La educación de la población rural del Noroeste Argentino: escasez de activos en un contexto de cambio.

Juan José Natera Rivas*

No cabe duda de que el nivel de instrucción de la población es una variable importante que le permitirá, entre otras cosas, aumentar sus posibilidades de integrarse de manera legal en el mercado de trabajo, optar a mejores puestos en éste, o excluir a su hogar de la pobreza. Por ello, no debe extrañar que precisamente uno de los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas fuese lograr la escolarización primaria universal. Por otro lado, los niveles de instrucción son diferentes según correspondan a población rural o a urbana, siempre a favor de ésta última; una diferencia que aumenta su relevancia en un contexto en el que lo rural es cada vez menos lo agrario, al tiempo que para dedicarse a su actividad los agricultores de hoy precisan contar cada vez con más conocimientos.

El NOA (Noroeste Argentino) no es una excepción a todo ello: con una quinta parte de su población clasificada como rural, es asiento tanto de actividades agrarias extremadamente rentables –como el limón o la soja-, como de otras rayanas en la subsistencia –como las agriculturas campesinas de la Puna o el Chaco-, lo que progresivamente no sólo está incrementando la brecha entre productores, sino que está expulsando del mercado de trabajo rural a la población que anteriormente se dedicaba a labores agrícolas. La mecanización, con el descenso de los requerimientos de mano de obra que conlleva, está en la base de este descenso, pero también el aumento de las necesidades de capacitación para realizar las labores. Así las cosas, no debe extrañar el que contemos con evidencias de que un aumento de los niveles de instrucción formal, esto es los años pasados en la escuela y los niveles educativos superados, jueguen un papel importante en la reducción de la pobreza rural. A modo de ejemplo, en la provincia de Salta el 70% de los jefes de hogar rurales con credenciales educativas muy bajas eran indigentes.

Para hacernos una idea de la situación de la población rural del NOA en lo relativo a esta importante variable bastan unas pocas cifras: en un extremo de la escala, el 37% ni siquiera acabó la primaria; en el otro, tan sólo el 3,3% terminó los estudios superiores. Resulta, por tanto, que el grueso de la población rural cuenta, en el mejor de los casos, tan sólo con los estudios primarios terminados, un nivel educativo que, hoy por hoy, no tiene más valor que el abrir la puerta para continuar formándose, no hay ascenso social alguno ligado a su posesión.

Ciertamente hay una parte de la población rural que aún se sigue formando, con lo que sería esperable que las cifras anteriores mejorasen. Sin embargo, la situación que muestra el cuadro no es, ni mucho menos, alentadora, antes al contrario.

Porcentaje de población total, urbana y rural que asiste a un establecimiento educativo, por tramo de edad (2010)
Porcentaje de población total, urbana y rural que asiste a un establecimiento educativo, por tramo de edad (2010)

Más allá de los 14 años, el sistema educativo tan sólo es capaz de mantener en su seno a menos de dos tercios de los jóvenes rurales del NOA en edad de cursar la educación secundaria, y a menos de una quinta parte de los que tienen entre 18 y 24 años, en edad, por tanto, de estudiar una carrera universitaria. Cifras malas por sí mismas, pero peores cuando se comparan no sólo con la población urbana de la región, sino con la población rural del conjunto de la República.

¿Es importante contar con la educación secundaria terminada, o con estudios superiores en el contexto rural de la región? Parece evidente que sí: dada la reducción de empleo agrario que atraviesa la región, el fomento del empleo rural no agrícola a través de políticas de desarrollo rural implica necesariamente fomentar el crecimiento de la industria y los servicios. Cada vez es menos defendible sostener únicamente en el empleo agrario la mejora de la calidad de vida y el descenso de la pobreza en las zonas rurales. Y, en este contexto, podemos estar de acuerdo en que cuanto mayor el nivel de instrucción de la población, mayores las posibilidades no sólo de acometer con éxito iniciativas de desarrollo, sino también de que dichas iniciativas surjan de la propia población rural. Pero vistas las escasas credenciales educativas que posee la población rural del NOA, su potencialidad para «reciclarse» desde el punto de vista productivo, o para competir por unos puestos de trabajo cada vez más escasos se nos antoja muy reducida, lo cual proyecta una sombra de duda sobre la situación socioeconómica futura de esta fracción de la población del Noroeste Argentino.

Para mayor información: NATERA RIVAS, Juan José. Activos educacionales de la población rural en un área empobrecida: la región noroeste de la República Argentina. Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía. 2016, vol 25, núm 1, p.11-24.

*Juan José Natera Rivas es profesor de Geografía en la Universidad de Málaga.

Frase destacada: El grueso de la población rural cuenta tan sólo con los estudios primarios terminados, pero no hay ascenso social alguno ligado a su posesión

¿Cómo se vive tras las rejas de la cárcel Bellavista?

Por: Laura Melissa Rúa

Pocos se han preguntado qué ocurre tras los muros de una prisión, pues para centenares de personas las cárceles son espacios de custodia, son medidas de protección para las avenidas, las calles, y todo tipo de áreas destinadas para el tránsito, las cárceles son entonces, esos lugares que alejan a la sociedad de los ‘peligros’ que representan los “delincuentes”.

Sin embargo, para quienes se preguntan por la vida de los reos y el ¿Cómo se vive tras las rejas? ¿Si se sufre o se ríe?, ¿si se siente cómo un hogar o un infierno?, ¿quién ejerce el control en su interior? o, acaso, ¿si se cambia o se empeora, tras la temporalidad en el encierro?, se les permitirá conocer un espacio como el de la cárcel Bellavista desde la voz de 50 de sus detenidos, quienes son habitantes de los diferentes patios de esta cárcel, y que han decidido detallar, parte de su experiencia de vivir en el encierro.

La cárcel Bellavista se localiza en la ciudad de Medellín- Colombia, y es un escenario de internamiento masculino que radica en esta geografía desde 1923, albergando a diferentes hombres que, sobreviven en un espacio hacinado y limitado compuesto por dieciséis (16) patios. Hoy esos 8.070 hombres encerrados, pactan entre sí, para conseguir un vivir tranquilo en un escenario tendiente al conflicto, debido a la presencia de sujetos de diferentes grupos “combos” o popularmente “Razones” que aunque enemigas extramuros, se distribuyen en Bellavista para purgar su pena.

Pero Bellavista, no es solo un escenario de castigo a la infracción a la ley, esta cárcel se caracteriza desde la voz de sus reclusos, por ser un lugar circunscrito por nomas, leyes y característicos modelos de vida que se forjan como consecuencia de unos poderes diseminados en el lugar, y dominios encargados, de construir el gobierno que da forma a ese pequeño mundo que se edifica dentro de esta prisión.

Según sus reclusos, en la cárcel Bellavista todo tiene un precio, y el poder es ejercido por diferentes Razones: “De las puertas para adentro mandan los combos” (Recluso Patio 4) esos combos o Razones que dictaminan cómo funciona el interior de esta cárcel: “los problemas internos se solucionan internamente.” (Recluso Patio 1). Y si se les pregunta a los reclusos, ¿quién designa estos combos o Razones para ejercer el poder en Bellavista? ellos referencian que estas designaciones vienen desde afuera, sin embargo, son igualmente avaladas por el Instituto Penitenciario y Carcelario –inpec- y por los presos en todos los rincones de esta geografía de encierro.

Estos poderes que direccionan el interior de la cárcel Bellavista se organizan jerárquicamente. De manera que existe en el encierro, una pirámide de controles, reconocida al interior de Bellavista de la siguiente manera:

  1. En primer lugar se encuentran los caciques: estas son las figuras de mayor autoridad dentro de la cárcel, quienes dictaminan todo cuanto ocurre y la manera cómo ocurre en Bellavista. El cacique es el único jefe en un patio, el encargado de mantener el control y la paz en la cárcel, y quien designa los precios de los privilegios internos. Viven en los mejores lugares de la cárcel y pocas veces se mezclan con la totalidad de los reclusos.
  2. En segundo lugar, se encuentran la segunda y la tercera: estos son la continuidad del poder, los directamente encargados de dar cumplimiento a las ordenes de la máxima autoridad, y son los rostros visibles del poder en un patio.
  3. En tercer lugar, se encuentran los coordinadores de patio, seguidos por los coordinadores de pasillo, quienes en su conjunto son los encargados de brindar seguridad en los patios.
  4. En cuarto lugar se encuentran los apá, los llaveros y los parlantes: al primero se le destina el negocio de la droga, al segundo portar las llaves que cuidan y separan un portón de otro, mientras el tercero tiene por misión, informar quienes visitan los patios y los lugares de tránsito sin ser autorizados.
  5. Y en quinto y último lugar en esta pirámide, se encuentran los cachorros: este grupo se compone por quienes realizan cualquier tipo de labor designada por los mandos al interior de la cárcel.

Esta pirámide resume en su totalidad, ese poder político, económico y espacial que regula el interior de la cárcel Bellavista. Aunque se agrega para los lectores, que existen poderes menores que se localizan en el espacio bajo normas y regulaciones propias que no trasgreden ese gobierno generalizado. Y es que tener algo en el encierro proporciona cierto status a un preso, un lugar para dormir, una cama o incluso un televisor, asegura un estilo de vida en prisión. Sin embargo, no todos los presos tienen los medios suficientes para sobrevivir en Bellavista y por ello se ven obligados a servir.

En Bellavista existe un modelo de vida que compra, vende o permuta, que obedece y que manda y tan efectivo es, que asegura cierta tranquilidad tras las rejas, es por ello que los reclusos no se interesan en atentar con aquel orden que normaliza la vida en la prisión.

En la cárcel Bellavista tras estas viejas rejas que separan al hombre de la libertad dándole la identificación social de recluso, se vive según sus reos, supeditado a normas creadas por los combos o Razones. Y para quienes se preguntan por otros aspectos de la vida tras las rejas en Bellavista, solo puede decirse que:

Los presos en esta cárcel no viven en un hogar, sino que poblan indefinidamente una zona que les permite a algunos de ellos, un dominio sobre algo y les asegura cierto prestigio o poder; como en cualquier lugar, dentro de Bellavista, se dan momentos de risas, celebración e incluso de llantos a falta de la familia, y de la libertad. Y, en cuanto a si se cambia o empeora tras largo o poco tiempo en el encierro, se agrega que, cada preso es un mundo, representa una idea y tiene sus propias concepciones acerca de lo que hará una vez finalice el encierro. Lo que se concluye de la vida en Bellavista, es que para muchos presos esta cárcel es el mayor de los aprendizajes, pero para otros las rejas, las normas, los grupos y la doble autoridad impuesta por el inpec y las Razones en cada patio, representan el mayor de los infiernos.1

1 Para mayor información ver el artículo: “construcciones socio-espaciales en el encierro: La cárcel Bellavista.”

As negociações agrícolas, a Rodada Doha e os pontos do possível acordo

por Tamara Silvana Menuzzi Diverio

As tentativas de diminuir as diferenças econômicas entre os países ocorrem nas rodadas de negociação, em que os membros debatem o que precisa ser feito e tentam acordos, como na última rodada, iniciada em 2001, chamada de Rodada de Doha. Esta Rodada foi batizada de “Agenda de Desenvolvimento de Doha”, visto que se trata de uma agenda de reuniões com o objetivo de eliminar subsídios agrícolas e reduzir tarifas de importação.

A Rodada de Doha tornou-se um ponto decisivo para o sistema comercial multilateral, exigindo do comércio mundial forte correção de rumos, principalmente do ponto de vista dos países em desenvolvimento. No entanto, o impasse entre países desenvolvidos e os países em desenvolvimento tende a enfraquecer o sistema multilateral de comércio como um todo.

A Rodada de Doha deu continuidade e tentou aprofundar o processo de reformulação do setor agrícola, iniciado na Rodada do Uruguai, com vistas à plena integração do setor nas disciplinas multilaterais de comércio.

As negociações agrícolas possuem três pilares que as sustentam na Rodada Doha da OMC: o Acesso a Mercados, apoio doméstico e subsídios à exportação. As discussões na Rodada de Doha deu origem a um documento de modalidades, aprovado em 2008. Cumpre explicar que o documento de modalidades contém quase todos os elementos de uma eventual conclusão da Rodada de Doha.

Quanto às discussões sobre acesso a mercado, estas continuaram sendo bastante complexas na Rodada de Doha. Conforme o documento de modalidades, uma das novidades dessa rodada é que os países em desenvolvimento terão de reduzir suas tarifas e não apenas consolidá-las nos níveis que consideram necessários.

No que se refere à reduçãotarifária, esta havia sido acordada na Rodada do Uruguai, onde ficou estabelecido que, para os países desenvolvidos, a regra seria redução média de pelo menos 36% nas tarifas agrícolas, com um mínimo de 15% por linha tarifária. No entanto, como resultado da Rodada do Uruguai, ocorreram os chamados picos tarifários, ou seja, tarifas bem acima da média, e as escaladas tarifárias que são as tarifas maiores para produtos mais elaborados. Isso ocorreu porque os países cortaram menos as tarifas maiores, para produtos mais sensíveis, e mais as tarifas menores, para produtos não sensíveis. Com isso, as tarifas mais altas ficaram mais distantes das tarifas mais baixas.

Para tentar minimizar o problema na Rodada de Doha, foram utilizadas fórmulas por bandas que preveem que, quanto maior a tarifa, maior o corte tarifário. Os países desenvolvidos deverão atingir um corte médio de 54%. Se a fórmula não levar a esse número, esse grupo terá que fazer cortes extras para atingi-lo. No caso dos países em desenvolvimento, se a fórmula levar a um corte médio maior que 36%, estes poderão fazer cortes menores que a fórmula para atingir o resultado de 36%.

Acesso a Mercado – Rodada do Uruguai.

Fonte: elaboração própria.

No que se refere ao pilar de Apoio Doméstico, o documento de modalidades da Rodada de Doha prevê mudanças significativas em relação à Rodada do Uruguai. Uma das mudanças refere-se à criação de um limite global para todas as políticas distorcivas. Preveem-se ainda as medidas de Caixa Amarela (AMS) que terão cortes bastante significativos. Essas políticas que fazem parte da Caixa Amarela são todas as governamentais que resultem em transferências orçamentárias do governo ou suas agências fazem em favor dos agricultores.

Outra mudança trata dos critérios para um programa ser classificado como pertencente à Caixa Azul, que são instrumentos ligados a controle de oferta. Os gastos de Caixa Azul passarão a ter limites, tanto globais quanto por produto. Na Rodada do Uruguai, esse tipo de gasto não tinha limitação alguma. Por fim, o documento de modalidades prevê que haverá tratamento mais rigoroso no caso do Apoio Doméstico dado ao algodão. Com relação aos Subsídios às Exportações, o documento de modalidades prevê o fim destes para produtos agrícolas, no caso de países desenvolvidos.

Em sínstese, observa-se que, no que se refere às discussões de Acesso a Mercado na Rodada de Doha, estas permitiram avançar nas negociações agrícolas. A redução tarifária será feita por fórmulas, buscando resolver problemas de picos tarifários da Rodada do Uruguai. Os países em desenvolvimento também terão que cortar as tarifas e não apenas consolidá-las. No entanto na busca por uma maior liberalização comercial, a Rodada de Doha reserva espaço também para a discussão de novos temas.

Para maiores informações:

DIVERIO, Tamara Silvana Menuzzi. Rodadas do Uruguai e Doha e as negociações agrícolas nos três pilares: acesso a mercados, apoio interno e subsídios às exportações. Revista Ateliê Geográfico, Goiás, v. 9, n. 2, p. 30-53. 2015. ISSN 1982 1956. Disponível em: < http://www.revistas.ufg.br/index.php/atelie/article/view/30253>.


Tamara Silvana Menuzzi Diverio é Doutora em Desenvolvimento Rural, docente da Universidade de Cruz Alta, Brasil.

A desigualdade socioespacial em São Luís/Maranhão/Brasil

Brasil é conhecido por ser um dos países mais desiguais do mundo, embora seja a 7ª maior economia do mundo, estando à frente de países europeus como França (8º) Reino Unido (9º), e outros. A disparidade figura no ranking mundial das desigualdades, em 80º posição (Banco Mundial, 2014).

A desigualdade produz pobreza absoluta e relativa, que, por sua vez, levam o indivíduo a uma complexidade de problemas, que vão desde a falta de autoestima, de sentimento de incapacidade de satisfazer seus desejos – uma pessoa fora do contexto e segregada socialmente. Com isso, gera sentimentos de vergonha. Amartya Sem (1992) compreende a pobreza como carência de capacidades e direitos, que são impedidos de exercê-la pela minoria que detém o poder, a riqueza.

Os efeitos de cada uma, desigualdade e pobreza, são visíveis e pujantes, pelo fato de acarretarem o sentimento de desvalorização humana, de não pertencimento àquela sociedade e insegurança econômica, tornando o indivíduo frágil em muitas áreas de sua vida, senão, em todas, como a sua integridade física, moral e psíquica.

Esse conjunto de fatores faz com que o indivíduo perca a capacidade de tomar algumas decisões sobre sua vida, ou seja, tende a perder sua própria autonomia. Na perspectiva de Pereira (2009 p. 74 -75), “a vergonha social pode minar o sentimento de autoestima, e quando a pessoa é menosprezada, rejeitada, se sente com menor valor social”. O autor assegura, ainda, que o Estado deverá arcar com sua responsabilidade quando se tratar de dar oportunidades à população que se encontra abaixo da linha da pobreza, pois é necessário dar o impulso inicial para que consiga saltar para adiante, criar mecanismos para que caminhe por si.

E onde estão os pobres e em que circunstâncias vivem? A olho nu há uma nítida diferença socioespacial quando se adentra uma cidade, ainda mais se esta for uma capital ou uma metrópole, onde as diferenças urbanas são mais gritantes que as rurais.

Dessa forma, observa-se que os mais desfavorecidos habitam áreas mais desprivilegiadas. Este elo quase sempre resulta em maior precariedade urbana em todos os níveis de pobreza, sendo que a estigmatização de determinadas áreas gera discriminação, podendo esse espaço degradar-se cada vez mais, alargando o processo de desigualdade social, onde o sentimento de pertencimento das pessoas se qualifica como um pertencimento a um status inferior da sociedade, com sentimentos degradantes em relação a si mesmo e a comunidade a que pertence.

Essas desigualdades aparecem em vários âmbitos, e um dos mais evidentes é a desigualdade regional, onde se distinguem com fulgência o pobre do sul e o pobre do norte. Os pobres do Nordeste do Brasil são diferentes dos pobres do Sul e Sudeste do país. Outra diferença se encontra nas zonas urbanas e rurais. Ademais, dentro de uma mesma cidade existem diferenças socioespaciais e econômicas gritantes, que se chama segregação. E ainda se vivencia a fragmentação da pobreza, quando bairros estão rodeados de favelas, estando pobreza e a riqueza convivendo em um mesmo espaço, como bem diz Milton Santos “existem duas ou diversas cidades dentro da cidade. Esse fenômeno é o resultado da oposição entre níveis de vida e entre setores de atividade econômica, isto é, entre classes sociais. (2008, p. 190)”.

São Luís é a capital do estado do Maranhão/Brasil e está localizada em uma ilha com mais três municípios, a saber: São José de Ribamar, Paço do Lumiar e Raposa. Este conjunto de municípios compõe a Ilha de São Luís, com 1.327.495 habitantes, e área 1.410,015 km². Porém somente o município de São Luís detém 57% do território da ilha (834,78 km²) com seus 1.014.837 (IBGE, 2010) habitantes perfazendo 1.215.69 habitantes por km².

Para analisar e medir a pobreza socioespacial foi construído o Índice de Desigualdade Socioespacial de São Luís do Maranhão (IDSE-SL). O objetivo deste índice é medir os bairros mais segregados da capital do Maranhão. Para isso foi examinado os bairros de São Luís pelas dimensões: demográfica, infraestrutura, habitacional, educacional e econômica possibilitando uma visão minuciosa e, ao mesmo tempo ampla, carreando conhecimento dos focos de desigualdade socioespacial por bairros.

A referida investigação chegou a conclusão que o bairro Vila Nova é o mais segregado de todos os estudados, com um Índice de 0,76. A figura 1 mostra o índice de desigualdade para os 37 grandes bairros de São Luís.

Figura 1 - Mapa do Índice de Desigualdade de São Luís.

Fonte: IBGE, Censo Demográfico 2000.
Figura 1 – Mapa do Índice de Desigualdade de São Luís.
Fonte: IBGE, Censo Demográfico 2000.

Compete ao Estado assumir o compromisso de formular políticas públicas que contemplem os bairros, cuja desigualdade socioespacial ficou evidente neste estudo. Também é necessário chamar atenção para a importância de essas políticas considerarem como foco primordial a inserção de 40,11% da população (a soma de todos os bairros que estão com a cor lilás, transformado em percentual) que vivem em território precarizado, equipando-os com recursos físicos (escolas, postos de saúde, delegacias dentre outros) e humanos (professores, médicos, enfermeiros, delegados, agentes de segurança dentre outros), capazes de promover o bem-estar e oportunidade a fim de que possam usufruir de uma vida digna, fruto de uma cidadania honrosa.

Melhorar as condições de vida dessas famílias significa elevar a sua autoestima, para que elas se apoderem do sentimento de pertencimento de um espaço habitado e digno, transformando-o, assim, em um território mais humanizado.

Para maiores informações:

PETRUS, Júlia Kátia; e PEREIRA JÚNIOR, Magno Vasconcelos. A desigualdade socioespacial de São Luís (MA) demarcada pelos seus bairros. Ateliê Geográfico. Goiânia: UFG, agosto de 2015, v. 9, n. 2, p. 170-189. <https://www.revistas.ufg.br/index.php?journal=atelie&page=article&op=view&path%5B%5D=37575>

AMYRTA Sen. Los conceptos de la pobreza. Comercio Exterior, v. 42, n. 4, abril de 1992.

PEREIRA, Gustavo. Preferencias adaptativas como bloqueo de la autonomía. In Cortina, Adela y Pereira, Gustavo. Pobreza y liberdad: erradicar la pobreza desde el enfoque de Amartya Sen. Madrid: Editorial Tecnos, 2009.

SANTOS, Milton. Manual de Geografia Urbana. São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo (EDUSP), 3ª edição, 2008.

Júlia Kátia Borgneth Petrus é professora do Centro de Ciências Sociais da Universidade Federal do Maranhão, Brasil.

Magno Vasconcelos Pereira Júnior é doutorando em Geografia pela Universidad de Barcelona.

De la no gestión al empresarialismo: gobernanza y renovación urbana en las ciudades medias latinoamericanas

José Prada-Trigo*

La transición desde la gestión al empresarialismo urbano es un tema importante en los estudios territoriales de los últimos años. Aunque este no es un fenómeno nuevo en América Latina, donde los casos de Santiago de Chile, Bogotá o Buenos Aires han sido pioneros, apenas existe un acercamiento a esta realidad desde la perspectiva de las ciudades intermedias. Los cambios políticos y económicos sufridos en la región desde los años 70 supusieron la consolidación de un modelo de corte empresarialista, en el contexto del apuntalamiento de estados neoliberales, que afectaron a todas las escalas de la jerarquía urbana. A partir de ese momento, cobraron mayor fuerza, tendencias ya presentes en la trayectoria de América Latina, como la aparición de altas tasas de desigualdad social, inseguridad, violencia o pobreza en los ámbitos urbanos.

El caso de Ecuador no es muy diferente al de otros países de la región. Desde los años ochenta se produce la eclosión de gobiernos locales populistas, sin una política urbana explícita, ni mecanismos de participación de la población. Esta situación, que impidió cualquier posibilidad de construir un proyecto colectivo de ciudad, fue seguida por la aparición a finales del siglo XX de modelos de gestión empresarial en varias ciudades del país, que llevaron, en general, a una privatización en la administración de los servicios y al desarrollo del mercado como salida del caos en que se encontraban estos espacios.

En algunas ciudades como Machala y Guayaquil esta transición se desarrolló con especial intensidad, debido a la situación de abandono previa y a la virulencia con la que se acometió la implantación del modelo de gestión empresarial. En el caso de Guayaquil, desde 1996 se inició la recuperación del malecón de la ciudad como obra emblemática destinada a atraer la inversión privada, lo que supuso la aniquilación del espacio público y de la identidad patrimonial de la ciudad, en beneficio de una arquitectura de carácter genérico y articulada alrededor de los nuevos centros comerciales. Este proceso continuó en los siguientes años con la renovación de otros enclaves centrales y de las clases medias guayaquileñas. En todos ellos se produjo una concesión de la gestión a fundaciones y la seguridad se delegó a empresas privadas, aplicándose una «limpieza social» que eliminó de los lugares renovados a clases populares, prostitutas, mendigos, homosexuales y elementos no acordes con la ideología establecida. El resultado ha sido una ciudad aséptica, orientada a la segregación social y la atracción del turismo y las inversiones.

En el caso de Machala, el proceso de regeneración urbana se inspira en el modelo de la ciudad de Guayaquil, en parte como consecuencia de su tradicional dependencia social, política y económica. La renovación de Machala se apoya en una serie de elementos como el rediseño de parques y plazas, la securización de las áreas renovadas con empresas de seguridad privadas, la atracción de inversión externa hacia las áreas renovadas, la nula participación ciudadana en el proceso de regeneración, o los intereses de las coaliciones y grupos de poder en este proceso, quienes dirigen y se benefician, por medio de empresas intermediarias, de todos estos trabajos. Por el camino quedan desatendidas, al igual que en Guayaquil, cuestiones vinculadas a la pervivencia de barriadas enteras con infraviviendas, a la existencia de altos índices de pobreza, desigualdad o analfabetismo, a la ausencia de gestión frente a los elevados riesgos de inundaciones o a la nula gestión medioambiental.

La regeneración urbana de Guayaquil y Machala es un proceso en el que no sólo la participación ciudadana está ausente, sino también lo está la atención de los intereses de la ciudadanía, con su reflejo en unos índices sociales nefastos y una peor evolución que otras ciudades ecuatorianas. Esto otorga perspectivas diferentes desde las cuales cuestionar la eficacia de los modelos de gestión empresarial, más allá de los oropeles, la propaganda oficial o las flamantes inversiones externas en hoteles de lujo y centros comerciales.

Para mayor información:

PRADA-TRIGO, JOSÉ. ¿De la no-gestión al empresarialismo? Algunas evidencias en la transformación de la gobernanza urbana en las ciudades medias latinoamericanas a través de un caso de estudio ecuatoriano. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 2015, n° 69, p. 437–463. <http://boletin.age-geografia.es/articulos/69/19%20BAGE69.pdf>

* José Prada-Trigo es Profesor de la Facultad de Ciencias de la Hospitalidad de la Universidad de Cuenca, Ecuador.

BOA GOVERNANÇA MUNICIPAL E METROPOLITANA NO BRASIL: UM DIREITO DO CIDADÃO

ylvio Bandeira de Mello e Silva

Uma bela obra de arte pintada por Ambrogis Lorenzetti, entre 1337 e 1339, exposta no Palácio Público de Siena/Itália, já retratava bem, em seis quadros integrados, como deveria ser um bom governo e como seria um mau governo (imagens disponíveis no Google). Em resumo, a paisagem urbana em um bom governo, com um rei virtuoso, seria bem organizada e teria efeitos favoráveis no campo expressos em uma paisagem também bem organizada e atraente. A paisagem urbana em um mau governo, dirigido por um tirano, não seria bem estruturada, com conflitos, prédios em ruinas e até mortos nas ruas. Os efeitos no campo seriam desastrosos, com guerra, casas destruídas e plantações queimadas.

É importante recuperar as questões relacionadas com governo/governabilidade em um momento de grave crise nacional É importante recuperar as questões relacionadas com governo/governabilidade em um momento de grave crise nacional. Inicialmente, é preciso considerar como tese que um bom governo nacional teria repercussões favoráveis nas escalas municipal, estadual e regional. O destaque neste artigo será dado aos municípios e às regiões metropolitanas brasileiras pelo fato de que os mesmos possuem uma legislação bem detalhada sobre planejamento e gestão municipal (Lei 10.257/2001, chamada de Estatuto da Cidade, com abrangência sobre todo o município) e planejamento e gestão metropolitana (Lei 13.089/2015, chamada de Estatuto da Metrópole, envolvendo toda a região metropolitana). Evidentemente, um bom governo estadual também deveria ter bons efeitos sobre todos os municípios e regiões que compõem o território de cada estado.

Considerando a evolução das ideias sobre governo e políticas públicas e a experiência histórica sobre planejamento em sociedades democráticas, é mais adequado chamar hoje de governança e não governo. Com efeito, a governança vai além das considerações sobre governo e governabilidade (a capacidade de um governo em exercer seu poder através de complexas relações de força) na medida em que a governança passa a integrar mais fortemente os planos e as ações de um governo aos planos e ações dos cidadãos e do mundo empresarial. Isto rompe a tradição, quase sempre com um perfil técnico-burocrático, de se ter um governo agindo de forma distante da sociedade, incluindo aí os setores produtivos como um todo. Ora, a integração acima é prevista claramente nos dois Estatutos, o da Cidade e o da Metrópole, por sinal, bem fundamentados na Constituição Federal de 1988. Por exemplo, o Artigo 40 do Estatuto da Cidade garante a participação da população e das associações representativas da comunidade na elaboração do plano e na fiscalização de sua aplicação. Já o Estatuto da Metrópole fala em governança interfederativa (Artigo 2º e Capítulo III), em gestão democrática (Artigo 6º) e em participação de representantes da sociedade civil nos processos de planejamento e de tomada de decisão e ainda no acompanhamento dos serviços e das obras (Artigo 7º).

Por outro lado, a Constituição Federal de 1988 (Artigo 25 § 3º) menciona no processo de planejamento metropolitano as funções públicas de interesse comum, lembrando a R.E. Dickinson (1961), quando ele afirma que a região política ideal, seja grande ou pequena, é aquela que possui o maior número de interesses comuns. Já o Estatuto da Cidade destaca o interesse social na execução da política urbana, o que pode ser consequência, segundo o geografo Paul Claval (1981), da lógica da cidade que é a de ser uma organização que maximiza a interação social.

No caso das regiões metropolitanas […] deve haver um pacto intermunicipal Assim, todo cidadão brasileiro tem hoje direito a uma governança que começa no lugar onde reside, o seu município, e de forma progressiva, atinge todo o território nacional, passando pelas escalas microrregionais, como a das regiões metropolitanas, e a escala dos estados da Federação. No caso das regiões metropolitanas, envolvendo, em geral, milhões de habitantes, deve haver um pacto intermunicipal, ou seja, todos os planos diretores municipais nas regiões metropolitanas devem ser compatibilizados com o plano metropolitano a ser aprovado pela Assembleia Legislativa estadual. O objetivo é valorizar os interesses comuns e a busca de soluções para os conflitos e problemas metropolitanos e não mais locais (municipais). No caso dos municípios fora das regiões metropolitanas, eles podem se articular voluntariamente entre si através de consórcios públicos intermunicipais (Lei 11.107/2005), o que já vem ocorrendo de forma crescente em todo o Brasil. Eles podem ter um caráter setorial, como a saúde ou saneamento, por exemplo, ou podem ter uma perspectiva abrangente, envolvendo questões de desenvolvimento que possam interessar todos os municípios envolvidos. Eventualmente, as regiões metropolitanas podem se organizar institucionalmente sob a forma de consórcios públicos.

Portanto, a boa governança municipal e metropolitana é a que garante ao cidadão o direito de participar ativamente no processo de construção social de espaços locais e regionais com mais qualidade de vida para todos. Infelizmente, muitas regiões metropolitanas brasileiras ainda não estão aplicando plenamente as diretrizes do Estatuto da Metrópole e muitos Planos Diretores Municipais não conseguem assegurar claramente a participação da sociedade, comprometendo a formulação de relevantes diretrizes estratégicas. Este é o grande desafio, por exemplo, do Plano Diretor atualmente em elaboração em Salvador e que deverá estar concluído até o final do ano.

É preciso acompanhar de perto o que está acontecendo para garantir, através da mobilização social, a execução de uma boa governança municipal e metropolitana no Brasil.

Cabe então imaginar: como o artista italiano pintaria hoje a nossa governança urbana e metropolitana? Boa ou má?

Para maio­res informações:

SILVA, S. B. de M. e.; SILVA, B. C. N.; SILVA, M. P. A Região Metropolitana de Salvador na rede urbana brasileira e sua configuração interna. Scripta Nova, Barcelona, v. 18, n. 479, jun. 2014. Disponível em: <http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-479.htm>.

Sylvio Bandeira de Mello e Silva é Doutor em Geografia e Professor do Programa de Pós-graduação em Planejamento Territorial e Desenvolvimento Social / UCSAL, Salvador/Bahia.

Desastre y reconstrucción. Puerto Príncipe seis años después del terremoto

Por: Laura Moreno Segura1

El 12 de enero del 2010 Haití fue sacudido por un fuerte temblor de tierra que parecía ser el fin del mundo, al menos, del mundo de los haitianos. A partir de ese momento, aquel inolvidable evento fue conocido en Haití como Goudou Goudou, emulando el sonido que hacía la tierra mientras se movía. Pero el lenguaje siempre vivo ha permitido que está onomatopeya se enriquezca de significados, siendo hoy también entendida como «cuando el tiempo se fractura», aludiendo con ello a que la oscuridad que se produjo bajo los escombros sigue presente en la vida de los haitianos. Así, la tragedia de aquel día no ha dejado de producir ecos en la vida de los habitantes de Puerto Príncipe, ni en sus instituciones, ni en su ciudad.

De las ruinas a los campamentos

El shock y la conmoción que siguieron al terremoto no impidieron que los sobrevivientes rápidamente comenzaran a refugiarse en improvisados campamentos, para protegerse colectivamente de la muerte y de las réplicas del goudou goudou. La cooperación internacional, por su parte, respondió a la emergencia ampliando el número de campamentos de refugiados a través de la entrega de material para la construcción de tiendas de campaña, la entrega de agua y alimentos. Se calcula que en los campamentos llegaron a vivir 1.536.447 personas que se quedaron sin techo (CCCM, 2010, p. 1) Dicha estrategia primó durante el primer año y medio después del terremoto e impulsó la proliferación de campamentos de refugiados sin acceso a servicios básicos, viviendo en condiciones de seguridad física y humana cuestionables, mientras que los escombros, extendidos por doquier, aparecían como los nuevos ocupantes de la ciudad, dejando poco espacio disponible para que el levantamiento de alojamientos pudiese realizarse.

Un estudio de Lawyer’s Earthquake Response Network (2010, p. 8) muestra la inadecuada estructura que poseían las tiendas donadas y cómo se instalaron en territorios densamente poblados. La posesión de un abrigo transitorio no aliviaba significativamente la miseria en la que vivían sus habitantes, quienes debían soportar el calor que se acumulaba en las tiendas que medían sólo 6 pies de altura -siendo el tamaño medio de las familias entre 6 y 12 miembros- la falta de privacidad, las moscas y los hedores producto de la mala gestión de las letrinas y los desechos.

Viviendas transitorias y retorno a los barrios

Las ONGs propusieron soluciones transitorias de vivienda, mediante la entrega de refugios temporales (t-shelters) que se suponía mejorarían las condiciones de vida de sus beneficiarios. Éstos se instalaron sin seguir ninguna política de planificación del territorio, ni gestión del riesgo. Los t-shelters fueron construidos con lona o madera, sin cimientos –para que pudieran removerse fácilmente, suponiendo que serían temporales- y sin instalación de redes de servicios públicos. La mayoría de t-shelters fueron ubicados en los lugares en los que vivían las familias antes del sismo, es decir, justo allí donde el terremoto y la inadecuada construcción habían reducido a escombros todo el entorno construido. A pesar de las limitaciones y los efectos perversos de este programa de ayuda, la mayoría de los fondos de la comunidad internacional se destinaron a la entrega de shelters y viviendas transitorias: en octubre de 2011 se completó la construcción de 96.000 abrigos transitorios, 4.600 viviendas nuevas y sólo se repararon 6.600 cuando el sismo destruyó 250.000”. (Cohen, 2012, p. 6). Esta política post-desastre definitivamente no permitía “reconstruir mejor”, tal como lo había prometido insistentemente el Enviado Especial de las Naciones Unidas en Haití, Bill Clinton, sino que más bien deja una amalgama de construcciones en los barrios que no atienden a ningún parámetro de planificación, exponiendo a sus habitantes a todos los riesgos (deslizamientos, inundaciones, colapso de las estructuras, etc) que derivan en catástrofes.

Mientras tanto, la autoconstrucción y autoreparación de viviendas no se hacían esperar, pues los habitantes de los campamentos, extenuados de vivir en tal precariedad, decidían emprender el camino de vuelta a casa aunque no tuvieran los materiales, ni el dinero, ni los conocimientos técnicos para hacerlo. Si ya habían autoconstruido antes prácticamente la totalidad de la ciudad, por qué no iban a poder hacerlo de nuevo.

La presión de la comunidad internacional que demandaba el cierre definitivo de los campamentos de refugiados también generó respuestas por parte de los principales donantes y el gobierno haitiano. De allí surge el programa de relocalización de habitantes de los campamentos hacia los barrios mediante la entrega de subsidios de alquiler, la ayuda en la reparación de viviendas y el mejoramiento de los barrios. El programa recibió el nombre de 16/6, en tanto que se proponía reubicar a los habitantes de 6 campamentos en 16 barrios. Curiosamente, los barrios elegidos para la reubicación fueron clasificados por diversos estudios como zonas de alto riesgo.

Mapa 1. Yuxtaposición de barrios del 16/6 y zonas de riesgo en la ciudad.  Delimitación de zonas de alto riesgo sísmico 16 barrios objeto de intervención por el Programa del 16/6 Zonas de alto riesgo de deslizamiento Fuente: Elaboración propia con base en los datos de: IASC, 2011 y Bertil, Roullé, Belvaux, Terrier, Noury, 2010.
Mapa 1. Yuxtaposición de barrios del 16/6 y zonas de riesgo en la ciudad. Delimitación de zonas de alto riesgo sísmico 16 barrios objeto de intervención por el Programa del 16/6 Zonas de alto riesgo de deslizamiento Fuente: Elaboración propia con base en los datos de: IASC, 2011 y Bertil, Roullé, Belvaux, Terrier, Noury, 2010.

El subsidio de alquiler fue la opción mayoritariamente elegida por los beneficiarios, pero sin la debida ampliación del parque inmobiliario, impulsó la densificación de espacios –en una habitación donde antes del sismo vivían 4 personas ahora viven 6-, el incremento de los precios del alquiler, el aumento de la autoconstrucción en zonas de alto riesgo –utilizando la mitad del dinero para comprar materiales y la otra mitad para el alquiler de un terreno en las zonas altas de las montañas- y la ampliación de la mancha urbana de la capital. La precariedad en la que se han relocalizado muchas de las familias que antes habitaron los campamentos ha inspirado a miembros de los equipos de protección que trabajan en Haití a sugerir que la relocalización, tal como se ha implementado en Puerto Príncipe, puede constituir una forma más sofisticada de desalojo forzado.

Según Amnistía Internacional, de las 37.000 viviendas que se han construido en Haití después del terremoto, menos del 20% son realmente duraderas. Así, el 16/6 ha servido para cerrar campamentos pero no para ofrecer soluciones de vivienda durable y sostenible. El relator especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas desplazadas, señalaba en febrero de 2014 que “la política de subsidios de alquiler es una medida transitoria para descongestionar los campamentos. Para ser sostenible, esta política debe estar vinculada a los medios de vida y actividades de generación de ingresos y beneficiar a toda la comunidad en la que se establecieron los desplazados internos, en particular mediante un mayor acceso a los servicios básicos.» (OHCHR, 2014). A la fecha, noviembre de 2015, los pocos programas que continúan en operación siguen concentrándose en la ayuda humanitaria y no en el desarrollo sostenible.

De este modo, no resulta extraño que en el año 2013, el Comité Interministériel d’Aménagement du Territoire (CIAT), haya declarado que la ciudad se enfrentaba a mayores riesgos que antes del terremoto. Una conclusión similar ofrece el grupo de investigación “Sismología-riesgo sísmico y procesado de la señal en fenómenos naturales”, quienes en un estudio publicado en septiembre del 2015, afirman que tras cinco años y quince billones de dólares gastados en la reconstrucción, Puerto Príncipe sigue sin estar preparada para hacer frente a fenómenos naturales, pues un nuevo terremoto dejaría 30.000 viviendas inhabitables. Así, las malas prácticas de construcción, la habitación de zonas de alto riesgo, la inexistencia de un una red sísmica en el país, y un proceso de reconstrucción descoordinado y dirigido hacia soluciones temporales dejan, seis años después, una ciudad de formas abigarradas, inestable, frágil, sostenida por el ingenio de sus habitantes y construida por actores con dislocados intereses.

Para mayor información:

MORENO SEGURA, Laura Natalia. “Puerto Príncipe y el Desastre. Siguiendo las huellas de una reconstrucción difusa”. Directores: Tomeu Vidal y João Pedro Costa. Universidad de Barcelona, Doctorado en Espacio Público y Regeneración Urbana, 2015.

1Doctora en Espacio Público y Regeneración Urbana de la Universidad de Barcelona. M.A en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales. Experta en cooperación internacional, regeneración y reconstrucción urbanas.

La Habana del deshielo: por un urbanismo social y mestizo

Carles Crosas Armengol*

La escenificación del reencuentro entre Washington y La Habana inunda portadas de medio planeta y crea grandes expectativas a muchos niveles. En la esfera urbanística, se abren interrogantes sobre cómo el deshielo comunista va a gestionar el futuro de este extraordinario territorio y sus ciudades. Será bueno en cualquier caso, que la ilusión para alcanzar los cambios que se dibujan en el horizonte, no minimice el tiempo necesario de una reflexión abierta y poliédrica sobre las estrategias más convenientes, de continuidad o de ruptura, en relación a las políticas de vivienda, ecología, urbanismo y ordenación del territorio.

En este contexto, La Habana mira al futuro desde la encrucijada de las muchas ciudades que fue en su pasado: “perla del Caribe”, “Niza de las Américas”, “Llave del nuevo mundo”, moderna capital socialista…. Como pocas otras ciudades, La Habana supo transformarse en modelo de vanguardia y de progreso en contextos y condiciones muy distintas ¿En que espejo debiera mirarse hoy, para mantener esta misma estela? Poco útiles parecen los referentes de transformación urbana de las principales ciudades de países tardocomunistas y menos aún, las “actualizaciones” de sus capitales vecinas en el mar del Caribe. Así pues, ¿cuáles deberían ser los argumentos sobre los que asentar las bases de su transformación urbana?

1 – En primer lugar, la regeneración urbana en La Habana debería plantearse con un marcado carácter social. Si muchos creemos aún en las capacidades del urbanismo para construir una sociedad más cohesionada, rica y equilibrada, el sueño socialista que anestesió la isla debiera ser ahora el mayor garante para conseguir este objetivo. Algo que por natural no es nada obvio, a la vista de las tremendas experiencias de la China post-comunista y de las dificultades que vive este tipo de urbanismo, incluso en los países con la mejor tradición.

Existen razones para el optimismo, fundamentadas en una tradición local que guió iniciativas tan notables como la ya lejana creación en 1988 del GDIC-Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital que promovió los Talleres Integrales de Transformación del Barrio, una temprana iniciativa (son más de 25 años) liderada por destacados arquitectos como Gina Rey y Mario Coyula. Aún así, los años de letargia obligada por la escasez de recursos y el bloqueo internacional obligan ahora a remuscular la maquinaria para la comprensión, decisión y gestión de una ciudad sometida a nuevas dinámicas.

Son muy pocas las intervenciones urbanas recientes en la capital y su dimensión y resultado insuficientes para adivinar como se afrontarán algunos riesgos globales: la territorialización de la pobreza, la “parquetematización” de los centros históricos o la dualización creciente entre espacios del turista y del ciudadano. La salvaguarda de La Habana Vieja, en manos de la Oficina del Historiador de la Ciudad, es el ejemplo más paradigmático: meritorio en tanto que está consiguiendo “salvar” los edificios del que es probablemente el mejor casco antiguo colonial, pero no ajeno a algunas de las controversias que planean sobre las maneras de recuperar los centros históricos.

2- Pero además de socialmente solidaria, La Habana del siglo XXI debiera transformarse con una arquitectura y un urbanismo a la altura del patrimonio de la ciudad, evitando convertirse ni en un museo de nostalgia, ni en un teatro de arquitecturas-piel historicistas, ni en la enésima amalgama de arquitecturas espectáculo, estilo “nuevo ricos”.

A mitades de siglo XIX La Habana fue la primera capital española en implementar los modernos sistemas de movilidad y reordenar ejemplarmente el espacio de las antiguas murallas, más con la ambición de Viena que con el pragmatismo de Barcelona. Prontamente introdujo el modelo de ciudad jardín en la moderna retícula de El Vedado, un caso paradigmático a nivel internacional. Durante el siglo XX, cambió sus edificios y sus calles, adaptándolas a la modernidad en cada momento (el tranvía, el coche, la arquitectura funcionalista, etc.) consiguiendo no hacer nunca tabula rasa de su pasado, sino añadiendo unas capas encima de las otras.

Todo ello contribuyó a su particular constitución, la de una ciudad “europea” a solo 60 leguas del gigante americano, ejemplo de una privilegiada transculturalidad aliñada con una pocas dosis de cultura eslava y un sólido sustrato de cultura negra, la que dio el “color cubano” el que reivindicaba Nicolás Guillén en sus versos: “ni blanco ni negro: mestizo”.

Las respuestas a los retos urbanos contemporáneos (a la resiliencia, la movilidad eficiente, la sostenibilidad, etc.) podrán encontrarse en el paralelismo con otras experiencias contemporáneas en otras ciudades. Pero la transformación de La Habana debiera formularse siempre a partir de su propio ADN. Anteponer su carácter genuino a los “códigos” que “receta” el urbanismo más canónico. Diseñar la metrópolis de las próximas décadas desde un renovado masterplan y a la vez, desde una serie de proyectos específicos, cambiando las antiguas herramientas del “zoning” por nuevos instrumentos flexibles y adaptables a escalas, tiempos y demandas concretas.

Los estudios y reflexiones que durante años hemos dedicado un grupo de profesores del Laboratorio de Urbanismo de Barcelona – LUB con la guía de algunos colegas de la CUJAE a El Vedado, futuro distrito central de la metrópolis habanera, intentan avanzar sobre alguna de las ideas que aquí se apuntan.

A Mario Coyula (1935-2014), in memoriam

Para más información: Ver el epílogo de la Tesis Doctoral Crosas, C. Variaciones sobre la regularidad. El Proyecto de El Vedado en la formación de La Habana metropolitana. Noviembre 2009. UPC-DUOT. Xavier Eizaguirre, Director. http://www.tdx.cat/handle/10803/78009

Solà-Morales, M., Crosas, C. El Vedado, “La Habana. Ciudad jardín, ciudad central”. Quaderns d’arquitectura i urbanisme (Ed. trilingue), Diciembre 2009, no. 259, p. 71-79

Carles Crosas es Dr. Arquitecto, Profesor e investigador en el Laboratorio de Urbanismo de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, DUOT-UPC

“Herencia”, 160 x 190 cm, mixta/lienzo, 2005

Maikel Menéndez (artista cubano asentado en Barcelona desde 2006)
Herencia”, 160 x 190 cm, mixta/lienzo, 2005
Maikel Menéndez (artista cubano asentado en Barcelona desde 2006)

EL NUDO GORDIANO DE LA REGENERACIÓN URBANA

Fernando Gaja i Díaz*

No hay tema más manido, ni tópico más repetido, que afirmar que la salida a la crisis del sector de la edificación se encuentra en la rehabilitación, opción a la que desde la aprobación en 2013 de la ley que la pretende impulsar se ha añadido las de la Regeneración y la Renovación Urbana (Ley 8/2013, de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas). ¿Por qué si todos los expertos, reales o intitulados, están de acuerdo en presentar esta estrategia como el bálsamo de fierabrás para la recuperación de la actividad en el sector de la construcción, no acaba de arrancar? En mi opinión, porque no se ha resuelto lo que constituye un auténtico nudo gordiano que la atenaza: la financiación.

El consenso acerca de las virtudes y milagrosos efectos de las actuaciones de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas es algo insólito. Con independencia de su posicionamiento político e ideológico todos los agentes sociales, empresariales, sindicales, académicos,… están de acuerdo en reclamarla. Parecía que la norma aprobada por el parlamento estatal, invadiendo por cierto una competencia exclusiva de las comunidades autónomas, iba, por fin, a permitir el desarrollo de un subsector que goza de una muy escasa implantación, en un campo dominado por las obras de Nueva Planta. Saludado como el momento de la verdad, iba definitivamente a permitir el lanzamiento de una actividad, que invariablemente es presentada como generadora de empleo, de bajo impacto ecológico y paisajístico, contribuidora neta a la mejora del medio urbano,… Pero, no ha sido así, y cabe preguntarse, ¿dónde está el problema para que todas las expectativas no se estén cumpliendo? El principal desafío, el nudo gordiano que la Ley de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas no ha sabido cortar1, el que ata e impide el desarrollo de estas operaciones, es la cuestión no resuelta de su financiación, ¿quién va a pagar la regeneración de los barrios que más lo necesitan?

La Ley de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas se inscribe plenamente en una línea de pensamiento y acción, en una ideología urbanística, que podemos describir y etiquetar bajo la denominación de Urbanismo Concesional. En esencia consiste en la privatización de la actividad urbanística mediante el otorgamiento de concesiones, un modelo que se ha consolidado en este Estado tras la aprobación y el empleo masivo de la figura del agente urbanizador, instituido por la LRAU valenciana (Ley 6/1994 de Reguladora de la Actividad Urbanística, de la Generalitat Valenciana,), y que ahora la nueva Ley de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas la amplía a las operaciones de transformación de la ciudad consolidada, mediante la creación de una figura paralela al agente urbanizador que he dado en llamar el agente R3.

Pero si los resultados de la aplicación de la concesión para la producción de suelo urbanizable, por medio del agente urbanizador, pueden considerarse desde el punto puramente cuantitativo como un éxito sin precedentes, sin entrar en la crítica y valoración de la larga estela de casos de corrupción, de abusos de todo tipo sobre los propietarios fundiarios, de los impactos negativos ambientales, paisajísticos, financieros, administrativos, sociales,… en el caso que nos ocupa, las perspectivas de actuación del agente R3 son mucho más sombrías. Una afirmación que trataré de argumentar sucintamente.

Las competencias y capacidades atribuidas al agente urbanizador suponen un cambio de hegemonía en la acción urbanística, traspasada desde los propietarios del suelo a los promotores (asociados o vinculados con el capital financiero). Las plusvalías, que antes se apropiaban los dueños de los terrenos rústicos en su proceso de transformación urbana (los especuladores clásicos, quienes accedían a una riqueza que era escasamente el resultado de su actividad), pasaron, merced a estos cambios en las reglas del juego, a manos de los promotores, estrechamente ligados a bancos y cajas. En suma, este instrumento permitió e impulsó un cambio de agente hegemónico, de modo que la apropiación de las plusvalías urbanísticas se transfirió de los propietarios fundiarios a la alianza capital-promotores, aunque el adquirente de vivienda siguió pagando el peaje de la especulación, sin que su precio final se redujera.

Ilustración 1. Cartel anunciador de la operación de Regeneración Urbana del barrio de Russafa (València)
Ilustración 1. Cartel anunciador de la operación de Regeneración Urbana del barrio de Russafa (València)

Fuente: http://www.actuacionesrussafa.com/descargas/archivos/diptico%20Jornada.pdf

En el caso que nos ocupa, en las actuaciones de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas, la situación es bien distinta. No hay generación de plusvalías urbanísticas por efecto de la reclasificación de los terrenos, no hay incremento de valor de suelos rústicos transmutados en urbanos, de modo que el agente R3 sólo podrá obtener su plusvalías, su beneficio, sin la que no tiene sentido su intervención, extrayéndola de los propietarios-vecinos residentes en la zona de intervención, en el coto que se le haya concedido. Y aquí radica la dificultad insalvable.

Si tenemos en cuenta la estructura de la propiedad de la vivienda, y la ponemos en relación con la necesidad de operaciones de Rehabilitación, Regeneración y Renovación urbanas, llegaremos a una conclusión obvia: los barrios más necesitados, los peor dotados, los que cuentan con un parque edilicio más deteriorado, en definitiva aquellos donde este tipo de operaciones son más necesarias, son los que tienen una población más insolvente, a la que se va a obligar manu militari (así lo establece la Ley 8/2013 ampliando las obligaciones derivadas del deber de conservación) a pagar unas abultadas cuotas en concepto de transformación, sean de regeneración, rehabilitación o renovación. Y si no lo hacen en metálico, la veda esta abierta para que lo hagan en especie, con su vivienda. Un polvorín social y un agente R3 al que se le ha concedido la posibilidad de detonarlo.

Corolario. Como norma general es poco probable que la alianza promotores-financieros, los agentes R3, vayan a entrar en operaciones de alto riesgo y conflictividad social, y con escasas perspectivas de negocio, de modo que este tipo de actuaciones quedarán en la práctica limitadas a los barrios de mayor poder adquisitivo, donde la población sí puede abordar operaciones de mejora, o a los ámbitos con expectativas de elitización (gentrification), en actuaciones que adicionalmente serán subvencionadas por una Administracion deseosa de impulsarlas. Una Administracion que acabará, por tanto haciendo lo que ha hecho tradicionalmente: subvencionar y desgravar a quienes menos lo necesitan, abandonando a su suerte a los ciudadanos que no pueden hacer frente a unos pagos previsiblemente altos, en un contexto, no lo olvidemos, de gravísima crisis social y económica, con altísimos niveles de desempleo, precariedad y descenso del poder adquisitivo. Unas operaciones, que declaraciones retóricas al margen, no harán sino aumentar las desigualdades urbanas.

Para mayor información:

GAJA i DÍAZ, Fernando. La regeneración urbana en la encrucijada. Arquitectura, Ciudad y Entorno. Vol. 9, núm. 27, p. 11-26, 19 de febrero de 2015.  http://hdl.handle.net/2099/16070

1 En el número de 27 de la revista ACE publiqué en 2015 n el artículo (“La regeneración urbana en la encrucijada”), señalaba la gran falla de esta iniciativa

EL DURO ITINERARIO VITAL DE UN EMIGRANTE. LA ÚLTIMA CARRERA DE AQUILINO SOTO

Vicente Casals Costa*

La importancia del papel desempeñado por aquellos a los que se ha denominado “gentes sin historia” es fundamental para la preservación de la memoria colectiva. La Historia, en mayúsculas, no puede entenderse sin ellos; son en realidad la esencia de la que se nutre nuestro espíritu colectivo. Con mucha frecuencia, además, este acontecer vital se relaciona con los intensos procesos migratorios que en todos las épocas han protagonizado millones y millones de personas anónimas que han forjado su manera de ser por medio mundo. Auténticos cosmopolitas, a pesar suyo, que con no poca frecuencia han contribuido de forma relevante a moldear lo mejor de nuestra cultura popular.

El día 2 de septiembre falleció Aquilino Soto, ciudadano respetado y deportista popular de Sabadell. Nació cubano en 1926 al igual que tres de sus seis hermanos. Sus padres se habían desplazado a la isla antillana hacia 1914-1915, siguiendo la oleada migratoria que atrajo a numerosos habitantes de la comarca de el Bierzo (León, España) a trabajar en la próspera industria del azúcar. Ésta, había iniciado, sobre todo en la zona de Camagüey, un ciclo expansivo por aquellos años y que perduró hasta 1926, el año de nacimiento de Aquilino.

El estancamiento de la producción azucarera en la isla en torno a esta fecha debió inducir a sus padres a regresar a la Península Ibérica y se establecieron nuevamente en el hogar familiar, en la leonesa población de Vega de Valcarce, donde permaneció hasta los tres años, momento en que su familia se incorporó nuevamente al ciclo migratorio, como tantos otros bercianos, a la búsqueda de nuevas oportunidades económicas.

En esta ocasión el destino fue la pequeña ciudad de Montbard, en la Borgoña francesa, cuya actividad más importante giraba en torno a una gran empresa metalúrgica, popularmente conocida con el nombre de “Corps Creux”, especializada en la construcción de tuberías y cuya actividad continúa hasta el presente. Esta pequeña, pero importante ciudad, cuna del gran naturalista de la Ilustración Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, cuya huella le ha conferido carácter, marcó de manera muy profunda a Aquilino. Fueron los años de la inicial escolarización –hasta los nueve años– en la escuela pública de la ciudad, y de los atisbos de conciencia social. En 2011, a los 85 años de edad, realizó un viaje de una semana, junto con su hija María José y su nieto Joan, a Montbard. Reconoció perfectamente la ciudad de su niñez, la fábrica, el barrio de las casas para obreros en que residió, hoy totalmente renovado, el canal de Borgoña y su puerto, la escuela, así como alguna de las casas en las que su padre se reunía con sus compañeros de Partido Comunista.

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Sin embargo, algunas dificultades aparecerán en el cielo de Montbard. En 1935 se formó el Front Populaire francés, que al siguiente año ganará las elecciones. Esto, para una familia militante de izquierda como la de Aquilino, debió ser una buena noticia… con resultados inesperados. El Front Populaire comenzó a impulsar una política en la que se insistía en determinados aspectos de carácter nacionalista, en especial en relación a los trabajadores extranjeros que fueron objeto de algunas limitaciones en sus actividades, sobre todo si eran de carácter político. Al parecer, el padre de Aquilino se vio en la tesitura de tener que optar, para poder continuar sin problemas en Francia, por acogerse a la nacionalidad francesa, cosa que no aceptó. Y de nuevo de vuelta al Bierzo.

El regreso a Vega de Valcarce en 1935 tuvo para la familia consecuencias graves. También en España triunfó el 1936 el Frente Popular a lo que le siguió, como es sobradamente conocido, el levantamiento faccioso encabezado por el general Franco. El Bierzo quedó pronto bajo control del ejército franquista. Uno de los hermanos mayores de Aquilino, Floreal, era un militante destacado de las Juventudes Socialistas Unificadas de aquella zona, y por tanto objetivo directo de los franquistas. Abandonó Vega en dirección a Asturias con la intención de incorporarse al ejército republicano. Nunca más se supo de él.

Luego, la guerra, la postguerra y la lucha por la supervivencia en condiciones difíciles. El Bierzo en los años cuarenta era, sin duda, un lugar extremadamente duro para un adolescente; más si su familia estaba marcada con el estigma de ser de izquierda, que dio lugar a situaciones duras y complicadas. Aquilino las vivió allá por 1943-1944, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, y llevan por nombre uno de los elementos de la tabla periódica: wolframio. El wolfram, como se le conocía por allá, es un mineral que en aquellos años desempeñaba un importante papel estratégico, pues se utilizaba para aumentar la resistencia de los cañones utilizados en la guerra, un proceso técnico dominado, sin embargo, solamente por el ejército alemán. Y en el Bierzo apareció wolframio en la cima de la Peña do Seo, una montaña situada en los aledaños del límite con Galicia.

Y el wolframio comenzó a ser extraído, inicialmente de forma furtiva; un tipo de minería que recordaba los procesos más descontrolados del Far West norteamericano. Organizados en cuadrillas, los mineros extraían el mineral superficial con el recurso del cartucho de dinamita y lo defendían a punta de pistola, una realidad de tintes surrealistas, más si atendemos a la situación y condiciones políticas bajo las que tuvo lugar. Raúl Guerra Garrido describió magistralmente este periodo en su novela El año del wolfram. Y ahí estaba Aquilino acarreando sobre sus hombros sacos del mineral hasta los puntos donde los traficantes lo hacían llegar a los alemanes (o a los aliados, si pagaban mejor).

Cuando años después en 1951, Aquilino y su familia retomaron el ciclo migratorio, ya con 25 años, llevará consigo un arraigado anticlericalismo y un profundo odio a la monetarización de las relaciones humanas. De nuevo buscarán un lugar que ofreciera oportunidades y creerán encontrarlo en Sabadell, la ciudad que Víctor Balaguer, a mediados del siglo XIX, bautizó como el “Manchester catalán”, y que en los años de 1950 lo era del muy franquista alcalde Marcet, de los fabricantes del textil, de las cuevas de las márgenes del río Ripoll. Cuando unos pocos años después se casó, estableció su hogar en el Sabadell del Sur, en el barrio de Campoamor.

Cuando contaba 62 años se aficionó a las carreras de atletismo, práctica que mantuvo hasta hace pocos años. No había practicado con anterioridad otro deporte ni tenía ninguna preparación especial, a no ser sus largas caminatas por las empinadas laderas de los montes bercianos o sus acarreos de mineral por las cuestas de la Peña do Seo. El atletismo, en el que obtuvo unos excelentes resultados dentro de su categoría, lo convirtió en un personaje muy popular en el mundo del deporte, sobre todo sabadellense. En cierta forma, correr ha sido una metáfora de su vida y una forma de liberación. Incluso su fallecimiento se ajustó a esta pauta que al fin le ha llevado a iniciar su última andadura hacia el infinito.

Aquilino Soto con su nieto Joan junto al Hôtel de Buffon, en Montbart, el 20 de abril de 2011. La residencia, levantada por el naturalista ilustrado en 1734, acogió en la década de 1930 la escuela pública, en la que Aquilino efectuó sus primeros estudios. Foto del autor.
Aquilino Soto con su nieto Joan junto al Hôtel de Buffon, en Montbart, el 20 de abril de 2011. La residencia, levantada por el naturalista ilustrado en 1734, acogió en la década de 1930 la escuela pública, en la que Aquilino efectuó sus primeros estudios. Foto del autor.

(*) Investigador de la Fundació Bosch i Gimpera, Universitat de Barcelona.

Para mayor información:

Paloma Arenós. Aquilino Soto (1926-2015). El yayo del atletismo, La Vanguardia, jueves 10 de septiembre de 2015, http://www.lavanguardia.com/obituarios/20150907/54435146270/aquilino-soto-yayo-atletismo-obituario.html