por: Luis Abad* y Carlos Echaves**
La crisis financiera e inmobiliaria iniciada en 2007 puso fin en España a una década de crecimiento continuado en la que el país logró insertarse con éxito en los circuitos de la globalización económica. Pero, bajo los logros de aquel modelo quedaron ocultos desequilibrios que, con el estallido de la crisis y la posterior aplicación de las políticas de austeridad fiscal y de las reformas estructurales impuestas desde las instituciones comunitarias, han quedado al descubierto e incluso se han agravado.
En el análisis de estos desequilibrios la dimensión territorial resulta pertinente. Los efectos espaciales derivados de la Gran Recesión y de las respuestas neoliberales dadas a la misma no han sido homogéneos. Comprender qué territorios se han mostrado más vulnerables a ambos procesos y qué factores explican ese comportamiento diferenciado son cuestiones oportunas para revisar de forma crítica aquellas estrategias de desarrollo que generaron una elevada vulnerabilidad, y extraer aprendizajes de aquellas otras que propiciaron una mayor capacidad de resistencia.
A partir del análisis de 15 indicadores económicos, sociales, demográficos e inmobiliarios obtenidos de fuentes de información diversas se han estudiado los impactos de la crisis en las 50 provincias españolas y en los 363 municipios urbanos que superaban los 20.000 habitantes al iniciarse ésta en 2007. El periodo abarca desde diciembre de 2006 y hasta finalizar 2013, lo que permite observar tendencias coherentes en ambas escalas territoriales, de las que se deduce la existencia de fuertes contrastes en cuanto a la intensidad con que la crisis golpeó a los diversos territorios y también respecto al efecto provocado por las políticas neoliberales de austeridad impuestas a partir de 2010. Puede hablarse así de una geografía de la crisis y de una geografía de la austeridad.
A través del cálculo de un Índice Sintético de Vulnerabilidad (ISV) que combina los quince indicadores provinciales y los ocho urbanos, con valores positivos para aquellas que padecieron impactos superiores al promedio español –tanto más altos cuanto mayor fue su gravedad- y negativos en caso contrario, se identifican regularidades que permiten comprender por qué algunos territorios han sido más vulnerables y otros mostraron mayor capacidad de resistencia. El ISV elaborado permite así agrupar a las provincias y ciudades que han mostrado un comportamiento similar ante la crisis (figura 1).
Figura 1. Índice Sintético de Vulnerabilidad ante la crisis de las provincias y ciudades con más de 20.000 habitantes
Fuente: Elaboración propia
Las áreas de mayor impacto de la crisis se localizan a lo largo del litoral mediterráneo, con Castellón, Murcia y Valencia a la cabeza, y en las áreas de expansión de las aglomeraciones de Madrid y Barcelona, destacando Toledo y Lleida. A escala urbana, las ciudades de la crisis se dibujan con nitidez, con las diez más vulnerables también situadas en el litoral mediterráneo junto a otras canarias y madrileñas.
Son territorios que apostaron por un modelo urbanizador insostenible que facilitó el rápido despegue de sus economías a costa de en un elevado endeudamiento y de una especialización en actividades de baja productividad, fuertemente cíclicas (construcción, industrias auxiliares o servicios al consumo) y con un empleo precario y de baja cualificación.
Entre los territorios menos vulnerables se distinguen dos tipos con características diferenciadas. En primer lugar, aquellos que partían de una larga tradición industrial y que apostaron por desarrollar una economía diversificada. Alrededor de una industria renovada y con cierta capacidad exportadora progresaron unos servicios empresariales avanzados que favorecieron la innovación y generaron empleo de mayor calidad, al tiempo que se desarrollaron otros servicios de tipo turístico y comercial que fortalecieron sus estructuras productivas. Las provincias y ciudades atlánticas, especialmente las del País Vasco, han sido sus principales exponentes.
El segundo tipo corresponde a algunas provincias y ciudades del interior (Lugo, Ourense, Badajoz, Zamora…). El impacto de la crisis fue relativamente moderado en ellas al estar poco implicadas en el crecimiento de la burbuja inmobiliaria y su posterior pinchazo. El empleo público las protegió en los inicios de la crisis, pero tras implantarse las medidas de austeridad ha dejado de hacerlo. Además, cuentan con ciudades intermedias que se han comportado como centros administrativos, comerciales y de servicios en estas regiones interiores.
Finalmente, las dos mayores aglomeraciones metropolitanas han mostrado fuertes contrastes internos entre los núcleos que concentran a grupos de riesgo, que han padecido con intensidad los efectos de la crisis, y aquellos otros donde residen los grupos socio-profesionales de mayor estatus y cualificación.
En resumen, el análisis del impacto territorial de la crisis invita a abrir un debate en torno a tres componentes fundamentales: la necesidad de nuevos modelos productivos; la consolidación de una sociedad más cohesionada; y promover una nueva cultura y gobierno del territorio.
Para mayor información: Méndez, R. Abad, L. y Echaves, C. (2015): Atlas de la Crisis. Impactos socioeconómicos y territorios vulnerables en España. Editorial Tirant Lo Blanch. Valencia
* Luis Abad es Doctor en Geografía e Investigador contratado en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC.
** Carlos Echaves es Doctorando en Sociología e Investigador Contratado FPI en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC.