Félix Pillet
La ficción y la realidad han venido a motivar y preparar el viaje. Se ha dicho que la principal distinción entre el viajero y el turista, es, que el primero reposa, el segundo corre. Por este motivo, es aconsejable disfrutar en casa de la literatura para luego recorrer el patrimonio territorial y sus paisajes, más o menos literarios, pero en definitiva paisajes (urbanos, rurales, naturales, etc.).
La relación geografía humana-literatura nos ha permitido no sólo conocer la evolución de los paisajes, tomando como fuentes de estudio la literatura de viajes, la novela y la poesía, sino que, además, no se debe perder de vista el binomio viaje-turismo, como dos aspectos diferentes, aunque complementarios.
El viaje y su producción literaria o literatura de viajes ha despertado mucha más atención que cualquier otro tipo de fuente escrita. Los relatos de viajes se han presentado como particularmente fecundos en la búsqueda de expresiones de paisajes, debido a su extraordinaria capacidad de descripción. Por este motivo, es necesario conocer desde los orígenes hasta la actualidad, las tres etapas por los espacios y paisajes del mundo: el viaje como saber estratégico, desde los orígenes hasta el Renacimiento; el viaje como saber formativo y científico, hasta el Romanticismo; y por último, el viaje como saber estético y divertimento, hasta la actualidad. El turismo posmoderno, de las últimas décadas, está mirando hacia el viajero romántico, como modelo a seguir, lo que hace que viajero y turista vengan a converger, en algunos casos.
Los viajeros por España, desde el siglo XVIII hasta hoy (ilustrados, románticos, modernistas, realistas, franquistas, hiperrealistas y neo-románticos), tanto extranjeros como españoles, nos han enseñado a conocer los paisajes, su evolución, las diferencias regionales, las ciudades más productivas frente a las más retrasadas. Con el paso del tiempo, los paisajes naturales y rurales cedieron protagonismo a los paisajes urbanos, a la ciudad. Tanto antes como ahora, la comarcas no ha perdido vigencia ni interés.
En la novela, el escritor trascribe el paisaje con sus palabras, lo recrea y lo transforma desde su personalidad. En un debate sobre esta temática se afirmaba que no dejará de escribirse literatura, real o ficticia, que no se apoye en un territorio. Hay textos en los que no se menciona un lugar, pero la mayoría de los relatos literarios hacen mención a ciudades, pueblos etc. Normalmente, en la mayor parte de las obras donde se relaciona el paisaje con la literatura se tiende a conectar la realidad geográfica con los textos literarios, pero existe otra experiencia que conviene descifrar, son las múltiples posibilidades que ofrece, en algunos casos, una novela para obtener de ella suficiente información geográfica. No cabe duda que cuando un novelista escribe sobre el momento que está viviendo, las descripciones son más reales y verídicas, que cuando se retrotrae en el tiempo.
Y por último, de la poesía destacamos el sentimiento estético por medio de palabras, pues el paisaje llega a imponerse a veces como protagonista, a la vez que adopta muchas formas: de lo descriptivo y realista a lo simbólico y espiritual. Mientras la poesía es un paisaje sentimental, por contra el paisaje es una creación poética. La poesía, la literatura menos descriptiva, pero más simbólica y sintética, la hemos utilizado para conocer la evolución del paisaje de España, tanto el natural, rural, como urbano, desde los orígenes hasta el tiempo presente, tomando como referencia los poetas españoles en lengua castellana. Comprobando cómo el paisaje ha sido objeto de interés y de introspección.
La imagen literaria del paisaje, vista desde la literatura de viajes, la novela y la poesía, cede ahora todo el protagonismo al paisaje urbano, pues no podemos olvidar que estamos en el siglo de las ciudades. Las urbes españolas (Madrid, Barcelona, etc.) y Nueva York, ciudad global, se convierten en las protagonistas del proceso de urbanización, siendo distintos escritores españoles los que han volcado en sus páginas espléndidas descripciones que ayudan a conocer mejor su morfología y evolución.
El paisaje ha vuelto a recobrar su interés desde el Convenio Europeo del Paisaje (2000), analizado en esta ocasión desde una visión más literaria y cultural, sin olvidar el Plan Nacional de Paisaje Cultural (2012). Como el Convenio dice del paisaje que es “una parte del territorio”, esto nos lleva a interpretar que el objetivo de estudio debe ser el territorio y sus paisajes. Si estos últimos ya han sido estudiados, ahora falta el territorio, el más popular: las comarcas, que puede ser interpretadas como Patrimonio Territorial, como destino turístico, que vienen a unirse a otros espacios del turismo, tanto de costa como de interior, es decir, comarcas integradas, formadas por paisajes culturales, que en algunas comunidades autónomas españolas se vienen ofertando como asociaciones comarcales, como nuevos destinos turísticos. Pudiendo hacer referencia, también, a comarcas eminentemente literarias.
El geógrafo Bertrand Lévy (2006) afirmaba que: “el enfoque geo-literario (…) puede prolongarse e ir al encuentro de un público mucho más vasto, al encuentro de una demanda social cada vez más importante y motivada; en este sentido, pensamos en todas las manifestaciones de turismo literario y cultural que se desarrollan en el mundo”.
Para mayor información:
Félix Pillet Capdepón (2017): Geoliteratura. Paisaje literario y turismo. Madrid, Síntesis.