VÍCTIMAS PREDILECTAS DE LA TECNOCRACIA: LOS CAUCES FLUVIALES

La protección del patrimonio hidráulico y su conservación, cuando el paso del tiempo puede hacer que se considere su función obsoleta, plantea numerosas dificultades. En muchos lugares sistemas hidráulicos tradicionales, cuyo origen es muy antiguo, perecen ante nuevos diseños sin el más mínimo respeto a que han sido, durante siglos, factores esenciales en el modo de vida de las poblaciones a la vez que elementos singulares del paisaje.

Cuando, además, las modificaciones afectan a un cauce fluvial la cuestión se complica. A veces se esconde cubriéndolo al menos en parte o se deja a la vista en seco y destinado a otros usos, pero en todos los casos se han generado polémicas sociales y científicas. Por ello el intento de rellenar y hacer desaparecer un cauce, como actualmente se acomete en Lorca (Murcia), es decisión que posiblemente debería meditarse y haberse sometido previamente a un amplio debate.

El río-rambla Guadalentín en Lorca, caracterizado por la gran irregularidad de su régimen, durante siglos ha sido proveedor exclusivo del regadío en el gigantesco abanico aluvial que ha generado su entrada en la en la Depresión murciana. Dado su escaso débito y las grandes crecidas que experimenta, en su cuenca se instalaron algunos de los embalses más antiguos de España. Pero desde mucho antes la cuenca del Guadalentín se ha dotado de numerosas otras obras del mayor interés, desde presas subálveas hasta derivaciones, galerías con lumbreras y otros muchos artefactos para el riego, convirtiendo a esta cuenca en un extraordinario muestrario de adaptaciones a la sequía y aprovechamiento de recursos hídricos escasos e irregulares.

Ya señalan los escritores musulmanes que este río presenta la peculiaridad de poseer dos cauces diferentes, uno más alto que otro, de manera que para conseguir riego se eleva el agua mediante presas. No es esta una circunstancia extraña, pues las aguas circulantes por un cono aluvial extenso, suelen divagar, presentar difluencias y labrarse cauces nuevos, aprovechándose los antiguos con frecuencia como conducciones de riego. Es más que posible que este fuera el origen de la “rambla de Tiata”, que ahora se pretende cubrir con una ronda destinada a facilitar el tráfico automovilístico.

Fig. 1.-Abanico aluvial del Guadalentín soporte, de la huerta tradicional de Lorca

Este posible antiguo cauce, acondicionado y que cuenta hoy con otros elementos patrimoniales de interés (Puente de la Torta, obra en hormigón armado de 1910), aparte de permitir el regadío de un amplísimo sector de la vega lorquina en episodios de crecida, distribuye también las “aguas claras” procedentes de los embalses de cabecera o de otros orígenes. También ha facilitado secularmente la dispersión de los caudales en grandes crisis de inundación, función dificultada ahora por el abandono de su desagüe natural a través de la rambla de Biznaga, invadida por cultivos y edificaciones.

Fig. 2 .- Puente de la Torta sobre la Rambla de Tiata.

El conjunto de la derivación de “Los sangradores”, de hecho una derivación o boquera de enormes dimensiones, con los dos brazos en que divide el río: rambla de Tiata y El Ramblar, componen un dispositivo hidráulico amplísimo, determinante de la estructura general del regadío tradicional lorquino e íntimamente relacionado con la morfología del abanico aluvial del Guadalentín. Encaminado a la mejor administración posible tanto de las aportaciones ordinarias del río como a sus frecuentes crecidas extraordinarias es, sin duda, un buen ejemplo de adaptación al medio, ya que es capaz de paliar los efectos de una inundación diseminando la onda de crecida y, al mismo tiempo, regar y fertilizar con sus aluviones (“riego de turbias”) un amplio territorio y colaborar en la desalación de los sectores semiendorreicos que flanquean el abanico del Guadalentín en su sector meridional.

Fig. 3.- Presa de derivación de “Los Sangradores”

Este ha sido el papel secular de la presa de Los Sangradores y los dos cauces que parten de ella. La denominada rambla de Tiata está hoy integrada en buena parte en la trama urbana del núcleo de Lorca, flanqueando los paseos de Las Alamedas y afectada de lleno por el proyecto de vial que pretende hacerla desaparecer, rellenado su cauce y sustituyéndolo por una tubería subterránea capaz para 8 m3/s., que son, al parecer, las necesidades estimadas por los regantes.

Sin duda el regadío de la huerta de Lorca ha cambiado mucho, en particular a partir de la segunda mitad del siglo XX, permitiendo valorarlo como obsoleto y a las crecidas del Guadalentín como “extremadamente esporádicas”. Pero aun aceptando afirmaciones infundadas, el vial que se pretende construir destruye la estructura general del sistema de riego de la huerta de Lorca, algo cuya desaparición posiblemente resulte inaceptable para muchos. Una mínima prudencia parece aconsejar la apertura de un amplio debate público, que incluya propuestas alternativas y evite un nuevo atentado al harto maltratado patrimonio cultural de la ciudad de Lorca.

Para mayor información:

Chacón, F. Mula A. Calvo, F. (Dir.) Lorca, pasado y presente. Murcia: CAM/Ayuntamiento de Lorca,1990, 2 volúmenes.

Calvo, F. Conesa, C. Álvarez, Y. La inundación de octubre de 1879 en el bajo Segura. Magnitud y efectos inducidos. Madrid: Estudios Geográficos, nº 242, 2001. Pags.7-27

Francisco Calvo García- Tornel es Profesor Emérito en la Universidad de Murcia.

Ficha Bibliográfica