Turismo y cultura en guerra: España, 1936-1939

Dolores Brandis e Isabel del Río

De 2014 a 2018 se está conmemorando el centenario de la Primera Guerra Mundial con actos de significación política y simbólica, con estudios y manifestaciones culturales y con el diseño de rutas turísticas o “caminos de memoria” que recorren los territorios devastados de Flandes a los Vosgos. Este hecho conecta con el título de este artículo, que alude a las prácticas turísticas y culturales llevadas a cabo por los gobiernos republicano y franquista durante la Guerra Civil Española, y se inserta en una de las muchas modalidades actuales de turismo cultural.

El turismo de guerra, “turismo político” o “turismo negro”, está relacionado con la visita a los sitios que están en guerra, como la arruinada ciudad siria de Deirez Zor o los escenarios bélicos ya pacificados, entre los que destaca el Campo de Concentración de Auschwitz, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979 y visitado por millones de personas cada año. Los viajes a los frentes bélicos se inician con la Gran Guerra y se consolidan con la Segunda Guerra Mundial a donde van viajeros individuales, expediciones, artistas, literatos, periodistas y reporteros de guerra, cuyas obras artísticas, crónicas y textos dan testimonio de lo que significa un territorio en guerra. Lo mismo ocurre con la llegada de visitantes extranjeros a España durante los tres años que dura la Guerra Civil, para los cuales los dos gobiernos combatientes diseñaron políticas turísticas para atraerlos al país, posibilitar su estancia y diseñar los recorridos más apropiados durante su visita.

A la Guerra Civil Española se la considera un laboratorio donde se pone en práctica por primera vez dos políticas culturales y turísticas de corte ideológico y propagandístico, con el fin de crear una imagen del país, diferente a la del enemigo, y difundirla al exterior. Y lo hacen los dos bandos con bastante éxito, si bien con sensibilidades diferentes ante la cultura y el turismo puestas en práctica durante la contienda.

En la España republicana, el Patronato Nacional de Turismo, heredero de la Comisaría Regia (1911-1928), continuó desarrollando, a pesar de las dificultades, parecidas tareas a las que venía desempeñando desde 1933. Eran éstas las de dar a conocer los valores culturales, patrimoniales y paisajísticos del país, así como la de modernizar las estructuras empresariales del turismo, inspirándose en esquemas utilizados por administraciones turísticas de otros países europeos. También tuvo interés en que los visitantes conocieran los frentes de guerra y los destrozos provocados por el ejército sublevado, como lo muestra la tarea cultural y turística que llevó a cabo el escritor Arturo Barea desde el Departamento de Prensa y Propaganda al acompañar a visitantes de guerra extranjeros para reconocer el oeste de la ciudad de Madrid y el barrio de Tetuán, destrozados por las bombas del ejército enemigo. Por otra parte, la cultura republicana tuvo como objetivo principal resaltar la imagen de un país democrático, la de la España atacada por el fascismo, que hay que defender y recuperar. El principal vehículo para difundir cultura y educación fue las numerosas e ilustradas revistas de guerra que surgieron en la España republicana como las de Nova Iberia, Nueva Cultura, información, crítica y orientación intelectual, editada por la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, y Visions de guerra i reraguarda.

Parecido papel tuvieron las revistas de guerra editadas por el gobierno franquista a sabiendas del papel estratégico que tiene el control de prensa, medios de comunicación y cultura. De entre las muchas revistas de guerra franquistas, destaca Vértice. Revista Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., promovida por el intelectual Dionisio Ridruejo y sus compañeros Antonio Tovar, Rafael García Serrano, Gonzalo Torrente Ballester, Luis Rosales, Pedro Laín Entralgo y Luis Felipe Vivanco.

Portadas de la revista republicana Nueva Cultura, nº 4-5, 1937 y de la revista falangista Vértice, nº 1, 1937, www.magazinesandwar.com
Portadas de la revista republicana Nueva Cultura, nº 4-5, 1937 y de la revista falangista Vértice, nº 1, 1937, www.magazinesandwar.com

Para controlar el turismo, el gobierno franquista crea a principios de 1938 el Servicio Nacional de Turismo, cuya propuesta más acabada es el diseño de las Rutas Turísticas de Guerra que tienen como fin visitar los lugares de la “España Azul”, considerados como símbolos de resistencia bélica. Se señalan cuatro rutas que se apoyan en destinos consolidados, utilizan la infraestructura previa y se comercializan a través de folletos y mapas, entre los que destaca el titulado Rutas Turísticas de Guerra,que es un documento de promoción turística en guerra excepcional y ejemplo de cómo la propaganda turística es utilizada para reforzar la imagen de la España franquista, pacificada y renovada. La cara A del mapa se titula “Paisajes y huellas de la guerra en España” y la cara B contiene la frase: “España os invita a visitar la Ruta de la Guerra del Norte, el cinturón de hierro y las huellas, aún ardientes, de una epopeya inverosímil”

Mapa Rutas Turísticas de Guerra, (cara B), Servicio Nacional de Turismo
Mapa Rutas Turísticas de Guerra, (cara B), Servicio Nacional de Turismo

Biblioteca Nacional, Fondos Recoletos, sala Goya, MV/5 ESPAÑA, Rutas Turísticas, 1938.

Así pues, los gobiernos en disputa durante la Guerra Civil española consiguen crear un turismo y una cultura de guerra de gran significado y eficacia para los intereses de los dos bandos combatientes. Llama la atención la rapidez con la que pasa a considerarse al turismo como arma propagandística e instrumento eficaz al servicio de cada uno de los gobiernos, y lo mismo ocurre en los ámbitos de la cultura y las artes. Pero al final de la contienda desaparece el Patronato Nacional de Turismo, heredero del turismo moderno español iniciado a principios del siglo XX, y es sustituido por la política del Servicio Nacional de Turismo, que pone en funcionamiento un turismo de corte nacional-catolicista que se refuerza al fin de la guerra y se amplía a todo el país.

Para mayor información

BRANDIS, D. y RÍO, I. del. Turismo y paisaje durante la Guerra Civil Española, 1936-1939, Scripta Nova, V. XX, nº 530, 15 de febrero de 2016, 27 páginas.

Dolores Brandis e Isabel del Río son profesoras de Geografía Humana de la Universidad Complutense de Madrid y miembros del Grupo de Investigación: Turismo, patrimonio y desarrollo (www.ucm.es/geoturis)

Unes corts catalanes (1705-1706) en plena guerra de successió espanyola: la visió civil d’un conflicte militar

El contingut de les corts catalanes de 1705-1706 revela el conflicte entre les aspiracions civils i les necessitats militars d’una societat en guerra.

Aquestes Corts, o convocatòria parlamentària, van tenir lloc a Barcelona i fou presidida per l’arxiduc Carles III ja en plena Guerra de Successió Espanyola, en la qual els Àustria i els Borbó s’enfrontaren per la successió de la Corona Hispànica. Les Corts es celebraren entre 5 de desembre de 1705 i el 31 de març de 1706 i permeten observar la visió civil catalana del fet militar a inicis del segle XVIII. A diferència d’altres moments de la vida històrica del país, en aquesta ocasió les classes dirigents catalanes, amb el pacte de Gènova (20-VI-1705), s’havien involucrat amb l’aliança de La Haia i amb ella triat la casa d’Àustria en la successió espanyola. La lectura de les actes d’aquestes corts o convocatòria parlamentària facilita veure la persistència en la legislació catalana de la concepció defensiva de la guerra, tot i que per primera vegada hi ha la salvetat d’admetre legalment, si bé eventualment i amb condicions, la sortida de tropes catalanes fora de Catalunya.

Les relacions econòmiques i les afinitats polítiques dels catalans amb Anglaterra i Holanda, les grans valedores de l’arxiduc Carles d’Austria, expliquen la seva aposta, a inicis del XVIII, en favor de l’aliança de La Haia.

Fins a quin punt, una societat eminentment civil com la catalana, va entomar el conflicte militar d’aquesta guerra vista com l’oportunitat d’una alternativa política pròpia. Es tracta de verificar quines mesures legals van ser concebudes de salvaguarda de la societat civil, sobretot, tenint en compte que, abans del conflicte successori, unes guerres, aquestes mai no volgudes, havien actuat sobre Catalunya de manera continuada, de forma declarada o encoberta des del 1635 fins a 1697, a causa de la seva condició de frontera amb el regne de França. La societat catalana, tenia, doncs, una llarga experiència de guerra continuada, la qual va estimular el seu esperit més milicià i guerriller que guerrer (aparició dels “miquelets” o soldats catalans) i de l’altra va obligar a les institucions, especialment les corts d’inicis del XVIII (1701-02, 1705-06) a reactualitzar les mesures legals de salvaguarda de la població civil i a intentar activar indeminitzacions de guerra a causa dels estralls de les confrontacions passades.

Intento, doncs, situar: les lleis de salvaguarda civil davant dels exèrcits; els debats sobre allotjaments de soldats en cases particulars; l’excepcionalitat d’un regiment de la Diputació o Generalitat fora de les fronteres catalanes i els greuges civils presentats a les Corts contra els estralls militars de la segona meitat del segle XVII.

Les corts de 1705-06, al costat de les lleis de confirmació de model polític català, de reforma i millora administrativa i judicial, de novetats econòmiques (lleis lliurecanvistes no renyides amb la defensa de la producció agrària i manufacturera) i de novetats d’ordre jurídico-política com la creació d’un tribunal de garanties constitucionals (Tribunal de Contrafaccions), observem una gran quantitat de lleis relacionades amb l’exèrcit i la guerra. Sis lleis són un intent de protegir la població civil enfront de l’actuació militar. Les salvaguardes van des de les limitacions en el règim d’allotjments de soldats en les cases de particulars fins a disposicions relatives a defensar la població de la pressió fiscal del rei i a protegir els queviures de la població civil. Els assentistes del rei han de pagar la intendència a preus de mercat, no es pot fer cap segrest d’aliments ni bestiar que perjudiqui l’alimentació, la sembradura i el treball de la població. Els regidors municipals havien d’actuar com a protectors de les viles enfront dels oficials militars, el govern català (els diputats de la Generaltat) havia d’intervenir judicialment contra els abusos militars. També destaquen els capítols que posen límits als bagatges (transports militars per la població civil), els soldats preferentment han d’estar allotjats en presidis reials però en cas de residir en poblacions havien de pagar els talls i taxes municipals i s’obra un debat tant contra els privilegis estamentals en els allotjaments en cases particulars com pel que fa a la distribució del donatiu al rei. Es preveu per primera vegada la construcció de quarters per a les tropes.

En tot moment es vol que prevalgui el poder civil enfront del poder militar i es pretén que en els regiments alçats per Barcelona i per la Generalitat prevalgui la jurisdicció ordinària per sobre del iure belli i que les patents de soldats de la població civil mobilitzada no perjudiqui llurs drets de ciutadania, com per exemple poder concòrrer a càrrecs de la funció pública. També es vol impedir poder-se redimir de les mobilitzacions per diners.

Pel que fa a la sortida de tropes catalanes de les fronteres de Catalunya, sense impedir-ho, es recorda el caràcter defensiu d’aquestes tropes i només se n’admetia la sortida i, encara eventualment, sempre i quan Catalunya no estigués invadida o amenaçada d’invasió.

Finalment, dels 102 greuges civils de les Corts de 1706, 77 són per expropiacions i enderrocs per causes militars i de fortificacions. La suma de les indemnitzacions demanades conegudes ascendeix a prop del milió de lliures i aquesta quantitat múltiplica per 8 i escaig el valor del pressupost d’un any del govern de la Generalitat d’inicis del segle XVIII.

La conclusió és la identificació de la societat on les salvaguardes civils prevalen sobre les urgències militars i on la guerra és vista més en termes milicians que no propiament militars. Tot fa pensar que les fortificacions ideades per Vauban, amb l’escusa de la defensa, esdevingueren un mecanisme de centralització de recursos a expenses del treball productiu dels plebeus, sense salvar les poblacions civils com demostra la caiguda de Barcelona l’11 de setembre de 1714 a mans de Felip V de Borbó. No cal arribar, doncs, als segles XX i XXI per observar el pes de les despeses militars sobre els pressupostos dels estats.

Per a més informació:

SERRA, Eva, “Catalunya, entre la guerra i la pau, 1713, 1813”, a VII Congrés d’Història Moderna de Catalunya, Departament d’Història Moderna de la Universitat de Barcelona, 17-20 de desembre de 2013.

Eva Serra i Puig és professora emèrita de la Universitat de Barcelona