Salvador Beato Bergua
Departamento de Geografía, Universidad de Oviedo
La Directiva Hábitats de la Unión Europea creó en 1992 la Red Natura 2000 con el propósito de servir de herramienta para la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres del territorio comunitario. Desde entonces, todos los Estados miembros de la Unión han propuesto y conseguido incluir espacios de alto valor natural bajo esta protección y para su uso como reclamo educativo y turístico. Así, buena parte de las áreas naturales, lugares y elementos singulares protegidos en España han sido convertidos en Zonas de Especial Conservación (ZEC) amparados bajo dicha normativa y englobados, por tanto, dentro del patrimonio natural europeo. Sin embargo, la aplicación presenta una grave deficiencia en el Estado español: la cartografía sobre la que se sostiene está desactualizada, se elaboró a una escala inadecuada y presenta, por tanto, importantes errores en la delimitación de las unidades. Esta incorrección es más alarmante aún si tenemos en cuenta que dichos mapas son de consulta obligada en los procedimientos de ordenación territorial, es decir, a partir de ellos se toman decisiones que pueden terminar en dislate: protegiendo una zona de vertido de residuos industriales o pasando una autovía por el medio de una arboleda centenaria. Sea como fuere, los hábitats de interés comunitario son un patrimonio, un legado que ofrecer a las generaciones venideras, y con una adecuada gestión pueden ser objeto de actividades económicas sostenibles, fuente de ingresos y de fijación de población.
Por otro lado, hay bastante desconocimiento del estado actual del patrimonio natural que constituyen nuestras formaciones vegetales, toda vez que se están produciendo grandes y rápidos cambios en el medio natural, rural en la Península Ibérica, especialmente en el montano. En este sentido, el despoblamiento del campo y el abandono de las actividades tradicionales agroganaderas comportan una disminución importante de las perturbaciones antrópicas en las dinámicas naturales que rigen la distribución de la vegetación y, por tanto, modificaciones en la relación de fuerzas entre sociedad y naturaleza que configura el paisaje. Así, la sucesión vegetal avanza hacia etapas progresivas y el matorral que ocupó en las últimas décadas espacios otrora de cultivo y pasto, da paso a bosques jóvenes y a la extensión de aquellos que fueron mantenidos por su explotación (frutos, madera, caza) o inaccesibilidad.
La Montaña Central Asturiana, nombre popular con el que se conoce el sector medio y montano del Macizo Asturiano, da buena cuenta de esto. Los cambios de uso son evidentes, especialmente el fin de las actividades seculares, de los cultivos y los múltiples y variados rebaños, y, en otro orden de cosas, la construcción de infraestructuras que conectan el área metropolitana de Asturias con la Meseta y que le suministran agua y energía. Además, es zona de esparcimiento de los urbanitas que toman este abrupto territorio los fines de semana y festivos, en busca de aire fresco, nieve, bosques y hermosos paisajes.
Así, el Alto Pajares, un valle de alta montaña, ha experimentado importantes transformaciones paisajísticas debido al comentado declive del modelo de sociedad rural y a la construcción de equipamientos e infraestructuras como la estación de esquí Valgrande-Pajares y la autopista del Huerna, líneas de alta tensión, carreteras y ferrocarriles, incluso un gasoducto. Sin embargo, buena parte del Alto Pajares está cubierto por un denso bosque que crece y del que destaca el hermoso hayedo de Valgrande sobre suelos ácidos, catalogado como de interés comunitario (hayedos acidófilos con sotobosque de Ilex y Taxus). Existen, además, otros 2 hábitats de interés (rebollares y acebedas orocantábricas) y todos ellos alcanzan en total una extensión de 1.105,49 ha, lo que representa más del 70% de su área boscosa.
Por otro lado, la Sierra del Aramo, alineación calcárea de media montaña de vocación tradicional ganadera, recibe un continuo flujo de visitantes, provee con sus recursos hídricos y paisajísticos a la cercana Oviedo y observa el crecimiento de sus masas arbustivas y boscosas por sus pendientes laderas, frecuentadas y admiradas por caminantes y ciclistas. El Aramo se encuentra entre dos regiones biogeográficas contrastadas, es decir, con condiciones de temperatura y humedad diferenciadas. Esto explica que cuente con 7 formaciones vegetales (hayedos acidófilos, carbayedas de Quercus robur, encinares de Quercus ilex y Quercus rotundifolia, alisedas ribereñas, así como tilares, rebollares y acebedas orocantábricos,) hábitats de interés comunitario diferentes, que abarcan 2.235 ha, esto es, más del 28% de su superficie forestal.
De este modo, sendas zonas de la Montaña Central Asturiana son una muestra de su elevado patrimonio vegetal, por otra parte, susceptible de ser incluido en la Directiva Hábitats. Además, el crecimiento de los bosques que se está produciendo en las últimas décadas por el descenso de la presión ganadera va a suponer, a priori, un aumento del patrimonio natural que podrá ser utilizado para el desarrollo local sostenible y para frenar el vaciamiento demográfico en curso. No obstante, es necesario realizar una correcta ordenación territorial, la cual no se puede llevar a cabo sin una cartografía precisa y un buen conocimiento del medio físico y de la idiosincrasia sociocultural del campo y las aldeas.
Para mayor información
BEATO BERGUA, Salvador, MARINO ALFONSO, José Luis y POBLETE PIEDRABUENA, Miguel Ángel (2017). El paisaje vegetal y los hábitats forestales de interés comunitario en la Montaña Central Asturiana. Cuadernos Geográficos, 56(1), p. 26-52. ISSN 2340-0129.
Disponible en: <http://revistaseug.ugr.es/index.php/cuadgeo/article/view/4834>
Salvador Beato Bergua es investigador predoctoral en el Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo (España).