El queso: producto gastronómico y motivación turística

Francesc Fusté Forné

El queso es un producto íntimamente ligado al paisaje del lugar donde se produce en el sentido que se elabora a partir de la leche que se obtiene de los animales que pastan y se alimentan en las tierras que configuran una geografía en particular. Por lo tanto, es una forma de adquirir simbólicamente la idiosincrasia, cultural y natural, de un destino. Uno de los principales retos que deben afrontar los productos locales es la conversión del producto gastronómico en turístico. La motivación creciente en relación a la gastronomía es evidente, en cuanto a un interés general hacia la cocina, los productos y las formas de preparación que son diferentes a las propias. Si bien por ejemplo el vino como motivación principal ocupa un lugar destacado en los desplazamientos de forma intencionada al lugar de producción, mucho más difícil es para otros productores locales, como el caso de los elaboradores de queso, entrar en este círculo.

El turismo del queso va ligado, pues, a una producción láctea procedente de diversas especies de animales, y derivándose a la vez una gran variedad de tipos de quesos. Hay varios ejemplos a nivel nacional e internacional donde el queso envuelto en recurso turístico genera una motivación por sí mismo. Este es el caso del Centro de Interpretación y Degustación del Queso Idiazabal, La Maison du Camembert en Francia, el Amsterdam Cheese Museum o el Puhoi Valley Cafe and Cheese Store, en Auckland, Nueva Zelanda. Estos son sólo algunos de los ejemplos que representan un factor de atracción turística, tanto para turistas como visitantes, y que se convierten en símbolos del queso como producto gastronómico, y lo elevan a la categoría de recurso turístico.

«Varios ejemplos muestran el poder que el queso tiene como factor de motivación turística»

No obstante, los pequeños productores de queso artesanal en destinos como los Pirineos catalanes o las llanuras neozelandesas de Canterbury, por citar dos ejemplos en entornos rurales, tienen ante sí un reto que no pueden afrontar individualmente. Por este motivo, son necesarias una serie de sinergias, relacionadas tanto con la propia producción como con la distribución y el consumo. Las pequeñas empresas rurales, tradicionalmente familiares, deben diseñar estrategias que les permitan obtener los suficientes niveles de productividad para seguir compitiendo en un mercado que tiene cada vez una mayor oferta, en términos de productos gastronómicos auténticamente locales.

Los queseros deben mostrar una capacidad de adaptación al mercado, y la consecuente innovación. Presentar un portfolio de productos heterogéneos no es fácil, pero hay ejemplos donde los productores lácteos y elaboradores de queso encuentran fórmulas variopintas. Por ejemplo, el uso de queso en aceitunas rellenas, o en el caso de productos no comestibles, la utilización de la leche para la elaboración de jabones naturales. Es clave también la disponibilidad de un punto de venta propio, y la presencia del producto en mercados, ferias y restaurantes. La combinación con el vino es otra oportunidad, un punto de partida que si bien en muchos casos ya es habitual, poco a poco sea capaz de convertir la expresión “una copa de vino con un trozo de queso” en “un trozo de queso con una copa de vino”.

A la vez, proyectos en red como la Ruta Europea del Queso o la Fira Internacional del Formatge celebrada en la Vall de Boí en agosto de 2015 representan plataformas para la visibilidad y la viabilidad de los pequeños elaboradores de queso. Este es el caso también de la Ruta del Queso Turrialba, en el distrito de Santa Cruz de Turrialba, en Costa Rica. El impacto en la economía regional es el principal foco en el desarrollo de este proyecto, en el cual participan alrededor de 150 elaboradores locales de queso. También es destacable el conglomerado que conforman los Canterbury Food and Wine Trails y que incluyen no sólo a los propios productores sino también alojamientos, establecimientos de restauración y los mercados agrícolas, lo cual genera sinergias en toda la industria turística local y por lo tanto en el conjunto de la región.

«Debemos apreciar el hecho de poder construir relaciones con los productores, comprender la pasión y esfuerzo implícitos en sus actividades»

El gran reto sigue siendo el cómo convertir el queso en una de las motivaciones principales del desplazamiento turístico. Varias razones se han trazado en este artículo, y todas ellas tienen implícito el interés en conocer la identidad del territorio a través de su gastronomía, en degustar o adquirir el producto en el mismo lugar donde se ha elaborado, y de las manos del artesano que lo ha elaborado. Es esencial conocer el esfuerzo del proceso completo de la elaboración de quesos, y ponerlo en valor a través de sus historias. Como visitantes y turistas debemos apreciar el hecho de poder construir relaciones con los cultivadores y productores artesanales, aprender en primera persona acerca de sus productos, comprender la cantidad de pasión y el cuidado implícitos en la cría de animales o las actividades agrícolas. Estos son ejemplos que representan factores de motivación en cuanto al descubrimiento y apropiación circunstancial de la identidad y la autenticidad de un territorio.

Mercado de agricultores, jabones artesanales elaborados con leche de cabra (Canterbury, Nueva Zelanda).

(Foto­gra­fía del autor).
Mercado de agricultores, jabones artesanales elaborados con leche de cabra (Canterbury, Nueva Zelanda).
(Foto­gra­fía del autor).

Para mayor información:

FUSTÉ FORNÉ, Francesc (2015). Cheese tourism in a World Heritage site: Vall de Boí (Catalan Pyrenees). European Journal of Tourism Research, 11: 87-101.

Francesc Fusté Forné es investigador del Programa de Doctorado en «Turismo, Derecho y Empresa» de la Universitat de Girona (Catalunya) e investigador visitante de la Lincoln University (Nueva Zelanda).

Gastronomía y turismo: el combate «local frente a global»

Francesc Fusté Forné

El turismo gastronómico se ha convertido en los últimos años en una tipología turística que ha ido adquirendo cada vez una mayor relevancia. Si bien el consumo relacionado con la gastronomía es inherente a cualquier desplazamiento turístico, cada vez son más los turistas que escogen el destino de sus próximas vacaciones según la autenticidad de la gastronomía que dichos destinos son capaces de ofrecer. ¿Pero cómo podemos ayudar a la permanencia de la autenticidad de lo local ante la capacidad de expansión que tiene lo global?
La atracción que implica la práctica turística en espacios rurales se encuentra en la idiosincrasia de sus recursos naturales – el paisaje – y de su identidad cultural, material e inmaterial. Los entornos rurales representan una oportunidad de establecer un contacto directo con la autenticidad; en este sentido, el patrimonio culinario de las zonas rurales corresponde a las raíces de un grupo, y es el resultado de su manera de interactuar con la naturaleza y de la acumulación de tradiciones a lo largo del transcurso de generaciones. Es a través del sense of place, es decir de la autenticidad de la identidad cultural, como el paisaje rural se convierte en un atractivo turístico.
Hoy en día hay turistas que cuando viajan les gusta consumir productos que sean próximos a los que tienen en sus propios países. Esto facilita la globalización y refuerza la tendencia a la homogeneización universal de la cultura – la Cocacolaización, la McDonaldsización o la Subwayización – que conecta fácilmente a todas las audiencias del mundo gracias a los medios de comunicación digitales. La fuerza de la globalización es, pues, considerada una amenaza para el binomio gastronomía y territorio, y también para la preservación de la identidad culinaria local. ¿Qué opina el lector del hecho de la facilidad con la que se puede comer en un restaurante mejicano en Londres, un chino en Nueva York o un italiano en Tokyo?
“La globalización lleva las marcas de consumo a todos los rincones del mundo”
Ante esta amenaza global, la autenticidad de cada territorio debe hacer frente a una globalización cada vez más feroz, capaz de hacer llegar la cocina y las formas de consumo de un lado a otro del mundo. La autenticidad de lo local debe servir como una manifestación del paisaje que nos identifica y como decía el escritor catalán Josep Pla, «la cuina és el paisatge posat a la cassola». De esta manera, también hay otros turistas a los que les gusta consumir productos naturales y tradicionales, ya que estos nos permiten incorporar, aunque sea de forma efímera, la identidad local. Cuando comemos un trozo de queso que hemos visto elaborar, o una rebanada de pan con miel después de pasear entre las colmenas, lo que estamos haciendo es dar un mordisco al territorio.
“Cuando comemos productos tradicionales, damos un mordisco al territorio”
Desde el punto de vista de los proveedores de los servicios turísticos, es importante ofrecer a los turistas experiencias auténticas, donde se sientan involucrados en la construcción de una identidad cultural en un entorno natural único – el caso de los Pirineos – permitiendo incluso al turista participar en primera persona en los procesos agrícolas y ganaderos. También la venta de productos a modo de souvenirs – por ejemplo jabones hechos con leche de cabra –, las visitas a los centros de producción, las rutas gastronómicas – sobre vinos o quesos, entre muchas otras – y los mercados de productores artesanos y festivales locales son elementos que ayudan a emfatizar la localidad de la gastronomía a la vez que atraen tanto a foráneos como a residentes.

Interior de un obrador para la elaboración artesanal de quesos, productor local de Taüll (Vall de Boí, Catalunya)
Interior de un obrador para la elaboración artesanal de quesos, productor local de Taüll (Vall de Boí, Catalunya)

Cabe decir, pues, que la participación de la comunidad local es imprescindible para que la combinación entre gastronomía y turismo sea sostenible, y sea capaz de derribar el muro de la globalización. El sector turístico local – principalmente los establecimientos de restauración – deben incrementar el uso de productos locales en sus platos, y evidentemente la población debe dar soporte a las diferentes iniciativas y eventos que se generen entorno a la promoción de la cultura y en este caso de las tradiciones y elaboraciones culinarias. La gastronomía como una experiencia turística especializada y como una herramienta útil para con el desarrollo local debe ser el resultado de la suma de los esfuerzos de los distintos sectores económicos y de una interacción sostenible entre anfitriones e invitados.

Para mayor información:
FUSTÉ FORNÉ, Francesc. El turisme gastronòmic: autenticitat i desenvolupament local en zones rurals. Documents d’Anàlisi Geogràfica, 2015, Vol. 61, N° 2, p. 289-304.

Francesc Fusté Forné es investigador del Programa de Doctorado en «Turismo, Derecho y Empresa» de la Universitat de Girona (Catalunya) e investigador visitante de la Lincoln University (Nueva Zelanda).

TURISMO EN ÁREAS DE CULTIVO DE MANZANA EN EL SUR DE BRASIL

por Fernando Goulart Rocha* y Antoni F. Tulla**

A pesar de ser conocido como un país tropical, Brasil posee cerca de un 8 por ciento de su territorio en la Región de Clima Templado, al sur del Trópico de Capricornio. Esa Región del país, formada por los Estados de Paraná, de Santa Catarina y de Rio Grande do Sul, es la región brasileña de menor extensión territorial, pero es la segunda más importante económicamente. En ella se vienen estableciendo actividades relacionadas con el turismo de experiencia (cultural agrario), como o “colhe-pague” de la manzana, con el objetivo de complementar la renta de los productores rurales y de sus familias. La actividad de “colhe-pague” es conocida por el término pick-your-own en inglés o cueillette à la ferme en francés.

El turismo de experiencia ha sido una apuesta de los pequeños productores rurales a fin de complementar la renta con la de sus familias.

La Región Sur de Brasil, siendo colonizada principalmente por europeos venidos de varias partes de Europa, posee un próspero sector industrial y es una de las despensas agrícolas del país, destacándose en la producción de granos y en la fruticultura de clima templado. Las principales variedades de frutas cultivadas en la región son: la manzana, la uva, la pera, el durazno, el membrillo y la ciruela. Esas variedades de frutas son exóticas y originarias de varias partes del mundo y fueron introducidas en las tierras altas, por encima de los 1.000 metros de altitud, en donde los inviernos son intensos con registro de temperaturas negativas y nevadas, incluso en algunas ciudades.

Es bien sabido que las primeras manzaneras en el Sur de Brasil eran cultivadas en jardines, como plantas ornamentales. Apenas en 1926 se inició, en el interior de São Paulo, la producción nacional de manzana para fines comerciales. En la Región Sur, la producción en escala comenzó en la década de 1960 con las variedades Fuji y Gala, variedades importadas y diferentes a las cultivadas en el interior paulista. Esas dos variedades incluyen, hoy, más del 90 por ciento de la producción brasileña de manzana.

En términos de distribución espacial, merecen ser destacadas tres regiones productoras: Fraiburgo y São Joaquim, en Santa Catarina; y Vacaria, en Rio Grande do Sul. Esas regiones son las que poseen condiciones climáticas adecuadas para el manejo de la manzana y concentran más del 80 por ciento de la producción nacional. Vale la pena observar que debido a las exigencias de un cierto tiempo fresco, los manzanos son cultivados en apenas 71 de los 1.188 municipios de la Región Sur, es decir, en cerca de 6 por ciento de ellos.

Basada en el uso de la mano de obra familiar, la producción del sur de Brasil de manzanas está fundamentada en el trabajo realizado en pequeñas propiedades rurales. Entre los productores, algunos mantienen contratos de comercialización directa con empresas procesadoras de la fruta. Otros, sin embargo, están al margen del proceso de integración y dependen de la venta directa o de intermediarios para el comercio. A su vez, es pequeño el número de productores que consiguen agregar valor a la manzana a partir del procesamiento previo de la fruta en la misma propiedad.

En ese sentido, el turismo de experiencia es una forma de agregar otro tipo de valor a las actividades hasta entonces articuladas únicamente en función de la producción de alimentos Dicho turismo de experiencia es aquel que supera el carácter contemplativo del paisaje y propone alguna actividad a ser realizada por el turista en el destino. Entre las actividades de ese tipo de turismo en las áreas de cultivo de la manzana están la recepción de grupos para conocer los vergeles, la producción de dulces y el “colhe-pague”, actividad en que los turistas cogen frutas y pagan por lo que recogen.

“Colhe-pague” de la manzana. Fuente: Fernando Goulart Rocha. Fecha: Mayo de 2013.
Colhe-pague” de la manzana. Fuente: Fernando Goulart Rocha. Fecha: Mayo de 2013.

La fruticultura de pequeña producción familiar que desea ingresar en las actividades de turismo no puede evadir la capacitación técnica.

En Santa Catarina, ya está en curso el aprovechamiento de la manzana, con la formación de una marca de itinerarios de invierno, lo cual está siendo seguramente prometedor. En Rio Grande do Sul, el turismo de montaña está muy organizado, a pesar de que la manzana tenga actualmente poco interés como producto turístico regional. En Paraná, la situación del turismo con un lugar destacado para la producción de manzana también es débil. Se espera, no obstante, que el turismo pueda contribuir también en esos Estados para la valorización de la cultura de la manzana y sirva como mecanismo de generación de empleo y renta por medio de la recepción de personas interesadas en experimentar el lugar, apreciar el producto y la comunidad involucrada en su producción.

Entretanto, es oportuno resaltar que la fruticultura de pequeña producción familiar que desea ingresar en las actividades de turismo no puede evadir la capacitación técnica a fin de conocer los medios para añadir valor al bien que se produce. En primer lugar, porque el cultivo de frutas es costoso y extremadamente exigente desde el punto de vista de la cantidad de horas de trabajo agregado a la producción. Además, porque la fruticultura depende de variables geográficas muy específicas, lo que significa que producir frutas es una actividad con un elevado grado de especialización en áreas de clima templado en Brasil.

Por último, a pesar de que las actividades de visita y experiencia en las pequeñas propiedades tienen la función de diversificar la renta de los productores, esto no significa que se considere aparte de las demás estrategias de promoción del turismo a escala local. En ese sentido, la articulación de la cadena productiva de la fruta es fundamental en la formación de una identidad para la fruticultura regional y deberá prever estrategias más amplias con el objetivo de fortalecer los programas de visita a las propiedades.

Para mayor información:

ROCHA, F. G.; Tulla, A. F. Turismo agroalimentario en areas de cultivo de manzana en la Región Sur de Brasil. Cuadernos de Turismo de Murcia, 2015, n. 35, p. 211-229.

Fernando G. Rocha es Doctor en Geografía y profesor del Instituto Federal de Santa Catarina, Brasil.

Antoni F. Tulla es Doctor en Geografía y profesor del Departamento de Geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona.

Construcciones defensivas en el Mediterráneo. Un recurso turístico a explotar

CONSTRUCCIONES DEFENSIVAS EN EL MEDITERRÁNEO. UN RECURSO TURÍSTICO A EXPLOTAR

Álvaro Francisco Morote Seguido*

La Huerta de Alicante, en la costa Mediterránea de España, y sus torres de defensa son un conjunto patrimonial que se podrían aprovechar para incorporar al mercado turístico de la ciudad de Alicante. Las torres de defensa son construcciones de los siglos XV-XVII que fueron utilizadas para que la población se refugiara ante los continuos ataques de piratas procedentes del Norte de África. En la actualidad, algunas de ellas han desaparecido o se encuentran en ruinas a pesar de estar declaradas Bien de Interés Cultural (BIC). Se debe promocionar la Huerta de Alicante y sus torres de defensa con la propuesta de una ruta turística.

La Huerta de Alicante se localiza en un espacio geográfico que comparten varios municipios de la comarca de l’Alacantí. Estos son, Alicante (La Albufereta, Cabo de la Huerta, Playa de San Juan, La Condomina y Santa Faz) y los pueblos de Sant Joan, Mutxamel y El Campello. Históricamente ha sido una zona agrícola organizada en torno al antiguo sistema de riego del Río Monnegre desde época musulmana. El conjunto compuesto por la Huerta de Alicante y sus torres de defensa es un producto turístico más que se puede añadir a la oferta turística-patrimonial existente en la ciudad de Alicante (Castillo de Santa Bárbara, Tabarca, Casco Antiguo, etc.), para así mejorar y ampliar su oferta. Por ello, se propone promocionar tanto la Huerta como sus torres con la realización de una ruta turística.

Esta nueva oferta deberá intentar no imitar fórmulas que ya son utilizadas en otros destinos. Por lo tanto, se intentará aplicar una oferta diferenciada del resto de productos turísticos-patrimoniales de Alicante para tener posibilidades de sobrevivir en el mercado turístico actual. Ello conlleva buscar elementos que permitan diferenciarse del resto de destinos que proponen productos de gran similitud, y entre los que apenas existen diferencias, basados únicamente en mejorar su oferta.

La ruta turística que se propone por el antiguo espacio de la Huerta, incorporará tanto las torres como otros elementos asociados a ellas (casas y masías huertanas, bodegas, ermitas, construcciones hidráulicas, el propio paisaje de la Huerta y los caminos históricos). No es el primer caso en la provincia de Alicante que una ruta tiene en cuenta elementos patrimoniales de carácter defensivo. Por poner un ejemplo, destaca entre otras, la Ruta de los Castillos del Vinalopó que tiene como hitos a visitar las fortalezas de distintas localidades (Novelda, Petrer, Elda, Sax, etc.).

Figura 1. Vista de la Huerta de Alicante y la Torre y Monasterio de Santa Faz desde la Torre de las Rejas

Fuente: foto de los autores

Una de las peculiaridades de la Huerta de Alicante es la presencia de un gran número de torres de defensa, ya que llegaron a contabilizarse más de cuarenta. El conjunto de la totalidad de estas construcciones era un sistema interconectado visualmente, ya que la disposición de éstas permitía apreciar perfectamente todas las tierras situadas entre las torres y el mar, logrando la visibilidad entre unas y otras, que en caso de llegada de piratas, facilitaba la labor de alarma y evacuación. Se encuentran ubicadas a unas distancias que varían entre los cien y seiscientos metros de longitud, dando una imagen de este espacio como “un gran castillo pero sin murallas”. El número de torres que se ha podido documentar en la Huerta de Alicante ascendía a cuarenta y tres, aunque en la actualidad sólo quedan en pie veinticinco. En el término municipal de Alicante destacan las de la partida de La Condomina (doce torres), en La Albufereta (cinco torres), en Santa Faz (una torre), mientras que el resto se localizan en los municipios de Sant Joan (cuatro torres) y Mutxamel (tres torres).

La ruta propuesta se ha tenido en cuenta la posibilidad de visitar las torres, hecho complicado ya que la mayoría de ellas son de propiedad privada. Ante esta dificultad añadida, ya que los propietarios son reacios a permitir el acceso a ellas, la visita por el interior de las torres se hará en aquellas que son propiedad del Ayuntamiento de Alicante (Torre de Sarrió), mientras que en el resto, la visita será desde el exterior con la observación de los diferentes elementos que la conforman. Además, se han incorporado al itinerario diferentes propuestas para mejorar, aún si cabe el disfrute de los visitantes (Centro de Interpretación y zonas de descanso y de recreo). No obstante, también se podría proponer un acuerdo entre el Ayuntamiento de Alicante y los propietarios de éstas, para que la administración se encargue del mantenimiento y restauración de estas construcciones, a cambio de poder facilitar el acceso por parte de los propietarios.

Figura 2. Torre de Sarrió (imagen izquierda) y Torre de Boter (imagen derecha)


Fuente: Fotos de los autores

Esta propuesta que incluye recursos patrimoniales puede ser un factor clave para la mejora del desarrollo turístico de la ciudad de Alicante. Diferentes iniciativas por parte de organizaciones culturales han dado como resultado la puesta en marcha de la señalización de algunas de las torres y la mejora y accesibilidad de carriles de bicicleta en esta área para el disfrute de estas construcciones.

También se han incluido diferentes elementos como, casas, ermitas, aljibes, sistema de riego, etc., al igual que el paisaje de la Huerta en sí, ya que este espacio debe entenderse como un conjunto patrimonial con un valor simbólico y que es digno de promocionar. Esta ruta podría ser aprovechada por los turistas que se alojan en los apartamentos en verano en la zona de la Playa de San Juan y alrededores para ofertar otro producto turístico más, y aprovechar la llegada de los cruceros que visitan la ciudad de Alicante durante todo el año para que los viajeros puedan realizarla ruta. Alicante tiene una oportunidad para aprovechar y añadir a su oferta turística-patrimonial las torres de defensa de la Huerta de Alicante, al igual que se ha llevado a cabo con el Castillo de Santa Bárbara o la Isla de Tabarca.

Para mayor información:

MOROTE SEGUIDO, Álvaro Francisco y MEDINA ARAGÓN, Rocío Esperanza. La Huerta de Alicante y sus torres de defensa: propuesta de una ruta turística. Cuadernos de Turismo, 2015, 25, p. 287-309.

*Álvaro Francisco Morote Seguido es becario predoctoral del Instituto Interuniversitario de Geografía de la Universidad de Alicante. España.

El alojamiento turístico, ¿ un problema urbano ? Repensar la ciudad como espacio de equilibrio de usos y convivencias.

Josep M. Vilanova, arquitecto urbanista

El conflicto sobre el alojamiento turístico, los usos del espacio público o la transformación del comercio ha aflorado en el caso del barrio de La Barceloneta, pero es la punta de lanza de un problema de mayor escala que afecta a la ciudad de Barcelona, que se ha abierto sin control al mercado turístico con la inhibición, cuando no posición activa, del ayuntamiento como se ha constatado en el caso de La Barceloneta y sus entornos, lo que sitúa al turismo urbano como uno de los ejes fundamentales del debate sobre las políticas urbanas actuales y futuras.

Recientemente los vecinos del barrio de La Barceloneta han conseguido que se haga visible el conflicto contra las viviendas ilegales de uso turístico en el contexto del crecimiento acelerado de la actividad turística en los últimos años en la ciudad de Barcelona, que se está convirtiendo en uno de los problemas urbanos de mayor relevancia. El conflicto, inicialmente de ámbito local, hace visible un problema de mayor alcance, La Barceloneta se ha convertido en la punta de lanza de un problema de mayor dimensión relacionado con las diversas formas del alojamiento turístico, el uso del espacio público y el tipo de turismo que se quiere promocionar.

El ayuntamiento de la ciudad ha decidido desde hace años facilitar el desarrollo de todos los tipos y niveles de turismo urbano al mismo tiempo, el de negocios, el de alto poder adquisitivo, el cultural, el de ocio y diversión, el joven de borrachera, el de cruceros, incluso el de sol y playa. La diversidad de recursos turísticos y de niveles de alojamiento y servicios y de espacios públicos de la ciudad facilita su desarrollo y mezcla, el turismo se ha convertido en pocos años en un sector económico en fuerte expansión, que en un contexto de crisis económica lo convierte en una actividad que no se quiere controlar.

Los ciudadanos de muchas zonas de Barcelona hace ya tiempo que vienen percibiendo estas dinámicas en la ciudad, y soportan como pueden los inconvenientes de esta actividad respecto a la vida cotidiana en términos de usos del espacio público y de los servicios y equipamientos, especialmente los patrimoniales y culturales, de movilidad en determinadas zonas congestionadas, de convivencia con los alojamientos turísticos o viendo la presión y los cambios en el tejido comercial de proximidad.

En el caso de La Barceloneta, la presión del mercado inmobiliario en un barrio con una posición urbana y territorial privilegiada, se le suma la especulación acelerada del mercado de alojamientos turísticos, en la forma oficial de “viviendas de uso turístico”, que las estimaciones más fiables sitúan ya en el 20% de las viviendas del barrio, la gran mayoría ilegales. Y esa doble presión tiene unos efectos demoledores, que pueden ser determinantes en la transformación de la identidad del barrio si no se actúa de manera inmediata.

Desde la apertura total del barrio a la ciudad con la transformación de todas las barreras que lo aislaban, la presión del mercado residencial ha ido expulsando a la población tradicional del barrio por el coste de la vivienda, y ahora la presión altamente especulativa del mercado de alojamiento turístico está intensificando esta presión, frente a unos vecinos que en buena parte no pueden encontrar otra alternativa en el mercado inmobiliario de una ciudad como Barcelona. Un razonamiento similar se puede hacer sobre las actividades en el barrio, con las históricas actividades industriales y portuarias totalmente transformadas y otras como las mencionadas en relación a las playas (gastronomía, deporte, ocio) cada vez más alejadas de las posibilidades de los vecinos, a lo que hay que añadir un comercio de proximidad en regresión frente a la presión del relacionado con el turismo.

Hace muchos años que la ciudad de Barcelona es una ciudad abierta a los mercados especulativos, sin contrapesos públicos operativos a la acción directa de los agentes inmobiliarios, y ahora los turísticos, en una clara dejación de funciones de la administración pública. Pero además, en el entorno de La Barceloneta se han aceptado e impulsado acciones que favorecen e intensifican esa dualidad entre los que pueden por su fuerza económica y los que no pueden aunque sean los verdaderos protagonistas de la ciudad, los vecinos del barrio, como han sido las sucesivas transformaciones del Port Vell, hasta las últimas del hotel Vela, la marina de yates de super-lujo, o la desregulación del mercado inmobiliario y turístico, situando un barrio frágil como La Barceloneta a los pies de los caballos.

Para mayor información:

Pié, R., Crespo, I., Vilanova, J.M. Turismo: ¿riesgo o oportunidad?. En Documento de alternativas en el ámbito del territorio y el urbanismo, Foro 2012 Cataluña 21, http://forum.scot.cat

¿A qué dedica su tiempo el turista rural?

Teresa García y Ramo Barrena*

Los cambios en el estilo de vida de los habitantes de las zonas urbanas han propiciado el auge actual del turismo rural, ya que las actividades que se desarrollan al practicarlo transmiten una imagen de vida sana, de preocupación por la salud, de interés por el medioambiente, etc. muy acordes con la mentalidad actual. El nivel de satisfacción de los visitantes de zonas rurales es elevado ya que la mayoría de aquellos que han practicado turismo rural en alguna ocasión, tienen intención de volver a practicarlo. Se pueden diferenciar dos grupos, los que volverían al mismo lugar, que suponen un 75%, y los que no repetirían lugar pero si experiencia. La frecuencia anual en visitar un establecimiento de turismo rural influye significativamente en la decisión de repetir estancia en el mismo lugar o en otro, observándose que los que practican turismo rural una o dos veces al año son más partidarios de repetir en el mismo establecimiento.

Y a pesar de esta satisfacción y de que los usuarios valoran la existencia de una amplia oferta de actividades. ¿Por qué muestran tan bajo interés en realizar cualquier tipo de actividad?. Quizá porque los establecimientos dedicados a este tipo de turismo ofrecen actividades que no han sido diseñadas teniendo en cuenta las ventajas diferenciales que ofrece cada lugar, por lo que los visitantes se encuentran una oferta de turismo rural muy uniformizada. La riqueza y variedad del mundo rural podría ser aprovechado para el diseño de unas estrategias empresariales que abran nuevas expectativas en los futuros visitantes.

LOS USUARIOS VALORAN LA OFERTA DE ACTIVIDADES DE TURISMO RURAL, PERO NO LAS PRACTICAN

Entre las actividades más frecuentemente ofertadas al visitante de un establecimiento de turismo rural para realizar durante su estancia, destacan los paseos en bicicleta; senderismo; montañismo; montar a caballo, visitar monumentos históricos, conocimiento de la artesanía de la zona y prácticas de agricultura y ganadería. Sin embargo, y a pesar de esta atractiva oferta, resulta llamativo el escaso interés de los visitantes en realizar cualquier tipo de actividad relacionada con el medio rural, resultando solo aceptadas las actividades relacionadas con el senderismo y montañismo como puede observarse en la gráfica.

LA RIQUEZA Y VARIEDAD DEL MUNDO RURAL DEBERÍA SER MÁS APROVECHADA PARA DISEÑAR ESTRATEGIAS EMPRESARIALES QUE ABRAN LAS EXPECTATIVAS EN LOS FUTUROS VISITANTES.

Los resultados obtenidos invitan a reflexionar, ya que el grado de satisfacción mostrado por los visitantes ante la oferta de actividades complementarias a la estancia relacionadas con el entorno, con las tradiciones y con la riqueza cultural de la zona visitada, es elevado. Parece conveniente que los empresarios de este tipo de establecimientos planifiquen mejoras y amplíen la oferta atendiendo a las características propias del entorno.

¿Y cómo se informan de la oferta de establecimientos en los que practicar el turismo rural, así como de las actividades que se pueden realizar en ellos?. Los visitantes de establecimientos de turismo rural encuestados confirman que las fuentes de información más cercanas, como amigos y familiares o más accesibles como Internet, son las preferidas. Por tanto, se puede concluir que la estrategia de comunicación a seguir por empresas privadas o instituciones públicas, deberá tener en cuenta que el papel del prescriptor es importante, por lo que se sugiere un especial cuidado en la prestación de servicios de calidad. También debe cuidarse la edición de materiales y el diseño de páginas web atractivo y de fácil navegación, así como adaptar la estrategia seguida por las Oficinas de Turismo a los intereses de los practicantes de turismo rural.

Para mayor información: Teresa García López de Meneses y Ramo Barrena Figueroa. Preferencias del visitante de establecimientos de turismo rural. Estudio en Navarra. Cuadernos de Turismo, 2013, nº 32, p. 115–139.

http://revistas.um.es/turismo/article/view/177491

Teresa García López de Meneses y Ramo Barrena Figueroa son profesoras de Gestión de Empresas de la Universidad Pública de Navarra.