Tatiana Hernández-Justo *
Mucho se ha hablado sobre la compatibilidad o no del islam y el movimiento feminista. En la actualidad, esta relación sigue suscitando toda clase de opiniones y acalorados debates: ¿es posible un feminismo “islámico”? ¿Puede un movimiento liberador estar inspirado en una religión? ¿Existe un enfoque feminista del islam? La historia no es nueva, ni mucho menos. El debate estuvo presente desde el origen de los diversos movimientos feministas en los países islámicos y árabes, donde autores de reconocido prestigio, como el egipcio Qasim Amin (padre del feminismo en su patria), se cuestionaban precisamente esto.
El tunecino Tahar Haddad, que vivió durante las primeras décadas del siglo XX, es considerado el pionero del feminismo en su patria y su pensamiento sentó las bases del Código de Estatuto Personal de Túnez, frecuentemente alabado por ser el más progresista de los que rigen los países árabes. Estos códigos, que rigen cuestiones relacionadas con el matrimonio y su disolución, la tutela de los hijos o la herencia, son uno de los principales caballos de batalla del feminismo árabe. Pero ¿qué hace que el de Túnez sea visto como el más vanguardista y moderno de todos? La respuesta es clara: la inspiración en las teorías de Haddad.
Tahar Haddad recibió una educación claramente tradicionalista: acudió primero a la escuela coránica y, más tarde, a la gran mezquita-universidad de al-Zaytuna. No obstante, fue un reformista innato que luchó por la independencia de su país (por ejemplo, se unió al partido nacionalista, llamado Dustur, en el momento de su fundación) y por la reforma de su sociedad.
Escribió varias obras de diverso tipo, como artículos periodísticos, poemas o libros, y su obra más importante, Nuestra mujer en la ley islámica y la sociedad, sentó las bases para ese código tan moderno del que hablábamos. En este libro, que contiene toda su teoría feminista, Haddad analiza la situación de las mujeres tunecinas de su época y ofrece las soluciones que estima oportunas. Pero, ¡ojo!, siempre lo hizo basándose en el Corán. Es decir, Haddad no proponía una ruptura con lo anterior ni con la religión, sino una relectura del texto sagrado para adaptarlo a los tiempos que le habían tocado vivir. Precisamente este es el punto de partida de los reformistas musulmanes de la época: releer los textos sagrados del islam desde una perspectiva contemporánea.
En esta clave ve el autor las aleyas (versículos coránicos) que tratan sobre la poligamia y el repudio. La poligamia, una práctica preislámica que permitía al hombre contraer matrimonio con más de una mujer, fue limitada por el Corán de tal forma que sólo cuatro mujeres estaban permitidas (frente a las ilimitadas mujeres de la época anterior a la revelación). Las aleyas que se referían a esta cuestión eran, principalmente, dos:
“Si teméis no ser equitativos con los huérfanos, entonces, casaos con las mujeres que os gusten: dos, tres o cuatro. Pero, si teméis no obrar con justicia, entonces con una sola o con vuestras esclavas. Así, evitaréis mejor el obrar mal”.
Corán, azora IV, aleya 3.
Esta aleya se reveló tras una guerra que habían dejado tras de sí numerosas viudas y huérfanos. Para evitar que estuvieran desprotegidos en un contexto tan duro como el de Arabia, el Corán permite a los hombres contraer matrimonio con un máximo de cuatro mujeres.
No obstante, más adelante Dios revela esta otra aleya: “no podréis ser justos con vuestras mujeres, aun si lo deseáis”. Haddad la interpreta de la siguiente manera: si la condición para la poligamia es ser justo y Dios sabe que no podremos serlo, ¡Dios está prohibiendo la poligamia!, porque la condición para que sea válida es imposible.
“No podréis ser justos con vuestras mujeres, aun si lo deseáis. No seáis, pues, tan parciales que dejéis a una de ellas como en suspenso. Si ponéis paz y teméis a Alá,… Alá es indulgente, misericordioso”.
Corán, azora IV, aleya 129.
Esta relectura la retoman hoy en día la mayoría de movimientos feministas del mundo islámico (y también, lógicamente, del Mundo Árabe, donde la mayoría de la población es musulmana y los códigos de estatuto personal se rigen por esta religión). No es el único puente entre Haddad y el feminismo árabe de la actualidad. El repudio, abolido por primera vez en el mundo árabe en Túnez, fue otro de los puntos que trató Haddad.
De una u otra forma, está claro que para Tahar Haddad, el islam y el feminismo eran compatibles siempre que el primero se liberara de los mensajes machistas que se le habían ido sumando a lo largo de los años y que, en su opinión, partían de la tradición y no de la Ley de Dios. La cuestión sigue vigente en la actualidad, con movimientos islamistas que no lo tienen tan claro… Pero, sea como fuere, una apropiada relectura coránica nos permite entender el punto de vista de este pensador tunecino que, si por algo se conoció para la posteridad, fue por su fervorosa lucha en pro de la liberación de las mujeres árabes.
Para mayor información
HERNÁNDEZ-JUSTO, T. El papel del Islam en el pensamiento feminista de Ṭāhar al-Ḥaddād. En Feminismo/s. 2016, no. 28, pp. 133-146. DOI: 10.14198/fem.2016.28.05
* Tatiana Hernández-Justo es contratada predoctoral FPU de la Universidad de Granada.