*Inmaculada DIAZ-SORIA
“Descubrimos cosas de nuestra ciudad que no sabíamos” o “La magia de descubrir Barcelona con otros ojos” son algunas reacciones a unas rutas que acercan a los habitantes a su propia ciudad y que se desarrollan en Barcelona (España) desde hace casi una década. Todo esto en un contexto globalizado en el que viajar lejos resulta relativamente accesible y en el que algunos autores se preguntan cómo viajaremos cuando ya no haya petróleo y se plantean cómo hacer atractivos los destinos cercanos. Este artículo explora las rutas culturales propuestas en Barcelona a un público de proximidad con el objetivo de reflexionar sobre la puesta en valor de los lugares ordinarios.
“Los turistas vienen y conocen nuestra ciudad mejor que nosotros” decía un participante barcelonés entrevistado. Esta oportunidad ha sido detectada por un sector turístico con necesidad de diversificarse, para el cual los habitantes se han convertido en un nuevo nicho de mercado. En este sentido pequeñas empresas proponen rutas de pago (entre 10 y 20€) por Barcelona con diferentes temáticas culturales (históricas, insólitas, gastronómicas, literarias, etc.). Estas rutas están abiertas a públicos de cualquier procedencia pero parecen tener más éxito con un público de proximidad. Las empresas organizadoras pagan el IVA turístico y los guías que utilizan son turísticos, ya que “un carnet de guía cultural no existe”, como afirma uno de los emprendedores. Otra organizadora de visitas afirma “No [ser] del sector turístico […]. Nuestros itinerarios están muy documentados […], no [son] demasiado turísticos”.
En una ciudad que recibió más de 7,5 millones de turistas en 2013, donde el turismo es fuente de tensiones por la gran presión sufrida en determinadas zonas, especialmente Ciutat Vella, es curioso ver este fenómeno florecer. Resulta sorprendente que Ciutat Vella, el distrito más turístico, sea la zona más visitada por estas rutas que se venden por salir de los itinerarios turísticos. Sin embargo, como afirma una organizadora, “[cuando la empresa se puso en marcha] fue muy tranquilo, intentamos no hacer Ciutat Vella, pero finalmente tuvimos que hacerlo porque la gente lo pedía”. Es decir, esta zona es el atractivo principal también para el público de proximidad, a pesar de la voluntad del Ayuntamiento por descongestionar el centro de la ciudad de los intensos flujos turísticos. La diferencia entre las rutas culturales tratadas en este artículo y las visitas tradicionalmente turísticas se encontraría, por lo tanto, más bien en el discurso que en los espacios recorridos. Aun así, encontramos participantes procedentes de otras partes del Estado español o del extranjero, sobre todo cuando las visitas son en castellano en vez de en catalán. La razón principal es que estas actividades se venden principalmente por internet y son, por lo tanto, accesibles a todos los públicos.
Por otro lado, para poder comprender el perfil de estos participantes, se han planteado dos cuestiones que responden a dos dimensiones de la proximidad únicas para cada individuo y que condicionan su forma de experimentar la actividad.
¿Cuál es el punto de origen del trayecto emprendido por estos turistas?
Para analizar la dimensión geográfica de la experiencia, se han puesto en relación el código postal de los 107 participantes analizados con la zona visitada por cada uno en 19 rutas diferentes. El resultado confirma que la mayoría de los participantes reside en un perímetro de 40 km alrededor de Barcelona. Sin embargo, el criterio puramente geográfico es insuficiente para determinar el posicionamiento del participante respecto a la actividad turística de proximidad. Este dato no nos indica su grado de conocimiento de la zona visitada, qué es lo que conoce realmente y qué le es desconocido, qué temática puede interesarle y sobre qué espacios le gustaría saber más. En definitiva, no revela si el espacio visitado le es familiar o no.
¿En qué sentido estas rutas permiten al turista acceder a lo desconocido?
Para poder comprender mejor la relación de familiaridad entre los participantes y la zona recorrida, se han tenido en cuenta sus prácticas en la zona y sus vivencias personales ya que éstas condicionan de forma directa cómo el individuo experimenta y da sentido al territorio. En este sentido, la mayoría de los participantes había pasado ya por la zona visitada, especialmente de paseo o de compras. Existe, por lo tanto, un vínculo de proximidad entre el territorio recorrido y los participantes más allá del domicilio. Algunos tienen anécdotas personales en relación con los lugares recorridos que confirman que la proximidad con el territorio no es solamente física y práctica, sino también emocional. Podríamos hablar de tres niveles de acceso al territorio: geográfico (la facilidad de acceso), práctico (a partir de los usos, de la experiencia vivida) y emocional (lo que queda en el individuo tras la experiencia vivida o imaginada). Lo que hace extraordinarias estas actividades es que acercan al individuo a elementos desconocidos aunque estos estén situados en espacios a priori, accesibles y conocidos por las prácticas realizadas o por ser el marco de sus emociones.
En conclusión, si el turismo se entiende como una actividad que permite acceder al otro, en un contexto globalizado, lo desconocido puede estar situado en la proximidad. Actividades para (re)descubrir la propia ciudad son por lo tanto en cierto modo turísticas ya que proponen una ruptura con la esfera cotidiana aunque esta ruptura no sea espacial. Un individuo puede recorrer una calle por la cual pasa cada día con otro ritmo y otra mirada y ver la ciudad como algo nuevo, de la misma forma que lo hace un turista. Este punto de vista abre perspectivas sobre los recursos a desarrollar como atractivo para la población local y sobre la utilización del punto de vista del turista como herramienta de desarrollo turístico.
“Un individuo puede recorrer una calle por la cual pasa cada día con otro ritmo y otra mirada y ver la ciudad como algo nuevo.”
Para ampliar la información:
DIAZ-SORIA, Inmaculada. “(Re)descubrir la propia ciudad: reflexiones sobre las visitas guiadas en Barcelona”. Documents d’anàlisi geográfica. 2015, vol 61, núm. 3, p. 539-561.
*Inmaculada Diaz-Soria es doctoranda en geografía de la Universidad de Toulouse-Jean Jaurès.