por Fernando Goulart Rocha* y Antoni F. Tulla**
A pesar de ser conocido como un país tropical, Brasil posee cerca de un 8 por ciento de su territorio en la Región de Clima Templado, al sur del Trópico de Capricornio. Esa Región del país, formada por los Estados de Paraná, de Santa Catarina y de Rio Grande do Sul, es la región brasileña de menor extensión territorial, pero es la segunda más importante económicamente. En ella se vienen estableciendo actividades relacionadas con el turismo de experiencia (cultural agrario), como o “colhe-pague” de la manzana, con el objetivo de complementar la renta de los productores rurales y de sus familias. La actividad de “colhe-pague” es conocida por el término pick-your-own en inglés o cueillette à la ferme en francés.
El turismo de experiencia ha sido una apuesta de los pequeños productores rurales a fin de complementar la renta con la de sus familias.
La Región Sur de Brasil, siendo colonizada principalmente por europeos venidos de varias partes de Europa, posee un próspero sector industrial y es una de las despensas agrícolas del país, destacándose en la producción de granos y en la fruticultura de clima templado. Las principales variedades de frutas cultivadas en la región son: la manzana, la uva, la pera, el durazno, el membrillo y la ciruela. Esas variedades de frutas son exóticas y originarias de varias partes del mundo y fueron introducidas en las tierras altas, por encima de los 1.000 metros de altitud, en donde los inviernos son intensos con registro de temperaturas negativas y nevadas, incluso en algunas ciudades.
Es bien sabido que las primeras manzaneras en el Sur de Brasil eran cultivadas en jardines, como plantas ornamentales. Apenas en 1926 se inició, en el interior de São Paulo, la producción nacional de manzana para fines comerciales. En la Región Sur, la producción en escala comenzó en la década de 1960 con las variedades Fuji y Gala, variedades importadas y diferentes a las cultivadas en el interior paulista. Esas dos variedades incluyen, hoy, más del 90 por ciento de la producción brasileña de manzana.
En términos de distribución espacial, merecen ser destacadas tres regiones productoras: Fraiburgo y São Joaquim, en Santa Catarina; y Vacaria, en Rio Grande do Sul. Esas regiones son las que poseen condiciones climáticas adecuadas para el manejo de la manzana y concentran más del 80 por ciento de la producción nacional. Vale la pena observar que debido a las exigencias de un cierto tiempo fresco, los manzanos son cultivados en apenas 71 de los 1.188 municipios de la Región Sur, es decir, en cerca de 6 por ciento de ellos.
Basada en el uso de la mano de obra familiar, la producción del sur de Brasil de manzanas está fundamentada en el trabajo realizado en pequeñas propiedades rurales. Entre los productores, algunos mantienen contratos de comercialización directa con empresas procesadoras de la fruta. Otros, sin embargo, están al margen del proceso de integración y dependen de la venta directa o de intermediarios para el comercio. A su vez, es pequeño el número de productores que consiguen agregar valor a la manzana a partir del procesamiento previo de la fruta en la misma propiedad.
En ese sentido, el turismo de experiencia es una forma de agregar otro tipo de valor a las actividades hasta entonces articuladas únicamente en función de la producción de alimentos Dicho turismo de experiencia es aquel que supera el carácter contemplativo del paisaje y propone alguna actividad a ser realizada por el turista en el destino. Entre las actividades de ese tipo de turismo en las áreas de cultivo de la manzana están la recepción de grupos para conocer los vergeles, la producción de dulces y el “colhe-pague”, actividad en que los turistas cogen frutas y pagan por lo que recogen.
La fruticultura de pequeña producción familiar que desea ingresar en las actividades de turismo no puede evadir la capacitación técnica.
En Santa Catarina, ya está en curso el aprovechamiento de la manzana, con la formación de una marca de itinerarios de invierno, lo cual está siendo seguramente prometedor. En Rio Grande do Sul, el turismo de montaña está muy organizado, a pesar de que la manzana tenga actualmente poco interés como producto turístico regional. En Paraná, la situación del turismo con un lugar destacado para la producción de manzana también es débil. Se espera, no obstante, que el turismo pueda contribuir también en esos Estados para la valorización de la cultura de la manzana y sirva como mecanismo de generación de empleo y renta por medio de la recepción de personas interesadas en experimentar el lugar, apreciar el producto y la comunidad involucrada en su producción.
Entretanto, es oportuno resaltar que la fruticultura de pequeña producción familiar que desea ingresar en las actividades de turismo no puede evadir la capacitación técnica a fin de conocer los medios para añadir valor al bien que se produce. En primer lugar, porque el cultivo de frutas es costoso y extremadamente exigente desde el punto de vista de la cantidad de horas de trabajo agregado a la producción. Además, porque la fruticultura depende de variables geográficas muy específicas, lo que significa que producir frutas es una actividad con un elevado grado de especialización en áreas de clima templado en Brasil.
Por último, a pesar de que las actividades de visita y experiencia en las pequeñas propiedades tienen la función de diversificar la renta de los productores, esto no significa que se considere aparte de las demás estrategias de promoción del turismo a escala local. En ese sentido, la articulación de la cadena productiva de la fruta es fundamental en la formación de una identidad para la fruticultura regional y deberá prever estrategias más amplias con el objetivo de fortalecer los programas de visita a las propiedades.
Para mayor información:
ROCHA, F. G.; Tulla, A. F. Turismo agroalimentario en areas de cultivo de manzana en la Región Sur de Brasil. Cuadernos de Turismo de Murcia, 2015, n. 35, p. 211-229.
Fernando G. Rocha es Doctor en Geografía y profesor del Instituto Federal de Santa Catarina, Brasil.
Antoni F. Tulla es Doctor en Geografía y profesor del Departamento de Geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona.