La regeneración territorial: un desafío para espacios desindustrializados que buscan alternativas de éxito

Paz Benito del Pozo*

El proceso de desindustrialización sufrido en Europa a raíz de la crisis del modelo productivo conocido como “fordista” durante los años de 1970 y siguientes generó no solo desempleo, desinversión y la despoblación de amplios territorios y ciudades que fueron escenario de la industrialización histórica, sino que también tuvo como efecto la multiplicación de ruinas industriales. Por su magnitud y naturaleza estas ruinas, que afectaban a varios cientos de miles de hectáreas, se perfilaron como un verdadero desafío territorial ya que para los solares y edificios abandonados el mercado del suelo no garantizaba de forma espontánea su absorción y reutilización. Además, los suelos industriales improductivos, edificados o no, constituían un riesgo medioambiental y un factor de degradación para las áreas urbanas; también una fuente de gasto para las Administraciones Públicas.

Como solución institucional, y en línea con una estrategia de regeneración territorial que incluía tanto a ciudades como a pequeñas localidades, la Unión Europea diseñó y activó un repertorio de medidas económicas, urbanísticas y legislativas que permitieron desarrollar iniciativas de recuperación y aprovechamiento de suelos y fábricas para dotarlos de algún uso alternativo. La atención al problema de las ruinas industriales se acompañó de una creciente sensibilidad social. Así muchos edificios fabriles, obras de ingeniería y paisajes en precario se salvaron de la extinción, el deterioro o el olvido gracias a merecer, no sin el esfuerzo de colectivos y asociaciones culturales y vecinales, la consideración de verdaderos monumentos. Y como tales, muchos de esos vestigios se han protegido con la declaración de Bien de Interés Cultural o equivalente, figura regulada en España, y otros países de su entorno, por las leyes regionales de patrimonio.

A escala urbana, las intervenciones llevadas a cabo en barrios y espacios fabriles y portuarios abandonados (no siempre de carácter protector) se enmarcan en una estrategia de revitalización de la ciudad que a menudo forma parte de un proyecto de crear ciudad en torno a las industrias obsoletas y de conservar éstas como expresión de la memoria colectiva. En este sentido, la vieja fábrica actúa a la vez como testimonio y como símbolo. Puede afirmarse que las ciudades aprenden en este milenio a interpretar y reutilizar el legado de la industrialización como un recurso. A menudo esas mismas ciudades también reorganizan su estructura productiva en torno a una nueva actividad, el turismo, que se sustenta en acciones sobre ese legado de la industria histórica.

La ciudad de Avilés y su ría, localizadas en el Área Central de Asturias, son un claro exponente de la transformación radical de un territorio sujeto durante décadas a la lógica y los impactos del industrialismo, que engendró una ciudad-empresa de contaminado perfil y una economía urbana de monocultivo siderúrgico. Avilés ha sido capaz, sin renunciar a su pasado industrial, de varios logros importantes de regeneración territorial, entre los que destacan: (a) de regenerar el tejido productivo tras el cierre de su empresa motora, la compañía pública Ensidesa; (b) de crear una imagen de espacio limpio y de bienestar; (c) de redefinir su urbanismo y (d) de posicionarse como un espacio turístico con identidad propia. Esta experiencia, que remite a ejemplos similares en otras zonas del norte peninsular y que se inspira en modelos como Ría Bilbao 2000, debe sus elementos de éxito a una estrategia de política urbanística que prioriza el aprovechamiento de los terrenos industriales abandonados, la descontaminación ambiental y la regeneración del puerto.

Vista general de la ciudad y ría de Avilés, un espacio urbano de tradición siderúrgica en proceso de regeneración funcional, urbanística y medioambiental. Foto cedida por el Ayuntamiento de Avilés tomada en 2013.
Vista general de la ciudad y ría de Avilés, un espacio urbano de tradición siderúrgica en proceso de regeneración funcional, urbanística y medioambiental. Foto cedida por el Ayuntamiento de Avilés tomada en 2013.

También parece acertada la política turística, que adopta una escala supramunicipal basada en la colaboración de las distintas corporaciones locales que forman la Comarca de Avilés para alcanzar, sumando recursos e infraestructuras, un tamaño de polo turístico más competitivo y diversificado que si se limita a la ciudad de Avilés, con una oferta de elementos variados y singulares, entre los que destaca el Centro Cultural Niemeyer y el paisaje urbano-industrial en el que se enmarca. Adicionalmente, la calidad de la ría y su entorno ha mejorado con el plan de saneamiento integral, la renovación de la avenida de Guadalhorce, el Paseo fluvial “Ruta del Acero” y el puerto deportivo. Y cómo no, con la intervención en el Casco Histórico, que recupera y adecenta edificios, calles y plazas.

En este proceso hay, no obstante, algunas sombras, entre ellas, los problemas de gestión y financiación que desde 2012 atenazan a los responsables del Centro Cultural Niemeyer y que han impedido que Avilés se consolide como destino internacional, aspiración que en 2006 parecía más que plausible. Hoy se trabaja con un horizonte más modesto, pero el gran cambio ya es una realidad y Avilés se perfila como un modelo urbano de transformación planificada exitoso en muchos aspectos, mostrando capacidad para revitalizarse y generar actividades alternativas.

Para mayor infor­ma­ción:

BENITO DEL POZO, Paz. Renovación urbana, herencia industrial y turismo: un proceso con elementos de éxito en Avilés (Asturias). Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 2016, nº 72, pp. 285-304 [En línea].
http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2341/2216

* Paz Benito del Pozo es profesora titular de Geografía Humana en la Universidad de León (España) y directora del Grupo de Investigación INVESTER.