José Antonio Segrelles Serrano*
La creciente falta de rentabilidad y la constante presión ejercida por las grandes ciudades están desnaturalizando la actividad agraria de muchos territorios periurbanos, tanto en el mundo desarrollado como en el subdesarrollado; incluso han motivado su paulatina desaparición en los casos más extremos. Precisamente, para paliar este problema, cuando se iniciaba la década de 1990 de la centuria pasada surgió la figura de los Parques Naturales Agrarios en varias ciudades europeas: Barcelona, Madrid, Génova, Milán, París, cuyo objetivo era preservar la agricultura e impulsar la rentabilidad de las explotaciones familiares de sus alrededores.
En palabras de Josep Montasell i Dorda, UN PARQUE NATURAL AGRARIO (PNA) Y EL TERRITORIO QUE LO ALBERGA NO SON UN PARQUE TEMÁTICO o etnográfico, un museo viviente o una simple reserva natural. Tampoco son una forma de momificación del espacio agropecuario. Un PNA es un instrumento de gestión eficiente de las actividades agrícolas, ganaderas y forestales, además de un agroecosistema con entidad propia que ayuda a conservar el territorio, a garantizar la continuidad agrícola del suelo y a fomentar la ejecución de programas concretos de desarrollo agrícola y rural.
Un caso destacado es el del PNA “Los Carrizales”, que se localiza en el área periurbana de Elche (Alicante), tercera ciudad de la Comunidad Valenciana (España) desde el punto de vista demográfico. Los agricultores que hacen posible la existencia de este PNA tienen bien asumido que EL PAISAJE AGRÍCOLA NO ES UN FIN EN SÍ MISMO, sino la consecuencia del propio dinamismo de la actividad agropecuaria productiva que crea paisajes culturales de gran valor, resultado del uso agrícola y ganadero del territorio.
El área ocupada por el PNA “Los Carrizales” se localiza en la antigua albufera o golfo de Elche (Sinus Illicitanus), inexistente en la actualidad y donde los ríos Vinalopó y Segura tenían su desembocadura. Las labores de desecación y bonificación llevadas a cabo en el siglo XVIII por el cardenal Belluga y el duque de Arcos transformaron esta zona insalubre y pantanosa en tierras aptas para la actividad agrícola. Las desecaciones fueron posibles gracias al denodado esfuerzo de los agricultores y nuevos colonos y a la creación de una extensa red de riego y evacuación, de herencia musulmana, por medio de la que se utilizan y reutilizan las aguas, dando lugar a una de las infraestructuras de irrigación y aprovechamiento hídrico más complejas del mundo. La misma agua servía para regar hasta tres o cuatro veces los campos. De ahí el valor cultural de este paisaje.
Los agricultores de este PNA intentan desarrollar unas producciones de elevada calidad con una marca o sello distintivo propio con el objeto de convertir a la agricultura familiar en una actividad rentable. También pretenden fomentar la transformación artesanal de los productos in situ, así como poner en marcha diversos programas de apoyo a la mujer rural y de formación para que los jóvenes puedan incorporarse al trabajo agrario.
Azarbe Ample, en el Parque Natural Agrario “Los Carrizales” (Elche, Alicante, España). Marzo 2012.
Autor: José Antonio Segrelles Serrano
Debido a la acuciante necesidad de generar rentas complementarias a las de la agricultura, el PNA “Los Carrizales” aprovecha su localización a caballo entre dos parques naturales protegidos, El Hondo y Las Salinas de Santa Pola, para ofrecer servicios de tipo ambiental y turístico. Los recursos ambientales, la diversidad biológica y la integración de la agricultura con el ecosistema contribuyen a la sostenibilidad y equilibrio de la zona. Todo esto (ambiente, biodiversidad y agricultura) es susceptible de convertirse en unos recursos rentables por medio de su utilización como espacio turístico, recreativo y de ocio. Existen múltiples posibilidades para aprovechar todas las oportunidades que ofrece el entorno para desarrollar varias modalidades turísticas: rural, agroturismo, ornitológico, de naturaleza, fotográfico, deportivo, cultural, senderismo, entre otras.
En definitiva, la protección ecológica y la integridad de los ecosistemas no tienen por qué excluir un aprovechamiento agrario rentable y eficiente. De este modo se contradice esa ideología conservacionista que aboga por el mantenimiento de los espacios naturales libres de la presencia humana y de sus actividades productivas. La utilización agropecuaria del medio se convierte en un factor territorial, ambiental y cultural de primer orden. LA AGRICULTURA ES LA GARANTÍA DE LA CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD y de los ecosistemas y la manifestación que crea un paisaje cultural de gran valor histórico que representa una seña de identidad de los pueblos.
Para mayor información:
SEGRELLES SERRANO, José Antonio. Conservación ambiental y aprovechamiento agropecuario: el caso del Parque Natural Agrario “Los Carrizales” (Elche, Alicante). Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 2013, nº 62, p. 295-316. <http://www.boletinage.com/articulos/62/13-SEGRELLES.pdf>. [10 de marzo de 2014].
*José Antonio Segrelles Serrano es Catedrático de Geografía Humana en la Universidad de Alicante, director del Grupo Interdisciplinario de Estudios Críticos y de América Latina-GIECRYAL (http://web.ua.es/giecryal/) y director de la revista digital GeoGraphos (http://web.ua.es/revista-geographos-giecryal/).