Una propuesta de geografía ciudadana

Xosé Manuel Souto González (Universitat de València y Proyecto Gea-Clío)

La geografía como conocimiento científico fue atravesando diferentes etapas: ciencia matemática con una orientación cartográfica, conocimiento del medio natural con las variedades regionales, descripción de recursos en un proceso histórico, formulación de propuestas de ordenación del territorio entre otras finalidades y objetos. En los dos últimos siglos parece existir un consenso sobre la transición desde una ciencia de lugares a un conocimiento que explica los problemas sociales en el territorio. De ahí su clasificación como ciencia social en los códigos UNESCO.

Estos últimos objetivos lleva a la geografía a acercarse al concepto de ciudadanía, una palabra que ha definido las características de las libertades alcanzadas por las burguesías del diecinueve en el mundo occidental y que se consagran en las cartas constitucionales. Pero su ejercicio dista mucho de cumplir con las expectativas de una sociedad crítica con el funcionamiento democrático.

Para formar a las personas en la participación de las decisiones ciudadanas han surgido algunas iniciativas en las instituciones no gubernamentales, pero menos desde las universidades y centros escolares, como si dicha actividad no formara parte de los contenidos educativos. Por eso queremos destacar la iniciativa del Instituto de Geografía y Ordenación del Territorio (IGOT) de la Universidad de Lisboa: Nós Propomos!, sobre todo, por el liderazgo mostrado por el profesor Sérgio Claudino.

Localización de ciudades y pueblos donde está asentada la red de Nós Propomos en la Península Ibérica

Localización de ciudades y pueblos donde está asentada la red de Nós Propomos en la Península Ibérica

Desde dicho instituto universitario se ha generado un proyecto de ciudadanía para los más jóvenes y no tan jóvenes, que comenzó en Portugal en2011 y no ha dejado de crecer: España, Mozambique, Brasil y, ahora, inicia su implementación en Perú, Colombia y, por último en México, con cerca de 40 universidades implicadas en su difusión. Para ello se cuenta con la colaboración del Geoforo, que a través de las noticias y del foro 24 da cuenta de sus actividades y principios programáticos. En el mes de septiembre de 2018 se celebra el primer congreso internacional de Nós Propomos!, donde participarán alumnos de niveles previos a los universitarios, así como profesores e investigadores, familias y políticos locales de cuatro países participantes (http://www.igot.ulisboa.pt/congressonospropomos/). Un conjunto de personas que integran la comunidad escolar.

Localización de Nós Propomos en América del Sur.
Localización de Nós Propomos en América del Sur.

En este evento se podrán compartir los diferentes trabajos locales, producto de un estudio riguroso de profesorado y alumnado, que después se le presenta a los poderes locales (ayuntamientos, cámaras municipales) para que puedan ser ejecutados, o no, los planes de acción propuestos desde las aulas escolares. Por tanto, es una innovación escolar, basada en el conocimiento geográfico, abierta a la participación ciudadana. Además el pensar localmente se complementa con la acción global, pues se promueve la cooperación internacional en red, para ello existen diferentes instrumentos de las redes sociales (whatsapp, facebook) y sobre todo el Geoforo Iberoamericano de Educación, Geografía y Sociedad, donde la comunidad escolar ha abierto un foro (número 24) para intercambiar opiniones y argumentos, de tal forma que se pueda romper el aislamiento de cada aula y centro escolar.

Uno de los puntos fuertes del proyecto consiste en conceder la iniciativa al alumnado para delimitar los problemas locales, que pueden ser de diferente ámbito: polución atmosférica o de aguas contaminadas, problemas de seguridad vial, aislamiento de lugares rurales, difusión del patrimonio local, carácter obsoleto del aprendizaje escolar y otros más que son seleccionados por el propio alumnado y trabajados en las aulas en materias específicas (Estudio de caso, Ciudadanía, Geografía y ciencias sociales), o bien en ámbitos interdisciplinares, donde dos o más materias comparten objetivos y diseñan técnicas y métodos específicos para abordar el problema seleccionado.

De este modo se ha comprobado como los alumnos y alumnas seleccionan los problemas que les resultan significativos y realizan a continuación un trabajo de campo, en el cual implican a vecinos del lugar estudiado. Finalmente proponen las propuestas de solución para ser implementadas desde las instituciones locales.

Con este proyecto se cumplen algunos principios básicos en la educación. El primero es que las innovaciones no proceden de las iniciativas legislativas, sino de la actitud de curiosidad y crítica de las personas que conviven en los centros escolares. En segundo lugar nos muestra que la geografía, y las ciencias sociales, son útiles para la ciudadanía si aborda el estudio de los problemas concretos que les preocupan a las personas, pero para ello es preciso una metodología rigurosa, que aúne el uso de los conceptos propios de la materia con una formulación del problema que permita cuestionar la realidad aparente y plantear soluciones factibles. En este sentido, se avanza con la calma que requiere el pensamiento racional, sin las prisas de las tecnologías del espectáculo. Y simplifica la metodología en tres fases básicas: la identificación de problemas, la realización del trabajo de campo y la presentación de propuestas son sus tres fases fundamentales.

Por último, se demuestra que es posible (y necesario) desarrollar una educación geográfica alternativa, en ámbitos escalares iberoamericanos, que esté comprometida con los problemas sociales concretos de las personas en sus medios específicos.

Para saber más

CLAUDINO, Sérgio; SOUTO, Xosé M.; ARAYA PALACIOS, Fabián. Los Problemas Socio-Ambientales en Geografía: una Lectura Iberoamericana, Revista Lusófona de Educação, nº 39, p. 55-72.

El Can Mayor en El Cielo

Norma Sánchez-Santillán *

Gilberto Sven Binqüist Cervantes*

René Garduño López **

El Cielo está compuesto por un abanico de paisajes, desde una planicie costera con ambientes de playa, rodeada de una flora halófita creciendo sobre la tersa arena y una fauna de transición entre el mar y la tierra, aferrada a las rocas bañadas por las impetuosas olas; a unos cuantos kilómetros del mar y a sólo 800 m de altitud, la selva baja, con exuberante flora, agobiante humedad y bulliciosa fauna; al ascender otros 700 m, tratando de abarcar con la mirada otros paisajes, veríamos la selva alta con árboles de tallas de más del doble de la selva baja, donde fulgurantes rayos del Sol insisten, sin conseguirlo, traspasar su dosel formado por un tupido follaje. Varios cientos de metros más arriba, a los 1500, llegaríamos al bosque mesófilo, zambullido al amanecer en espesa niebla y aparente silencio, roto por algunas aves y sigilosos animales que pisan su mullido suelo, con retacería de musgos, líquenes, helechos y una rica variedad de orquídeas, vegetación sobre la que proliferan los hongos y donde insectos y arañas cavan intrincadas guaridas, junto a roedores y pequeños mamíferos. En la cúspide de la sierra, tras una voltereta en la Sierra de la Maroma, comienza el descenso a sotavento, opuesto al mar, donde se muestra la severidad de un clima seco, el agua preciado tesoro para las plantas del desierto, el paisaje ahora está dominado por enormes cactus, con espinas como defensa contra todo el que quiera robarle el agua de sus suculentos tejidos, y la fauna que ansía la oscuridad de los cielos estrellados para aliviar el agobiante calor y para salir a cazar… o ser cazada.

Con excepción de los ambientes de playa, los otros cuatro ecosistemas: selva baja perennifolia, selva alta perennifolia, bosque de pino-encino-oyamel y desierto conforman la Reserva de la Biosfera El Cielo y en ellos se despliega una biodiversidad espléndida; limita al E con el Golfo de México y por el W remonta la Sierra Madre Oriental; con 145 mil ha y los cuatro ecosistemas son bañados insistentemente, entre mayo y octubre, por el agua de las cumulonimbus, de grandioso desarrollo vertical; sin embargo, durante algunas semanas, hay una ausencia de nubes, el cielo brilla con todo fulgor y en consecuencia merma el llanto proveniente de las nubes en El Cielo. A este fenómeno se le llama canícula porque en el hemisferio norte, en los meses de julio y agosto, la constelación del Can Mayor brilla y el cielo raso permite admirarla en el firmamento. Esta merma de lluvia ha sido conocida por cientos de miles de años, sólo que hasta recientemente se ha podido cuantificar; además los sistemas de información geográfica facilitan el acopio de datos y la interpretación tridimensional de los procesos meteorológicos.

En días de canícula, como en una mesa de billar cuando colisionan diferentes bolas, se suceden cambios concatenados en la troposfera, la capa más baja de la atmósfera donde se desarrollan las nubes; al mermar éstas, la lluvia se ausenta y los rayos solares caen a plomo, ya que la Reserva colinda con el Trópico de Cáncer y, por lo tanto, en esos meses tiende el Sol a ubicarse cerca del cenit; asciende la temperatura del aire y se aligera su peso, de manera que la presión disminuye; ambas condiciones aumentan la capacidad del aire para almacenar vapor, en consecuencia la humedad relativa asciende y el ambiente se reseca, induciendo a las plantas a evapo-transpirar más para tratar de recargarlo de nuevo y en el proceso, muchas de ellas pierden agua hasta fatalmente secarse.

En México la lluvia del verano proviene de los vientos alisios que soplan de NE a SW, en la superficie, y recogen humedad de las aguas cálidas del Golfo de México; la canícula puede pensarse como un retorno de la circulación invernal en la troposfera, que explica la ausencia de lluvia. La duración de este fenómeno en El Cielo es variable, puede abarcar de uno a cuatro meses. De igual manera la intensidad de la canícula puede ser débil, media o severa y un aspecto destacable es su comportamiento cíclico; es decir, inicia con baja intensidad durante 4 o 5 veranos, luego la incrementa otros tantos, hasta alcanzar su máxima intensidad por el mismo período, cumpliendo así un ciclo que abarca de 12 a 15 años.

Cada ecosistema en El Cielo, se adapta y responde de manera distinta a la canícula, en la región árida sus habitantes han desarrollado múltiples mecanismos biológicos para no perder el agua; sin embargo, en las selvas y el bosque el perjuicio es mayor, pues normalmente se cuenta con el vital líquido y, cuando falta, sus habitantes no tienen defensas para afrontar la canícula.

Para profundizar en el tema consultar:

Sánchez-Santillán, N.; G. Binqüist y R. Garduño. 2018. Sequía intraestival en la Reserva de la Biosfera El Cielo y su entorno, Tamaulipas, México. Cuadernos de Geografia: Revista Colombiana de Geografía 27(1): 146-163.

El Can Mayor en El Cielo

Norma Sánchez-Santillán *

Gilberto Sven Binqüist Cervantes*

René Garduño López **

El Cielo está compuesto por un abanico de paisajes, desde una planicie costera con ambientes de playa, rodeada de una flora halófita creciendo sobre la tersa arena y una fauna de transición entre el mar y la tierra, aferrada a las rocas bañadas por las impetuosas olas; a unos cuantos kilómetros del mar y a sólo 800 m de altitud, la selva baja, con exuberante flora, agobiante humedad y bulliciosa fauna; al ascender otros 700 m, tratando de abarcar con la mirada otros paisajes, veríamos la selva alta con árboles de tallas de más del doble de la selva baja, donde fulgurantes rayos del Sol insisten, sin conseguirlo, traspasar su dosel formado por un tupido follaje. Varios cientos de metros más arriba, a los 1500, llegaríamos al bosque mesófilo, zambullido al amanecer en espesa niebla y aparente silencio, roto por algunas aves y sigilosos animales que pisan su mullido suelo, con retacería de musgos, líquenes, helechos y una rica variedad de orquídeas, vegetación sobre la que proliferan los hongos y donde insectos y arañas cavan intrincadas guaridas, junto a roedores y pequeños mamíferos. En la cúspide de la sierra, tras una voltereta en la Sierra de la Maroma, comienza el descenso a sotavento, opuesto al mar, donde se muestra la severidad de un clima seco, el agua preciado tesoro para las plantas del desierto, el paisaje ahora está dominado por enormes cactus, con espinas como defensa contra todo el que quiera robarle el agua de sus suculentos tejidos, y la fauna que ansía la oscuridad de los cielos estrellados para aliviar el agobiante calor y para salir a cazar… o ser cazada.

Con excepción de los ambientes de playa, los otros cuatro ecosistemas: selva baja perennifolia, selva alta perennifolia, bosque de pino-encino-oyamel y desierto conforman la Reserva de la Biosfera El Cielo y en ellos se despliega una biodiversidad espléndida; limita al E con el Golfo de México y por el W remonta la Sierra Madre Oriental; con 145 mil ha y los cuatro ecosistemas son bañados insistentemente, entre mayo y octubre, por el agua de las cumulonimbus, de grandioso desarrollo vertical; sin embargo, durante algunas semanas, hay una ausencia de nubes, el cielo brilla con todo fulgor y en consecuencia merma el llanto proveniente de las nubes en El Cielo. A este fenómeno se le llama canícula porque en el hemisferio norte, en los meses de julio y agosto, la constelación del Can Mayor brilla y el cielo raso permite admirarla en el firmamento. Esta merma de lluvia ha sido conocida por cientos de miles de años, sólo que hasta recientemente se ha podido cuantificar; además los sistemas de información geográfica facilitan el acopio de datos y la interpretación tridimensional de los procesos meteorológicos.

En días de canícula, como en una mesa de billar cuando colisionan diferentes bolas, se suceden cambios concatenados en la troposfera, la capa más baja de la atmósfera donde se desarrollan las nubes; al mermar éstas, la lluvia se ausenta y los rayos solares caen a plomo, ya que la Reserva colinda con el Trópico de Cáncer y, por lo tanto, en esos meses tiende el Sol a ubicarse cerca del cenit; asciende la temperatura del aire y se aligera su peso, de manera que la presión disminuye; ambas condiciones aumentan la capacidad del aire para almacenar vapor, en consecuencia la humedad relativa asciende y el ambiente se reseca, induciendo a las plantas a evapo-transpirar más para tratar de recargarlo de nuevo y en el proceso, muchas de ellas pierden agua hasta fatalmente secarse.

En México la lluvia del verano proviene de los vientos alisios que soplan de NE a SW, en la superficie, y recogen humedad de las aguas cálidas del Golfo de México; la canícula puede pensarse como un retorno de la circulación invernal en la troposfera, que explica la ausencia de lluvia. La duración de este fenómeno en El Cielo es variable, puede abarcar de uno a cuatro meses. De igual manera la intensidad de la canícula puede ser débil, media o severa y un aspecto destacable es su comportamiento cíclico; es decir, inicia con baja intensidad durante 4 o 5 veranos, luego la incrementa otros tantos, hasta alcanzar su máxima intensidad por el mismo período, cumpliendo así un ciclo que abarca de 12 a 15 años.

Cada ecosistema en El Cielo, se adapta y responde de manera distinta a la canícula, en la región árida sus habitantes han desarrollado múltiples mecanismos biológicos para no perder el agua; sin embargo, en las selvas y el bosque el perjuicio es mayor, pues normalmente se cuenta con el vital líquido y, cuando falta, sus habitantes no tienen defensas para afrontar la canícula.

Para profundizar en el tema consultar:

Sánchez-Santillán, N.; G. Binqüist y R. Garduño. 2018. Sequía intraestival en la Reserva de la Biosfera El Cielo y su entorno, Tamaulipas, México. Cuadernos de Geografia: Revista Colombiana de Geografía 27(1): 146-163.

¿Cómo se ha incorporado la sostenibilidad medioambiental en los últimos planes turísticos de España? Repercusiones

Raquel Santos-Lacueva*

El turismo es una actividad estratégica para la economía española. Los ricos recursos naturales, culturales y patrimoniales contribuyen a situar al país en segunda posición a nivel mundial en número de visitantes (2017). La actividad turística en España se distribuye de forma desigual espacial y temporalmente y mayormente se concentra en la costa mediterránea y en las islas, siendo el turismo de sol y playa uno de sus productos principales. La oferta de sol y playa se fundamenta en el clima y en los recursos naturales de las zonas costeras. El medioambiente es su medio de producción, y al mismo tiempo, su espacio de consumo y un condicionante para la satisfacción de una demanda cada vez más sensibilizada. La sostenibilidad medioambiental del turismo de sol y playa es fundamental para la competitividad de la actividad turística española.

El patrón de desarrollo de los primeros destinos de sol y playa se replicó a lo largo de toda la costa mediterránea e insular a partir de los años 60s del pasado siglo. Dos décadas después, comenzaron a observarse signos de madurez e incluso de declive en el crecimiento. Se iniciaron a partir de entonces procesos de recualificación y reconversión que aún continúan y que, aunque con resultados variables, en general han permitido reposicionar en los mercados algunos de los destinos principales de sol y playa españoles.

No obstante, para garantizar la sostenibilidad futura del turismo español de sol y playa como actividad estratégica deben afrontarse algunos de los problemas que le acompañan desde sus inicios. Principalmente, los ligados a la concentración espacial y temporal, a la sobreocupación del litoral, a la masificación y al abaratamiento de la oferta. Todos ellos influyen en la calidad de su recurso clave: el medioambiente. El agua del mar, las playas y el paisaje, pero también los resultados económicos y empresariales del sector se ven afectados. Además deben enfrentarse nuevos retos ambientales globales como el cambio climático.

Tradicionalmente, la planificación turística española ha sido deficitaria a la hora de dar respuesta a dichos problemas. Los impactos negativos del turismo sobre el medio ambiente, la necesidad de protección de las costas y de gestionar la calidad del paisaje, se recogían ya en el II Plan de Desarrollo Económico (1968-71). Casi tres décadas después aparecían las primeras referencias concretas a la sostenibilidad ambiental en el II Plan Futures (1996-99). Aunque han existido acciones que demuestran la voluntad de coordinación entre la administración turística y la medioambiental, éstas han sido puntuales e insuficientes.

Teniendo en cuenta la complejidad y la transversalidad de los problemas medioambientales y de la propia actividad turística, resulta inevitable y del todo necesaria la intervención pública. De hecho, la eficiencia y pertinencia de la acción pública es determinante para el éxito y la sostenibilidad futura de los destinos. Cómo los poderes públicos conciben, explican y priorizan la sostenibilidad medioambiental y cómo lo incorporan en sus políticas y procesos de planificación, tiene implicaciones directas sobre la sostenibilidad y la competitividad del turismo.

Los planes turísticos, además de ser fruto de procesos técnicos y de conocimiento experto, son el resultado de negociaciones entre poderes y demandas en conflicto. Su análisis permite distinguir las ideas, los valores y los argumentos predominantes de los poderes públicos sobre un determinado tema. Así, estudiándolo planes más recientes al respecto pueden comprenderse algunas de las dinámicas turísticas actuales y las respuestas que se han negociado por parte de los agentes actuantes en relación al persistente problema de la reducción de los impactos ambientales generados por el turismo. Con el análisis del Plan de Turismo Español Horizonte 2020 (en adelante, Plan 2020), vigente hasta 2012; y del Plan Nacional e Integral de Turismo 2012-2015 (en adelante, Plan 1215), todavía vigente; se observan similitudes, diferencias y replanteamientos de una misma cuestión –la sostenibilidad medioambiental del turismo de sol y playa- por parte de dos gobiernos distintos en España. El primero, fue elaborado por el gobierno socialista de Zapatero, y el segundo, por el gobierno del partido popular de Rajoy.

Ambos planes incluyen referencias concretas a la cuestión medioambiental, pero, teniendo en cuenta la importancia del medioambiente para el turismo de sol y playa en España, éste es un tema que no recibe la atención que requiere. Además, la comparación entre planes permite apreciar incluso una disminución del peso de los planteamientos asociados sostenibilidad medioambiental en el Plan 12-15, el más reciente, que en su predecesor. Por otra parte, si bien el Plan 2020 supuso un hito en la planificación turística española al contar con una estrategia a largo plazo, más allá de los ciclos legislativos esta visión largoplacista se interrumpió con el cambio de gobierno y el Plan 2012-15. Sea como fuere, de lo que no hay duda es que una visión al largo plazo es necesaria para incorporar de forma efectiva la sostenibilidad medioambiental en la política y planificación turísticas.

*Raquel Santos-Lacueva es investigadora en el GRATET (Grupo de Análisis Territorial y Estudios Turísticos) del Departamento de Geografía, Universidad Rovira i Virgili.

Para mayor información: SANTOS-LACUEVA, Raquel, ANTON CLAVÉ, Salvador y SALADIÉ, Òscar. Discontinuidades y limitaciones de los últimos planes turísticos de España en relación a la sostenibilidad ambiental del turismo de sol y playa. Cuadernos de Turismo, 2017, 40, p. 599-626. http://revistas.um.es/turismo/article/view/310121/220261

¿Qué pasa tras la modernización de regadíos? Un balance en la Comunidad Valenciana (España)

Carles Sanchis Ibor

Marta García Mollá

Los regadíos valencianos han afrontado en las tres últimas décadas un cambio tecnológico sin precedentes. Probablemente desde la época islámica no hemos asistido a ningún proceso de innovación tan significativo por sus implicaciones en las prácticas de riego. En cuanto a su impacto territorial, la difusión de las tecnologías de riego localizado es sólo comparable al que tuvieron, a lo largo del siglo XX, la generalización de las bombas a motor. Este proceso de cambio tecnológico arrancó tímidamente durante la década de 1980 impulsado por la iniciativa privada en los regadíos más dinámicos de la región. Pero el proceso expansivo se aceleró a partir de 1994, merced al compromiso financiero de las administraciones públicas. Estas han hecho posible que más de la mitad de las tierras regadas de la región cuenten hoy día con sistemas de riego presurizado.

El compromiso público no ha contado con un análisis preliminar que permitiera a las administraciones –y también a los usuarios– ser más selectivos en sus inversiones y controlar la eficiencia del esfuerzo financiero en términos de cumplimiento de objetivos. Buena parte del apoyo financiero se prestó sin la existencia de suficientes estudios previos o auditorías que valoraran, para cada caso, los ahorros estimados en consumo de agua y energía, por lo que junto a experiencias muy exitosas podemos encontrar otros casos donde la rentabilidad de la inversión es cuanto menos dudosa. Hoy día no conocemos si existieron criterios técnicos que priorizaron las subvenciones para las inversiones más necesarias y, en cualquier caso, si los hubo, deberían haberse hecho públicos. Este hecho es particularmente relevante cuando, como hemos visto en nuestras investigaciones, han existido importantes diferencias en las subvenciones otorgadas a diferentes entidades de riego, que deberían haber estado ligadas a criterios objetivos de beneficio o ahorro esperado. También hay que lamentar que la administración no fuera más allá de una política clientelar de concesión de ayudas públicas y no tratara de fomentar los procesos de fusión de entidades y racionalización de las redes de riego, que hubiera redundado en mayores niveles de ahorro y en una considerable reducción de los costes de gestión.

Por lo que respecta al ahorro de recursos hídricos, y a escala de comunidades de regantes, existe una cierta unanimidad en los casos de estudio que hemos considerado, y en muchos casos se han alcanzado ahorros en alta importantes, como los registrados en la citricultura de la provincia de Castellón. La orientación productiva de los regadíos valencianos facilita que la implantación del riego localizado no genere los incrementos en el consumo observados en otros ámbitos por un posterior cambio de cultivo. Otra cosa es el destino que con posterioridad tengan los recursos ahorrados y que finalmente se generen ahorros a escala de cuenca, ya que la incorporación del riego localizado también genera una reducción o desaparición de los sobrantes o retornos de riego que frecuentemente alimentan otros sistemas de riego o ecosistemas adyacentes. Por el momento, la única mejora observada es la reducción de las extracciones de aguas subterráneas, que en algunos casos ha redundado en una recuperación de los acuíferos.

El ahorro energético es por el contrario, muy limitado, cuando no se ha generado un incremento de los costes del riego. Por lo general se observa un aumento de los costes energéticos que sólo en algunas entidades abastecidas por aguas subterráneas ha podido ser compensado por las reducciones de las extracciones de agua. Sin embargo, en zonas de aguas superficiales los resultados suelen ser bastante negativos, por lo que parece desaconsejable mantener estas políticas de promoción sobre los regadíos tradicionales, salvo en casos excepcionales en los que, como sucede en la Acequia Real del Júcar (Valencia), la presurización se consigue por gravedad.

Son precisamente los regadíos tradicionales de aguas superficiales donde hoy día se conserva la mayor proporción de tierras con riego por gravedad, y sobre las que la administración planea actuar en los próximos años. Se trata de comunidades en las que muy recientemente se viene observando un proceso de abandono de explotaciones y una falta de relevo generacional, que puede lastrar la amortización de las inversiones. Además existen valores patrimoniales y ambientales en estos sistemas que deben ser preservados. Por ello, en el futuro, más que una política indiscriminada de promoción del cambio tecnológico, se hace necesaria la aplicación de medidas previas de evaluación y análisis de los sistemas de riego, destinadas tanto a determinar las capacidades de ahorro del recurso, como las afecciones sobre el consumo energético, los ecosistemas adyacentes y la viabilidad económica de las inversiones.

Para saber más:

Sanchis-Ibor, C., García-Mollá, M., Avellà-Reus, L. 2016. Las políticas de implantación del riego localizado. Efectos en las entidades de riego de la Comunidad Valenciana, Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 72: 9-36.

http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2330/2194

Carles Sanchis Ibor y Marta García Mollá son investigadores del Centro Valenciano de Estudios del Riego de la Universitat Politècnica de València

Patrimonio natural y turismo: una visión integradora a través del Saladar de Bristol en Fuerteventura

Salvador Beato Bergua

Departamento de Geografía, Universidad de Oviedo

El Saladar de Bristol, situado al N de la isla de Fuerteventura junto a la localidad de Corralejo, es una pequeña depresión litoral en el malpaís originado por las emisiones lávicas del volcán Bayuyo. Pese a que apenas tiene una extensión de 0,2 km², no obstante, alberga una gran riqueza natural, toda vez que se trata de un ecosistema generado en el contacto entre el mar y la superficie terrestre. Sin embargo, este espacio de titularidad pública ha sufrido una importante degradación en las últimas cuatro décadas y carece de protección. Por tanto, tiene un futuro poco alentador si las autoridades competentes no se apremian a adoptar medidas encaminadas a la recuperación y conservación de sus valores paisajísticos y de sus formaciones vegetales originales. Entre éstas, la de saladar cespitoso encharcado (Sarcocornietum perennis) es única en Fuerteventura y, como otras dos también presentes, está catalogada por su interés para las islas Canarias aunque sufren a diario el tráfico rodado de vehículos, el pisoteo, las basuras y la herencia de un uso inadecuado, incluso como escombrera. Aun así, es lugar de reunión de vecinos, que se organizan para su limpieza, así como de turistas y científicos por su valor cultural, paisajístico y biológico; también geomorfológico, pues se trata de una depresión sobre el malpaís, con callaos, arenal, plataformas de abrasión marina y playa.

El litoral español atrae actividad económica y masas de turistas, concentrados, por tanto, en esa estrecha franja de naturaleza valiosa per se, sometida a una elevada presión debido a la construcción de edificios e infraestructuras. En Canarias, esta dinámica socioeconómica se acrecienta por el enorme interés turístico-urbanístico, a pesar de contar con una costa de relieve muy accidentado. De este modo, sus saladares costeros son un bien excepcional debido a la escasez de zonas llanas litorales como las que cobijan estos humedales salinos. Sin embargo, los motores económicos también se orillan al mar y se aprovechan de los espacios más allanados y vulnerables. El crecimiento del suelo urbanizado y la merma de territorios de paisajes rurales y naturales litorales continúan de forma casi inexorable y, con ello, las pérdidas de patrimonio. Por esto, urge prestar especial atención a los lugares que se encuentran en esta situación y evitar el despilfarro y la involución. Además, la defensa y promoción del patrimonio natural sirve también como reclamo turístico, de un turismo de calidad que con menor impacto genera mayor rentabilidad.

En un principio, la explosión cuantitativa que vivó el turismo en Fuerteventura provocó un aumento feroz de las necesidades de suelo en una isla que hasta hace unas décadas estaba pobremente habitada. Los pequeños núcleos medraron fulgurantemente y urbanizaciones de todo tipo aparecieron de forma espontánea, colonizando los malpaíses y arenales isleños. Se abrieron canteras en casi todos los volcanes y superficies cubiertas de arena y, del mismo modo, se esparcieron escombros en otros tantos lugares como el Bristol.

El crecimiento ha sido tan rápido que la oferta turística ha tenido que pasar por diferentes fases en un corto periodo de tiempo, agitada por empresarios que también vieron el filón de vender naturaleza y salud. Así, al “todo-incluido” barato y a la especulación inmobiliaria se unió la apuesta por el patrimonio natural, especialmente por las playas, por el mar (navegación, avistamiento de especies marinas), los volcanes y los paisajes semiáridos y desérticos, desnudos, duros, pero también bellos y evocadores. Igualmente, por los deportes en estos fascinantes escenarios naturales, tanto acuáticos (submarinismo, pesca deportiva, windsurf, kitesurf) como terrestres (senderismo, atletismo, cross, ciclismo). En dicho contexto, por suerte, los espacios de alto valor natural juegan un rol principal por su aportación al paisaje y justifican más aún su respeto y cuidado creando propuestas de conservación y no de destrucción como la última ocurrencia ideada para el Saladar de Bristol: construir unas piscinas “naturales”. En ese caso, los valores naturales, biológicos y paisajísticos de este pequeño enclave se perderían para siempre.

Por el contrario, este patrimonio puede preservarse a través de una adecuada gestión ambiental al amparo de políticas locales y regionales basadas en el desarrollo sostenible. Se deben proteger los componentes geomorfológicos y la amplia diversidad vegetal (saladar cespitoso encharcado, el saladar genuino, el saladar de mato moro, el matorral halófilo costero de roca árido y otras asociaciones halófilas y psamófilas), cobijo asimismo de fauna. Dichas medidas han de tener como objetivo final la declaración del Saladar de Bristol como Sitio de Interés Científico, lo que impulsaría el desarrollo de sectores emergentes como el turismo de calidad, basado en la sostenibilidad y muy interesado por el conocimiento de la naturaleza y la dinámica del paisaje.

Imágenes: La pista que atraviesa el Saladar de Bristol y el tránsito de vehículos, el pisoteo de formaciones vegetales protegidas oficialmente, el continuo depósito de basuras, los escombros persistentes de viejos e inadecuados usos, así como las nuevas ocurrencias urbano-turísticas para este enclave, hacen necesario abordar su protección cuanto antes.

Para mayor información

BEATO BERGUA, Salvador, POBLETE PIEDRABUENA, Miguel Ángel y MARINO ALFONSO, José Luis (2017).El Saladar de Bristol: patrimonio vegetal, estado de conservación y propuesta de restauración (Corralejo, Fuerteventura, Islas Canarias). Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 73, p. 223-246. ISSN 0212-9426.

Disponible en:

http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2416/2266

Salvador Beato Bergua es investigador predoctoral (programa FPU del MECD) en el Departamento de Geografía de la Uni­ver­si­dad de Oviedo (España).

Salvador Beato Berg

La regeneración del bosque en la Montaña Central Asturiana y la cartografía de Hábitats de interés comunitario.

Salvador Beato Bergua

Departamento de Geografía, Universidad de Oviedo

La Directiva Hábitats de la Unión Europea creó en 1992 la Red Natura 2000 con el propósito de servir de herramienta para la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres del territorio comunitario. Desde entonces, todos los Estados miembros de la Unión han propuesto y conseguido incluir espacios de alto valor natural bajo esta protección y para su uso como reclamo educativo y turístico. Así, buena parte de las áreas naturales, lugares y elementos singulares protegidos en España han sido convertidos en Zonas de Especial Conservación (ZEC) amparados bajo dicha normativa y englobados, por tanto, dentro del patrimonio natural europeo. Sin embargo, la aplicación presenta una grave deficiencia en el Estado español: la cartografía sobre la que se sostiene está desactualizada, se elaboró a una escala inadecuada y presenta, por tanto, importantes errores en la delimitación de las unidades. Esta incorrección es más alarmante aún si tenemos en cuenta que dichos mapas son de consulta obligada en los procedimientos de ordenación territorial, es decir, a partir de ellos se toman decisiones que pueden terminar en dislate: protegiendo una zona de vertido de residuos industriales o pasando una autovía por el medio de una arboleda centenaria. Sea como fuere, los hábitats de interés comunitario son un patrimonio, un legado que ofrecer a las generaciones venideras, y con una adecuada gestión pueden ser objeto de actividades económicas sostenibles, fuente de ingresos y de fijación de población.

Por otro lado, hay bastante desconocimiento del estado actual del patrimonio natural que constituyen nuestras formaciones vegetales, toda vez que se están produciendo grandes y rápidos cambios en el medio natural, rural en la Península Ibérica, especialmente en el montano. En este sentido, el despoblamiento del campo y el abandono de las actividades tradicionales agroganaderas comportan una disminución importante de las perturbaciones antrópicas en las dinámicas naturales que rigen la distribución de la vegetación y, por tanto, modificaciones en la relación de fuerzas entre sociedad y naturaleza que configura el paisaje. Así, la sucesión vegetal avanza hacia etapas progresivas y el matorral que ocupó en las últimas décadas espacios otrora de cultivo y pasto, da paso a bosques jóvenes y a la extensión de aquellos que fueron mantenidos por su explotación (frutos, madera, caza) o inaccesibilidad.

La Montaña Central Asturiana, nombre popular con el que se conoce el sector medio y montano del Macizo Asturiano, da buena cuenta de esto. Los cambios de uso son evidentes, especialmente el fin de las actividades seculares, de los cultivos y los múltiples y variados rebaños, y, en otro orden de cosas, la construcción de infraestructuras que conectan el área metropolitana de Asturias con la Meseta y que le suministran agua y energía. Además, es zona de esparcimiento de los urbanitas que toman este abrupto territorio los fines de semana y festivos, en busca de aire fresco, nieve, bosques y hermosos paisajes.

Así, el Alto Pajares, un valle de alta montaña, ha experimentado importantes transformaciones paisajísticas debido al comentado declive del modelo de sociedad rural y a la construcción de equipamientos e infraestructuras como la estación de esquí Valgrande-Pajares y la autopista del Huerna, líneas de alta tensión, carreteras y ferrocarriles, incluso un gasoducto. Sin embargo, buena parte del Alto Pajares está cubierto por un denso bosque que crece y del que destaca el hermoso hayedo de Valgrande sobre suelos ácidos, catalogado como de interés comunitario (hayedos acidófilos con sotobosque de Ilex y Taxus). Existen, además, otros 2 hábitats de interés (rebollares y acebedas orocantábricas) y todos ellos alcanzan en total una extensión de 1.105,49 ha, lo que representa más del 70% de su área boscosa.

Por otro lado, la Sierra del Aramo, alineación calcárea de media montaña de vocación tradicional ganadera, recibe un continuo flujo de visitantes, provee con sus recursos hídricos y paisajísticos a la cercana Oviedo y observa el crecimiento de sus masas arbustivas y boscosas por sus pendientes laderas, frecuentadas y admiradas por caminantes y ciclistas. El Aramo se encuentra entre dos regiones biogeográficas contrastadas, es decir, con condiciones de temperatura y humedad diferenciadas. Esto explica que cuente con 7 formaciones vegetales (hayedos acidófilos, carbayedas de Quercus robur, encinares de Quercus ilex y Quercus rotundifolia, alisedas ribereñas, así como tilares, rebollares y acebedas orocantábricos,) hábitats de interés comunitario diferentes, que abarcan 2.235 ha, esto es, más del 28% de su superficie forestal.

De este modo, sendas zonas de la Montaña Central Asturiana son una muestra de su elevado patrimonio vegetal, por otra parte, susceptible de ser incluido en la Directiva Hábitats. Además, el crecimiento de los bosques que se está produciendo en las últimas décadas por el descenso de la presión ganadera va a suponer, a priori, un aumento del patrimonio natural que podrá ser utilizado para el desarrollo local sostenible y para frenar el vaciamiento demográfico en curso. No obstante, es necesario realizar una correcta ordenación territorial, la cual no se puede llevar a cabo sin una cartografía precisa y un buen conocimiento del medio físico y de la idiosincrasia sociocultural del campo y las aldeas.

Fotografía: El acebo, especie protegida en Asturias, progresa sobre los pastos que, además, soportan una presión ganadera menor y van siendo ocupados por matorrales si no son quemados periódicamente (como en la imagen). El avance de los arbustos y el bosque supone pérdidas patrimoniales culturales (desaparición de elementos de las estructuras territoriales agro-ganaderas, homogeneización del paisaje) aunque también ganancias: en este caso, la vegetación potencial en esta zona al Sur de la Sierra del Aramo es el hayedo acidófilo, catalogado por la UE como Hábitat de interés comunitario.
Fotografía: El acebo, especie protegida en Asturias, progresa sobre los pastos que, además, soportan una presión ganadera menor y van siendo ocupados por matorrales si no son quemados periódicamente (como en la imagen). El avance de los arbustos y el bosque supone pérdidas patrimoniales culturales (desaparición de elementos de las estructuras territoriales agro-ganaderas, homogeneización del paisaje) aunque también ganancias: en este caso, la vegetación potencial en esta zona al Sur de la Sierra del Aramo es el hayedo acidófilo, catalogado por la UE como Hábitat de interés comunitario.

Para mayor información

BEATO BERGUA, Salvador, MARINO ALFONSO, José Luis y POBLETE PIEDRABUENA, Miguel Ángel (2017). El paisaje vegetal y los hábitats forestales de interés comunitario en la Montaña Central Asturiana. Cuadernos Geográficos, 56(1), p. 26-52. ISSN 2340-0129.

Disponible en: <http://revistaseug.ugr.es/index.php/cuadgeo/article/view/4834>

Salvador Beato Bergua es investigador predoctoral en el Departamento de Geografía de la Uni­ver­si­dad de Oviedo (España).

Fluxos e experiências de catadores de materiais recicláveis

Ari Rocha da Silva*

Indivíduos que vivem de materiais descartados no lixo são cada vez mais presentes em diferentes cidades do mundo. Podem ser vistos catando de diversas formas, coletando materiais em lixeiras ou jogados nas ruas, em estabelecimentos comerciais e/ou em grandes depósitos de lixo. Torna-se cada vez mais importante compreender as lógicas e ações desses trabalhadores na medida em que se constituem paisagem cotidiana em nossas cidades.

Catador de rua na cidade de Passo Fundo. Abril, 2015 (fonte: acervo do autor)
Catador de rua na cidade de Passo Fundo. Abril, 2015 (fonte: acervo do autor)

Os catadores de materiais recicláveis são parte dos fenômenos de reestruturação do trabalho em ordem mundial e de crises econômicas cíclicas do sistema capitalista. Ou seja, de processos intensos de reconfigurações das lógicas de produção e consumo em escala global e, consequentemente, de novas definições das práticas e participações da mão-de-obra empregada, seja nas indústrias ou no trabalho agrícola. Atribui-se a isso, os fenômenos de migrações e a falta de ocupações laborais a uma parcela populacional expressiva de indivíduos que sofrem as transformações do mercado de trabalho e se tornam responsáveis a ajustarem-se a novas realidades laborais.

No Brasil, dados do Relatório do Instituto de Pesquisa Economica Aplicada destacam que existem 300 mil catadores exercendo esta profissão, sendo apenas 10% deles organizados em cooperativas ou associações de trabalho. Por outro lado, o Movimento Nacional de Catadores de Materiais Recicláveis (MNCR) afirma que existem mais de 600 mil catadores distribuídos pelo país, o dobro do que é assinalado pelo IPEA.

Os catadores de materiais recicláveis são parte dos fenômenos de reestruturação do trabalho em ordem mundial e de crises econômicas cíclicas do sistema capitalista.

De qualquer forma, tudo indica uma crescente expansão desta categoria de trabalhadores no Brasil, seja na forma do trabalho informal, onde os catadores trabalham individualmente, sem registro formal ou carteira profissional assinada, ou compondo grupos cooperados de trabalhadores, muitos deles assistidos por uma rede de técnicos de organizações não governamentais a base de algum financiamento público ou política pontual de governo, seja ele municipal, estadual e/ou federal.

Empreendimento familiar de reciclagem em Passo Fundo. Julho, 2015 (fornte: acervo do autor)
Empreendimento familiar de reciclagem em Passo Fundo. Julho, 2015 (fornte: acervo do autor)

Há que se considerar, dessa forma, que estes trabalhadores exercem uma categoria emergente e particular nas formas de trabalho. São identificados por alguns governos ou população, em geral, como elementos fundamentais das políticas de revigoramento do meio ambiente e agentes de preservação ambiental; por outros, são considerados sujeitos inexpressivos e marginais que atrapalham a mobilidade urbana e tornam o visual da cidade contrastante e empobrecido. Evidentemente que tais concepções são matizadas por ideologias das formas de se organizar uma cidade e de sua funcionalidade, isto é, a quem ela se destina precipoamente.

Contudo, os catadores não são meros produtos das estruturas sociais e econômicas, são sujeitos plurais e carregados de disposições sociais amealhadas ao longo de suas trajetórias de vida. Não se limitam apenas a catação de materiais na medida em que são permeáveis a aproveitarem as oportunidades e criar outras possibilidades de atuação na sociedade a partir das relações que desenvolvem nela. Assim, não podemos definí-los apenas como sujeitos precarizados e produto de uma lógica econômica perversa, mas como atores ativos e integrados às sociedades em que vivem e trabalham.

… catadores … são sujeitos plurais e carregados de disposições sociais amealhadas ao longo de suas trajetórias de vida.

O texto abaixo, para maiores informações, destaca determinadas práticas de organização do trabalho de catadores vinculados a suas famílias, sendo essa também uma instituição usada tática e estrategicamente pelos catadores para conformar as suas ações e divisões do trabalho social. Denota-se o quanto as ações dos indivíduos é permeada por delineamentos que estão até mesmo fora da lógica, eminentemente, funcional da atividade laboral que exercem, pois suas ações também correspondem a valores e representações que configuram suas disposições sociais nos fluxos de outras experiências, seja na família, nos grupos comunitários ou nas relações mais amplas que tais atores estabelecem e que ajudam a configurar os espaços de suas práticas e a cidade como um todo.

Para maior informação:

SILVA, Ari. R. da. Família e poder nos espaços de trabalho e das trajetórias urbanas. Revista NEP (Núcleo de Estudos Paranaenses) Curitiba, v.2, n.2, pp. 447-64, maio 2016. http://revistas.ufpr.br/nep/article/view/47002

Movimento Nacional dos Catadores de Materiais Recicláveis http://www.mncr.org.br/

IPEA – Situação social das catadoras e dos catadores de material reciclável e reunilizável http://www.ipea.gov.br/agencia/images/stories/PDFs/situacao_social/131219_relatorio_situacaosocial_mat_reciclavel_brasil.pdf

* Ari Rocha da Silva é Sociólogo. Doutorando em Ciências Sociais pelo PPG em Ciências Sociais da Universidade do Vale do Rio dos Sinos (Unisinos), São Leopoldo, Brasil.

Ficha bibliográfica:

SILVA, A. R. Fluxos e experiências de catadores de materiais recicláveis.

Turismo y medio ambiente en una isla Reserva Mundial de la Biosfera: el caso de La Palma (Islas Canarias)

Alejandro González Morales

José Ángel Hernández Luis

Juan Manuel Parreño Castellano1

Las implicaciones que tiene el turismo en la Reserva Mundial de la Biosfera de la isla de La Palma, en el Archipiélago Canario, son muy grandes. En este sentido, la introducción de nuevos usos turísticos en dicha Isla, ha conllevado nuevas pautas en el modelo de desarrollo socioeconómico en términos de sostenibilidad, aportándose algunas iniciativas para disminuir el citado impacto de la nueva actividad económica.

Las principales fuentes en las que nos basamos fueron los informes de la Reserva de la Biosfera, los documentos de planificación territorial, la información de las asociaciones de desarrollo rural de la Isla, los datos de las consejerías de agricultura, ganadería y pesca del Gobierno de Canarias y del Cabildo de La Palma, así como diversa información de las concejalías de desarrollo rural de los catorce municipios.

Pues bien, las Islas Canarias -y en particular La Palma-, presentan numerosos valores biogeográficos, geomorfológicos y ambientales, destacándose por ejemplo una magnífica representación del bosque de laurisilva. Estos valores son los que posibilitaron el que en 1982 un pequeño territorio de la Isla, en concreto el Barranco de Los Tiles, fuese declarado Reserva Mundial de la Biosfera, extendiéndose esta denominación a la totalidad de La Palma en 2002.

El modelo productivo de la Isla ha estado basado tradicionalmente en la actividad primaria, en especial el cultivo del plátano, aunque con una alta representación de la agricultura de subsistencia. Sin embargo, en la actualidad, el sector primario pierde peso ante el auge de los servicios, sobre todo de las actividades relacionadas con el turismo.

Hasta el momento, el modelo de desarrollo turístico ha estado altamente ligado con el mundo rural, la naturaleza y el ecoturismo, aunque en los últimos años también prolifera el de sol y playa, más asociado al turismo de masas, si bien ese modelo dista de ser el más sostenible para la Isla dadas sus características intrínsecas.

En la Reserva de la Biosfera distinguimos tres grandes zonas:

1.- La Zona Núcleo: que engloba los sistemas de mayor protección como el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, la vertiente de medianías del norte insular, la estribación montañosa de Cumbre Vieja, y el territorio ocupado por las lavas del volcán histórico de Nambroque (1949).

2.- La Zona Tampón: que rodea y protege a la zona núcleo.

3.-Las zonas exteriores de transición:en el que se favorecen el uso de los recursos, correspondiéndose con el resto de la Isla.

Zonificación de la Reserva de la Biosfera de La Palma Fuente: ADER - La Palma.
Zonificación de la Reserva de la Biosfera de La Palma Fuente: ADER – La Palma.

En definitiva, se puede afirmar que la Reserva de la Biosfera le proporciona a La Palma un sello que redunda en una imagen de desarrollo sostenible y de calidad, susceptible de promocionarse para la actividad turística, así como para la venta de los productos de la actividad primaria.

Con todo, la Isla presenta una serie de problemas como son su estancamiento demográfico por la emigración y la baja natalidad, su desarticulación económica al tener una economía poco diversificada, etc.

El Plan Territorial Especial de Ordenación de la Actividad Turística de La Palma (2007) y el Plan Insular de Ordenación (2011), han proyectado un modelo de diversificación de los enclaves turísticos por toda la Isla, así como distintas tipologías de turismo, no sólo los segmentos asociados al mundo rural y la playa, planteándose alcanzar las 25.500 camas en 2020. Ante ello, hay que preguntarse si una Isla de escasa superficie y de valores patrimoniales naturales y antrópicos tan elevados, se puede permitir un crecimiento tan sustancial en el número de alojamientos, o por el contrario si es mejor aumentar la calidad de lo ya existente y preservar el territorio como un valor de alta sostenibilidad dentro del contexto de la Reserva de la Biosfera.

Es incuestionable que un mayor desarrollo frenaría la emigración, pero este desarrollo no tiene por qué estar fundamentado en el crecimiento cuantitativo, sino en ofrecer mayor calidad y en atraer a turistas de mayor poder adquisitivo.

Para mayor información:

GONZÁLEZ MORALES, Alejandro, HERNÁNDEZ LUIS, José Ángel y PARREÑO CASTELLANO, Juan Manuel. Los nuevos usos turísticos en la Reserva de la Biosfera de La Isla de La Palma (Canarias). Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, nº 70, 2016, págs. 239-257. Disponible en <http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2234/2122>.

Frase emblemática:

El desarrollo económico frenará la emigración, pero este crecimiento económico no tiene porqué estar fundamento en el incremento del número de camas turísticas, sino en la mejora cualitativa de la oferta turística.

1 Profesores del Departamento de Geografía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. alejandro.gonzalez@ulpgc.es; jose.hernandez@ulpgc.es; juan.parreno@ulpgc.es

Un mundo sin plagas. Las ciencias cindínicas y las plagas de Langosta

Antonio Buj Buj*

Enjambres de langosta - Jules Künkel, Invasions des acridiens vulgo sauterelles en Algérie
Algunos enjambres de langostas pueden llegar a tener decenas de millones de insectos. Ejemplares de Schistocerca gregaria Forsk. durante la reproducción. En Jules Künkel, Invasions des acridiens vulgo sauterelles en Algérie (Argel, 1893-1905)

Es posible pensar en un planeta Tierra sin plagas ni epidemias. Un mundo en el que los microorganismos no maten anualmente a millones de personas, o en el que las plagas agrícolas no se coman las cosechas de los campesinos. Es posible pensar en ello, pero no es factible. Una bacteria llamada Deinococcus radiodurans puede vivir en medio de una radiación tan intensa que el cristal de un vaso de pyrex que la contenga se cuece hasta llegar a un estado descolorido y frágil, según relata Edward O. Wilson en El futuro de la vida (Barcelona, 2002). Las cucarachas llevan en el planeta Tierra alrededor de 300 millones de años: el Homo sapiens, solo decenas de miles de años. El Deinococcus o las cucarachas son dos simples ejemplos que relativizan el papel de la humanidad en el planeta y muestran las profundas interdependencias de todos los seres vivos. Debemos admitirlo de manera irremediable: los seres humanos somos simplemente una hebra de la trama de la vida, según soberbia expresión de Fritjof Capra.

Hay que pensar en el control, no en la erradicación de las plagas.

No es posible un mundo sin epidemias ni plagas. No es posible esa magnífica utopía. La causa hay que buscarla en los centenares de enfermedades transmisibles provocadas por bacterias, virus y otros agentes patógenos, o en las no menos numerosas plagas agrícolas. De las epidemias, únicamente la viruela ha sido oficialmente erradicada. En los últimos ciento cincuenta años el progreso científico en el campo de la epidemiología ha sido fenomenal, pero ahora hay que añadir a aquéllas las enfermedades emergentes y reemergentes o la aparición de microorganismos resistentes a los fármacos. En el terreno de las plagas agrícolas, el progreso científico también ha sido extraordinario, pero debemos ser cautos. Más que erradicar una plaga, la humanidad debe pensar en su control. El hombre modifica el medio natural, y sus prácticas, como la deforestación, determinados sistemas de irrigación, la sobreexplotación de los pastos, la introducción de nuevas variedades de cultivo, o el uso masivo de insecticidas, favorecen la desaparición de especies animales esenciales para los ciclos agrícolas –pensemos en las abejas–, o la pululación de insectos dañinos como la langosta.

La langosta, probablemente la plaga agrícola más antigua y más importante del planeta, nos trae dos noticias: una buena y otra mala. La buena es que después de miles de años de devastaciones provocadas por este temible insecto, desde los tiempos bíblicos, la ciencia ha conseguido entender el mecanismo de su aparición, desarrollo y posible control. La mala es que se siguen produciendo plagas de langosta, llevando la desolación a campesinos de todos los continentes. Las más recientes han tenido lugar en el sur de Rusia, en agosto de 2015, y en Argentina, en los inicios de este 2016.

La langosta pertenece a la familia Acrididae, que incluye a unas 5.000 especies, de las cuales varios centenares generan daños en las plantas, y una veintena causa auténticas devastaciones. Cada especie de langosta es diferente, pero tienen algunas cosas en común: cambian de forma, de tamaño, de color y de comportamiento según las circunstancias ecológicas. Conocer estos cambios es fundamental para combatirlas. Algunos enjambres pueden llegar a tener decenas de millones de ejemplares. En todos los continentes hay plagas de langosta, aunque no todas son igual de dañinas; algunas son más voraces que otras, de mayor tamaño y se reproducen más rápidamente.

El pensamiento mágico-religioso sobre las plagas, también el de la langosta, empezó a superarse con la llegada de la ciencia de laboratorio a finales del siglo XIX, momento en el que se pusieron en marcha programas de investigación contra las enfermedades epidémicas y programas de lucha contra las plagas agrícolas. En el caso de la langosta, el mérito hay que atribuirlo al entomólogo ruso Boris Petrovich Uvarov, que construyó la llamada “teoría de las fases” y descubrió los mecanismos de aparición de las plagas de langosta. En España y en los países ricos las langostas están bajo control al precio de llevar a cabo unas adecuadas políticas preventivas. Hasta aquí las noticias buenas.

La mala noticia es que hoy sigue habiendo y, en el futuro, van a seguir produciéndose plagas de langosta. Debemos aspirar a controlarlas, pero en ningún caso podemos pensar que se pueden erradicar. Lo que sirve para la langosta también sirve para los otros riesgos biológicos. Como ya se decía en la España del siglo XVIII, la mejor manera de combatir las fiebres palúdicas era una buena olla. Con las langostas podemos llegar a las mismas conclusiones. El mejor combate contra la langosta es la lucha contra la pobreza, lo que ayudará enormemente a su control.

Los mejores aliados de la langosta son la pobreza y la guerra.

Las langostas más dañinas, de manera especial la Schistocerca gregaria Forsk., están en África y en el sudeste asiático, las zonas políticamente más conflictivas hoy de nuestro mundo. La langosta se convierte en calamitosa en aquellas regiones que no disponen de los suficientes medios científico-técnicos, materiales y humanos, además de una adecuada coordinación internacional para su combate. La pobreza, las guerras, el desorden institucional o la dependencia del exterior, son los mejores aliados de las plagas. Estas se comen los alimentos y obligan a los campesinos pobres a emigrar a las ciudades de sus países o a otras regiones más ricas como Europa. Algunas de esas migraciones campesinas, está documentado, han tenido que ver con plagas de langosta.

Los expertos están dejando de usar la expresión “desastres naturales”, aplicado a los riesgos biológicos y a los geofísicos, pues transmite la idea equivocada de que las calamidades que ocurren como consecuencia de peligros (del griego kyndinos) que existen en la naturaleza son totalmente “naturales” y, por tanto, inevitables, y están fuera del control de los seres humanos. Desde hace tiempo estamos asistiendo a la revisión de aquel paradigma, relacionado con estudios singulares y aislados, para pasar a configurar una nueva área del conocimiento que asocia riesgos medioambientales con asimetría social. Cada vez más se reconoce que las calamidades naturales son consecuencia de la forma en que las sociedades reaccionan ante las amenazas que se originan en los peligros de la naturaleza. Los riesgos y las posibilidades de que se produzcan vienen determinados en gran medida por los niveles de vulnerabilidad y las medidas de preparación, prevención y mitigación que se adopten, tal como señala el maestro de la geografía de los riesgos Francisco Calvo García-Tornel en Enfrentados a un destino adverso. De las calamidades naturales hacia las ciencias cindínicas (Meubook, 2014). Esto vale de manera especial para las plagas de langosta.

Para mayor información:

BUJ BUJ Antonio. Plagas de langosta. De la plaga bíblica a la ciencia de la acridología. Barcelona: Ediciones del Serbal, 2016. 164 p.

Anto­nio Buj Buj es Cate­drá­tico de ense­ñanza secun­da­ria y Doc­tor en Geo­gra­fía Humana por la Uni­ver­si­dad de Barcelona.