El cartógrafo Enrique d’Almonte, en la encrucijada del colonialismo español de Asia y África

José Antonio Rodríguez Esteban y Alicia Campos Serrano

Enrique d’Almonte y Muriel (Sevilla, 1858 – Ciudad del Cabo, 2017), sobresalió en su época por ser uno de los cartógrafos-exploradores más prolíficos, abarcando su producción, con excepción del Caribe, los distintos dominios del colonialismo español del momento: Filipinas, Río Muni (Guinea Ecuatorial) y Sáhara Español (Sáhara Occidental). Sus acciones y propuestas fueron de gran utilidad para las autoridades españolas en ese contexto, siendo sus mapas muy admirados, en especial los realizados en Filipinas, hasta el punto de que el jefe del Servicio Minero americano los calificó de “sencillamente maravillosos”, señalando a D’Almonte “como uno de los grandes exploradores de la vigésima centuria”.

Procedía de una afamada familia de artistas gráficos, de la que hereda estas destrezas. En la escuela ya fue premiado por sus mapas, llevados a la Exposición Internacional de Viena de 1871. Dificultades económicas le obligaron a dejar sus estudios de ingeniero de caminos, opositando a una plaza de Auxiliar Facultativo de Minas que tuvo como destino la Comisión del Mapa Geológico de España. Su aportación en la construcción del primer bosquejo a escala 1:400.000 (1879-80) le valieron comentarios encomiásticos de su presiente, Manuel Fernández de Castro.

Filipinas

Quizá alentado por Fernández de Castro ante la ausencia de cartografía colonial, solicitó su traslado a Filipinas en marzo de 1880. Allí pasaría 18 años trabajando a las órdenes de los ingenieros de minas José Centeno y Enrique Abella, a los que se deben los mejores estudios del momento sobre la geología del Archipiélago (Ordaz, 1995). De esa colaboración salieron, de la mano de D’Almonte, sus tan alabados mapas topográficos. El primero de ellos fue el de la Isla de Luzón y sus adyacentes (1883), editado a cuatro tintas y a escala 1:400.000, con el relieve bellamente sombreado.

Los reconocimientos geológicos posteriores le permitieron realizar muchos otros mapas, croquis y dibujos, que se fueron incorporando a las Memorias de la Comisión. Los saberes geográficos y las destrezas que logró atesorar están en la base de sus logros: en especial sobre flora, agricultura, etnografía, leyes e historia del Archipiélago y de sus habitantes, destacando sus habilidades lingüísticas con el chino, el tagalo y el ilocano. Visitó y exploró números enclaves asiáticos, desde Sri Lanka a la Melanesia y desde las grandes islas de Indonesia a China y Japón.

Cuando los americanos entraron en Filipinas, se encontraron con toda esta cartografía. Como se ha comentado, Warren du Pré Smith, jefe del American Bureau of Mineralogy, reconocía 1909 esta labor en el boletín de la Royal Geographical Society:

“Sus mapas, que en muchos casos no han podido basarse en los medios usuales de comprobación son, dadas las condiciones del país recorrido, por extensión y por ejecución, sencillamente maravillosos… Conociendo, como yo conozco, las naturales dificultades del país, el extremado salvajismo de las tribus que habitan en algunas comarcas de las islas y las muy difíciles condiciones climáticas, debo considerar a D’Almonte como uno de los grandes exploradores de la vigésima centuria”.

Enrique d’Almonte, Isla de Luzón (Filipinas), 1883
Enrique d’Almonte, Isla de Luzón (Filipinas), 1883

Los mapas de Guinea

El final del dominio ultramarino de España en el Caribe y el Pacífico, en 1898, reactivó el interés africano, donde al tratado de París de 1900 le reconocía 28.000 km2 de territorio continental en el Golfo de Guinea –al sur de la costa, frente a la isla de Fernando Poo (Bioko)–. Allí se dirigirá en 1901 unaexpedición regia de toma de posesión, estudio y delimitación en la que participa D’Almonte como geólogo, con el objetivo de examinar las zonas montañosa, componiendo a su regreso un mapa a escala 1:200.000 que durante mucho tiempo fue, con sus ausencia y defectos, la única referencia. En 1906 se encargó de la demarcación fronteriza con el Camerún alemán.

Fue, además, albacea de una compañía de colonización y realizó diversas propuestas coloniales, proyectando un ferrocarril centroafricano que partiendo del río Muni, atravesaba Guinea hasta el Ubangui, para alcanzar el río Nilo en Uadelai y el ferrocarril inglés de Uganda.

Enrique d’Almonte, Río Muni (Guinea Ecuatorial), 1903.
Enrique d’Almonte, Río Muni (Guinea Ecuatorial), 1903.

El mapa del Sáhara español

Los planes se torcieron. Francia entregó a Alemania en 1911 parte del Congo francés y el choque con los intereses del nuevo gobernador español, Ángel Barrera, imposibilitaron los proyectos de D’Almonte. Fue mandado entonces al Sáhara español, que no disponía de cartografía, tras la importancia que adquiere con la declaración del Protectorado franco-español sobre Marruecos en 1912. D’Almonte viajó a la zona en 1913, publicando al año siguiente un excelente bosquejo cartográfico a escala 1:1.000.000, que fue acompañado de una extensa memoria.

Enrique d’Almonte, Sáhara Español (Sáhara Occidental), 1914.
Enrique d’Almonte, Sáhara Español (Sáhara Occidental), 1914.


Regreso a Filipinas

En 1915 D’Almonte regresó a Filipinas con la intención de completar los apuntes sobre la región tomados en su primera estancia. Con todo ello publica en 1917 el libro Formación y evolución de las subrazas Indonesia y Malaya, donde analiza, recurriendo a la etnografía y a la lingüística, las relaciones entre los pueblos del sureste de Asia y Oceanía. En 1917 muere tras chocar con una mina en Ciudad del Cabo el barco en el que viajaba nuevamente a aquellas tierras.

Para mayor información:

RODRÍGUEZ ESTEBAN, José Antonio; CAMPOS SERRANO, Alicia. El cartógrafo Enrique d’Almonte, en la encrucijada del colonialismo español de Asia y África. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de marzo de 2018, vol. XXII, nº 586. ISSN: 1138-9788.

José Antonio Rodríguez Esteban es profesor en el Depar­ta­mento de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid (España). Alicia Campos Serrano es profesora en el Departamento de Antropología Social y Pensamiento Filosófico Español de la Universidad Autónoma de Madrid (España).