Desarrollo rural y redes rurales

Eloi Guinjoan*

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, las áreas rurales de los países más desarrollados empezaron a sufrir las consecuencias de la consolidación de un modelo de sociedad urbana e industrial. Las áreas rurales eran vistas como territorios retrasados, cuya única función era el suministro de alimentos a una población urbana creciente. En este contexto, el desarrollo de las áreas rurales se basó en una modernización del sector agrario, lo que supuso una transición desde la agricultura tradicional hacia una agricultura productivista e intensiva: la denominada “revolución verde”.

Durante la década de 1970, sin embargo, y como reacción a los graves impactos sociales, culturales y ambientales de la modernización, se empezó a gestar una nueva forma de afrontar el desarrollo de las áreas rurales. Este nuevo enfoque supuso tres grandes cambios respecto al anterior planteamiento: por un lado, trasladó la atención sobre los recursos propios del territorio; por otro lado, convirtió las comunidades locales en las auténticas protagonistas del desarrollo; y finalmente, amplió el objetivo del crecimiento económico a otros objetivos de carácter social, cultural y ambiental.

La ruptura que este enfoque comportó, junto con su progresiva adopción desde la Comunidad Europea y sus Estados miembros a partir de la década de 1980, nos permiten considerar este nuevo planteamiento para el desarrollo rural como un nuevo paradigma; es decir, como un nuevo marco o conjunto de ideas ampliamente reconocido, bajo el cual se aborda el objetivo del desarrollo rural.

Sin embargo, ¿qué es el desarrollo rural? La verdad es que, varias décadas después, el desarrollo rural sigue siendo un concepto muy ambiguo, puesto que son pocos los autores que se han atrevido a definir su significado. Este hecho impide que la sociedad esté familiarizada con este concepto y dificulta que el progreso de las áreas rurales sea visto como una necesidad de primer orden.

En un modesto intento de contribuir a precisar qué es el desarrollo rural, a continuación propongo una definición básica de este concepto, con la intención de ayudar a la sociedad a entender qué es realmente este fenómeno y por qué constituye un reto vigente en la actualidad.

Para mí, el desarrollo rural tiene que ser entendido como la mejora de las condiciones económicas, sociales y cultu­rales de un territorio rural, con respeto por el entorno físico y de tal forma que repercute positivamente sobre la calidad de vida de la población residente e integre el territorio en el conjunto de la sociedad.

Tal y como queda reflejado en esta definición, el desarrollo rural es un fenómeno complejo, que depende inevitablemente de una gran diversidad de factores económicos, sociales, ambientales, culturales, humanos, etc. Precisamente, en un intento de comprender los múltiples factores que inducen el desarrollo de las áreas rurales, el año 2007 se puso en marcha el proyecto de investigación ETUDE, a través del cual se analizaron un total de 63 experiencias de desarrollo rural que han tenido lugar recientemente en Europa.

Las conclusiones de este proyecto, presentadas por J. D. van der Ploeg y T. Marsden en Unfolding Webs: the Dynamics of Regional Rural Development (Editorial Royal Van Gorcum, 2008), apuntan que el desarrollo de un área rural depende de su propia “red rural”. La red rural (o en inglés, rural web, aunque no esté relacionada para nada con el mundo de internet) es un concepto que hace referencia al conjunto de todas las personas, recursos, actividades y procesos que interactúan y se interrelacionan en un área rural. A partir de aquí, el desarrollo rural tiene que ser entendido como un proceso continuo de “des­pliegue” o “revitalización” de la red rurallocal. En otras palabras, el desarrollo de un área rural depende, al fin y al cabo, de las relaciones que se establezcan entre los múltiples elementos que coexisten e influyen en aquel territorio.

Según los investigadores del proyecto ETUDE, la red rural de un territorio se puede sintetizar en seis grandes dimensiones. La primera dimensión es la endogeneidad, que hace referencia al grado en que la economía local está basada en recursos disponibles y controlados a escala local. La segunda dimensión es la producción de novedades, que se refiere a la mejora o la nueva creación de productos, métodos de producción y dinámicas de cooperación entre productores. La tercera dimensión es la sostenibilidad, entendida como la existencia de las condiciones ambientales y sociales necesarias para garantizar un nivel de vida aceptable a las futuras generaciones. La cuarta dimensión es el capital social, que hace referencia a la capacidad de colaboración entre los diversos actores locales para hacer cosas conjuntamente. La quinta dimensión son los nuevos marcos institucionales, y se refiere a la flexibilidad de las persones, los colectivos, las organizaciones y la administración para promover el desarrollo a escala comunitaria. Finalmente, la sexta dimensión es la gobernanza de los mercados, entendida como la capacidad para controlar, fortalecer y crear mercados desde el ámbito local.

Estas dimensiones son, según los investigadores del proyecto ETUDE, los ámbitos clave para el desarrollo de un área rural, ya que influyen decisivamente sobre la competitividad de la economía local y sobre la calidad de vida de la población. En cualquier caso, la heterogeneidad de las dimensiones pone de manifiesto, una vez más, que el desarrollo rural es un fenómeno polifacético y extremadamente complejo.

Espero que la definición propuesta y la idea de las redes rurales puedan contribuir, de algún modo, a sensibilizar la sociedad civil y la administración pública acerca de la necesidad de seguir avanzando en la concepción y la implementación del desarrollo rural, con el objetivo de logar territorios más justos y equilibrados de cara al futuro.

Para mayor información:

GUINJOAN, Eloi; BADIA, Anna; TULLA, Antoni F. (2016): “El nuevo paradigma de desarrollo rural. Reflexión teórica y reconceptualización a partir de la rural web”. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 71, p. 179-204. http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2279/2167

* Eloi Guinjoan es doctorando del Programa de Doctorado en Geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona.