Vicente Bielza de Ory*.
André Humbert de la Universidad de Nancy, desde su privilegiada visión como aviador, en el capítulo tres de su reciente libro Le géographe et le tapis volant transitadel paisaje admirado al paisaje explicado, para intentar rehabilitar el paisaje, explicándolo en relación con el sistema territorial. En un libro homenaje a Humbert, Paysages lus du ciel, el que suscribe intentó precisar más lo afirmado por el homenajeado, en el sentido de que es el sistema territorial el que debe explicar el paisaje observado.
Precisamente el que no se planteara así, por parte de los seguidores de la New Geography, fue una de las causas de la fractura que se produjo en la segunda mitad del siglo XX dentro de la Geografía humana, cuando el éxito de la escuela alemana del landschaft, como recuerda Claval en su Histoire de la Géographie (1995), radicaba en la unión de los dos objetivos abiertos anteriormente por las corrientes científicas del XIX. La conclusión a la que llega este geógrafo francés, es que la geografía como ciencia sigue teniendo, aunque matizados, similares objetivos a los propuestos un siglo antes, que se traducen en el paisaje.
Paisaje, sistema y territorio son tres palabras clave de la investigación geográfica y también de la ordenación del territorio (OT), función pública que se ha revelado como una buena piedra de contraste para la aplicabilidad de las teorías geográficas. La experiencia de algunos geógrafos, al adentrarnos en el trabajo multidisciplinar que entraña la OT, es que los demás especialistas que abordan el territorio en sus elementos, lo que nos demandan son las relaciones entre los elementos de dicho sistema territorial, cuya delimitación –morfológica o funcional- es tarea del geógrafo y cuya expresión interdisciplinar debe ser cartográfica y matricial, lo que implica, por parte del geógrafo, el conocimiento de la teoría general de sistemas (T.G.S.). La falta de un buen entendimiento de dicha teoría, que exige una cierta formación matemática, es la que, en parte, condujo al pronto desánimo de algunos geógrafos latinos, iniciales entusiastas de la New. Los principales creadores sistémicos, como Christaller y Berry, contaban con una formación económico-matemática. Por otra parte, la Nueva Geografía, al priorizar los factores y procesos económicos, se alejó de la consideración de los naturales, sociales y culturales. Las matrices y los modelos se apoyaron en las leyes económicas, como los paisajes clásicos se habían sustentado en las de la naturaleza. Así se llegó a una nueva geografía sin paisajes, como afirma Humbert en su citado libro. Si la Nueva Geografía se hubiera apoyado en sistemas territoriales no tendría que haber dado la espalda a los paisajes, pero ello hubiera implicado que se hubieran investigado, junto con el subsistema de ciudades, otros subsistemas del territorio -ecológicos, sociales y culturales- que plantean un orden creciente de dificultad en su cuantificación.
Por los motivos antedichos y por otros la crisis de la New Geography ya se había producido en algunos países, cuando en 1973 se entró en la crisis del binomio economía-territorio, que trajo consigo cambios en su relación y en los sistemas urbanos. La adaptación de la Geografía a la situación post industrial se traduce, como subrayó H. Capel (Vol. 1, Nº 1 de GEOTRÓPICO), en referencias más raras al sistema urbano, pero también habría que apuntar valiosas innovaciones, como los modelos dinámicos no lineales aplicados a sistemas urbanos por D. Pumain (l’Espace géographique, 1997). Sin embargo, sigue habiendo un déficit en el desarrollo del sistema territorial propiamente dicho, por la dificultad de la modelización ponderada e integrada de los distintos subsistemas más allá del urbano. Algo similar ocurre en la Ordenación del Territorio. El sistema de ciudades se encuentra en la base de la primera Directiva de la Stratégie Territoriale Européenne (Potsdam, 1999) que propone un sistema urbano policéntrico y equilibrado para alcanzar un desarrollo equilibrado y sostenible del territorio de la Unión Europea. Pero cuando se plantean los otros subsistemas no se resuelven de forma verdaderamente sistémica, ni se integran entre sí. Por otro lado, al año siguiente, el paisaje en cuanto objeto científico ha sido recuperado por la ordenación del territorio desde la Convención europea del paisaje celebrada en Florencia. Y ha entrado con tal fuerza que en el inmediato Congreso Internacional de OT (Zaragoza, 2003) todos los profesionales de la OT y especialmente los arquitectos se centraron en el paisaje. Es decir, que desde fuera de la Geografía, en el cambio de milenio, se nos han señalado como objetos centrales de la Ordenación del Territorio tanto el paisaje, como el sistema territorial, cuestionados en la ciencia que los descubrió. El error, por parte de muchos geógrafos fue contraponerlos, cuando el segundo supone la abstracción del primero, que es, a su vez, la expresión morfológica de los elementos del sistema y de su interconexión.
BIELZA DE ORY, V. « Du paysage admiré au paysage expliqué et le système territorial », pp. 209-226, in Jean Pierre Husson et Michel Deshaies (dir.). Paysages lus du ciel. Hommages à André Humbert. PUIN-Éditions Universitaires de Lorraine. Nancy, 2015, 392 pp.
HUMBERT, A. : Le géographe et le tapis volant. Casa de Velázquez. Madrid, 2012, 187 pp.
* Vicente Bielza de Ory. Catedrático de Geografía Humana