Gastronomía y turismo: el combate «local frente a global»

Francesc Fusté Forné

El turismo gastronómico se ha convertido en los últimos años en una tipología turística que ha ido adquirendo cada vez una mayor relevancia. Si bien el consumo relacionado con la gastronomía es inherente a cualquier desplazamiento turístico, cada vez son más los turistas que escogen el destino de sus próximas vacaciones según la autenticidad de la gastronomía que dichos destinos son capaces de ofrecer. ¿Pero cómo podemos ayudar a la permanencia de la autenticidad de lo local ante la capacidad de expansión que tiene lo global?
La atracción que implica la práctica turística en espacios rurales se encuentra en la idiosincrasia de sus recursos naturales – el paisaje – y de su identidad cultural, material e inmaterial. Los entornos rurales representan una oportunidad de establecer un contacto directo con la autenticidad; en este sentido, el patrimonio culinario de las zonas rurales corresponde a las raíces de un grupo, y es el resultado de su manera de interactuar con la naturaleza y de la acumulación de tradiciones a lo largo del transcurso de generaciones. Es a través del sense of place, es decir de la autenticidad de la identidad cultural, como el paisaje rural se convierte en un atractivo turístico.
Hoy en día hay turistas que cuando viajan les gusta consumir productos que sean próximos a los que tienen en sus propios países. Esto facilita la globalización y refuerza la tendencia a la homogeneización universal de la cultura – la Cocacolaización, la McDonaldsización o la Subwayización – que conecta fácilmente a todas las audiencias del mundo gracias a los medios de comunicación digitales. La fuerza de la globalización es, pues, considerada una amenaza para el binomio gastronomía y territorio, y también para la preservación de la identidad culinaria local. ¿Qué opina el lector del hecho de la facilidad con la que se puede comer en un restaurante mejicano en Londres, un chino en Nueva York o un italiano en Tokyo?
“La globalización lleva las marcas de consumo a todos los rincones del mundo”
Ante esta amenaza global, la autenticidad de cada territorio debe hacer frente a una globalización cada vez más feroz, capaz de hacer llegar la cocina y las formas de consumo de un lado a otro del mundo. La autenticidad de lo local debe servir como una manifestación del paisaje que nos identifica y como decía el escritor catalán Josep Pla, «la cuina és el paisatge posat a la cassola». De esta manera, también hay otros turistas a los que les gusta consumir productos naturales y tradicionales, ya que estos nos permiten incorporar, aunque sea de forma efímera, la identidad local. Cuando comemos un trozo de queso que hemos visto elaborar, o una rebanada de pan con miel después de pasear entre las colmenas, lo que estamos haciendo es dar un mordisco al territorio.
“Cuando comemos productos tradicionales, damos un mordisco al territorio”
Desde el punto de vista de los proveedores de los servicios turísticos, es importante ofrecer a los turistas experiencias auténticas, donde se sientan involucrados en la construcción de una identidad cultural en un entorno natural único – el caso de los Pirineos – permitiendo incluso al turista participar en primera persona en los procesos agrícolas y ganaderos. También la venta de productos a modo de souvenirs – por ejemplo jabones hechos con leche de cabra –, las visitas a los centros de producción, las rutas gastronómicas – sobre vinos o quesos, entre muchas otras – y los mercados de productores artesanos y festivales locales son elementos que ayudan a emfatizar la localidad de la gastronomía a la vez que atraen tanto a foráneos como a residentes.

Interior de un obrador para la elaboración artesanal de quesos, productor local de Taüll (Vall de Boí, Catalunya)
Interior de un obrador para la elaboración artesanal de quesos, productor local de Taüll (Vall de Boí, Catalunya)

Cabe decir, pues, que la participación de la comunidad local es imprescindible para que la combinación entre gastronomía y turismo sea sostenible, y sea capaz de derribar el muro de la globalización. El sector turístico local – principalmente los establecimientos de restauración – deben incrementar el uso de productos locales en sus platos, y evidentemente la población debe dar soporte a las diferentes iniciativas y eventos que se generen entorno a la promoción de la cultura y en este caso de las tradiciones y elaboraciones culinarias. La gastronomía como una experiencia turística especializada y como una herramienta útil para con el desarrollo local debe ser el resultado de la suma de los esfuerzos de los distintos sectores económicos y de una interacción sostenible entre anfitriones e invitados.

Para mayor información:
FUSTÉ FORNÉ, Francesc. El turisme gastronòmic: autenticitat i desenvolupament local en zones rurals. Documents d’Anàlisi Geogràfica, 2015, Vol. 61, N° 2, p. 289-304.

Francesc Fusté Forné es investigador del Programa de Doctorado en «Turismo, Derecho y Empresa» de la Universitat de Girona (Catalunya) e investigador visitante de la Lincoln University (Nueva Zelanda).

TURISMO EN ÁREAS DE CULTIVO DE MANZANA EN EL SUR DE BRASIL

por Fernando Goulart Rocha* y Antoni F. Tulla**

A pesar de ser conocido como un país tropical, Brasil posee cerca de un 8 por ciento de su territorio en la Región de Clima Templado, al sur del Trópico de Capricornio. Esa Región del país, formada por los Estados de Paraná, de Santa Catarina y de Rio Grande do Sul, es la región brasileña de menor extensión territorial, pero es la segunda más importante económicamente. En ella se vienen estableciendo actividades relacionadas con el turismo de experiencia (cultural agrario), como o “colhe-pague” de la manzana, con el objetivo de complementar la renta de los productores rurales y de sus familias. La actividad de “colhe-pague” es conocida por el término pick-your-own en inglés o cueillette à la ferme en francés.

El turismo de experiencia ha sido una apuesta de los pequeños productores rurales a fin de complementar la renta con la de sus familias.

La Región Sur de Brasil, siendo colonizada principalmente por europeos venidos de varias partes de Europa, posee un próspero sector industrial y es una de las despensas agrícolas del país, destacándose en la producción de granos y en la fruticultura de clima templado. Las principales variedades de frutas cultivadas en la región son: la manzana, la uva, la pera, el durazno, el membrillo y la ciruela. Esas variedades de frutas son exóticas y originarias de varias partes del mundo y fueron introducidas en las tierras altas, por encima de los 1.000 metros de altitud, en donde los inviernos son intensos con registro de temperaturas negativas y nevadas, incluso en algunas ciudades.

Es bien sabido que las primeras manzaneras en el Sur de Brasil eran cultivadas en jardines, como plantas ornamentales. Apenas en 1926 se inició, en el interior de São Paulo, la producción nacional de manzana para fines comerciales. En la Región Sur, la producción en escala comenzó en la década de 1960 con las variedades Fuji y Gala, variedades importadas y diferentes a las cultivadas en el interior paulista. Esas dos variedades incluyen, hoy, más del 90 por ciento de la producción brasileña de manzana.

En términos de distribución espacial, merecen ser destacadas tres regiones productoras: Fraiburgo y São Joaquim, en Santa Catarina; y Vacaria, en Rio Grande do Sul. Esas regiones son las que poseen condiciones climáticas adecuadas para el manejo de la manzana y concentran más del 80 por ciento de la producción nacional. Vale la pena observar que debido a las exigencias de un cierto tiempo fresco, los manzanos son cultivados en apenas 71 de los 1.188 municipios de la Región Sur, es decir, en cerca de 6 por ciento de ellos.

Basada en el uso de la mano de obra familiar, la producción del sur de Brasil de manzanas está fundamentada en el trabajo realizado en pequeñas propiedades rurales. Entre los productores, algunos mantienen contratos de comercialización directa con empresas procesadoras de la fruta. Otros, sin embargo, están al margen del proceso de integración y dependen de la venta directa o de intermediarios para el comercio. A su vez, es pequeño el número de productores que consiguen agregar valor a la manzana a partir del procesamiento previo de la fruta en la misma propiedad.

En ese sentido, el turismo de experiencia es una forma de agregar otro tipo de valor a las actividades hasta entonces articuladas únicamente en función de la producción de alimentos Dicho turismo de experiencia es aquel que supera el carácter contemplativo del paisaje y propone alguna actividad a ser realizada por el turista en el destino. Entre las actividades de ese tipo de turismo en las áreas de cultivo de la manzana están la recepción de grupos para conocer los vergeles, la producción de dulces y el “colhe-pague”, actividad en que los turistas cogen frutas y pagan por lo que recogen.

“Colhe-pague” de la manzana. Fuente: Fernando Goulart Rocha. Fecha: Mayo de 2013.
Colhe-pague” de la manzana. Fuente: Fernando Goulart Rocha. Fecha: Mayo de 2013.

La fruticultura de pequeña producción familiar que desea ingresar en las actividades de turismo no puede evadir la capacitación técnica.

En Santa Catarina, ya está en curso el aprovechamiento de la manzana, con la formación de una marca de itinerarios de invierno, lo cual está siendo seguramente prometedor. En Rio Grande do Sul, el turismo de montaña está muy organizado, a pesar de que la manzana tenga actualmente poco interés como producto turístico regional. En Paraná, la situación del turismo con un lugar destacado para la producción de manzana también es débil. Se espera, no obstante, que el turismo pueda contribuir también en esos Estados para la valorización de la cultura de la manzana y sirva como mecanismo de generación de empleo y renta por medio de la recepción de personas interesadas en experimentar el lugar, apreciar el producto y la comunidad involucrada en su producción.

Entretanto, es oportuno resaltar que la fruticultura de pequeña producción familiar que desea ingresar en las actividades de turismo no puede evadir la capacitación técnica a fin de conocer los medios para añadir valor al bien que se produce. En primer lugar, porque el cultivo de frutas es costoso y extremadamente exigente desde el punto de vista de la cantidad de horas de trabajo agregado a la producción. Además, porque la fruticultura depende de variables geográficas muy específicas, lo que significa que producir frutas es una actividad con un elevado grado de especialización en áreas de clima templado en Brasil.

Por último, a pesar de que las actividades de visita y experiencia en las pequeñas propiedades tienen la función de diversificar la renta de los productores, esto no significa que se considere aparte de las demás estrategias de promoción del turismo a escala local. En ese sentido, la articulación de la cadena productiva de la fruta es fundamental en la formación de una identidad para la fruticultura regional y deberá prever estrategias más amplias con el objetivo de fortalecer los programas de visita a las propiedades.

Para mayor información:

ROCHA, F. G.; Tulla, A. F. Turismo agroalimentario en areas de cultivo de manzana en la Región Sur de Brasil. Cuadernos de Turismo de Murcia, 2015, n. 35, p. 211-229.

Fernando G. Rocha es Doctor en Geografía y profesor del Instituto Federal de Santa Catarina, Brasil.

Antoni F. Tulla es Doctor en Geografía y profesor del Departamento de Geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona.

La costa mediterránea española: un retiro no tan dorado

Joan Carles Membrado*

En 2014, por primera vez desde 1990, se observa un descenso a nivel estadístico en el número de retirados de alto poder adquisitivo que dedicieron instalar su residencia en la costa mediterránea española, cuyo volumen era cercano a las 450.000 personas en 2012.

El 95 por ciento de los inmigrantes mayores de 55 años llegados a España durante las últimas dos décadas se instaló en las zonas más cálidas y soleadas del territorio español: el litoral de clima mediterráneo, y también las islas Canarias. Este tipo de inmigrantes de alto poder adquisitivo, también llamados «turistas residenciales», fue atraído por grandes empresas de la construcción y promotores inmobiliarios, que tendían a concentrar inmigrantes de la misma nacionalidad (alemana, inglesa, holandesa, noruega, sueca…) en ciertas áreas, con el fin de optimizar recursos y costes, tratando de vender cada urbanización en un solo país. Se crearon así colonias de personas de una misma nacionalidad, las viviendas de las cuales eran buscadas por los inmigrantes retirados que, al desconocer la lengua del país de acogida, se encontraban más seguros si podía vivir entre vecinos del mismo país. Algunos promotores, banqueros y políticos se enriquecieron gracias a la especulación del suelo y el crecimiento urbano ilimitado durante la burbuja inmobiliaria española (1998-2007), y un considerable número de empresas y bancos gestores de dichos proyectos acabó quebrando, incapaces de prever la crisis económica que estalló en 2007.

El «turismo residencial» atrajo mucha mano de obra a la costa mediterránea española para dar servicio a los inmigrantes retirados, cuyo gasto estaba asegurado gracias a las pensiones que recibían desde sus países. Sin embargo, la rápida inmigración tanto de jubilados como de personas que trabajaban para ellos ha congestionado algunas zonas de la costa mediterránea, en especial la Costa Blanca, y ha saturado determinadas infraestructuras (sanitarias, viarias, eléctricas, de agua…). Algunos de los primeros inmigrantes que hace décadas decidieron instalarse en idílicas zonas rurales de la arcádica costa mediterránea se han visto privados de esta tranquilidad conforme los promotores, con la complicidad de las autoridades locales y regionales, han construido sobre antiguos terrenos catalogados como rústicos, proceso que se aceleró desde la aprobación de la ley del suelo de 1998, que permitía la edificación sobre cualquier terreno que no estuviese expresamente protegido. La falta de una planificación urbana adecuada, que habría hecho posible el control de los excesos de los promotores, ha llevado a la construcción incontrolada de extensas áreas suburbanas, lo que a su vez ha infligido un daño irreversible al medio ambiente y al paisaje, que ha perdido campos, montañas y bosques.

Además, cabe destacar la falta de cohesión territorial y social entre los inmigrantes jubilados noreuropeos y la gente local, que a menudo los considera como meros consumidores de productos y servicios. Una medida para evitar el aislamiento de los turistas residenciales sería conectar las urbanizaciones periféricas donde viven con los centros urbanos a través del transporte público, paseos peatonales y carriles bici, además de dotarlas de zonas verdes y servicios públicos.

Si los políticos locales de la costa mediterránea no empiezan a trabajar de una manera más racional y sostenible, tal vez los inmigrantes jubilados noreuropeos que ahora viven allí podrían no tener reemplazo. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2014 nos indican un descenso alarmante de 85.000 retirados (gente de más de 55 años) procedentes de países europeos más ricos que España. No obstante, hay que tomar con cautela esta cifra, ya que en realidad lo que ha pasado es que el INE ha hecho una depuración del padrón de extranjeros (muchos municipios sobrevaloraban su población extranjera para poder recibir más ayudas estatales), lo que ha implicado un descenso acusado de la población perteneciente a este colectivo. No se puede hablar, por el momento, de un éxodo masivo, pero habrá que estar atento durante los próximos años a los movimientos de este colectivo de población, pieza clave para la economía local de algunas áreas del litoral mediterráneo español.

Joan Carles Membrado Tena es profesor de Geografía en la Universitat de València (España)

Para mayor información:

MEMBRADO TENA, Joan Carles. Migración residencial y urbanismo expansivo en el mediterráneo español. Cuadernos de Turismo, 2015, nº 35; pp. 259-285 Universidad de Murcia. [En línea]. http://revistas.um.es/turismo/article/view/221611/173111

El alojamiento turístico, ¿ un problema urbano ? Repensar la ciudad como espacio de equilibrio de usos y convivencias.

Josep M. Vilanova, arquitecto urbanista

El conflicto sobre el alojamiento turístico, los usos del espacio público o la transformación del comercio ha aflorado en el caso del barrio de La Barceloneta, pero es la punta de lanza de un problema de mayor escala que afecta a la ciudad de Barcelona, que se ha abierto sin control al mercado turístico con la inhibición, cuando no posición activa, del ayuntamiento como se ha constatado en el caso de La Barceloneta y sus entornos, lo que sitúa al turismo urbano como uno de los ejes fundamentales del debate sobre las políticas urbanas actuales y futuras.

Recientemente los vecinos del barrio de La Barceloneta han conseguido que se haga visible el conflicto contra las viviendas ilegales de uso turístico en el contexto del crecimiento acelerado de la actividad turística en los últimos años en la ciudad de Barcelona, que se está convirtiendo en uno de los problemas urbanos de mayor relevancia. El conflicto, inicialmente de ámbito local, hace visible un problema de mayor alcance, La Barceloneta se ha convertido en la punta de lanza de un problema de mayor dimensión relacionado con las diversas formas del alojamiento turístico, el uso del espacio público y el tipo de turismo que se quiere promocionar.

El ayuntamiento de la ciudad ha decidido desde hace años facilitar el desarrollo de todos los tipos y niveles de turismo urbano al mismo tiempo, el de negocios, el de alto poder adquisitivo, el cultural, el de ocio y diversión, el joven de borrachera, el de cruceros, incluso el de sol y playa. La diversidad de recursos turísticos y de niveles de alojamiento y servicios y de espacios públicos de la ciudad facilita su desarrollo y mezcla, el turismo se ha convertido en pocos años en un sector económico en fuerte expansión, que en un contexto de crisis económica lo convierte en una actividad que no se quiere controlar.

Los ciudadanos de muchas zonas de Barcelona hace ya tiempo que vienen percibiendo estas dinámicas en la ciudad, y soportan como pueden los inconvenientes de esta actividad respecto a la vida cotidiana en términos de usos del espacio público y de los servicios y equipamientos, especialmente los patrimoniales y culturales, de movilidad en determinadas zonas congestionadas, de convivencia con los alojamientos turísticos o viendo la presión y los cambios en el tejido comercial de proximidad.

En el caso de La Barceloneta, la presión del mercado inmobiliario en un barrio con una posición urbana y territorial privilegiada, se le suma la especulación acelerada del mercado de alojamientos turísticos, en la forma oficial de “viviendas de uso turístico”, que las estimaciones más fiables sitúan ya en el 20% de las viviendas del barrio, la gran mayoría ilegales. Y esa doble presión tiene unos efectos demoledores, que pueden ser determinantes en la transformación de la identidad del barrio si no se actúa de manera inmediata.

Desde la apertura total del barrio a la ciudad con la transformación de todas las barreras que lo aislaban, la presión del mercado residencial ha ido expulsando a la población tradicional del barrio por el coste de la vivienda, y ahora la presión altamente especulativa del mercado de alojamiento turístico está intensificando esta presión, frente a unos vecinos que en buena parte no pueden encontrar otra alternativa en el mercado inmobiliario de una ciudad como Barcelona. Un razonamiento similar se puede hacer sobre las actividades en el barrio, con las históricas actividades industriales y portuarias totalmente transformadas y otras como las mencionadas en relación a las playas (gastronomía, deporte, ocio) cada vez más alejadas de las posibilidades de los vecinos, a lo que hay que añadir un comercio de proximidad en regresión frente a la presión del relacionado con el turismo.

Hace muchos años que la ciudad de Barcelona es una ciudad abierta a los mercados especulativos, sin contrapesos públicos operativos a la acción directa de los agentes inmobiliarios, y ahora los turísticos, en una clara dejación de funciones de la administración pública. Pero además, en el entorno de La Barceloneta se han aceptado e impulsado acciones que favorecen e intensifican esa dualidad entre los que pueden por su fuerza económica y los que no pueden aunque sean los verdaderos protagonistas de la ciudad, los vecinos del barrio, como han sido las sucesivas transformaciones del Port Vell, hasta las últimas del hotel Vela, la marina de yates de super-lujo, o la desregulación del mercado inmobiliario y turístico, situando un barrio frágil como La Barceloneta a los pies de los caballos.

Para mayor información:

Pié, R., Crespo, I., Vilanova, J.M. Turismo: ¿riesgo o oportunidad?. En Documento de alternativas en el ámbito del territorio y el urbanismo, Foro 2012 Cataluña 21, http://forum.scot.cat

¿A qué dedica su tiempo el turista rural?

Teresa García y Ramo Barrena*

Los cambios en el estilo de vida de los habitantes de las zonas urbanas han propiciado el auge actual del turismo rural, ya que las actividades que se desarrollan al practicarlo transmiten una imagen de vida sana, de preocupación por la salud, de interés por el medioambiente, etc. muy acordes con la mentalidad actual. El nivel de satisfacción de los visitantes de zonas rurales es elevado ya que la mayoría de aquellos que han practicado turismo rural en alguna ocasión, tienen intención de volver a practicarlo. Se pueden diferenciar dos grupos, los que volverían al mismo lugar, que suponen un 75%, y los que no repetirían lugar pero si experiencia. La frecuencia anual en visitar un establecimiento de turismo rural influye significativamente en la decisión de repetir estancia en el mismo lugar o en otro, observándose que los que practican turismo rural una o dos veces al año son más partidarios de repetir en el mismo establecimiento.

Y a pesar de esta satisfacción y de que los usuarios valoran la existencia de una amplia oferta de actividades. ¿Por qué muestran tan bajo interés en realizar cualquier tipo de actividad?. Quizá porque los establecimientos dedicados a este tipo de turismo ofrecen actividades que no han sido diseñadas teniendo en cuenta las ventajas diferenciales que ofrece cada lugar, por lo que los visitantes se encuentran una oferta de turismo rural muy uniformizada. La riqueza y variedad del mundo rural podría ser aprovechado para el diseño de unas estrategias empresariales que abran nuevas expectativas en los futuros visitantes.

LOS USUARIOS VALORAN LA OFERTA DE ACTIVIDADES DE TURISMO RURAL, PERO NO LAS PRACTICAN

Entre las actividades más frecuentemente ofertadas al visitante de un establecimiento de turismo rural para realizar durante su estancia, destacan los paseos en bicicleta; senderismo; montañismo; montar a caballo, visitar monumentos históricos, conocimiento de la artesanía de la zona y prácticas de agricultura y ganadería. Sin embargo, y a pesar de esta atractiva oferta, resulta llamativo el escaso interés de los visitantes en realizar cualquier tipo de actividad relacionada con el medio rural, resultando solo aceptadas las actividades relacionadas con el senderismo y montañismo como puede observarse en la gráfica.

LA RIQUEZA Y VARIEDAD DEL MUNDO RURAL DEBERÍA SER MÁS APROVECHADA PARA DISEÑAR ESTRATEGIAS EMPRESARIALES QUE ABRAN LAS EXPECTATIVAS EN LOS FUTUROS VISITANTES.

Los resultados obtenidos invitan a reflexionar, ya que el grado de satisfacción mostrado por los visitantes ante la oferta de actividades complementarias a la estancia relacionadas con el entorno, con las tradiciones y con la riqueza cultural de la zona visitada, es elevado. Parece conveniente que los empresarios de este tipo de establecimientos planifiquen mejoras y amplíen la oferta atendiendo a las características propias del entorno.

¿Y cómo se informan de la oferta de establecimientos en los que practicar el turismo rural, así como de las actividades que se pueden realizar en ellos?. Los visitantes de establecimientos de turismo rural encuestados confirman que las fuentes de información más cercanas, como amigos y familiares o más accesibles como Internet, son las preferidas. Por tanto, se puede concluir que la estrategia de comunicación a seguir por empresas privadas o instituciones públicas, deberá tener en cuenta que el papel del prescriptor es importante, por lo que se sugiere un especial cuidado en la prestación de servicios de calidad. También debe cuidarse la edición de materiales y el diseño de páginas web atractivo y de fácil navegación, así como adaptar la estrategia seguida por las Oficinas de Turismo a los intereses de los practicantes de turismo rural.

Para mayor información: Teresa García López de Meneses y Ramo Barrena Figueroa. Preferencias del visitante de establecimientos de turismo rural. Estudio en Navarra. Cuadernos de Turismo, 2013, nº 32, p. 115–139.

http://revistas.um.es/turismo/article/view/177491

Teresa García López de Meneses y Ramo Barrena Figueroa son profesoras de Gestión de Empresas de la Universidad Pública de Navarra.

El impulso del turismo pesquero en España

Durante la década pasada desde la Unión Europea se han desarrollado dos proyectos que tienen como fin la puesta en marcha de iniciativas de ocio relacionadas con la actividad pesquera.

El turismo pesquero es una producto nuevo y de gran interés porque permite canalizar la cultura del mar, con toda su singularidad, diversidad y autenticidad. Las políticas de fomento de este tipo de turismo valorizan los paisajes en los que se lleva a cabo la pesca y la acuicultura, donde se localizan las infraestructuras para su desarrollo: barrios de pescadores, puertos pesqueros, varaderos, faros, lonjas de pescado, plazas de abastos…

El Proyecto MARIMED: la pesca como factor de desarrollo sostenible es una Iniciativa Comunitaria INTERREG III-D MEDOCC. Tiene como fin el desarrollo de formas de turismo teniendo como elemento central e innovador la pesca, que es considerada como un sistema social, económico y cultural, capaz de ofrecer un valor añadido al beneficio del mar. Este Proyecto se lleva a cabo entre los años 2004 y 2006, y en él participan puertos significativos de ciudades del Mediterráneo occidental en Italia, Francia y España. En España participan los puertos de Cádiz, Almería, Málaga, Águilas, Mazarrón, Cartagena, San Pedro del Pinatar, Torroella de Montgrí-L’Estartit, y la Diputación Provincial de Girona (http://www.euro-marimed.org/es/progetto.htm).

La información obtenida con este Proyecto se utiliza para el diseño y desarrollo en el puerto murciano de Águilas del Plan de Competitividad Turística de Águilas, el Mar y la Pesca. Entre los abundantes recursos pesqueros con los que cuenta esta localidad está la lonja de pescado, obra del arquitecto Manuel Fonseca Gallego finalizada en 2003. Un gran contenedor que da cabida a las toneladas de pescado que llegan diariamente al puerto, y que consigue una imagen integrada con el paisaje portuario gracias a la utilización de materiales como el hormigón, el vidrio y el acero. Además con la madera, se acerca más a la escala humana, creando un ambiente más cálido. Este singular edifico está diseñado también para que los visitantes puedan asistir a un acontecimiento tan atractivo como es la subasta del pescado.

El Proyecto SAGITAL (Servicio de Adaptación para la Gestión de Iniciativas Turístico-pesqueras en Áreas Litorales) se desarrolla en el marco de la Iniciativa Comunitaria EQUAL II del Fondo Social Europeo en el periodo 2005-2007. Impulsado por la Universidad Politécnica de Madrid, tiene como objetivo la generación de alternativas viables de diversificación laboral en el sector turístico pesquero, estimulando y apoyando la adaptación de los trabajadores y las empresas pesqueras en nuevas alternativas dentro del turismo. Se desarrolla en tres de las zonas del litoral español más afectadas por la crisis del sector pesquero: Cabo Peñas (Asturias), Golfo de Cádiz (Andalucía) e islas de La Graciosa y La Palma (Canarias) (http://www.fundame.org/?portfolio=proyecto-sagital-servicios-de-adaptacion-para-la-gestion-de-iniciativas-turistico-pesqueras-en-areas-litorales).

Cataluña ha sido pionera en la regulación de este tipo de actividades turísticas. El Diari Oficial de la Generalitat de 2 de agosto de 2012 publica el Decreto 87/2012, de 31 de julio sobre la pesca-turismo, el turismo pesquero y acuícola y las demostraciones de pesca en aguas marítimas y continentales de Cataluña. Este Decreto regula, como actividades complementarias del sector pesquero, las vinculadas total o parcialmente con la pesca marítima y la acuicultura con el fin de mejorar o complementar las rentas de las personas que integran el sector pesquero, y de este modo lograr su diversificación económica y la promoción de sus productos.

Como actividad reciente en Cataluña, el Grupo Balfegó (http://www.grupbalfego.com), especializado en la pesca y engorde del atún rojo, con sede en L’Atmella de Mar en la provincia de Tarragona, en enero de 2012 presenta con gran éxito en la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur) el “Tuna Tour”, un producto turístico único en el mundo, que a partir de junio de ese año abre a los visitantes la posibilidad de bañarse en alta mar, en las granjas de engorde de atún junto a ejemplares que alcanzan los 400 kilogramos de peso (Figura 1)

Catamarán para el desplazamiento de los visitantes a las granjas de atunes
Fuente: http://www.tuna-tour.com

Figura 1. Catamarán para el desplazamiento de los visitantes a las granjas de atunes

Transcurridos varios años desde la puesta en marcha de estas Iniciativas, dos artículos han tratado este tema. Uno dedicado a la puesta en marcha del Plan de Competitividad Turística sobre el mar y la pesca en Águilas (Murcia). Otro ha analizado la nueva demanda combinada de turismo litoral y turismo pesquero, sus motivaciones y efectos.

Queda bastante trabajo por hacer, son necesarios estudios que contribuyan al conocimiento de los resultados obtenidos con estos Proyectos. Conviene saber si se ha implantado el turismo pesquero en zonas del litoral español y en el de otros países mediterráneos. También si está aportado rentas complementarias al sector de la pesca extractiva, y con ello amortiguando algo la crisis que le afecta desde hace décadas.

Para más información:

ESPEJO MARÍN, C. y PÉREZ PIERNAS, P. La pesca como factor de desarrollo sostenible. El caso de Águilas (Murcia): Cuadernos de Turismo, 2012, nº 30, p. 267-284. [http://revistas.um.es/turismo/article/view/160751]

PARDELLAS, X.X. y PADÍN, C. La nueva demanda combinada de turismo litoral y turismo pesquero: motivaciones y efectos: Cuadernos de Turismo, 2013, nº 32, p. 243-258. [http://revistas.um.es/turismo/article/view/177551]

Cayetano Espejo Marín es Profesor Titular de Geografía Humana de la Universidad de Murcia.

Xulio Xosé Pardellas de Blas es Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo.