Los difusos límites de lo urbano

Acotar los límites de la ciudad siempre ha sido objeto de debate entre los estudiosos de la geografía urbana. Desde la pionera contribución de Horacio Capel en su homenaje al profesor Manuel Teran, La definición de lo urbano (reproducido en http://www.ub.edu/geocrit/sv-33.htm), mucho se ha discutido sobre las delimitaciones urbanas. Sin embargo, como reconoce un reciente informe de la OCDE (2012), Redefining “Urban” (http://dx.doi.org/10.1787/9789264174108-en), no existe actualmente un consenso entre los especialistas sobre la delimitación de los contornos urbanos que sea internacionalmente comparable, lo que conduce necesariamente a un deficiente seguimiento del desarrollo urbano.

Tradicionalmente las delimitaciones de las ciudades o áreas metropolitanas han partido de unidades administrativas, normalmente municipios, que eran agregadas según determinados criterios para generar una entidad superior que podríamos denominar ciudad administrativa. Esta forma de proceder es lógica, puesto que las estadísticas se recogen a partir de lindes administrativos prefijados exógenamente, pero que en muchas ocasiones tienen poco que ver con la realidad del espacio circundante, y responden a razones históricas o de reparto de poder que poco tienen que ver con la realidad demográfica o de localización de la actividad económica.

Una alternativa pasaría por disponer de estadísticas demográficas georreferenciadas, libres del corsé de los límites administrativos, y estudiar las aglomeraciones urbanas a partir de ellas. Sin embargo dicha información no está actualmente disponible con generalidad. En ausencia de la disponibilidad de una georreferenciación completa de la población, Eurostat y la DG-Regio de la Comisión Europea han trabajado en los últimos años en una tipología rural/urbana que sea consistente entre sí, y que, sin partir de los municipios como entidades básicas, pueda clasificarlos en rurales, intermedios o urbanos, agregando en algunos casos a lo que podríamos denominar ciudades administrativas. El punto de partida es la disponibilidad de una malla de población con resolución de 1 km2, de forma que para cada celda del territorio conocemos su población.

Dada esta información de base, cualquier tipología rural/urbano está armonizada en torno a tres conceptos fundamentales:

  • Celdas de población rural o áreas rurales: Celdas fuera de las aglomeraciones urbanas.
  • Aglomeraciones urbanas (urban clusters): Aglomeraciones de celdas contiguas, incluyendo las diagonales, con una densidad mínima de 300 habitantes por km2, y un umbral mínimo de población de 5,000 habitantes.
  • Centros urbanos o aglomeraciones urbanas de alta densidad (urban centers o high density clusters): Aglomeraciones de celdas contiguas, excluyendo las diagonales pero rellenando los huecos y suavizando los contornos, con una densidad mínima de 1,500 habitantes por km2, y un umbral mínimo de población de 50,000 habitantes.

La figura 1 muestra esta clasificación entre celdas rurales y urbanas a partir de una grid de población para España, y donde solo las celdas con población son consideradas.

Figura 1. Áreas rurales y aglomeraciones urbanas a partir de una grid de población de 1 km2.
Figura 1. Áreas rurales y aglomeraciones urbanas a partir de una grid de población de 1 km2.

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Goerlich y Cantarino (2012). Cantarino, Goerlich y Reig (2013).

Una redefinición natural de ciudad administrativa, ligada a los centros de decisión política local, parte de los centros urbanos construidos a partir de aglomeraciones de celdas de alta densidad y un umbral mínimo de población de 50,000 residentes. Pero primero debemos establecer una regla que transforme las aglomeraciones, definidas a partir de las celdas de población y sin ninguna vinculación a los municipios, en una tipología rural/urbana a nivel municipal.

Los criterios actualmente propuestos por Eurostat se basan en las proporciones de población municipal que viven en los anteriores tipos de celdas:

  • Municipio rural o con baja densidad de población, si al menos el 50% de la población municipal vive en celdas rurales.
  • Municipio urbano pequeño (town) o con densidad intermedia de población, si menos del 50% de la población vive en celdas rurales y menos del 50% de la población vive en centros urbanos.
  • Municipio urbano (city) o densamente poblado, si al menos el 50% de la población vive en centros urbanos o aglomeraciones urbanas de alta densidad.

A partir de los municipios urbanos utilizando el criterio anterior se define la ciudad administrativa como el conjunto de municipios urbanos físicamente contiguos. De esta forma es posible que una ciudad esté constituida por un solo municipio o por varios, siempre y cuando todos ellos tengan al menos el 50% de su población residiendo en el centro urbano identificado a partir de la grid de población y sean contiguos. Al mismo tiempo es posible que no toda la población de un centro urbano pertenezca a la ciudad que define, puesto que una pequeña parte de él puede pertenecer a un municipio que no sea urbano.

La figura 2 muestra una aplicación de estas ideas a la delimitación de la ciudad de Madrid. Añadir los flujos de movilidad intra-día, por cuestiones de residencia trabajo, permitiría extender la ciudad al área metropolitana, que en este caso se extiende hasta las provincias próximas.

Figura 2. Ciudad policéntrica de Madrid: 16 municipios y 12 centros urbanos. 2006.
Figura 2. Ciudad policéntrica de Madrid: 16 municipios y 12 centros urbanos. 2006.

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Goerlich y Cantarino (2012). Goerlich y Cantarino (2013).

Francisco Goerlich es atedrático de Análisis Económico en la Universitat de València

Para mayor información:

Francisco J. Goerlich e Isidro Cantarino. “Redefiniendo ciudades, Documento de Trabajo WP‑EC 2013‑06. Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. 2013. (Septiembre). pp.‑ 32.

http://www.ivie.es/downloads/docs/wpasec/wpasec-2013-06.pdf

Francisco J. Goerlich e Isidro Cantarino. “Población urbana y rural a nivel municipal”, Documento de Trabajo WP‑EC 2013‑01. Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. 2013. (Abril). pp.‑ 35.

http://www.ivie.es/downloads/docs/wpasec/wpasec-2013-01.pdf

Los horrores de una guerra urbana anunciada

Jean-Pierre Garnier*

La visión de las ciudades del porvenir puede ser de lo más pesimista, tal como se desprende del libro Ciudades bajo control1del geógrafo inglés «radical» —es decir, anticapitalista— Stephen Graham. Pesimista, sí, pero también realista: a partir del análisis de lo que se está preparando o ya desarrollando en las ciudades en este momento de «frenesí securitario globalizado», el autor muestra lo que el modo de producción capitalista ha llegado a ser hoy día, so pretexto de la «lucha contra el terrorismo» y otras «violencias urbanas»: un modo de destrucción de las relaciones civilizadas entre los miembros de una sociedad.

Las informaciones reunidas por S. Graham acerca de las nuevas estrategias y técnicas de mantenimiento del orden en las metrópolis no dejan lugar a dudas sobre lo que será de éstas en caso de sublevamiento popular: se convertirán en los principales campos de batalla de mañana. Parece que, en efecto, la urbanización de un mundo minado por desigualdades crecientes correrá a la par de una intensificación de una guerra social urbana, abierta o larvada, llamada de « baja intensidad ». Se trata de una guerra no declarada donde, paralelamente a la formación de cuerpos represivos especializados en la lucha contra las insurrecciones, se pondrán en marcha innumerables (y cada vez más perfeccionados) dispositivos high-tech de vigilancia, control y neutralización de un enemigo que va haciéndose más y más omnipresente y huidizo (percibido a la vez como exterior e interior, global y local, real y virtual), y que, debido al auge de la precarización, de la pauperización y de la marginalización en masa, tiende a confundirse con la mayoría de los ciudadanos.

A la vista de los preparativos belicosos intensivos descritos por Stephen Graham, diríase que las clases dirigentes no están del todo seguras de gozar de un estado de «paz civil» duradero o sostenible, como a algunos les gusta decir. Tampoco parece que la creciente acumulación del capital, ahora transnacionalizada, tecnologizada, financiarizada y flexibilizada, vaya a protegerlas de la revuelta masiva de quienes pagaron los platos rotos. Así que todo está ya preparado para ganar las «guerras de cuarta generación» -como dicen en la jerga del Pentágono- que se perfilan en el horizonte de las metrópolis del siglo XXI.

Lo que debería llamar la atención es la evolución de la relación de fuerzas entre las «del orden» y las de la «subversión». Probablemente nunca antes de ahora haya sido tan desfavorable para las últimas. Si tomamos como ejemplo la Francia de Napoleón III, el aplastamiento de la Comuna de París por el ejército contrarrevolucionario venido de Versalles muestra una diferencia de fuerzas que hoy sería un verdadero abismo. S. Graham nos ofrece una descripción tan detallada como espantosa del armamento ultra-sofisticado y de las tropas de choque entrenadas para el «control de la muchedumbre» y para sofocar las manifestaciones y protestas colectivas en las ciudades contemporáneas. Por ello, cuando el geógrafo David Harvey, «radical» él también, proclama retóricamente que «la revolución será urbana o no será»2, habría que recordar la advertencia del Presidente Mao Ze Dong, según la cual «la revolución no es una cena de gala».

Ciudades bajo control confirma, en todo caso, lo que las dos últimas guerras mundiales, Auschwitz e Hiroshima han dejado ya entrever: que, conjugado con la permanencia de las relaciones de producción y de dominación capitalistas que determinan su orientación y su utilización, el desarrollo científico y técnico ya no puede ser identificado con ninguna clase de «progreso».

El peinado audiovisual y digital del territorio urbano, el espionaje generalizado de las redes de comunicación, el urbanismo «fortificado» de ciertos espacios urbanos «defensivos», el recurso sistemático a «armas no letales» que incapacitan de por vida, las «ejecuciones extrajudiciales» con la ayuda de drones, microrobots voladores capaces de reconocer el ADN para atacar a individuos registrados como «sospechosos» en las bases de datos militares o policiales, etc., son otros tantos signos de una regresión de índole a la vez ética y política, por no decir de una barbarie incrementada, aunque sea new-look. En las ciudades, con esta guerra urbana «sin origen ni fin ni límites» que ya ha empezado, concluye Stephen Graham, la democracia y el Estado de Derecho inscritos en las banderas del nuevo imperialismo acabarán por perder las últimas apariencias de realidad. El desarrollo de respuestas represivas a la reivindicación de la ciudad como arena política tiende a hacer de ésta una mera arena policial.

* Jean Pierre Garnier es sociólogo.

1 Stephen Graham. Villes sous contrôle. La militarisation de l’espace urbain, La Découverte, 2012. En inglés. Cities under siege, Verso, 2010.

2 David Harvey. The right to the city, Monthly Review, 2008.