La representación de Nueva Jerusalén, confirmación del hallazgo de Australia por los españoles

La aparición de los primeros topónimos del continente australiano tuvo lugar por primera vez en un mapa a principios del siglo XVII, siendo Manuel Godinho de Erédia (1563-1623) el autor. Pero, ¿quién fue Manuel Godinho de Erédia y por qué realizó este mapa?

La cartografía de Manuel Godinho de Erédia

El mapa al que hacemos referencia, y al que hasta ahora no se le ha prestado la debida atención, pertenece a la amplia colección cartográfica que realizó Erédia, quien nació en Malaca en 1563. Su padre procedía de Aragón y su madre era una princesa macasarera. Tras ser educado por los jesuitas en Goa, en 1594 se enroló en una misión para Felipe II de España y I de Portugal. Destacó por ser un buen topógrafo y cartógrafo, así como un excelente observador. La importancia de su trabajo se basa en que sus obras contienen información de la Península Malaya, así como de la protohistoria del descubrimiento australiano.

Como se había hecho desde el descubrimiento de América, la Corona Española, que a principios del siglo XVII gobernaba sobre toda la Península Ibérica, tenía un ferviente interés por conocer la actualización de lo que se iba descubriendo y saber el extensión de su imperio en una carrera expansiva y comercial que había alcanzado tintes internacionales. Uno de sus principales informadores fue Manuel Godinho de Erédia. Entre los mapas que levantó tras el inicio de sus aventuras como cartógrafo, destaca uno en el que aparece la representación de los descubrimientos realizados por Pedro Fernández de Quirós (Évora, 1565-Panamá, 1614) en el continente australiano, y que formó parte de las expediciones por el Pacífico que estaban realizando tanto españoles como portugueses desde mediados del siglo XVI.

Para llevar a cabo la plasmación de este viaje sobre una carta, Godinho tuvo que esperar a tener la relación escrita por el propio Quirós sobre sus periplos, Historia del descubrimiento de las regiones australes, y de los mapas realizados en ellos, caso del de 1595. De esta manera, al igual que otros mapas, hizo una representación a través de los relatos de sus propios protagonistas y sin participar directamente. A pesar de que este mapa no está firmado ni fechado, podemos cerciorar que la letra es la misma que el resto de cartas firmadas por el propio Godinho, y la fecha no es posterior a 1607, momento en que Quirós estaba de vuelta en Madrid para informar a Felipe III sobre sus hallazgos realizados desde 1603.

El descubrimiento de Australia

Atendiendo a la atribución del descubrimiento de Australia a Willem Janszoom (1570-1630), navegante neerlandés, por su llegada al cabo de York, en Queensland, el 26 de febrero de 1606, debemos plantear la singladura de Pedro Fernández de Queirós como la primera en avistar el continente australiano tras iniciar su periplo por dichas islas el 21 de diciembre de 1605.

La inclusión de toponimia en la carta de Godinho, entre la que destacan nombres como NOVA JERUSALEM, R. de la Cruz, Bahía des Felipe y S.tiago y terrado es pt sto entre otros, hace cuestionar la veracidad de los relatos que denostaron el descubrimiento español de la TERRA AUSTRALIS.

Por tanto, este mapa no es sólo importante por reflejar por primera vez el quinto continente, o Australia, sino porque la plasmación de los viajes de Quirós le enmarcan como el primer descubridor de la Terra Australis.

Bárbara Polo Martín es Becaria Predoctoral en el Departamento de Geografía de la Universitat de Barcelona.

Cartografías de lo desconocido. Mapas en la Biblioteca Nacional de España

.Desde el pasado 3 de Noviembre de 2017 y hasta el próximo 28 de Enero de 2018 se puede visitar en la Sala Recoletos de la Biblioteca Nacional de España en Madrid la exposición Cartografías de lo desconocido, un proyecto que nace de un hecho incontrovertible (la fascinación por los mapas) y de una duda sostenida (no sabemos sin embargo con certeza lo que son).

En cuanto a lo primero, su magnetismo es universal. Su atractivo procede de la ilusión que generan, de su gran poder evocador: la soledad de una isla remota, el acceso a una región desconocida, la visión panorámica y omnisciente. Para un príncipe un mapa es un archivo de sus posesiones; para un naturalista, un calendario de futuros hallazgos; para cualquiera, la promesa de un viaje pendiente. Los mapas nos enseñan lo que desconocemos o nos ayudan a ver lo que creíamos saber.

En cuanto a lo segundo, los mapas son artefactos culturalmente muy densos que se resisten a una definición unívoca e inmutable. Un autor los definió como “testigos escurridizos de la historia”, otro como “árbitros silencioso del poder”, un tercero los llamó “ficciones controladas”. Son obras de arte e instrumentos científicos. Tienen algo de pintura, algo de fotografía y algo de geometría. Están cargados de poética y política. Unos sirven para buscar tesoros, otros para ocultarlos. A veces los empleamos para orientarnos y a menudo para perdernos.

La BNE custodia fondos cartográficos de valor inestimable: mapas manuscritos, incunables, grabados, atlas, cartas náuticas y cientos más. La muestra contiene más de doscientas obras procedentes de la propia BNE y de otras instituciones españolas. Su cronología es amplia: desde el siglo VIII al XXI. Todas ellas dan forma y permiten imaginar cosas inapreciables o remotas. Están los mapamundi medievales o las cartas de los descubrimientos. Hay mapas que recogen lugares inexistentes y otros que reflejan fenómenos invisibles. Cartografías de lo desconocido persigue dos objetivos. Primero, hacer que el espectador se fije más en el mapa y menos en el territorio, pues sucede a menudo que el mapa –como cualquier buen truco de magia– suele esfumarse, tiende a borrar las convenciones visuales y espaciales sobre las que se apoya para susurrarle al espectador y mostrarle con aparente trivialidad: “Usted está aquí”, “así es la Tierra”, “este es su país”.

Sin embargo, nada es lo que parece. Por eso queremos ofrecerle al visitante un recorrido por algunos de los recursos y los temas más frecuentes en esta historia del conocimiento y el ilusionismo, cómo han gestionado los mapas la información improbable, las novedades, los hechos inciertos, las regiones ignotas, los fenómenos invisibles. La exposición consta de seis apartados. Comienza por los ideales de simetría y las formas del mundo. Luego se traslada a la terra incognita. Un tercer apartado se dedica a las imágenes e información sobre los habitantes del globo, las relaciones entre geografía y etnografía. El siguiente recoge algunos lugares imaginarios. El quinto aborda lo que callan los mapas, pues todo mapa enfatiza algunas cosas, pero también silencia y esconde otras. Finalmente, en la última sección comprobamos el éxito de los mapas, cómo su lenguaje ha colonizado otros terrenos, cómo los mapas se convirtieron en los instrumentos por antonomasia para cartografiar lo desconocido.

Para mayor información:

SÁENZ-LÓPEZ, Sandra y PIMENTEL, Juan. Cartografías de lo desconocido. Mapas en la BNE. Madrid, BNE, 2017, 235 pgs. [ISBN: 978-84-92462-57-5].

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Juan Pimentel es Investigador Científico en el Departamento de Historia de la Ciencia, IH, CSIC (Madrid, España)

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La regeneración del bosque en la Montaña Central Asturiana y la cartografía de Hábitats de interés comunitario.

Salvador Beato Bergua

Departamento de Geografía, Universidad de Oviedo

La Directiva Hábitats de la Unión Europea creó en 1992 la Red Natura 2000 con el propósito de servir de herramienta para la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres del territorio comunitario. Desde entonces, todos los Estados miembros de la Unión han propuesto y conseguido incluir espacios de alto valor natural bajo esta protección y para su uso como reclamo educativo y turístico. Así, buena parte de las áreas naturales, lugares y elementos singulares protegidos en España han sido convertidos en Zonas de Especial Conservación (ZEC) amparados bajo dicha normativa y englobados, por tanto, dentro del patrimonio natural europeo. Sin embargo, la aplicación presenta una grave deficiencia en el Estado español: la cartografía sobre la que se sostiene está desactualizada, se elaboró a una escala inadecuada y presenta, por tanto, importantes errores en la delimitación de las unidades. Esta incorrección es más alarmante aún si tenemos en cuenta que dichos mapas son de consulta obligada en los procedimientos de ordenación territorial, es decir, a partir de ellos se toman decisiones que pueden terminar en dislate: protegiendo una zona de vertido de residuos industriales o pasando una autovía por el medio de una arboleda centenaria. Sea como fuere, los hábitats de interés comunitario son un patrimonio, un legado que ofrecer a las generaciones venideras, y con una adecuada gestión pueden ser objeto de actividades económicas sostenibles, fuente de ingresos y de fijación de población.

Por otro lado, hay bastante desconocimiento del estado actual del patrimonio natural que constituyen nuestras formaciones vegetales, toda vez que se están produciendo grandes y rápidos cambios en el medio natural, rural en la Península Ibérica, especialmente en el montano. En este sentido, el despoblamiento del campo y el abandono de las actividades tradicionales agroganaderas comportan una disminución importante de las perturbaciones antrópicas en las dinámicas naturales que rigen la distribución de la vegetación y, por tanto, modificaciones en la relación de fuerzas entre sociedad y naturaleza que configura el paisaje. Así, la sucesión vegetal avanza hacia etapas progresivas y el matorral que ocupó en las últimas décadas espacios otrora de cultivo y pasto, da paso a bosques jóvenes y a la extensión de aquellos que fueron mantenidos por su explotación (frutos, madera, caza) o inaccesibilidad.

La Montaña Central Asturiana, nombre popular con el que se conoce el sector medio y montano del Macizo Asturiano, da buena cuenta de esto. Los cambios de uso son evidentes, especialmente el fin de las actividades seculares, de los cultivos y los múltiples y variados rebaños, y, en otro orden de cosas, la construcción de infraestructuras que conectan el área metropolitana de Asturias con la Meseta y que le suministran agua y energía. Además, es zona de esparcimiento de los urbanitas que toman este abrupto territorio los fines de semana y festivos, en busca de aire fresco, nieve, bosques y hermosos paisajes.

Así, el Alto Pajares, un valle de alta montaña, ha experimentado importantes transformaciones paisajísticas debido al comentado declive del modelo de sociedad rural y a la construcción de equipamientos e infraestructuras como la estación de esquí Valgrande-Pajares y la autopista del Huerna, líneas de alta tensión, carreteras y ferrocarriles, incluso un gasoducto. Sin embargo, buena parte del Alto Pajares está cubierto por un denso bosque que crece y del que destaca el hermoso hayedo de Valgrande sobre suelos ácidos, catalogado como de interés comunitario (hayedos acidófilos con sotobosque de Ilex y Taxus). Existen, además, otros 2 hábitats de interés (rebollares y acebedas orocantábricas) y todos ellos alcanzan en total una extensión de 1.105,49 ha, lo que representa más del 70% de su área boscosa.

Por otro lado, la Sierra del Aramo, alineación calcárea de media montaña de vocación tradicional ganadera, recibe un continuo flujo de visitantes, provee con sus recursos hídricos y paisajísticos a la cercana Oviedo y observa el crecimiento de sus masas arbustivas y boscosas por sus pendientes laderas, frecuentadas y admiradas por caminantes y ciclistas. El Aramo se encuentra entre dos regiones biogeográficas contrastadas, es decir, con condiciones de temperatura y humedad diferenciadas. Esto explica que cuente con 7 formaciones vegetales (hayedos acidófilos, carbayedas de Quercus robur, encinares de Quercus ilex y Quercus rotundifolia, alisedas ribereñas, así como tilares, rebollares y acebedas orocantábricos,) hábitats de interés comunitario diferentes, que abarcan 2.235 ha, esto es, más del 28% de su superficie forestal.

De este modo, sendas zonas de la Montaña Central Asturiana son una muestra de su elevado patrimonio vegetal, por otra parte, susceptible de ser incluido en la Directiva Hábitats. Además, el crecimiento de los bosques que se está produciendo en las últimas décadas por el descenso de la presión ganadera va a suponer, a priori, un aumento del patrimonio natural que podrá ser utilizado para el desarrollo local sostenible y para frenar el vaciamiento demográfico en curso. No obstante, es necesario realizar una correcta ordenación territorial, la cual no se puede llevar a cabo sin una cartografía precisa y un buen conocimiento del medio físico y de la idiosincrasia sociocultural del campo y las aldeas.

Fotografía: El acebo, especie protegida en Asturias, progresa sobre los pastos que, además, soportan una presión ganadera menor y van siendo ocupados por matorrales si no son quemados periódicamente (como en la imagen). El avance de los arbustos y el bosque supone pérdidas patrimoniales culturales (desaparición de elementos de las estructuras territoriales agro-ganaderas, homogeneización del paisaje) aunque también ganancias: en este caso, la vegetación potencial en esta zona al Sur de la Sierra del Aramo es el hayedo acidófilo, catalogado por la UE como Hábitat de interés comunitario.
Fotografía: El acebo, especie protegida en Asturias, progresa sobre los pastos que, además, soportan una presión ganadera menor y van siendo ocupados por matorrales si no son quemados periódicamente (como en la imagen). El avance de los arbustos y el bosque supone pérdidas patrimoniales culturales (desaparición de elementos de las estructuras territoriales agro-ganaderas, homogeneización del paisaje) aunque también ganancias: en este caso, la vegetación potencial en esta zona al Sur de la Sierra del Aramo es el hayedo acidófilo, catalogado por la UE como Hábitat de interés comunitario.

Para mayor información

BEATO BERGUA, Salvador, MARINO ALFONSO, José Luis y POBLETE PIEDRABUENA, Miguel Ángel (2017). El paisaje vegetal y los hábitats forestales de interés comunitario en la Montaña Central Asturiana. Cuadernos Geográficos, 56(1), p. 26-52. ISSN 2340-0129.

Disponible en: <http://revistaseug.ugr.es/index.php/cuadgeo/article/view/4834>

Salvador Beato Bergua es investigador predoctoral en el Departamento de Geografía de la Uni­ver­si­dad de Oviedo (España).

¿Qué mapa representó por primera vez América?

El hecho de reflejar el continente americano se produjo por primera vez en el Mapa de Juan de la Cosa, que data de 1500 y que en la actualidad lo calificamos como el Primer Padrón Real. Pero, ¿quién y por qué se realizó este mapa? ¿Qué es un “Padrón Real” y por qué podemos llamar a este mapa así?

El mapa de Juan de la Cosa

El mapa recibe el nombre de Juan de la Cosa por ser el nombre que aparece en el mapa. Este calificativo corresponde a un navegante y escribano que participó en diversas expediciones al Nuevo Mundo, entre ellas el primer viaje de 1492, y que por tanto tenía conocimientos cartográficos del nuevo continente. Sin embargo, aunque el mapa refleja este nombre, en la realidad fue Juan Rodríguez de Fonseca, organizador de las expediciones que se realizaban al Nuevo Mundo desde el primer viaje y quien recibía los informes de dichas travesías, la persona que dirigió la realización de este mapamundi.

El porqué de su elaboración debemos buscarlo en los apuntes del tercer viaje de Cristóbal Colón, los cuales crearon un desconcierto al asegurar el descubrimiento del Paraíso Terrenal. Este hecho llevó a que los monarcas Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (Reyes Católicos), pidiesen a Juan Rodríguez de Fonseca que realizase una carta donde apareciesen los descubrimientos castellanos llevados a cabo hasta mayo de 1499 para saber la verdad sobre si habían llegado a Oriente por Occidente y el Paraíso. Además, este mapa serviría para conocer la actualidad de los viajes portugueses, ya que los reyes habían tenido noticias sobre el éxito del viaje de Vasco de Gama a Oriente en el verano de 1498.

Para llevar a cabo la plasmación de estos viajes sobre una carta, una vez que Fonseca tenía los informes y apuntes cartográficos en su mano, escogía los que debían representarse y se los entregaba a los escribanos que estaban a su cargo: Andrés de Morales y Juan de la Cosa. Éste último es el que trasladó la mayor parte de los apuntes de los viajes al mapamundi, motivo por el que firmó la carta.

El primer Padrón Real

Un padrón, según la definición de la Real Academia Española es un registro. Este término fue acuñado por primera vez por Cristóbal Colón para denominar a los apuntes del viaje de 1492. Pero en 1527 surgió otro tipo de padrón, el Padrón Real. La diferencia con el del genovés radicó en que al ser un mandato específico de la Corona, adquiere la connotación de Real. La definición que se le dio fue “mapa principal que los pilotos y cosmógrafos iban completando y corrigiendo cuando regresaban de sus viajes”.

Atendiendo a esta definición, consideramos que realmente es el mapa de Juan de la Cosa de 1500 el primer Padrón Real, ya que en el momento en que los Reyes pidieron realizar un mapa para conocer la actualidad de las tierras descubiertas y dilucidar si el Paraíso existía realmente, se estaba pidiendo un padrón o un mapa principal compuesto con la cartografía de distintos viajes con el fin de conocer la realidad del momento.

Por tanto, este mapamundi no es sólo importante por reflejar por primera vez el cuarto continente, o América, sino porque la plasmación de los viajes realizados hasta 1500 puede ser calificada como el Primer Padrón Real.

Para mayor información:

POLO MARTÍN, Bárbara. ¿Cuándo y cuál fue el verdadero Padrón Real? Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 25 de octubre de 2016, Vol. XXI, nº 1.176. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1176.pdf  >. [ISSN 1138-9796]

Bárbara Polo Martín es Becaria Predoctoral en el Departamento de Geografía de la Universitat de Barcelona.

Geodatos y paisaje: de la nube al aula universitaria y a la formación del profesorado

María Luisa de Lázaro y Torres*

El éxito del empleo de mapas web interactivos y colaborativos para aprender geografía es una realidad cotidiana impensable años atrás. Esto hace aconsejable replantear la enseñanza de la Geografía en las aulas universitarias y en la formación del profesorado. Destacamos iniciativas como el Atlas Digital Escolar, cuyos primeros ensayos se remontan a la implantación de la plataforma de ArcGIS Online (AGOL) TM, Esri® de la Universidad Complutense de Madrid en el año 2013.

Para la creación de un mapa web son necesarios geodatos, que pueden proceder de diversas fuentes: a) de una investigación I+D o I+D+i que haya generado datos que cuenten con una referencia espacial, en cuyo caso la cartografía Web sería una forma más de expresar, compartir y enriquecer los datos de una investigación; b) de una paulatina elaboración de datos con una finalidad docente o investigadora; c) de la reutilización de datos abiertos que proceden de instituciones que se dedican a ofrecerlos de forma estandarizada a través de sus Infraestructuras de Datos Espaciales (IDE) o de los centros de descargas, como es el caso del Instituto Geográfico Nacional.

La creación de mapas web que integren nuestros propios datos (mapas, imágenes, gráficos y textos) con otros datos referenciados o geodatos existentes en la nube, abre nuevas posibilidades en investigación y en docencia que es necesario explorar.

Itinerarios geográficos por diversos paisajes españoles

La gran novedad radica en que el mapa colaborativo resultante es una tarea asequible que sirve para aprender y actualizar contenidos desde cualquier lugar, en cualquier momento y por varias personas de forma simultánea. De su observación se pueden sacar nuevas conclusiones; de ahí su utilidad para presentar los resultados de una investigación. Mientras se construye el mapa y también en su empleo posterior se adquieren competencias digitales y espaciales. Además, el profesorado puede diseñar una metodología activa empleando técnicas pedagógicas colaborativas, como el aprendizaje basado en problemas, y de gran actualidad, como el storytelling y la clase invertida o flipped classroom. En este contexto, se han construido los mapas web que se presentan en un artículo publicado en el Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles. El primer ejemplo, consta de una serie de itinerarios que se pueden realizar a pie en distintas localidades de interés patrimonial o paisajístico, y el segundo es una radiografía de los contenidos o las ideas previas de los estudiantes en relación a los paisajes agrarios.

El mismo grupo de trabajo, ha realizado otros mapas en diferentes proyectos de Innovación y Mejora de la Calidad Docente disponibles en la E-Prints de la Universidad Complutense de Madrid, financiadora de los mismos, en los que se ha abierto esta nueva línea de investigación sobre el aprendizaje basado en cartografía interactiva en la nube conocida en el mundo anglosajón como web-based GIS learning. En ellos se ha seguido la tónica de muchas universidades americanas y europeas potenciando una estrecha colaboración entre centros de secundaria (IES San Roque, Badajoz; IES Altair, Getafe, Madrid; IES Diego Velázquez, Torrelodones, Madrid y Santa María del Pilar, Zaragoza) y universidades (Complutense de Madrid, León, Málaga y Zaragoza).

Podemos afirmar que los mapas web realzan la visión de la Geografía como ciencia. Es posible emplearlos para investigar, gestionar y resolver problemas territoriales empleando datos de elaboración o reelaboración propia, que se agregan a otros datos preexistentes. Con todo ello se presentan los resultados de esas investigaciones y las posibles soluciones a los problemas territoriales. Y además se aprende geografía de una forma vivencial, nueva, interactiva, divertida, significativa y razonada, alejada de lo puramente memorístico y repetitivo. Sin embargo, no habrá avance en el campo educativo ni en el investigador derivado de estas oportunidades, si los ciudadanos, las autoridades académicas y los investigadores no muestran su interés por ellas.

Para mayor información:

LÁZARO Y TORRES, M.L. De, IZQUIERDO ÁLVAREZ, S. y GONZÁLEZ GONZÁLEZ, M.J. Geodatos y paisaje: De la nube al aula universitaria. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 2016, nº 70, pp. 371-391. Disponible en: <http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2244/2131>. Resumen en inglés en: <http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2245/2132>. (English version)

DE MIGUEL GONZÄLEZ, R. y LÁZARO Y TORRES, M.L. De. Educating geographers in Spain. Geography teaching renewal by implementing the European Higher Education Area. Journal of Geography in Higher Education, 2016, nº 40 (2), pp. 267-283. Disponible en: <http://dx.doi.org/10.1080/03098265.2016.1139556>.

María Luisa de Lázaro y Torres es Profesora Titular de la Universidad Complutense de Madrid y Vocal de la Junta Directiva de la Real Sociedad Geográfica.

La medida de la Tierra y el origen de la geografía

Antonio T. Reguera Rodríguez*

La medida de la Tierra ha sido un objetivo científico de primer orden desde que el pensamiento racional inició un desarrollo autónomo buscando explicaciones en la propia naturaleza o mundo real; es decir, desde el surgimiento de la Filosofía y de la Ciencia. Es fácil entender que han sido varias las disciplinas implicadas en el intento, aunque queremos destacar el papel de la geografía.

La tesis que cobra fuerza con el desarrollo de nuestro trabajo es la de que la propia medida de la Tierra fue el proceso constituyente de la geografía como disciplina científica. A un discurso descriptivo ya ampliamente desarrollado en el siglo V a., con la obra de Herodoto, por ejemplo, se une en paralelo el curso de una geografía matemática que reconoce sus fuentes y tributarios en la observación astronómica y en el descubrimiento del concepto y cálculo de la latitud. Para entonces, cuando Aristóteles enseñaba a sus discípulos el uso de un primitivo astrolabio y les mostraba que en un eclipse de Luna, en la superficie de ésta, se reflejaba la curvatura de la Tierra como cuerpo esférico que era, ya estaba en marcha el gran programa científico que implicaba a toda la ciencia griega. Nadie de forma explícita y unitaria formuló tal programa, pero fue real. En torno al conocimiento de la Tierra se desarrollaron cinco líneas de investigación.

1ª .Su posición en el Cosmos. Formulaciones geocéntricas, geoestáticas y otras alternativas. Primeras intuiciones heliocéntricas.

2ª. Debate y propuestas a favor de la esfericidad después de la hipótesis pitagórica contenida en sus afirmaciones sobre la existencia de antípodas.

3ª. Tras la forma, se suceden las indagaciones sobre su tamaño. El propio Aristóteles nos proporciona las primeras medidas.

4ª. Las primeras percepciones, muy inciertas, sobre el tamaño abren el camino a las hipótesis sobre la configuración, o reparto de tierras y mares. Fue Sócrates, momentos antes de morir, quien habló en genial intuición de la existencia de ecúmenes múltiples.

5ª. Los referentes astronómicos y las relaciones matemáticas y geométricas que servían para medir la Tierra también eran aplicables para su representación. El primer desarrollo de una cartografía científica forma parte igualmente del propio desarrollo de la geografía matemática.

La medida de la Tierra, cuyos primeros ensayos se documentan entre los finales de los siglos IV y III a.

fue el proceso constituyente de la geografía como disciplina científica

Aristóteles enseñando a un grupo de discípulos la utilización de un instrumento de observación y cálculo astronómico (Topkapi Palace Museum, Miniatura turca del siglo XIII)
Aristóteles enseñando a un grupo de discípulos la utilización de un instrumento de observación y cálculo astronómico (Topkapi Palace Museum, Miniatura turca del siglo XIII)

En el objetivo central del programa, que era la medida de la Tierra, el personaje principal fue Eratóstenes. Ocupando el puesto de mayor relevancia científica de la época (siglo III a.), que era la dirección de la Biblioteca de Alejandría, supo ensamblar la observación de las sombras en Alejandría y Siena, la relación entre ángulos alternos, uno de los cuales equivalía al arco entre las dos ciudades, y la distancia geográfica entre ellas. Obtuvo el resultado, tras un redondeo en el valor del grado, de 252.000 estadios, que con el estadio medio egipcio que se supone utilizaba equivalían a los 40.000 Km., también redondeados, que se estiman en la actualidad. Entonces la Tierra de Eratóstenes era una Tierra bien medida, pero no se podía comprobar experimentalmente, y de hecho no quedarían certificados estos datos hasta el siglo XVIII. Pero los principios del cálculo y el método eran científicamente incuestionables, lo que incentivó otros muchos ensayos. El más conocido es el realizado por Posidonio en el arco Alejandría-Rodas, de donde salió el resultado de los 180.000 estadios que validaron Marino de Tiro y Claudio Ptolomeo. Era el modelo de “Tierra pequeña” que tanto ayudó a Colón a hacer los cálculos que más favorecían su empresa de navegación hacia el Oeste.

Todavía está por discernir si la Tierra de 252.000 estadios de Eratóstenes es diferente a la de 180.000 de Ptolomeo, mientras no pueda determinarse el valor del estadio en cada caso.

Marino y Ptolomeo son dos productos tardíos de la ciencia helenística que viven en plena exaltación del imperialismo romano, aunque desarrollan su obra al margen de la romanización. Ésta se identificó más con la producción ideológica que con la investigación científica. Ningún avance de importancia experimentó la geografía matemática en este periodo; y apenas alguno la geografía descriptiva. Séneca maldecía los nuevos descubrimientos porque atraían las legiones que llevaban la guerra. La Tierra se hacía más pequeña, y no era esta la situación más favorable para seguir indagando en su medida.

Pero el mayor apoyo a la idea de una Tierra pequeña lo encontramos en los máximos representantes de la exégesis bíblica, que en los albores de la Edad Media tratan de empequeñecer el mundo para adaptarlo mejor al modelo geográfico de la Biblia. Esto en un primer momento, porque cuando se imponga la impugnación general de la ciencia griega, la propia forma de la Tierra volverá a la planicie precientífica. Y entonces, ninguna de las medidas propuestas tenía ya sentido. La Tierra tomaba la misma forma que el Tabernáculo en el que se guardaban las verdades reveladas que hacían innecesario mirar al mundo, y mucho menos para medirlo.

En esta como en cualquiera otra época, los frenos al conocimiento científico pueden ser tan fuertes, que nadie está en condiciones de asegurar que la línea que lo representa sea constantemente ascendente.

Para mayor información:

REGUERA RODRÍGUEZ, Antonio T. La medida de la Tierra en la Antigüedad. León: Universidad de León, 2015.

*Antonio T. Reguera Rodríguez

Catedrático de Geografía Humana

Universidad de León