José Mª Delgado Urrecho y Luis Carlos Martínez Fernández *
La despoblación y el envejecimiento afectan a la España rural. Donde domina el poblamiento disperso y los pequeños núcleos, la cifra de habitantes es insuficiente para mantener los servicios básicos, siendo necesarias soluciones imaginativas. Entre ellas, destaca por su éxito el transporte a la demanda, desarrollado en la región española de Castilla y León, una de las más extensas de la Unión Europea.
El transporte de pasajeros en el medio rural
La demanda de desplazamiento en el medio rural crece rápidamente por la concentración espacial de los servicios, pero la avanzada edad de los habitantes dificulta el uso del vehículo particular. Desde 1988 surgieron diversas iniciativas de transporte colectivo en respuesta a necesidades concretas de movilidad, también impulsadas por la Unión Europea. La región de Castilla y León, con una superficie similar a la de Portugal, es buen ejemplo de esa problemática y de cómo solucionarla gracias al transporte a la demanda.
La región, con un medio rural fragmentado en 2.206 municipios y 6.151 núcleos de población, precisa una red de centros de servicios bien estructurada, pero la despoblación amenaza su pervivencia, reduciendo la diversidad de equipamientos. El 86 por ciento de las familias deben desplazarse para realizar compras, pues en el 70 por ciento de los municipios no hay comercio minorista o es insuficiente, y el ambulante no cubre todas las necesidades. La densidad de población (12 hab/km2 en el medio rural) resta rentabilidad a las líneas de autocares y por ello la Administración regional subvenciona desde 1988 su explotación, considerando el interés social, necesidades de desplazamiento, características de la población atendida, gestión medioambiental y, lo que se tradujo en un proyecto más específico, propuestas de mejora de la gestión del transporte en función de la demanda. El Plan de Coordinación del Transporte Rural incorporó en 2001 la adecuación de rutas y horarios al tipo de servicio (educación, sanidad, mercados, cultura y ocio), pero los itinerarios eran demasiado largos, al enlazar el mayor número posible de entidades, y la ocupación de los vehículos, baja. No se alcanzaba la rentabilidad económica ni se satisfacían las demandas de los pasajeros.
El transporte a la demanda
El transporte a la demanda, implantado en 2004, se basa en tecnologías de monitorización de vehículos, coordinando el servicio desde un centro virtual que recoge las reservas telefónicamente. Su precio es social (1 euro hasta 2012 y 2 desde ese año), independiente del recorrido, y las rutas, horarios y frecuencias responden a necesidades sanitarias, de abastecimiento, acceso a servicios administrativos y financieros o para enlazar con otros medios de transporte. El sistema beneficia a los usuarios al acceder a donde no llegan las líneas regulares, garantizar la prestación y rapidez eliminando paradas innecesarias e informar en tiempo real mediante terminales; al operador al optimizar recorridos y reducir costes, aumentar el número de pasajeros y facilitar la adaptación del vehículo a requerimientos concretos; y a la Administración, que controla su calidad. Ha permitido reducir los desplazamientos en vehículos privados y el gasto familiar, la accidentabilidad y las emisiones de CO2, coincidiendo con otras iniciativas europeas similares.
El trazado de las rutas responde a la distribución de los pueblos menos habitados. Cada una incluye un núcleo de servicios con un Centro de Acción Social, conformando en su torno una Zona de Transporte a la Demanda que engloba zonas de salud preexistentes y genera un área de influencia cuya demanda potencial media es de diez mil habitantes. Gracias a ellas los kilómetros recorridos anualmente por líneas regulares se redujeron un 67%, pero la crisis económica frenó su expansión, dejando una cobertura territorial desigual. No obstante, las áreas más desfavorecidas quedaron atendidas, modificándose rutas, horarios y frecuencias para reducir costes y priorizar la accesibilidad a los servicios más básicos.
En 2014 el sistema atendía a 3.551 localidades y 395.464 habitantes, 1.007.269 incluyendo las cabeceras, con 2,7 millones de viajeros. El usuario típico es una persona de elevada edad (el 64 por ciento superan los 65 años), generalmente mujer (67 por ciento), carece de vehículo propio y precisa desplazarse al menos una vez a la semana, manifestando un elevado grado de satisfacción del servicio (9 sobre 10).
En conclusión
El transporte a la demanda es un sistema válido de movilidad en el medio rural, supliendo la carencia de servicios en áreas de baja densidad demográfica y, junto a su valor social, permite reducir las subvenciones a las líneas regulares. Su avanzado desarrollo en una región tan extensa lo ha hecho exportable a otras, donde ya se ha iniciado su implantación.
Para mayor información:
DELGADO URRECHO, José María; MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Luis Carlos. El transporte a la demanda como sistema de movilidad alternativo en áreas rurales de baja densidad demográfica: el caso de Castilla y León. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 72, p. 195-220, 2016. Disponible en <http://www.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/viewFile/2337/2208>. [ISSN: 0212-9426].
*José María Delgado Urrecho es Profesor Titular de Geografía Humana del Departamento de Geografía de la Universidad de Valladolid.
*Luis Carlos Martínez Fernández es Profesor Titular de Análisis Geográfico Regional del Departamento de Geografía de la Universidad de Valladolid.