Daniel Jesús Quesada Morales*
Hasta la generalización de la red de distribución de aguas a las casas el agua proveniente de manantiales, arroyos y ríos era la usada para el abastecimiento de la población. Este suministro acuoso se llevaba a cabo en espacios públicos comunitarios que a lo largo del siglo XIX, se van a acondicionar para prestar un mejor servicio. Junto con las fuentes y abrevaderos, base del aprovisionamiento humano y animal, se obraron espacios específicos para el lavado de la ropa. Desde finales del siglo XIX, se asentaron en España las nociones de servicio y obra pública, al mismo tiempo que se declaró al suministro de agua servicio con carácter público. La definitiva implantación de lavaderos en Granada durante ese siglo, como infraestructuras de índole pública y de servicio a la comunidad, y su vinculación a las teorías higienistas europeas, condicionaron su diseño, construcción y mantenimiento.
La red de suministro hidráulico en la Granada del Ochocientos
El suministro de agua en la Granada decimonónica se realizaba mediante las acequias de Aynadamar y Gorda. Ambas construcciones, como sistemas tradicionales hidráulicos, abogaban por el uso y aprovechamiento racional del agua, asegurando el abastecimiento regular al mayor número de usuarios en un amplio abanico de aprovechamientos. Estas infraestructuras, nacidas con clara vocación urbana, se proyectaron para el suministro de la población de los diferentes barrios de la ciudad, a través de sus aljibes y su bien trazada red de acequias y azacayas. Este es el carácter público del agua, concebida como un bien de servicio comunitario en todas sus vertientes, que ha de llegar a todos, y por tanto, su reparto y consumo se rige por estar presente en todos los aspectos de la vida: dar de beber a los ciudadanos a través de la red arterial de cisternas y tinajas, en el riego de huertas y jardines, en el abastecimiento de casas, fincas, conventos e instituciones, así como en el suministro de pilares, baños, estanques, albercas, abrevaderos y lavaderos públicos.
Lavaderos públicos en el entramado urbano granadino
Con el aumento de la población y la consecuente extensión del recinto urbano, los diferentes gobiernos municipales se vieron en la obligación de instalar lavaderos públicos que vinieran a atender las necesidades del vecindario. Los lavaderos en la Granada del siglo XIX se situaron en la zona baja de la ciudad, coincidiendo con los lugares más habitados y con mayor índice de población e incremento demográfico. Es el caso del de las Tablas, uno de los más populosos y concurridos de la ciudad, junto con el de Fuente Nueva, y el lavadero de la Cruz, unido a la parroquia de los Santos Justo y Pastor. Perteneciente a la parroquia del Sagrario se encontraba el lavadero de San Agustín, mientras que el de Zafra se correspondía con la parroquia de San Andrés.
Lavadero público y abrevadero de Fuente Nueva, h. 1890-1900. Autoría desconocida. Fuente: Archivo Histórico Municipal del Ayuntamiento de Granada. Fondo fotográfico. Signatura: 00.015.14.
Así mismo, la toponimia del callejero granadino nos aporta información de lavaderos desaparecidos que han dejado su huella en los espacios de la ciudad marcando el paisaje urbano. El designar con un nomenclátor alusivo a estas construcciones algunas calles de la ciudad nos da idea de la fuerza que tendrían en la ciudadanía como puntos referenciales dentro del caserío granadino al nominar algunos espacios de su trama urbana con nombres de lavaderos. De este modo en el plano actual de Granada figuran las calles del Lavadero de Méndez (por la Cuesta de la Alhacaba), de las Tablas (desde la calle del Gran Capitán a la calle Tablas), de la Cruz (entre la calle del Boquerón y la calle de San Juan de Dios), de San Agustín (desde la placeta de este nombre a la calle San Jerónimo), de Santa Inés (que sube desde la Carrera del Darro), de Zafra (desde la Placeta del Azúcar a la calle de Navarrete), de las Manchegas (desde la calle del Correo Viejo a la Cuesta de Marañas), y del Lavadero, además de la placeta o plaza del mismo nombre. Esta numerosa presencia denota la abundancia de este tipo de servicios públicos de limpieza e higiene en la Granada de aquel tiempo. El hecho de situar los principales lavaderos en las zonas más bajas de la ciudad, aparte de coincidir con los mayores núcleos de población en ese momento, se debe a que en el Sacromonte, Albayzín, Alixares, la Churra y Mauror, barrios de la Granada alta, las mujeres utilizaban para lavar los aljibes y grifos.
De este nutrido número de lavaderos, que se dispersaban por el urbanismo de Granada, sólo ha llegado hasta nuestros días el ubicado en la llamada Puerta del Sol. Además de estas construcciones específicas para lavar también recibía este uso algunas zonas de los ríos Darro y Genil. En la actualidad la tipología edilicia del lavadero de la Puerta del Sol, nos permite contextualizar arquitectónicamente, el resto de construcciones de este tipo, pues compartían un diseño similar. Común era el empleo de la estructura adintelada, con tejado de teja morisca, sostenida por columnas de piedra de Sierra Elvira.
Consideraciones finales
El lavadero de la Puerta del Sol, hoy elemento singular del patrimonio arquitectónico de Granada, es el titular de una tradición histórica y cultural, que quedó reflejada en el empleo de los materiales utilizados para su construcción, arquitectura que bebe de la tradición vernácula secular. Destaca el indudable valor etnográfico e histórico-artístico de estos lavaderos tradicionales que formaron parte fundamental en las tareas domésticas del pasado reciente granadino. Su examen, y otorgarles su justo valor, permite un enriquecimiento en el conocimiento de nuestro acervo cultural, y tener al mismo tiempo, mejores elementos de análisis, a lo hora de investigar en el pasado de nuestras raíces.
Para mayor información
QUESADA MORALES, Daniel. Arquitectura e Higiene. Lavaderos públicos y salubridad en el siglo XIX: el caso de Granada. Biblio3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 25 de julio de 2017, vol. XXII, nº 1.206. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1206.pdf>. [ISSN 1138-9796].
*Daniel Jesús Quesada Morales es doctorando en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada.