El “cono Portman”: la intervención más emblematica (y excluida) para la reconversión post-industrial del Puerto Antiguo de Génova

Génova es una ciudad-puerto ubicada en el área noroeste de Italia, que al comienzo del siglo XIX se convirtió en uno de los mayores asentamientos indus­triales basados en la industria naval y ferroviaria con el proceso de industrializa­ción, iniciado modestamente en Italia en el sector textil en esta época. El puerto genovés asumió un papel clave para el servicio de comunicaciones vinculado al crecimiento de la industria del triángulo llamado “Liguria-Lombardia-Piemon­te”, es decir, las regiones italianas más industrializadas. El desarrollo socio-económico de la ciudad siempre ha estado ligado al rol del puerto, principal punto de escala italiana y una de las primeras dársenas en Europa.

Sin embargo, cuando se manifiestaron los primeros síntomas de lo que será la verdadera y propia revolución en el sector del transporte marítimo, el puerto de Génova (lastrado de problemas infraestructurales y de gestión) se encontraba totalmente sin preparación para gestionar su propio cambio y modernización.

A partir de esta época, a mediados de 1960, el área empezó a sufrir una profunda crisis de identidad y la pérdida de su papel debido a los cierres industriales, en gran parte relacionada con la industria pe­sada y con participaciones estatales. Y es desde aquí que se empiezan a desarrollar las primeras hipótesis de intervención (concretadas y no) para la transformación de la antigua zona portuaria, que se extiende sobre una superficie global de cerca de siete millones de metros cuadrados.

En este artículo se quiere poner en evidencia el caso más llamativo entre los proyectos no concretados en la ciudad de Génova en el período postindustrial, es decir, la construcción de un edificio emblemático firma del último arquitecto de moda de la segunda mitad del siglo XX, el arquitecto estadounidense John Portman (Atlanta, 1924), que en 1953 fundó en Atlanta su estudio de arquitectura, el “John Portman & Associates”.

En octubre de 1988, un grupo de empresarios privados encabezado por Gianfranco Gadolla, presidente de la Asociación de Constructores local presenta un proyecto firmado por el arquitecto de Atlanta completamente diferente respecto a los esquemas proporcionados hasta entonces por Renzo Piano. Específicatamente, el binomio GadollaPortman tiene la intención de exportar el modelo de rascacielos y hoteles de lujo que el norteamericano había promovido a partir de la década de 1970 en Estados Unidos, como por ejemplo el Rockefeller Center West en San Francisco (complejo inmobiliario que incluía galerías comerciales, teatros, tiendas, restaurantes, museos) y los hoteles Marriot Marquis y Hyatt Regency de Atlanta, Nueva York, Detroit, Los Angeles y San Francisco que habían revolucionado el mercado inmobiliario en Estados Unidos.

En el caso genovés se trataba de la construcción de un edificio con forma de cono de 262 metros en una plataforma flotante artificial de forma triangular de más de 300 metros por cada lado, además de la realización de ocho muelles para albergar 500 barcos. Estas previsiones afectarían 180.950 metros cuadrados en zonas de tierra y de agua, de los cuales 41.700 para la isla flotante y un nuevo volumen total de 480.450 metros cúbicos. Además el “cono” sería un tipo de hotel de gran representatividad, preparado para albergar congresos y que seguía el concepto de diseño del hotel Hyatt Regency de Atlanta.

Después de un debate que empezó a partir de la presentación del proyecto el 12 de octubre de 1988, el 14 de marzo de 1989 la Comisión de Urbanismo del Ayuntamiento de Génova declaró su oposición para la ejecución del proyecto de Gandola-Portman. En la evaluación de este megaproyecto urbano, la Comisión de Urbanismo estudió el impacto de la obra desde el punto de vista de la conformidad urbanística con las directrices del Plan General de Ordenación Urbana, y los impactos en el tejido social, económico y ambiental del entorno afectado por las previsiones de Portman. Todos estos elementos resultan negativos según la opinión común: la realización del proyecto crearía un eje comercial alejado a nivel de calle, el cual habría contribuido a separar aún más el centro histórico del Puerto Antiguo. Dicho de otra manera, a separar el espacio público del privado, puesto que esta vía se encontraría adaptada para llegar por automóvil o transporte motorizado, desligándose de los usos peatonales y la red de aceras de la ciudad. En definitiva representaba la privatización del espacio público y el fracaso de la integración urbanistica.

De hecho, si por un lado Portman es un arquitecto de fama internacional, que con su labor ha sido capaz de atraer inversión y puestos de trabajo a zonas en degradación y que tendían al decrecimiento, por el otro la aplicación de su propuesta llevaría a cabo la lógica de la tematización en el contexto del proceso de globalización económica y cultural y su influencia en la configuración del espacio, convirtiendo el Puerto Antiguo en un espacio temático y sin relación con el cercano centro histórico.

Este proyecto representa el punto de inflexión para la relación entre los empresarios privados de la ciudad y los actores públicos protagonistas de Ayuntamiento, la Autoridad Portuaria y la Región de Liguria. Tras excluir la construcción del edificio con forma de cono diseñado por John Portman y soportado por el empresario Gadolla, en los años siguientes hasta la actualidad los actores privados de la ciudad no han avanzado en otro proyecto para la renovación del Puerto Antiguo. En una zona históricamente muy sensible bajo el perfil ambiental, social y económico, después de un ampio debate se decide el rechazo de esta propuesta porque no representa la solución ideal para el contexto de la ciudad Génova y de sus ciudadanos.

Figura 1. Planimetria general del proyecto de John Portman
Figura 1. Planimetria general del proyecto de John Portman

Figura 1. Planimetria general del proyecto de John Portman

Para mayor información:

CAMERIN, Federico. El proceso de reconstrucción del puerto antiguo de Génova a partir de la segunda mitad del siglo xx hasta el 2004: entre intervenciones excluidas y realizadas. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 5 de diciembre de 2016, Vol. XXI, nº 1.180. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1180.pdf>. [ISSN 1138-9796].

Federico Camerin es becario de investigación en el Departamento de Progettazione e Pianificazione in Ambienti Complessi, Universidad IUAV de Venecia.

Archistars e trasformazioni urbane in Italia: una figura necessaria per portare a termine progetti “di successo”?

I manufatti “iconici” progettati da architetti di fama internazionale, o archistars, sono stati spesso colti come un’occasione di rilancio delle città, anche in termini di immagine, in grado di intercettare nuove opportunità di riqualificazione socio-economica e dei servizi, un miglioramento della mobilità pubblica e del risparmio energetico, per promuovere i settori del turismo e del tempo libero. In altre parole, le archistars sono state considerate come figure garanti del successo dei progetti di trasformazione urbana, che avviano nuovi processi di riequilibrio urbano, funzionali alla promozione esterna della città, e concorrono alla creazione di consenso interno, offrendo ai cittadini simboli concreti per il risveglio dell’orgoglio civico e del senso di appartenenza.

Anche in Italia si è assistito al coinvolgimento di questi “architetti mediatici” che, concentrandosi soprattutto sulla “marketizzazione” della loro stessa immagine, nella realizzazione di progetti di sviluppo urbano hanno tralasciato molto spesso aspetti importanti come le relazioni simbolico-culturali, funzionali ed estetiche con il territorio, oltre a determinare progressivi e vertiginosi aumenti dei costi di costruzione, a mano a mano che le diverse fasi costruttive si succedevano.

Se già durante periodi positivi per il mercato immobiliare tra i numerosi progetti firmati da archistars che erano stati resi noti al pubblico se ne erano realizzati solo un numero esiguo,da quando il mercato subì un pesante crollo, nel 2008, è stato ancor più difficile assistere a contributi importanti da parte dello star system.

A cavallo tra gli anni Novanta ed il Duemila si verificò più volte che soggetti pubblici e privati, tramite accordi o intese interistituzionali, promuovessero grandi operazioni di trasformazione urbana, volte alla rigenerazione di cospicue parti di città; ciò accadde principalmente tramite concorsi internazionali di progettazione urbana e architettonica, cui parteciparono spesso alcuni tra gli studi di architettura più famosi del. Tra questi, e soprattutto per la realizzazione di opere ritenute di pubblica utilità, si annoverano numerosi casi di progetti “iconici” che hanno subito rallentamenti o frequentemente sono falliti tra cui il Museo Betile dell’Arte Nuragica di Cagliari (Zaha Hadid, 2006: non realizzato), la sede della Provincia di Bergamo (Arata Isozaki, 2009: non realizzato), gli ex Mercati generali di Roma (Rem Khoolas, 2005, procedura amministrativa in corso d’opera) e la Stazione Alta Velocità di Firenze (Norman Forster, 2002: in corso di realizzazione). Tra le cause si riscontrano le tempistiche della burocrazia, i cambiamenti politici a vari livelli istituzionali, i ripensamenti improvvisi dei committenti pubblici, la mancanza di fondi e di piani di gestione ben definiti, o addirittura le variazioni di procedure amministrative.

I progetti architettonici ed urbanistici commissionati alle archistars, pur rivelando una costante ricerca di nuovi paradigmi di attrattività e sostenibilità, raramente sono riusciti nella loro impresa di valorizzazione della città, incontrando difficoltà a stabilire un dialogo con le importanti stratificazioni storiche e culturali che rappresentano un elemento essenziale della loro identità.

Attraverso l’eclettismo delle forme e la spettacolarità dell’architettura postmoderna, le operazione immobiliari italiane si sono spesso tradotte in nuove sfide, ma anche in nuovi conflitti, squilibri e tensioni, tra i vari attori istituzionali e locali coinvolti. Di fronte alle numerose proposte elaborate dai vari componenti dello star system durante il corso degli anni, poche sono state quelle effettivamente realizzate o che al momento si trovano in corso di realizzazione.

Tra i vari elementi di inerzialità si riconoscono le lunghe tempistiche burocratiche dei procedimenti, un rincorrersi di modifiche al progetto iniziale, la mancanza di un cronoprogramma ben definito ed un considerabile aumento dei costi di costruzione; a tutto ciò si sono aggiunti, più di recente, la crisi economica delle finanze pubbliche e lo scoppio della cossiddetta “bolla immobiliare”.

Tali criticità hanno portato alla creazione di ritardi, difficoltà di attuazione e trasformazioni mancate nell’ambito dei processi di riqualificazione urbana di molte città italiane. Recentemente si è creduto di vedere nella figura delle archistars dei progettisti in grado di ideare grandi opere urbane che fossero capaci di rilanciare alcune delle princiapli realtà urbane italiane. In virtù della loro fama internazionale, tali soggetti sono stati legittimati a spendere molti soldi per progetti il cui contenuto molto spesso non ha contribuito a migliorare le sorti del contesto urbano che le ospita. Paradossalmente, le ipotesi progettuali elaborate dalle archistars appaiono spesso come progetti “calati dall’alto”, e tuttavia troppe volte sprovvisti delle fondamentali analisi che dovrebbero necessariamente precedere il suo insediamento: culturali, storiografiche, geografiche, antropologiche, e via dicendo.

Nella presente situazione di ristagno e profonda crisi delle risorse pubbliche italiane, una riflessione più profonda dovrebbe forse essere avanzata sull’archistar: una figura, tutto sommato, forse non così imprescindibilmente necessaria (e, talvolta, fors’anche dannosa) alla messa in opera efficiente ed efficace dei necessari processi di trasformazione urbana nel nostro paese. Spesso le aspettative degli attori pubblici e privati coinvolti nei processi di sviluppo urbano sono state disattese dalle proposte degli architetti mediatici e non c’è dubbio che la crisi economica sia uno dei fattori chiave nel rinvio o fallimento di molte operazioni a partire dal 2008.

Para mayor información:

CAMERIN Federico. Archistar e trasformazioni urbane in Italia. URBS. Revista de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales, vol. 5, núm. 2, 2015, pp. 187-196, [ISSN 2014-2714]. < http://www2.ual.es/urbs/index.php/urbs/article/download/camerin/257 >

Fede­rico Came­rin es beca­rio de inves­ti­ga­ción en el Depar­ta­mento de Pro­get­ta­zione e Pia­ni­fi­ca­zione in Ambienti Com­plessi, Uni­ver­si­dad IUAV de Venecia.

La vicenda della difficile riconversione del patrimonio immobiliare pubblico e militare abbandonato in Italia

Por Francesco Gastaldi [1] y Federico Camerin [2]

Il tema della riconversione del patrimonio pubblico immobiliare in Italia (tra cui quello militare) fa ormai parte del dibattito politico-amministrativo da molti anni, ma è prevalentemente tematizzato secondo questioni di natura contabile e come possibile mezzo per la riduzione del debito pubblico, spostando in secondo piano altri aspetti legati alla pianificazione, alla gestione urbana, ai processi di valorizzazione culturale e alla promozione del territorio. Il contributo intende ricostruire brevemente tale vicenda, delineandone inerzialità e opportunità caratterizzanti il processo di riuso dei beni, soprattutto le ultimè novità per quelli ex militari.

Le difficoltà di attuazione per la riconversione del patrimonio pubblico immobiliare hanno avuto ripercussioni negative sulle città italiane, sia in termini di vivibilità degli spazi urbani interessati, sia perché ostacola i possibili progetti di riqualificazione che potrebbero innescare processi di sviluppo e rigenerazione. Le caserme e gli edifici pubblici in genere erano sedi di attività che generavano un indotto sull’economia locale, spesso grazie a trasferimenti statali. La loro chiusura (o ricollocazione) ha prodotto effetti negativi anche sul piano occupazionale, perché spesso non sono stati sostituiti da altre attività in grado di fornire redditi.

L’immobilismo che caratterizza questo tema è in forte contrapposizione con la velocità estrema con cui il mondo politico ha cambiato e sovrapposto numerose disposizioni legislative. Le norme sono state emanate senza affrontare il vero nocciolo della questione che dovrebbe stare alla base di ogni programma e strategia politica, ossia la conoscenza e le relazioni con il territorio al quale i cespiti appartengono. I processi di dismissione e di riuso del patrimonio immobiliare pubblico (spesso edifici molto grandi, situati in aree già dotate di infrastrutture e dotati di ampie superfici di spazio aperto) hanno riflessi e impatti rilevanti su molte questioni che riguardano le politiche di governo del territorio degli enti locali.

È prevalente la circostanza per cui i comuni italiani non riescono ad utilizzare gli ex beni pubblici come occasione di rigenerazione e di sviluppo urbano e territoriale e gli impatti derivano, in negativo, dalle occasioni perdute. Il continuo cambiamento di obiettivi e strumenti, introdotto dalle norme statali, hanno reso il tema così complesso che nella maggior parte dei casi le amministrazioni locali non sono state in condizione di tenere sotto controllo gli iter procedurali, generando perciò illusioni e frustrazioni negli attori sociali ed economici e causando uno stato di perenne indeterminazione.

Un cuartel abandonado en Treviso. Foto por Federico Camerin, 2014.
Un cuartel abandonado en Treviso. Foto por Federico Camerin, 2014.

Considerando le esigenze di razionalizzazione dello Stato e della condivisione degli scenari di rifunzionalizzazione del proprio patrimonio immobiliare, a partire dal 2014 il Ministero della Difesa ha istituito una “Task Force con l’Agenzia del Demanio (l’ente pubblico incaricato della gestione efficace ed efficiente del patrimonio pubblico dello Stato italiano) con il compito di velocizzare gli iter di riconversione del patrimonio non più utile alle esigenze militari attraverso la stipula di accordi interistituzionali, denominati “protocolli d’intesa”. Tra 2014 e 2015 sono stati firmati vari protocolli volti alla riqualificazione di molte aree militari abbandonate presenti nelle maggiori città italiane, tra cui Firenze, Milano, Roma e Torino. In questa maniera ogni Comune si impegna, entro un anno dalla stipula del protocollo, a sottoscrivere le attività per la valorizzazione dei beni conformando le nuove destinazioni urbanistiche, in coerenza con gli indirizzi del relativo piano regolatore o promuovendo accordi di programma per la variazione degli strumenti di programmazione e pianificazione urbanistica. La validità dell’accordo potrebbe essere soggetta a variazioni temporali se verrà concordato un nuovo termine fornendo adeguate motivazioni.

Sembra quasi scontato sottolineare che l’appetibilità del patrimonio pubblico immobiliare abbandonato dipenda dalle attività che vi si potranno svolgere. Se alla definizione di queste ultime non si può giungere prima delle procedure di alienazione per l’assenza di un accordo tra lo Stato proprietario ed il comune gestore del territorio, o vi si giunge in tempi tanto lunghi, non vi è dubbio che le possibilità di successo dei processi di riconversione si riducano sensibilmente. Nei vari provvedimenti legislativi che si sono susseguiti negli ultimi anni sono stati sempre inseriti quanti più soggetti possibili, con la conseguenza di aver continuamente ridotto la capacità di riuscire a realizzare processi dinamici.

Con le novità introdotte dagli ultimi provvedimenti legislativi sembrano intravvedersi elementi virtuosi che potrebbero portare ad esiti reali per processi che si trascinano nel tempo da molti anni. In questo contesto appare fondamentale il ruolo affidato all’Agenzia del Demanio che, dopo un periodo di rapporto instabile ed incerto con il Ministero della Difesa, sembra ora affidataria del ruolo e delle competenze per gestire in modo più efficace i procedimenti. Gli esiti degli interventi dovrebbero essere indirizzati verso il riuso, in particolare le dimensioni e l’ubicazione delle caserme dovrebbe consente di mobilitare capitali pubblici e privati, per costruire partnership essenziali in questo momento di crisi economica.

[1] Francesco Gastaldi es profesor asociado en el Dep.to de Progettazione e Pianificazione in Ambienti Complessi, universidad IUAV de Venecia

[2] Federico Camerin es becario de investigación en el Dep.to de Progettazione e Pianificazione in Ambienti Complessi, universidad IUAV de Venecia

Para mayor información:

GASTALDI Francesco, CAMERIN Federico. La rigenerazione urbana e i processi di dismissione del patrimonio immobiliare pubblico e militare in Italia. TRIA. Territorio della Ricerca su Insediamenti Territoriali, núm. 14, 2015, pp. 45-58, [ISSN 1974-6849]. <http://www.tria.unina.it/index.php/tria/article/download/3014/3208>

Per una cultura della cooperazione transfrontaliera

Emilia Sarno

emilia.sarno@unimol.it; emilia.sarno@unipegaso.it

La Cooperazione territoriale europea è uno degli obiettivi strategici della programmazione dei Fondi Strutturali e di Investimento Europei nel periodo 2014-2020. Questo traguardo è reso possibile dalla politica dell’Unione Europea, che dal 1992 ha perseguito sia un’integrazione verticale, tra le istituzioni europee e quelle internazionali, sia orizzontali, tramite la disposizione di un’area di libero commercio. La sua realizzazione ha però la genesi in un caposaldo fondamentale: la cultura della cooperazione.

Diffondere la cultura della cooperazione significa non soltanto considerare i vantaggi economici dei partenariati, ma anche la possibilità di confrontarsi su istanze e bisogni, di coinvolgere una pluralità di attori e di istituzioni, di avviare dinamiche che entrino nella pelle dei territori. In tal modo, le potenzialità territoriali, amplificate dalla comparazione, emergono più nettamente. Peraltro, la cultura della cooperazione si rinsalda se le diverse formule di collaborazione e di partenariato sono sostenute da validi presupposti scientifici e dalla sinergia di professionalità, che pur differenti tra loro, perseguano però gli stessi obiettivi. Ecco perché appare non solo necessaria una lettura geografica dei territori ma che essa avvenga in tandem, infatti avviare progetti transfrontalieri chiede analisi e letture articolate, effettuate principalmente ad una scala multi-prospettica. Insomma, la cooperazione si impone come la lente tramite la quale leggere e comparare territori, deve essere considerata come il grimaldello per una riflessione comune e condivisa grazie alla quale costituire un patrimonio sia di conoscenze sia di opportunità, utili per avviare percorsi di ricerca applicata e per la pianificazione concreta di azioni comuni.

Questa impostazione è basilare per territori che scontano ritardi socio-economici e organizzativi, per i quali è cruciale dare un’inversione di tendenza dando l’adesione a organismi e a progetti europei. In tal senso diventa fondamentale per Paesi appartenenti all’area mediterranea. Il Mediterraneo è lo spazio fisico nel quale sono sorte e si sono sviluppate molteplici civiltà. Unitario e frammentario si presenta come lo spazio di comunicazione e di contatto per genti e culture diverse, infatti si suddivide in una pluralità di mari formando bacini e sottobacini. Le prossimità geografiche e culturali hanno reso possibile il consolidamento di relazioni multilaterali, con l’obiettivo di sostenere processi locali di crescita e unità tra i popoli. Principalmente ne possono trarre giovamento i paesi che si affacciano sul mare Adriatico come l’Italia, la Slovenia, la Croazia, la Bosnia Erzegovina, il Montenegro e l’Albania. Si vuole così superare la visione di una Europa poco attenta al Mediterraneo e ai Balcani, grazie anche al ruolo decisivo dell’Italia e principalmente delle regioni italiane che utilizzano gli strumenti e i contributi comunitari, tramite iniziative progettuali bilaterali e multilaterali congiunte. Non a caso è stata istituita l’ Euroregione Adriatico-Ionica ed è stata concepita come una formula innovativa di cooperazione interregionale e transnazionale, che ha lo scopo di rafforzare i processi democratici e l’integrazione europea dei Paesi balcanici. Si tratta della prima “strategia macroregionale dell’UE” con un numero elevato di paesi extra-unionali (Albania, Bosnia-Erzegovina, Montenegro e Serbia) che collaborano con Stati membri dell’UE (Croazia, Grecia, Italia e Slovenia). La sua creazione punta a consolidare la cooperazione economica e a sviluppare una governance comune su problemi condivisi:ambiente, energia, trasporti, pesca e gestione costiera, sviluppo rurale, turismo, cultura e cooperazione universitaria. Soprattutto si punta a valorizzare tutte le opportunità che riguardano la blue-economy  (l’acquacoltura,  la  pesca, biotecnologie blu, servizi marini e marittimi, ecc.) e  lo sviluppo sostenibile del turismo costiero, ma si vogliono anche potenziare la ricerca, l’innovazione e il rafforzamento delle piccole e medie imprese.

L’Euroregione Adriatico-Ionica è lo scenario per realizzare la cooperazione transfrontaliera tra i Paesi del Mediterraneo e per rafforzare la cultura della cooperazione, a cui prima si accennava, con l’obiettivo di realizzare azioni programmatiche comuni. E’ dunque un percorso particolarmente interessante, benché complesso, che richiede l’impegno tanto della ricerca teorica quanto di quella applicata.

Per ulteriori approfondimenti:

SARNO, Emilia (ed) Molise-Montenegrocross-border cooperation. Roma: Aracne, 2015.

Emilia Sarno es Profesora en la Facultà di Scienze Umanistiche de la Université Telematica Pegaso. Es presidenta de la Asociazione Italiana Insegnanti Geografi di Avelino.

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