Jara Rodríguez-Fariñas, Juan Manuel Romero-Valiente y Antonio Luís Hidalgo-Capitán
Desde su independencia, México ha recibido tres importantes oleadas de emigrantes españoles, conocidos en México como “gachupines”. Dicho término, de carácter peyorativo, hacía referencia al español algo prepotente llegado al país que en poco tiempo adquiría una situación social acomodada; aunque en la actualidad ha perdido dicha connotación para ser utilizado de manera coloquial como sinónimo de emigrante español.
La primera de estas oleadas se produjo entre 1880 y 1930, fueron unas 30.000 personas y se les conoce como los emigrantes económicos; la segunda tuvo lugar entre 1938 y 1950, la conformaron unas 25.000 personas y sus integrantes son identificados como los exiliados políticos; y desde 2008 se está produciendo la tercera, cuya dimensión es a día de hoy difícil de precisar por cuanto se encuentra en curso.
Dicha oleada se constata por el hecho de que en la última década se ha triplicado la entrada anual de españoles a México (Figura 1) y, en concreto, desde el inicio de la crisis económica en 2008 hasta mediados de 2015, han llegado a México casi 7.000 emigrantes españoles, de los cuales el 73,1% han nacido en España (Figura 2).
La falta de oportunidades laborales en España, junto un aumento de la demanda de mano de obra cualificada por parte de México, ha hecho que muchos jóvenes españoles, y no tan jóvenes, emigren hacia este país, donde han encontrado no sólo un puesto de trabajo acorde con su formación, sino también la posibilidad de su desarrollo curricular.
5).
La mayoría de estos nuevos emigrantes españoles se denominan a sí mismos como “exiliados económicos”, pues consideran que han sido expulsados de España por la falta de oportunidades de la que responsabilizan a la élite política de este país (“No nos vamos, nos echan”).
Casi el 50% de los nuevos emigrantes españoles tiene entre 25 y 44 años, el 60,5% son hombres y dos de cada tres no están casados legalmente. Procedentes principalmente de las comunidades de Andalucía, Madrid y Cataluña, la mayoría de ellos reside en el Distrito Federal y los Estados de Jalisco y de Puebla. Y en general se encuentran altamente cualificados, ya que algo más del 80% cuenta con estudios universitarios y más del 30% con formación de posgrado.
Los trabajadores españoles llegan a México para cubrir las necesidades de mano de obra cualificada, debido a que gran parte del capital humano mexicano, y en especial el más valioso, emigra hacia Estados Unidos. Así, ante las dificultades para contratar profesionales nacionales, muchas empresas mexicanas se ven obligadas a reclamar talento del extranjero.
Por otro lado, la crisis económica ha llevado a muchas empresas españolas a buscar oportunidades de negocio en México la oportunidad de hacer negocio, trasladando con ellos a una parte importante de sus plantillas, en muchos casos de manera forzosa, y generando con ello un importante volumen de “expatriados” entre los emigrantes españoles, que lógicamente tienen unas condiciones laborales más favorables que el resto.
A pesar de estas diferencias, a las que se suman las derivadas del tipo de titulación que posean, la mayoría de los emigrantes españoles obtiene ingresos que están por encima del salario medio mexicano. Aunque su nivel de vida depende también en gran medida de su lugar de residencia, ya que el coste de la vida varía enormemente entre ciudades e incluso entre barrios de una misma ciudad (alquileres, servicios, comercios…).
Como es habitual en todo proceso migratorio, las dificultades iniciales que encuentran los emigrantes españoles son la necesidad de regularizar su situación para poder trabajar y la escasez de recursos económicos para financiar el viaje y los primeros meses de estancia. Y aunque, pasados los duros momentos iniciales, la existencia de redes sociales y de una lengua y cultura común facilitan la integración, en su conjunto contemplan como problemas para su vida cotidiana: la calidad del sistema sanitario mexicano; la inseguridad; la ineficiencia de la burocracia nacional; sus condiciones laborales; el acceso, los precios y la calidad de las viviendas; y algunos problemas culturales, como por ejemplo los referidos a las relaciones de género.
Los emigrantes españoles, en general, están bastante satisfechos de su proceso migratorio a México y, de hecho en torno al 45% de ellos tiene pensado permanecer en el país de manera indefinida. Del resto, alrededor del 30% aspira a reemigrar a otro país para seguir ampliando su currículum; mientras que sólo el 25% se plantea el retorno a España.
Y mientras la economía española no acabe de remontar y siempre y cuando la economía mexicana siga creciendo y disminuya la inseguridad y la corrupción en el país, cabe de esperar que sigan llegando a México nuevos emigrantes españoles. Así, como lo hicieron los “gachupines” de las dos primeras oleadas, los exiliados económicos de la tercera oleada de “gachupines” ya están contribuyendo al desarrollo económico y cultural de México.
Para mayor información:
RODRÍGUE-FARIÑAS, J., ROMERO-VALIENTE, J. M., HIDALGO-CAPITÁN, A. L. (2016). Los exiliados económicos. La nueva emigración de españoles a México (2008-2014). En: Scripta Nova, [en línea]. No. 532, 15 de marzo de 2016. ISSN 1138-9788. Disponible en: http://www.ub.edu/geocrit/nova-ig.htm.
Jara Rodríguez-Fariñas es Doctoranda en Sociología por la Universidad de Huelva y miembro del equipo del Proyecto FIUCUHU del Centro de Investigación en Migraciones de la Universidad de Huelva.
Juan Manuel Romero-Valiente es Profesor Titular de Geografía, coordinador del Proyecto FIUCUHU del Centro de Investigación en Migraciones de la Universidad de Huelva y miembro del Proyecto FLACSO – España.
Antonio Luís Hidalgo-Capitán es Profesor Titular de Economía Aplicada, coordinador del Proyecto FIUCUHU del Centro de Investigación en Migraciones de la Universidad de Huelva y miembro del Proyecto FLACSO – España.