SOBERANÍA ALIMENTARIA Y AGROCOMBUSTIBLES EN COLOMBIA APUESTAS COMPATIBLES?

Álvaro Javier Ávila Díaz

El cambio climático y la crisis del agua son los principales problemas ambientales del siglo XXI. Conjuntamente con otras crisis mundiales concurrentes como la alimentaria, financiera y energética, se intensifican entre sí, afectando con profundas consecuencias socioeconómicas y ecológicas la subsistencia y la soberanía alimentaria de países en desarrollo. La agricultura es, quizás, la actividad de mayor riesgo en un mundo globalizado, al enfrentar retos sin precedentes con marcados registros históricos de pobreza rural, hambre, migración y degradación ambiental; situación que la impulsa a ocupar un primer lugar en el debate sobre pobreza, cambio climático y bioenergía.

En este contexto, la promoción de los agrocombustibles como fuente de energía limpia figura en la agenda político-económica global como alternativa viable para reducir el uso de combustibles fósiles y enfrentar el cambio climático, estimulada por tendencias crecientes a futuro. No obstante, su producción genera posiciones antagónicas; en Colombia, unos sectores resaltan sus beneficios y otros cuestionan enfáticamente sus impactos negativos, a la par que crece el atractivo de inversiones para su desarrollo, cuyas principales fuentes de producción son la palma africana y la caña de azúcar; ésta última con participación importante en la economía nacional.

Zonas productivas de palma africana y de caña de azúcar. Adaptado de FedeBiocombustibles (2013a; 2013b).
Zonas productivas de palma africana y de caña de azúcar. Adaptado de FedeBiocombustibles (2013a; 2013b).

Las opiniones se dividen en tres grupos; uno conformado por el gobierno y agremiaciones, que argumentan su producción como alternativa energética para reducir la dependencia del petróleo, reconociéndole además, beneficios sociales, ambientales y económicos, como la generación de empleo, el fortalecimiento de la agroindustria y el mejoramiento de la calidad del aire en ciudades, más la ventaja comparativa de la producción frente a otros países que no disponen de tierras. Con estos argumentos, se promueven incentivos de producción e implementación, que incluyen la obligación de mezclar gasolina con etanol en ciudades con más de 500.000 habitantes, así como la exención del pago de impuestos como el Impuesto al Valor Agregado-IVA y la sobretasa al etanol mezclado con gasolina.

Otro grupo reconoce que la política debe fortalecer la agroindustria, sin excluir la economía campesina, para aproximarse a las necesidades del país rural, ofreciendo un acceso equitativo a las tierras y a una distribución económica más justa en consonancia con lineamientos internacionales que reconocen la inversión en el sector rural como una oportunidad para reducir la pobreza; pequeños y medianos agricultores aportan el 70% de los productos alimenticios del país, a pesar de disponer de tecnologías inapropiadas y limitaciones de acceso a servicios básicos y transferencia de tecnología.

Un tercer grupo discute que la expansión de los agrocombustibles está estrechamente ligada a conflictos por uso y propiedad del suelo, al paramilitarismo, al desplazamiento forzado, a las condiciones desfavorables de trabajo, a la pérdida de la soberanía alimentaria, la violación de los derechos colectivos de pequeños campesinos, más la pérdida de la biodiversidad en las regiones explotadas. Todo ello limita notablemente usos alternativos, porque lleva a la competencia de recursos naturales para producir alimentos, al deterioro del suelo, y más contaminación por aplicación de herbicidas, que son requeridos para dar sostenibilidad a este modelo agroindustrial.

Abordar el tema requiere una perspectiva más amplia que la económica, explorando otras dimensiones que aporten adecuados elementos de valoración sobre el beneficio ambiental, social y económico de su implementación; en un contexto mundial en el cual, de 7.000 millones de habitantes que tiene el planeta, 6.000 son clientes diarios de la agricultura, 1.000 no tienen que comer y 2.000 carecen de seguridad alimentaria, por diversas causas que se exacerban, entre otras, por el impulso de los agrocumbustibles en la agenda mundial, al vincular 1.000 millones de vehículos al mercado de recursos naturales e insumos necesarios para la agricultura.

Sin pretender llegar a conclusiones definitivas, pero sí generar diferentes puntos de vista en torno a la discusión del tema, deben analizarse y reflexionarse sobre los beneficios e inconvenientes de los agrocombustibles en Colombia, considerando un marco integral que incluye impactos ambientales, sociales y económicos. Puede concluirse que los beneficios fiscales que reciben del Estado no se corresponden con los costos de oportunidad que paga la sociedad en inversión social y deterioro ambiental. Se debe recomendar la diversificación de cultivos, que garantice la soberanía alimentaria nacional y que contribuya a mejorar la calidad de vida rural, que alcanza un 65% de la población en la pobreza y un 32% en indigencia, en un país que teniendo capacidad para producir alimentos, importa la mayor parte de los que consume.

El impacto de la variabilidad climática y el cambio climático obligan a desarrollar políticas integrales y coherentes orientadas a la adaptación de los diferentes sectores productivos del país. La promoción de los agrocombustibles debe abordarse considerando un marco integral que incluya impactos ambientales, sociales y económicos, en un marco de diversificación de cultivos que garantice la soberanía alimentaria y contribuya a mejorar la calidad de vida de la sociedad.

Álvaro Javier Ávila Díaz. Candidato a Magister en Meteorología Aplicada de la Universidade Federal de Viçosa – Brasil, e Investigador del Grupo IREHISA, Universidad del Valle (Colombia)

Para ampliar la información:

ÁVILA DÍAZ, Álvaro Javier y Yesid CARVAJAL ESCOBAR. Agrocombustibles y soberanía alimentaria en Colombia. Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, 2015, n°24 (1), pp.43-60. <http://dx.doi.org/10.15446/rcdg.v24n1.37699>.

CATANDO PAISAJES COTIDIANOS COMO SIGNOS DE DESARROLLO

Por Juan F. Ojeda *

Como la felicidad, la salud o la sabiduría, el desarrollo es una de esas categorías que todo el mundo anhela, tanto a niveles personales como comunitarios. Pero tales anhelos pueden ser confusos si no se acotan sus definiciones, hasta el punto que pueden existir e incluso abundar los «tontos felices», los «enfermos saludables», los «sabios ignorantes» o los «pobres desarrollados».

El crecimiento es el incremento en la escala física de algo o de alguien, mientras que el desarrollo es un despliegue de cualidades. Igual que una persona que crece en estatura no tiene porqué desarrollarse neuronalmente, un territorio o una sociedad pueden crecer económicamente pero no desarrollarse. No obstante, lo normal es que suela ser necesario un cierto nivel de crecimiento económico para que se produzca el desarrollo, aunque hay momentos en los que el crecimiento puede ahogar al desarrollo, engullendo sus cualidades más distintivas.

Con el afán desmedido de ganancia y el mito del crecimiento sin freno hay sociedades que ponen precio a todos sus valores en un alarde de necedad explícitamente denostado por Antonio Machado: “Todo necio confunde valor y precio”. Y un valor bastante recurrente en este tipo de confusión es el del paisaje, cuando se relaciona solo con lo crematístico.

Los paisajes son, a la vez, expresiones duraderas del patrimonio de una comunidad y realidades percibidas desde sentimientos identitarios e instancias creativas. Por todo ello, pueden ser instrumentos idóneos para la presentación de las singularidades de un territorio en las redes globales. Porque en el actual contexto globalizado, sólo la progresiva conexión con las redes globales ofrece a un territorio y a una comunidad posibilidades reales de crecimiento económico, pero las oportunidades de un desarrollo cualitativo sólo procederán de la introducción cuidada de sus singularidades patrimoniales en dichas redes.

Dime en qué paisaje vives y te diré el nivel de desarrollo de tu comunidad

Y sus paisajes quizás constituyan las expresiones más compartidas y democráticas del legado de cualquier comunidad humana. De manera que el reconocimiento del valor patrimonial de sus propios paisajes podría ser un buen signo de su desarrollo contemporáneo: Dime en qué paisaje vives y te diré el nivel de desarrollo de tu comunidad

Como realidad trayectiva o medial entre unos objetos observables y sus propios observadores –una especie de yin/yang oriental-, el paisaje fue descubierto en occidente por los románticos. Naturalistas, geógrafos, filósofos, literatos y pintores románticos comparten un entendimiento analógico y comprensivo del mundo. Alexander von Humboldt estaba convencido de que por el progreso de la inteligencia se debían unir la ciencia y la poesía. Tal convicción fundamenta la perspectiva de la geografía moderna, en cuya concepción del paisaje convergen la idea de totalidad, la emergencia del sujeto y del saber ver, la potencia de las observaciones y de los saberes y la imbricación de inteligencia, ética y estética.Y todo ello enmarcado en un responsable sentido educador

Y en los aledaños del romanticismo y de la fenomenología alemana contemporánea aparece la hermenéutica, que puede constituirse en instrumento o camino riguroso para leer, comprender, interpretar y comunicar paisajes. Los catadores de café o de vino, por ejemplo, son hermeneutas que traducen a unos lenguajes comprensibles unos sabores o aromas, mostrando unos juicios de valor de lo catado, que –al usar un método que conjuga muchas categorizaciones- se acercan a lo que comúnmente se entiende por verdadero.

Leer o catar paisajes es un ejercicio hermenéutico que permite comprenderlos y valorarlos

En estos momentos estamos testando un método de aproximación a la lectura o “cata” de paisajes cotidianos en dos ámbitos bien distintos: La Sierra Morena de Huelva (Noroeste de Andalucía, España) y El Eje Cafetero Colombiano (Manizales, Pereira, Armenia). Tal lectura de paisajes transita por tres fases complementarias:

  • Desde la multidisciplinariedad primera, que –en una recopilación de gabinete- recoge diferentes aproximaciones previas para ofrecer claves comprensivas del ámbito y para elegir los paisajes concretos y significativos del mismo, que van a leerse directamente.
  • A la interdisciplinariedad, cuyo objetivo es hacer converger distintas miradas hacia aquellos paisajes elegidos, en una observación y lectura directa y compartida por los distintos miembros de un equipo interdisciplinar y que singulariza y sintetiza las siguientes categorías: límites, componentes principales, atributos y núcleo de sentido.
  • Y a la definitiva transdisciplinariedad, que enriquece los paisajes leídos con nuevos relatos creativos, sintéticos y comprensibles, añadiendo un eslabón a la cadena de interpretación en la que toda realidad paisajística está inmersa.
Belleza patrimonial decadente de los paisajes de Linares de la Sierra (Huelva)

Foto de Marta Rubio (ambientóloga y miembro del equipo interdisciplinar de lectura). Linares, primavera de 2012
Belleza patrimonial decadente de los paisajes de Linares de la Sierra (Huelva)
Foto de Marta Rubio (ambientóloga y miembro del equipo interdisciplinar de lectura). Linares, primavera de 2012

El patio y el corredor de la casa de baharaque funcionan como nodo y otero de los paisajes coloniales cafeteros de Colombia. Fotos de Jorge E. Osorio (arquitecto y miembro del equipo interdisciplinar de lectura). Pereira, verano de 2013
El patio y el corredor de la casa de baharaque funcionan como nodo y otero de los paisajes coloniales cafeteros de Colombia. Fotos de Jorge E. Osorio (arquitecto y miembro del equipo interdisciplinar de lectura). Pereira, verano de 2013

Con el desarrollo de este método, se pretende incitar o subrayar valoraciones patrimoniales de paisajes cotidianos tanto entre sus propios constructores o habitantes como entre los turistas que los visiten, de manera que unos y otros puedan disfrutarlos con mayor deleite, en el sano ejercicio de ciudadanía que constituye “paisajear” (neologismo definido por la Convención Europea del Paisaje como gozar o “congozar” con los paisajes)

Para mayor información:

-OJEDA RIVERA, J.F. Lectura transdisciplinar de paisajes cotidianos, hacia una valoración patrimonial. Método de aproximación. Revista INVI, vol. 28, Nº 78 (2013), p. 27-75 Santiago de Chile. Instituto de la Vivienda, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile. http://www.revistainvi.uchile.cl y http:// www.scielo.cl

-OJEDA RIVERA, J.F. Paisaje, patrimonio y desarrollo contemporáneo. Aplicación a los paisajes cafeteros colombianos, en CUELLAR, M. (edit) (2014): Miradas diversas. Arquitectura vernácula y paisajes culturales.p. 162-181. Sevilla, EnredARS y Red AVI (Arquitectura Vernácula Iberoamericana),. ISBN: 978-84-695-9827-6

*Juan Fco.Ojeda Rivera es profesor de Geografía de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y pertenece a la Red CYTED-(des)BORDES URBANOS (www.farq.edu.uy/des-bordes-urbanos) y al Grupo de Investigación en Estructuras y Sistemas Territoriales (www. grupo.us.es/giest)

Penalidad del escenario post – desastre frente a la ocurrencia de un sismo con magnitud ≥ 6.5 en la ciudad de Villavicencio, Colombia

Por Germán Chicangana, Carlos Vargas – Jiménez y Alexander Caneva.

Villavicencio está ubicada en el centro de Colombia y tiene una población de 450.000 habitantes. Esta ciudad es el principal centro administrativo y económico de la Orinoquía colombiana región denominada también Llanos Orientales. Su amenaza sísmica se debe a que la ciudad se encuentra asentada en el borde oriental de la Cordillera Oriental, región que se conoce como Piedemonte Llanero.

Esta región en términos geológicos se ha construido durante los últimos siete millones de años. El Sistema de Fallas del Piedemonte Llanero es uno de los elementos geológicos que han contribuido en esta construcción. La sismicidad instrumental registrada por la Red Sismológica Nacional de Colombia confirma la actividad tectónica de las principales fallas próximas a Villavicencio y en esta región se han presentado además varios sismos históricos.

Panorámica de la ciudad de Villavicencio en el centro oriente de Colombia.
Panorámica de la ciudad de Villavicencio en el centro oriente de Colombia.

Panorámica de la ciudad de Villavicencio en el centro oriente de Colombia.

Además de esta situación, el subsuelo del área urbana de Villavicencio está constituido por sedimentos no consolidados que proceden del desarrollo de abanicos aluviales durante los últimos dos millones de años. Dichos sedimentos conforman cerca del 70 por ciento del área urbana y están constituidos de arcillas, arenas y gravas no consolidadas, con un alto porcentaje de saturación y espesores que superan los 100 m. Estos suelos son susceptibles al fenómeno de la licuación de suelos y por esta causa, la aceleración sísmica esperada por la ocurrencia de un sismo de gran magnitud a nivel local o lejano inclusive, fácilmente produciría en sus suelos, aceleraciones que superarían dos gravedades con periodos fundamentales de hasta 0,75 segundos.

El rápido crecimiento de la ciudad y la falta de control de sus autoridades para hacer cumplir la norma para construir con sismoresistencia, incrementan también de manera dramática el riesgo sísmico dando lugar por este factor un escenario post – desastre muy devastador en términos de destrucción de edificaciones.

Considerando además que en la ciudad impera un estrato socioeconómico bajo en más de la mitad de su población y que presenta una planificación urbana deficiente para su desarrollo urbano, su recuperación post – desastre luego de la ocurrencia de un sismo en términos de tiempo, podría demorarse más de una década, teniendo presente que esta misma situación ya se ha observado en otras ciudades de Colombia que sufrieron un sismo de fuerte muy próximo a su área urbana como Armenia y Popayán. (En estos últimos casos persistieron los retrasos en la reconstrucción y luego de haber pasado más de un década de ocurrido el sismo, ambas áreas urbanas no se habían recuperado en su totalidad).

Sí las autoridades gubernamentales no toman las medidas correctivas en el corto plazo para mitigar los efectos de un terremoto, el escenario post – desastre para la ciudad con la ocurrencia de un sismo local de gran magnitud mostrará efectos devastadores que afectaran la economía no solo de la ciudad, sino de Colombia, considerando para esto que la no inversión en la prevención y medidas de mitigación frente a la ocurrencia de un sismo en la ciudad, dará como resultado que el costo para su recuperación será más grande a un plazo de tiempo largo, que la misma inversión que se realiza en el mismo lapso de tiempo para mejorar la calidad de vida y el desarrollo sostenible de sus habitantes.

Para mayor información:

CHICANGANA, G., VARGAS-JIMÉNEZ, C. A., CANEVA, A. El posible escenario de riesgo por el efecto de un sismo con M ≥ 6.5 para la ciudad de Villavicencio, Colombia. Revista Cuadernos de Geografía, Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D.C, 2013, 22 (2) p. 171 – 190.

Germán Chicangana es profesor – investigador de la Corporación Universitaria del Meta en Villavicencio, Colombia, e investigador del grupo Geofísica del Departamento de Geociencias de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá D.C., Colombia.

Carlos Vargas – Jiménez es profesor e investigador del grupo Geofísica del Departamento de Geociencias de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá D.C., Colombia.

Alexander Caneva es profesor e investigador de la Dirección Nacional de Investigaciones de la Universidad Antonio Nariño en Bogotá D.C., Colombia.