidos, los sonidos de “una ciudad” son particulares y únicos. Cada ciudad, según la hora del día, según la estación y según la cultura tiene un paisaje sonoro específico, como el de su skyline. Wolf Vostell, Marina Abramovic, Max Neuhaus, Isabel López Barrio, José Luis Carles y un largo etcétera también son ejemplos a tener en cuenta y que han partido de los estudios acústicos de las ciudades para elaborar distintos paisajes sonoros con esta conciencia.

Esculturas sonoras de los hermanos Baschet
Esculturas sonoras de los hermanos Baschet

Para mayor información:

POLO PUJADAS, Magda; «Esculturas sonoras y paisaje urbano», en Miguel Ángel Chaves Martín (ed.); Ciudad y artes visuales, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2016. ISBN: 978-84-617-5583-7, pp. 311-312.

¿Hacia una nueva geografía de la música?

Justino Losada Gómez*

Actualmente comienzan a ser frecuentes las aproximaciones a la música desde la geografía anglosajona, de manera que se estudia el carácter territorial y espacial de las prácticas musicales tanto en una amplia variedad de escalas geográficas, como en una multiplicidad de contextos culturales e históricos. Pero contra todo pronóstico, se sigue tratando a la propia música de forma tangencial en los estudios geográficos. La música es tratada generalmente como excusa, como mero soporte de textos cantados como único vehículo de interacción social, olvidándose su valor y faceta como medio de comunicación en sí.

Este hecho ha excluido el importante y activo rol que ha tenido la música en el contexto cultural y en la configuración de espacios sociales e identitario. Por tanto, su papel es fundamental para entender la génesis de geografías culturales en relación a la creación de imaginarios morales de las diversas geografías del paisaje, y los conceptos de nación y ciudadanía.

Por ello, y entendiéndose necesaria una nueva metodología que estudie el valor intrínseco de la música como parte del imaginario artístico comunicativo, se propone una relación entre el análisis sintáctico y semántico que puede aplicarse a músicas con connotaciones geográficas –sean cantadas o no-. El objetivo es intentar fundamentar como su sonido ha tenido un importante y activo papel que desempeñar en la organización de los espacios sociales, políticos, o de filiación nacional.

La metodología se fundamenta en dos aspectos iniciales: la base fisiológica que relaciona el posible origen cognitivo troncal de la música y el lenguaje ya que ambos sistemas poseen redes neuronales comunes, y los aspectos antropológicos y comportamentales, que definen el control de la sintaxis permitiendo que toda creación antrópica acabe teniendo cierto significado para otros humanos. De este modo, se abre un canal de comunicación que permite el entendimiento musical entre emisor (compositor, intérprete) y el receptor (público).

Desde una formulación sintáctica podemos realizar esta aproximación a la música mediante la teoría de la Gestalt que ha visto cierto resurgir gracias al apoyo del software de análisis espectral que permite visualizar las características del sonido. Junto con los principios gestálticos y desde un punto de vista simbólico más complejo, la metodología se completa mediante el análisis semántico por medio de los tipos semióticos propuestos por el filósofo norteamericano Charles. S. Peirce, empleados en la musicología moderna, y que se pueden emplear igualmente en el estudio geográfico. Los tres tipos fundamentan el signo musical dividido y explicado en tres términos: iconos, que guardan relación representativa con su referente, indicios o índices, donde la representación muestra relación no arbitraria, siendo generalmente de causa y efecto con su objeto, y símbolos: en los que la relación entre lo representado y su objeto resulta arbitraria, y en la mayoría de los casos es una convención cultural. Los símbolos conforman así los nodos de significado más habituales, que desde nuestra perspectiva son generalmente los de mayor carga geográfica. De esta manera, el significado del símbolo musical cobra relevancia geográfica y sirve como puente entre la relación de los procesos cognitivos de adquisición de información, generación de conocimiento y creación de cultura mediante su puesta en valor y difusión compartida. De este modo, el gráfico adjunto muestra los pasos propuestos:

Modelo analítico de dos niveles (semiótico y semántico) propuesto
Modelo analítico de dos niveles (semiótico y semántico) propuesto

Bajo esta serie de criterios se ha propuesto entender la producción de geografías culturales de relativas a la música británica pastoralista entre 1880 y 1940 mediante el estudio de las obras On hearing the first cuckoo in spring, de Frederick Delius; Tintagel, de Arnold Bax y Five Variants on Dives and Lazarus de Ralph Vaughan Williams. Ello ha permitido comparar como el desarrollo del sinfonismo pastoralista británico fue paralelo al de la ciudad jardín, explicándose que pese a que ambas manifestaciones provenían de sectores enfrentados de la misma sociedad británica, estas partían de un tronco común: la mirada al ideal de vida rural como contrapunto a la ciudad inglesa de la segunda revolución industrial con la finalidad de crear sentimiento identitario nacional.

Igualmente se ha aplicado la misma metodología para comprender la evocación de la Roma imperial mediante las obras sinfónicas Fontane di Roma y Pini di Roma de Ottorino Respighi, y como esta cambia con el tiempo, desde la perspectiva actual a la del compositor, contextualizando momentos históricos que han definido los diversos imaginarios tanto de la ciudad de Roma como del Imperio Romano: el de nuestro tiempo, el de Respighi y el del contexto del fascismo italiano.

Para mayor información:

LOSADA, Justino. El modelo de ciudad jardín y el sinfonismo pastoralista inglés: dos productos de la misma utopía. <http://www.ub.edu/geocrit/xiv-coloquio/JustinoLosada.pdf>En BENACH, Nuria; ZAAR, Miriam Hermi; VASCONCELOS P. JUNIOR, Magno (eds.). Actas del XIV Coloquio Internacional de Geocrítica: Las utopías y la construcción de la sociedad del futuro. Barcelona: Universidad de Barcelona, 2016, <http://www.ub.edu/geocrit/xiv-coloquio/xiv-coloquio-portada.htm>

LOSADA, Justino. La representación geográfico-musical de Roma mediante las obras de Ottorino Respighi, en SIMEONOVA, Velislava; SANTASUSAGNA, Albert; LOSADA, Justino; YAÑEZ, Sandra (eds.) EJIG Conference Proceedings (Encuentro de Jóvenes Investigadores en Geografía y Estudios del Territorio) Barcelona, 2015 pp: 209-222. <https://issuu.com/ejig2014/docs/actas_ejig_2014/209>

*Justino Losada Gómez es geógrafo.