Xosé Manuel Souto González (Geoforo Iberoamericano. Gea-Clío, Universitat València)
En la enseñanza escolar existen muchos mitos y estereotipos. Uno de ellos consiste en entender la enseñanza como un arte y no como una ciencia o técnica; o sea, que se “nace” para enseñar y que dichas dotes no se adquieren por aprendizaje cultural. Sin embargo, las recientes investigaciones de las diversas ciencias, que analizan los modos y maneras de aprender de una persona, han puesto de relieve la importancia del entorno histórico en la construcción de la memoria y los razonamientos.
La voluntad y el compromiso individual son necesarios, aunque no sean suficientes
Para enseñar hace falta motivación, voluntad de comunicarse con otros congéneres y una meta de transformación cultural. De la voluntad nacen las emociones y sentimientos que modelan la manera de razonar y argumentar. Sin este compromiso personal es difícil trabajar en la enseñanza básica, pues hay que estar convencidos que la obligatoriedad de la misma es algo positivo para transformar la moral heterónoma en autónoma y crítica. Es decir, es necesario, aunque no sea suficiente, disponer de un ideal de ser humano social para dedicarse a la enseñanza.
También ayuda en la forja de la voluntad el contexto social y político. Las reivindicaciones de libertades públicas y el reclamo de los derechos ciudadanos permitieron crear un ambiente que influyó de manera decisiva en la transición de la dictadura a la democracia en el último cuarto de siglo XX en España. Ello generó unas actitudes personales hacia el espacio público, que provocaba un eco democrático en los claustros de los centros escolares.
De este compromiso personal y reivindicaciones colectivas nacen los proyectos educativos, como se pudo comprobar en los diferentes movimientos de renovación pedagógica de los años setenta y ochenta del siglo pasado, así como grupos de innovación en las distintas didácticas específicas. Nombres como Rosa Sensat, Escola d’estiu, Clarión, Cronos, Germanía, IRES… y otros más surgieron en el contexto español. Sin embargo, la mayoría de ellos han desparecido en este nuevo siglo XXI. En el caso específico de la enseñanza de las ciencias sociales apenas siguen funcionando de manera regular IRES y Gea-Clío.
La constancia en la innovación en los momentos difíciles es un valor incuestionable para impugnar las rutinas escolares
Este último grupo nació como consecuencia de los impulsos renovadores (más o menos idealistas o ingenuos) de los años finales de los ochenta, que derivaría por la vía institucional en la LOGSE. Desde entonces el grupo se ha venido reuniendo con una periodicidad casi mensual para planificar materiales curriculares, formarse de una manera autónoma y programar actividades para la formación de otros docentes.
¿Por qué más de veinticinco años propugnando innovaciones? En primer lugar porque las resistencias a un cambio de las rutinas escolares son grandes. Ello obliga a ser constantes en las propuestas. Por otra parte porque el ambiente político y social ha decaído, impidiendo más de una vez que las buenas voluntades se transformen en actividades públicas. Por último porque para innovar necesitamos contar con un grupo experimentado de personas y también de un programa de investigación sobre las estrategias docentes y los obstáculos en el aprendizaje discente.
La innovación necesita de la investigación educativa
Las propuestas de mejora se consolidan si se sustentan en una práctica profesional, pero también si están bien argumentadas desde la investigación educativa. Y para ello necesitamos contar con un conjunto de investigaciones particulares que confluyan en un proyecto curricular. Eso es lo que hemos venido defendiendo desde hace dos décadas en Gea-Clío y que se puede hoy mostrar de forma pública.
Además de los materiales para trabajar en las aulas se dispone de un conjunto de investigaciones sobre la institucionalización del saber (en especial sobre las Escuelas de Geografía) y sobre las particularidades de este en el medio escolar (evaluación, manuales escolares, memoria escolar, argumentación, identidades…).
No siempre es fácil acompañar la innovación con la investigación y tampoco esta es comprendida desde otros colectivos. La investigación y la innovación tienen puntos comunes, pero también diferencias que pueden alejar a una de la otra. Un proyecto curricular supone una estrategia de acoplar los intereses de los investigadores a las necesidades de las personas que quieren mejorar la enseñanza día a día.
Para saber más
Llácer, V. (2008). Innovación didáctica y cambios educativos en España. El Proyecto Gea-Clío. En Actas del X Coloquio Internacional de Geocrítica: Diez años de cambios en el Mundo, en la Geografía y en las Ciencias Sociales, 1999-2008. Universidad de Barcelona. Accesible en: http://www.ub.edu/geocrit/-xcol/20.htm
Souto González, X. M. (1999). Los proyectos de innovación didáctica: El caso del proyecto Gea-Clío y la didáctica de la Geografía e Historia. Revista Didáctica de las ciencias experimentales y sociales, 13, 55-80.
Xosé Manuel Souto González es director del Geoforo Iberoamericano desde 2008 y coordinador de Gea-Clío desde 1989. Es profesor titular de Didáctica de las ciencias sociales en la Universitat València. Desde 1979 ha trabajado en la educación ciudadana desde la aportación de Geografía en diferentes niveles escolares, en especial en Educación Secundaria.