La transformación ambiental urbana y los solares vacíos en Barcelona.

Mª Àngels Alió

Hace algo más de un año el Ayuntamiento de Barcelona hacía pública una convocatoria que preveía la cesión por tres años de 15 solares municipales a colectivos ciudadanos interesados en llevar a cabo acciones de carácter social en estos espacios. Era el llamado Pla de Buits, o plan de solares urbanos. Los resultados se dieron a conocer el verano pasado, con la adjudicación de 12 propuestas correspondientes a otros tantos solares.

Los círculos sociales de la ciudad han comentado la timidez de una iniciativa que podría haber ido más allá, incluyendo, especialmente, solares privados que también están en desuso, y que hubieran ampliado la oferta a más asociaciones y propuestas.

En cualquier caso, este proyecto tiene dos características que hay que destacar. La primera, el reconocimiento público del papel de la sociedad civil en el desarrollo de intervenciones urbanas. Y la segunda, el carácter abrumadoramente ambiental de las propuestas de las asociaciones, que incluyen nueve huertos urbanos, una propuesta de arquitectura bioclimática destinada a equipamientos de barrio, otra sobre transporte urbano en bicicleta y, por último, la construcción de un local de servicios sociales. Dos rasgos que conducen directamente al tema de los protagonismos de lo que viene en llamarse la reforma ambiental urbana. Porqué desde los años setenta en el siglo pasado hasta la actualidad ha habido cambios en los actores que están impulsando dicha reforma.

Desde que Murray Bookchin planteó, a mediados de siglo pasado, la necesidad de abordar la reforma ambiental desde las ciudades se pensaba las instituciones municipales iban a ser las responsables de llevar a cabo los cambios que fueran necesarios. Por su parte, la población más implicada ambientalmente debía cumplir su función en el proceso de movilización y presión sobre la administración. Poco después, durante los años ochenta y principios de los noventa la reforma ambiental urbana fue desarrollándose al amparo del trabajo de expertos y profesionales interesados en articular los objetivos ambientales en el seno de la planificación local y urbana. Lo que reforzó el papel de la administración pública, en la medida que ésta era la única que tenía capacidad y competencia para llevar a cabo dicha transformación, al menos en Europa.

Desde 1994 las Agendas 21 Local abrieron las puertas al protagonismo compartido entre la administración y la ciudadanía. Fue un periodo corto y confuso, colmado tanto de expectativas como de decepciones. Una de las causas fue la evidencia de la creciente debilidad de la administración pública y ya en los inicios del período neoliberal empezaron a aparecer cifras que mostraban de manera elocuente las disminuciones drásticas de los presupuestos públicos en las ciudades norteamericanas.

Frente a ello, desde finales de los noventa, y sobre todo desde principios del nuevo siglo, resurgieron nuevos protagonistas sociales. Una novedad de los nuevos movimientos sociales consiste en que los actores sociales empiezan a tener una función directa en la transformación activa y directa de la ciudad y los espacios urbanos. En el día de hoy de las sociedades urbanas pueden encontrarse multitud de acciones que se orientan directamente a corregir impactos ambientales de múltiples características y circunstancias, aunque todos ellos tengan en común comportamientos cotidianos. Pensamos, por ejemplo, en acciones para la reducción de residuos surgidas de la misma población y que conectan con el ideario del consumo responsable. O también en los comedores escolares ecológicos, promovidos y coordinados por las asociaciones de padres y madres en colaboración con campesinos de agricultura ecológica y un número pequeño pero creciente de profesionales de la restauración colectiva. Por no hablar del movimiento de huertos urbanos sociales, que empezó como una novedad y se ha expandido hasta transformarse en poco tiempo en un elemento más de las ciudades.

La red internacional de iniciativas urbanas agrupadas bajo el nombre de Transition Towns (www.transitionnetwork.org)es un ejemplo de esta nueva situación. Se trata de una red de más de mil ciudades. Aún cuando, en realidad, deberíamos añadir un número semejante de ciudades, con otras formas de organización y soporte mutuo pero con el mismo objetivo de ayudar a sus habitantes a realizar sus propios proyectos de transición a una sociedad más ecológica.

Por supuesto que las ayudas institucionales son bienvenidas, pero las personas que forman parte de este movimiento no confían demasiado en ellas. Aunque, como en el llamado Pla de Buits de Barcelona, están dispuestas a aprovechar las oportunidades que se les ofrecen.

Mª Àngels Alió es Profesora Titular del Departamento de Geografia Humana de la Universidad de Barcelona y Directora del Grupo de Investigación en Ecología Social y Planeamiento Participativo.

Para más información:

ALIÓ, M.Àngels – JORI, Gerard.: La reforma ambiental de las ciudades. Visiones y propuestas del movimiento vecinal de Barcelona. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona. Vol. XIV, núm. 331 (63), 1 de agosto de 2010.

BELLET, Carme: La activación de solares urbanos. De práctica alternativa a objeto de programas municipales. Biblio3W. Revista bibliográfica de Geografia y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona. Vol. XIX, nº 1058, 15 de enero de 2014.